La Edad Subjetiva (Gustavo González Urdaneta)

 La Edad Subjetiva

Gustavo González Urdaneta

Miami 8 marzo 2023

 

Con cierta frecuencia he oído preguntarles a personas mayores cuántos años tienen en su cabeza y me ha sorprendido que algunos no han hecho ni una pausa, sin levantar la vista, ni siquiera pedir que les repitieran la pregunta, lo que habría sido natural, con toda tranquilidad han respondido "Sesenta y cinco", unos veinte años menos de los que yo había pensado.

 

¿Por qué tantas personas tienen una comprensión inmediata e intuitiva de este concepto altamente abstracto, que se llama "edad subjetiva", cuando se les presenta al azar? Es extraño, si lo piensas. Ciertamente, la mayoría de nosotros no nos creemos más bajos o altos de lo que realmente somos. No nos consideramos con orejas más pequeñas, narices más largas o cabellos más rebeldes. La mayoría de nosotros también sabemos dónde están nuestros cuerpos en el espacio, lo que los fisiólogos llaman "propiocepción".

 

Todos tenemos una edad cronológica, pero algunas personas se sienten más jóvenes. Esa es la “edad subjetiva”, y su estudio tiene adeptos y críticos. La edad subjetiva, explican algunos científicos líderes de investigaciones sobre el tema, está relacionada con el modo en que interpretamos nuestras experiencias personales por ello, una vida estresante o marcada por la vulnerabilidad social nos envejece antes de la cuenta. Los determinantes de la edad subjetiva incluyen la edad cronológica, la educación, la salud, la autoestima, la satisfacción financiera y la satisfacción laboral. En apoyo de la perspectiva biomédica, investigaciones anteriores han demostrado que sentirse mayor que la edad cronológica ("edad subjetiva mayor") se ha asociado con varios resultados negativos para la salud, incluido el aumento de la hospitalización, el deterioro cognitivo, demencia, y otros... 

 

Una investigación de la Universidad de Carolina del Norte revela que la edad que sintamos tener es un predictor confiable para el bienestar y la salud. Algunas personas se perciben mayores de lo que son porque se sienten más agotadas de la cuenta y con menos esperanzas. La edad subjetiva, suelen explicar, está relacionada con el modo en que interpretamos nuestras experiencias personales por ello, una vida estresante o marcada por la vulnerabilidad social nos envejece antes de la cuenta.

 

Hay jóvenes con actitud de “viejos”: lo mejor ya pasó. Hay "viejos" con metas de “jóvenes”: entusiasmados con nuevos proyectos. Los años pasan y nos vamos poniendo “viejos”, según la apreciación mental que hacemos, de las realidades que nos tocan vivir. En todo cambio y en cada etapa de vida, confrontaremos el reto de hacer una auto revisión responsable. Los “viejos” de corazón dirán: “Ya perdi ese autobús”. Los “jóvenes” de corazón dirán: “Cómo me reinvento una vez más”.

Las creencias mentales pueden ser bien limitantes o expansivas. Van creando la “realidad” subjetiva y hay que reevaluarlas, a lo largo de toda la vida. De la capacidad de ajustarnos a esa dinámica del ahora, de la aceptación de lo que no podemos ya cambiar y de la actitud de confianza que adoptemos en nuestros recursos internos, depende nuestra salud física, mental, emocional y espiritual. Sobre todo, nuestra calidad de vida, a lo largo de cada etapa de vida. Aprender, crecer, madurar, perdonar, trascender, crear, transformar, evolucionar, rezar son las acciones conscientes que hacemos para que, en cada cambio y en cada etapa de vida, seamos libres, funcionales y vencedores … sin importar la edad. ¿Que hace que podamos tener estos logros? Retar nuestro sistema de creencias erróneas sobre nuestro poder, capacidad y merecimiento.

La fortaleza interior es un continuo proceso de crecimiento de relación, con nosotros y con Dios. Nada tiene que ver con la edad. Es la profundidad de conexión interna que accesa el potencial único y se manifiesta en intuición. Alinea pensamientos, emociones y conductas con los anhelos del alma sedienta de sabiduría, paz, amor, gozo, propósito y esperanza. Para el empoderamiento personal, el ser “joven” o “viejo” no es el factor decisivo. Hay que seguir creciendo hasta el final y aprender a morir, dejando nuestra paz como legado. ¡Qué importa la edad cuando vivimos amando!

 

Todos tenemos una edad cronológica, que es la cantidad de años que celebramos. Pero algunas personas de 50, 60 o 70 años se ven y se sienten jóvenes, mientras que otras no. Los investigadores pueden medir estas diferencias al analizar los biomarcadores relacionados con la edad: aspectos como la elasticidad de la piel, la presión arterial, la capacidad pulmonar y la fuerza de agarre. Las personas con un estilo y condiciones de vida saludables, además de una herencia genética afortunada, suelen obtener la puntuación de “más jóvenes” en estas evaluaciones y se dice que tienen una “edad biológica” menor. Pero hay una manera mucho más sencilla de determinar en qué estado están las personas. Se le llama “edad subjetiva”.

 

Cuando los investigadores preguntan: “¿De qué edad te sientes la mayor parte del tiempo?”, la respuesta suele reflejar el estado de salud física y mental de las personas. Los científicos están descubriendo que las personas que se sienten menores que su edad cronológica por lo general están más sanas y son psicológicamente más resilientes que las que se sienten mayores. Estas obtienen mejores resultados en tareas relacionadas con la memoria y tienen menores riesgos de presentar un deterioro cognitivo.

 

En un estudio publicado en 2018, un equipo de investigadores surcoreanos examinó el cerebro de 68 adultos mayores saludables y descubrió que quienes se sentían más jóvenes tenían una materia gris más gruesa y habían sufrido un menor deterioro relacionado con la edad. Por el contrario, las personas que se sienten mayores a su edad cronológica tienen un riesgo mayor de ser hospitalizados, de padecer demencia senil y de fallecer. “Hemos descubierto muchísimas asociaciones predictivas”, afirmó un asistente de docencia en salud y psicología del envejecimiento de la Universidad de Montpellier en Francia quien ha dirigido investigaciones sobre la edad subjetiva.

 

Si tienes más de 40 años, es probable que te sientas más joven que lo que sugiere tu licencia de conducir. Según especialistas, eso sucede con aproximadamente el 80 por ciento de las personas. Un pequeño porcentaje de la población (menor al diez por ciento) se siente mayor. La discrepancia entre la edad que sienten tener y la que tienen en realidad aumenta con los años, según. A los 50, las personas pueden sentir que tienen unos cinco años menos, es decir, 10 por ciento más jóvenes, pero cuando cumplen 70 años, podrían sentirse 15 o 20 por ciento menores.

 

La mayor parte de las investigaciones sobre la edad subjetiva está basada en asociaciones entre la edad que las personas consideran tener y su estado de salud, así que no es posible determinar una causa y efecto. Por ejemplo, no está claro si sentirse joven ayuda a las personas a mantenerse saludables o si quienes ya están saludables tienden a sentirse más jóvenes. ¿Qué provoca que la edad subjetiva tenga un efecto tan poderoso? En general, las personas tienen información intuitiva acerca de sus capacidades físicas, su agudeza mental y su estabilidad emocional, lo cual queda sintetizado en un número significativo. Sin embargo, los críticos aseguran que, para muchas personas, la edad subjetiva solo refleja las obsesiones culturales con la juventud. David Weiss, psicólogo del desarrollo de la Universidad de Leipzig, asegura que la gente desarrolla una identidad de menor edad para eliminar los estereotipos de fragilidad y senilidad. Weiss comentó que: “Si la vejez no tuviera un valor negativo, no habría necesidad de decir que te sientes más joven”.

 

En las culturas que respetan a la gente mayor por su sabiduría y experiencia, según Weiss, las personas ni siquiera comprenden el concepto de edad subjetiva. Cuando un alumno de licenciatura de Weiss hizo una investigación en Jordania, la gente con la que habló le decía: “Tengo 80 años. No sé a qué te refieres cuando me preguntas de qué edad me siento”.

 

Paradójicamente, las personas mayores podrían expresar sentimientos de cariño hacia su generación aunque, al mismo tiempo, sientan aversión hacia sus coetáneos. En un experimento de 2012, Weiss y un colega dividieron a 104 personas de entre 65 y 88 años en dos grupos. Todos ellos debían completar cinco oraciones, pero a los miembros de un grupo se les pidió que describieran a las personas de su edad, mientras que al otro grupo se le pidió que hablara de su generación.

 

El primer grupo escribió cosas como: “La gente de mi edad es temerosa y se preocupa por el futuro” y “la gente de mi edad habla a menudo de sus enfermedades”. El grupo orientado hacia la generación mostró un mayor sentido de empoderamiento y significado. Ellos escribieron cosas como: “La gente de mi generación formó parte de los del 68, el grupo que fundó una sociedad más civil” —refiriéndose al movimiento de protesta estudiantil de finales de la década de los sesenta— y “la gente de mi generación debería transmitir su experiencia de vida a la juventud”. Weiss sugiere que una forma de combatir el envejecimiento internalizado es identificándonos con nuestra generación.

 

Los expertos coinciden, al margen de la postura que tengan sobre la edad subjetiva, en que todos envejecen de manera diferente y que las personas tienen cierto control. Los hábitos saludables —como comer bien y hacer ejercicio— pueden mantener a raya el deterioro relacionado con la edad. Igual de importante es mantener una actitud positiva. Los prejuicios internalizados sobre el envejecimiento pueden empeorar no solo la perspectiva de las personas sino también su salud. Así que los investigadores en el tema promueven que la gente reconozca no solo las pérdidas asociadas con el envejecimiento, sino también las ganancias, que son significativas.

 

Las consecuencias de nuestra edad no están fijadas por nuestra fecha de nacimiento. A nivel mental, es igual o incluso más importante, los años que sintamos que tenemos. Envejecer es algo inevitable, pero navegar por esa etapa de la vida con la mejor actitud puede hacer de este proceso algo enriquecedor. Un modo de lograrlo es sentirnos mentalmente más jóvenes de lo que realmente somos. Es decir, dar forma a una edad subjetiva que esté por debajo de la edad cronológica. Esto, lejos de ser un mecanismo de negación, tiene un gran impacto en nuestra salud. Hay un viejo refrán que dice “eres tan viejo como te sientes”.

 

“El tiempo, que todo lo cambia, muda también nuestro carácter; cada edad tiene sus placeres, su particular genio y sus costumbres propias” Nicolás Boileau 

 

“No perdamos nada de nuestro tiempo; quizá los hubo más bellos, pero este es el nuestro” Jean Paul Sartre

 

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