Como construir y navegar el futuro que se quiere Gustavo Gonzalez Urdaneta Miami, 23 Enero 2018
Gustavo Gonzalez
Urdaneta
Miami, 23 Enero
2018
Se
habla mucho de los escenarios y opciones
posibles para salir del marasmo en que se llega a encontrar una sociedad civil
cuando está bajo una presión política, un colapso economico y un caos social
como el que se encuentra Venezuela, un pueblo además, con una crisis emocional
o existencial que ha socavado su
dignidad.
Cualquiera
que esté interesado en profundizar la relación entre presión, colapso, caos y
crisis con la determinación y el espíritu humano, encontrará en la realidad actual en Venezuela una fuente
inagotable fundamental para su investigación, que, en algunos momentos
resultara difícil de drenar y casi insoportable de leer, pero debe hacerse;
solo si se comprende el pasado puede construirse y navegar el futuro que se
quiere.
Recientemente
tuve acceso al documento Renacer de Venezuela del Grupo Rumbo Libertad con una
Propuesta para la Transición de ese grupo joven de venezolanos distintos, con
esperanza. Luchando por reconstruir el país que les han quitado. En su enfoque
conceptual consideran que el proceso de rehabilitación de nuestro país pasa por
tres etapas: la liberación, la transición y la consolidación. La liberación
significa todo el proceso que desemboca en la caída de la narcodictadura. La transición
es el proceso de reinstitucionalización del Estado venezolano. La consolidación
es el proceso de instalación de un nuevo sistema político que garantice el
Estado de Derecho, en el que gobernarán autoridades que lleguen el poder
mediante elecciones libres y transparentes.
En
esa propuesta, el rol de cada ciudadano es utilizar la educación y el trabajo
como herramientas para superar la pobreza, mientras que el rol del gobierno
debe ser el de recomponer el sistema político y económico, y reconstruir las
instituciones estatales. Para ello es fundamental desplazar la lógica
partidocrática que monopoliza el rumbo institucional desde las cúpulas que
controlan el poder. El documento convoca a lo más noble y trabajador de nuestra
sociedad para rehacer juntos a Venezuela.
Comparto
su estructura conceptual y me permitiría sugerir un octavo “ámbito vital” en su
propuesta que es la transformación cultural en paralelo del ciudadano. Para
reconstruir un país, es necesario que la sociedad esté bien conformada y sus
valores morales, dignidad y leyes, no sean canjeables, pues cuando la sociedad
vive en un limbo integral, donde el único principio u objetivo es sobrevivir,
es muy difícil que se dé dicho renacimiento.
En Venezuela, el régimen ha logrado crear unas necesidades que han
transformado los valores de los ciudadanos y obstaculizan la reconstrucción del
país. En ese renacer con una propuesta de transición, la transformación
cultural debe ir en paralelo.
Como
ejemplo se tiene que, por necesidades económicas, el régimen ha llevado la
sociedad venezolana a una estructura donde están los que cuidan sus negocios y
no han encontrado sino hacerle el juego al sistema, están los que por cuidar su
puesto de trabajo no alzan su voz en busca de la libertad, los padres de
familia que viven del día a día y, se vuelven sumisos, están los que
esperanzados por las misiones del sistema no mueven ni un dedo para no perder
la oportunidad de obtener las dádivas ofrecidas por el régimen. El país está
hoy en el foso de la miseria física y espiritual. Por un lado lo asfixia el
narco-régimen. Por otro lado lo engaña la falsa oposición enquistada en la MUD.
Tenemos un desastre en las manos. Es tiempo de rehacer el país.
Toca
reconstruir un país, como lei recientemente, donde la oposición indigna va a
mendigar pan y aspirinas, va a pedir a los criminales que les permitan ejercer
el voto como una dádiva y a pedir que el régimen propicie una economía sana,
algo que es imposible de lograr por parte de un sistema totalitario amalgamado
con corruptos narcotraficantes. Ninguno de estos tres objetivos debería ser
objeto de una negociación, ya que son parte integral de los derechos humanos de
los venezolanos.
Tenemos
que reconstruir un país donde la escasez y la hambruna sobrepasan la dignidad
del individuo, punto que estimula al sistema opresor a incrementar su
dependencia. Un país donde se han
perdido los valores espirituales y morales
y la gente anhela lo que no tiene, y eso
que no tiene se llama libertad. Un país donde caminar y hablar son
prácticamente las únicas libertades que se tienen. Un país gobernado por la
improvisación y controlado por un régimen cuyo único objetivo es controlar las
necesidades del ciudadano de a pie. Un país que perdió la institucionalidad y
se violan a diario los derechos humanos,
donde el ciudadano depende del Estado y donde la mayoría anda en un
limbo sin ninguna guía. El renacimiento requiere una sociedad cuyos valores
sean sólidos, que recobre su dignidad y que la libertad sea su primera
prioridad.
Para
ello será necesario identificar los venezolanos que no se arrodillen frente al
narco-régimen, que estén dispuestos a luchar por acelerar el regreso de la
democracia y de la sociedad libre y que rechacen a los disfrazados de
demócratas. En estos momentos, como dijo el tocayo Coronel, los entreguistas,
los pseudo-demócratas, los oportunistas, los manipuladores políticos, son más
peligrosos para el país que los chavistas, quienes ya están claramente
identificados.
Coincido
con la opinión de que la sociedad venezolana es un caos aprovechado por los
malos ciudadanos para disfrazarse de buenos. Los malos quieren, a última hora,
mimetizarse y confundirse entre quienes se opusieron por principios al
narco-régimen. Hay muchos que querrán formar parte de la reconstrucción para
continuar el saqueo del pobre país que es Venezuela. Entre esos llaman la atención algunos que,
por sus edades, deben creerse inmortales. No habrá vuelta atrás ni
conmiseración con los delincuentes y saqueadores. Nos lo reclama la Historia.
Venezuela
necesita una transformación cultural que le permita recuperar los valores
propios de una sociedad que estén por encima del comportamiento de sus
ciudadanos y no como la mayoría de nuestros políticos que alinean sus valores
con sus comportamientos y son esos valores los que muestran a la sociedad. Lo
que hay que hacer y el país requiere, es impedir que esos comportamientos,
faltos de ética y moral ciudadana, calen en nuestra sociedad. Debemos oponernos
y rechazarlos pues no llevan al pueblo en la dirección correcta.
Como
decía recientemente en este mismo blog ignaciano, ha habido una involución de
los valores políticos de nuestro país por sus antónimos, el mejor ejemplo es lo
que hemos visto en estos 19 años: la Democracia por Tiranía, la Justicia por
Impunidad, la Tolerancia por Intransigencia, el Respeto por la Irreverencia, la
Honestidad por la Corrupción, la Producción por la Escasez, el Bienestar por la
Miseria, el Conocimiento por Ignorancia, la Armonía por el Odio y la Habilidad
por la Improvisación.
Es
igualmente necesario que los sectores organizados de los empresarios, Iglesia,
militares institucionalistas, organizaciones de la sociedad civil y sindicatos,
revisen sus relaciones con los políticos de forma que éstos hagan lo que se
espera de ellos y no lo que les parezca y convenga. Se requiere rediseñar las
relaciones entre estos sectores y el
nuevo sector político en la nueva Venezuela. No voy a discutirles si el país
necesita agudeza, inteligencia y experiencia pero parafraseando a un político
que si era referente....Yo también tengo un sueño.... el sueño que algún día el
miedo de los políticos a perder sus “espacios” no les impida recuperar los
valores que permitan construir una nueva y mejor sociedad. Ayudemos a hacerlo
realidad. Juntos podemos
Estoy
convencido que la reconstrucción del país es posible pero, como bien lo cita el
documento Renacer de Venezuela, no es una actividad que sea destinada a los
políticos tradicionales que han permitido la situación que vivimos actualmente.
Esta propuesta requiere de lo mejor de nuestra sociedad civil y militar dentro
y fuera de Venezuela cuyos integrantes profesen los valores morales y
espirituales requeridos para reestablecer la República de Venezuela, sin más
nada en su nombre.
Michel
Godet, economista francés, profesor en el Conservatorio Nacional de Artes y
Oficios de Paris y titular de la cátedra de prospectiva estratégica plantea que
solamente hay cinco actitudes posibles frente al futuro: la actitud del
avestruz pasivo que sufre el cambio; la del bombero reactivo que se ocupa en
combatir el fuego, una vez éste se ha declarado; la del asegurador pre-activo
que se prepara para los cambios previsibles pues sabe que la reparación sale
más cara que la prevención; y por último, la conducta del conspirador
pro-activo que trata de provocar los cambios deseados. La tragedia de la
oposición venezolana es que hemos pasado veinte años entre avestruces y
bomberos, mientras los otros, los del régimen, han logrado imponer el guión de
la tiranía y el uso de la pobreza como capital político y electoral y como
elemento de control y dependencia.
No
hay reconstrucción ni renacimiento posible si quien comanda es la improvisación,
necesitamos reemplazar la improvisación por un planteamiento pro-activo
estratégico pues sin él no hay victoria
concebible y lograr la transformación cultural de la sociedad civil y
militar. Es el momento de hacerlo o seguir condenados al desierto totalitario
con uno que otro espejismo democrático. No hay tiempo para después……
Minicioso articulo acerca del tema central del paìs es esta terrible situaciòn. Lo pasarè a mis contactos selectos. Gracias
ReplyDeleteCoincidiendo con los conceptos que con claridad, pasion y esperanza plantea el autor, pero envuelto en la realidad opreosora de mi pais, siento que es tragico que en este 2018 estemos haciendo los mismos llamados.que otros hace varias decadas tambien hicieron.
DeleteAnte panorama tan desolador y angustiante me pregunto que significa ser venezolano.
Ser venezolano es formar parte de la identidad nacional, ser participante y decisorio en las insituciones politicas y ser portadorn tanto de derechos como de deberes sociales con su comunidad. Es parte de la determinacion y del espiritu humano.
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