¿Por qué el Papa Francisco nombró a su eminencia el cardenal Baltazar Porras como “administrador apostólico” de la arquidiócesis de Caracas y no lo nombró como “arzobispo titular”?

¿Por qué el Papa Francisco nombró a su eminencia el cardenal Baltazar Porras como “administrador apostólico” de la arquidiócesis de Caracas y no lo nombró como “arzobispo titular”?
escrito por LUIS ALBERTO MACHADO SANZ
Abogado
@caballitonoble 
Baltazar Porras@bepocar

Desde hoy inicio mi ministerio pastoral con ustedes, querido pueblo y feligreses de #Caracas Soy Obispo para ustedes y con ustedes Soy cristiano (San Agustín)
1- Una vez alguien me enseñó que “nadie puede pensar por otro”. Lejos de este servidor el pretender pensar por Su Santidad, el Papa Francisco. Al fin y al cabo lo que verdaderamente  está en la mente de cada persona solo lo conocen Dios, la propia persona y a quien la propia persona se lo comunique y por la tanto me es imposible leer la mente de nadie, cosa que solo Dios puede hacer.   
Por lo tanto, este un trabajo de especulativo/intelectual acerca de la razones que pudiera haber en la mente del Papa Francisco por la cual el Santo Padre Francisco nombró a su eminencia Baltazar Porras como “administrador apostólico” y no como “arzobispo titular”.  No podemos leer la mente del Santo Padre Francisco; sin embargo, en nuestra especulación intelectual e histórica que nos llevó a realizar este trabajo de investigación y análisis, creemos, suponemos y sospechamos que dichas razones fueron razones, no tanto de tipo eclesiásticas sino más bien que fueron razones de tipo político y que por lo menos en esto del nombramiento de su Eminencia Baltazar Enrique Porras Cardozo como administrador apostólico de la arquidiócesis de Caracas y no como arzobispo titular, privaron razones políticas por encima de razones eclesiásticas. No podemos dejar por fuera las razones de tipo político en los asuntos que concierne a la  Iglesia ya que la Iglesia está formada por seres humanos y la política es parte importantísima en los seres humanos.  
2- Los anteriores pensamientos los teníamos en mente y no nos atrevíamos a expresarlos hasta que vimos el artículo de José Manuel Vidal que entre otros portales web fue reproducido por Reporte Católico Laico. Lo que brillantemente dice José Manuel Vidal en su artículo del 25 de julio de 2018, es lo mismo que pensamos y su artículo lo vamos a reproducir más adelante y en este análisis como conclusión de que hasta lo mejor de nuestro conocimiento y sospecha, fueron razones de tipo político y no tanto eclesiásticas lo que motivó al Santo Padre Francisco a nombrar a su Eminencia Baltazar Porras como administrador apostólico de la arquidiócesis de Carcas y no como arzobispo titular (obvio que como siempre las razones políticas antes mencionadas tuvieron repercusiones eclesiásticas). 
Dicho lo anterior, vamos a exponer los antecedentes que bien nos pueden ilustrar e iluminar del porqué creemos, suponemos y sospechamos lo antes dicho y al final terminaremos de armar este rompecabezas. Veamos:

3- Toda esta disquisición previa al desarrollo de este trabajo viene porque hasta ahora en la mayoría de los casos de sucesión episcopal de una arquidiócesis, el Romano Pontífice nombra un “arzobispo titular” y muy rara vez lo nombra como “administrador apostólico”. Y es que en el presente caso hay otra rareza añadida a las dos anteriores:
El nombramiento del “administrador apostólico” ha sucedido ya dos veces en la arquidiócesis de Caracas, algo que hasta donde hemos investigado, sería difícil de encontrar en otras arquidiócesis del resto del mundo. No olvidemos que el 6 de Julio de 2003, fallece su Eminencia el cardenal Ignacio Velasco, para ese entonces arzobispo titular de la arquidiócesis de Caracas y para hacer esto más corto, diremos que como  sucesor del cardenal Velasco, San Juan Pablo II nombra al eudista Monseñor Pedro Nicolás Bermúdez en la arquidiócesis de Caracas pero no lo nombra como “arzobispo titular” de la arquidiócesis de Caracas sino como “administrador apostólico” y aquí también hay una nueva curiosidad, algo no muy común y otra rareza, ya que San Juan Pablo II nombra a Monseñor Pedro Nicolás Bermúdez como “administrador apostólico” de la arquidiócesis de Caracas el 7 de julio de 2003, al día siguiente de la muerte del cardenal Ignacio Velasco, algo tampoco nada común porque por lo general estos nombramientos no lo suelen hacer los romanos pontífices de un día para otro. 
No podemos dejar de mencionar que a la muerte de Su Eminencia el cardenal Ignacio Velasco, Chávez dijo que se lo encontraría en la quinta paila del infierno y además las turbas, afines y simpatizantes de su gobierno, tiraron un cohete “Bin Laden” que se estrelló contra la puerta de la catedral de Carcasas  en  donde se estaban realizando las exequias del cardenal Velasco, no habiéndose inmutado ni Chávez ni ninguno de su gobierno por lo que habían realizado dichas hordas y  no contentos con la tirada del cohete Bin Landen, las huestes antes mencionadas trataron de profanar dichas exequias fúnebres, sin que de igual manera, ni Chávez ni ninguno de su gobierno moviera ni un dedo para impedirlo y tal profanación se hubiera logrado si no fuera porque los valientes clérigos venezolanos, incluyendo seminaristas, no le hubieran salido al paso a dichos desalmados enloquecidos., convertidos en chusma irracional. 
En aras de negociaciones y diálogos, la historia, no se puede ni se debe borrar, para que haya reconciliación tiene que hacerse en base a la verdad y no en base a arreglos y componendas para tapar la “verdad/verdadera”. “La verdad os hará libres”. Juan 8: 32
La diferencia entre el nombramiento de Monseñor Baltazar Porras y Monseñor Pedro Nicolás Bermúdez  como “administrador apostólico” de la arquidiócesis de Caracas es que su eminencia Baltazar Porras es cardenal y además, sigue siendo “arzobispo titular” de la arquidiócesis de Mérida.  Aclaramos lo siguiente:
Para el momento de escribir estas líneas, su eminencia Baltazar Porras es arzobispo administrador apostólico de la arquidiócesis Caracas y aún lo sigue siendo de la arquidiócesis de Mérida ya que mientras Su Santidad el Papa Francisco no nombre un nuevo arzobispo para Mérida, el arzobispo titular de la arquidiócesis de Mérida sigue siendo su Eminencia Monseñor Baltazar Porras. Monseñor Pedro Nicolás Bermúdez  no es ni es cardenal y además venía de ser obispo auxiliar de la  de la arquidiócesis de Caracas durante el arzobispado titular del cardenal Ignacio Velasco y al día de hoy es hoy es obispo auxiliar emérito de la arquidiócesis de Caracas. Monseñor Pedro Nicolás Bermúdez  nunca fue nombrado arzobispo titular de la arquidiócesis de Caracas, lo cual no lo desmerece para nada, veamos este ejemplo que nos ilustra que el clérigo, sea cual sea, el cargo que ostente dentro de la iglesia, debe dejar a un lado el concepto de poder tener en su mente el concepto de servicio:
El papá de San Martin de Porres fue a hablar con el prior del convento para que ascendiera de posición a su hijo ya que su hijo era portero y barrendero del convento y eso eran “unos puestos muy bajos para su hijo”. San Martín de Porres era hijo de un noble español con una esclava peruana. San Martín de Porres le dijo a su padre lo siguiente: 
“Padre en la casa de Dios no hay puesto bajo por humilde que sea”  
Lo que comúnmente se entiende como “poder, en la jerarquía eclesiástica  es para servir y no para servirse. Por lo tanto, el “poder” de un obispo es para servir y no para ser servido. Jesucristo lo dijo:
“No he venido a ser servido sino a servir” (Mateo, 20,28).
También, al lavarles los pies a los pies a los apóstoles, Jesucristo enseñó cómo debe ejercer “el servicio” un obispo:
“Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
-«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» (Juan 13, 12-15).
Más Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder.
No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, 
y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.». Mateo 20: 25-28
4- Veamos los antecedentes históricos y precedentes al nombramiento de su Eminencia Baltazar Porras como administrador apostólico de la arquidiócesis de Caracas:  
En 1959, el Papa era San Juan XXIII. Es cierto que era un hombre muy afable y muy simpático, lo llamaban “el Papa bueno”. Sin embargo Juan XXIII a pesar de su carácter conciliador era un hombre de carácter y de tomar decisiones, por algo fue el Papa que convocó el Concilio Vaticano II.
Pues bien, San Juan XXIII nombra a Monseñor José Humberto Quintero como nuevo arzobispo de Caracas y en consecuencia se arma un problemón político en Venezuela por dicho nombramiento ya que unos políticos lo querían como arzobispo pero otros políticos querían a Monseñor José Pulido Méndez (los adecos eran pro Monseñor José Humberto Quintero y los copeyanos eran pro Monseñor Pulido Méndez).

De acuerdo a la vigente para esa época “Ley del Patronato Eclesiástico”, se necesitaba la confirmación del para entonces Presidente de la República Rómulo Betancourt para que ratificara a Monseñor José Humberto Quintero como nuevo arzobispo de Caracas. Dicha ley era heredara de la época de la colonia y establecía que el rey de España nombraba los obispos. Debido al problema político antes dicho, Rómulo Betancourt momentáneamente paró dicha confirmación.

El lío llegó a tal punto que hasta hubo ilustres copeyanos y adecos que fueron a ver a Monseñor José Humberto Quintero para convencerlo que no aceptara el nombramiento como arzobispo de Caracas (para ese momento era obispo auxiliar de Mérida). El problema tenía sus ramificaciones políticas algo profundas porque AD, COPEI y URD eran miembros del Pacto de Punto Fijo y estaban dos miembros de dicho pacto enfrentados por causa de este asunto, como lo son AD y COPEI. 
La cosa llegó a ponerse tan candente que una “comisión de notables” con gente muy honorable y calificada fue a Roma a pedirle al Papa San Juan XXIII para que zanjara este forcejeo político/eclesiástico. 
Entre estas ilustres personalidades en esta “comisión de notables”, estaban gente de la talla, talante y estatura de un Arístides Calvani (COPEI) y de un Gonzalo Barrios (AD)los cuales fueron a Roma a solicitarle a San Juan XXIII que se echara para atrás con el nombramiento de Monseñor José Humberto Quintero y también con respecto a Monseñor Pulido Méndez y que nombrara para Caracas a un arzobispo distinto a los dos anteriores y así supuestamente quedaría zanjado el problema político que se había creado por el nombramiento del nuevo arzobispo  para Caracas. Sin embargo, Juan XXIII a pesar de su carácter dulce y suave, era un hombre que sabía plantar. En consecuencia, no se echa para atrás y lo que hace para demostrar que no iba a dar su brazo a torcer fue que no recibió en Roma a “la comisión de notables”anteriormente mencionada. Monseñor José Humberto Quintero era el arzobispo electo de Caracas por el Papa y no había nada más que hablar. 
Claro: la diplomacia vaticana es muy hábil, veterana y experta; al fin y al cabo tiene dos mil años de experiencia, obviamente se buscó la debida  excusa diplomática para no recibir dicha “comisión de notables” y los notables volvieron a Caracas sin poder resolver el problema político/diplomático/eclesiástico antes mencionado y la debido excusa fue que San Juan XXIII no los recibió sino que los recibió un funcionario de la curia romana de menor jerarquía pero no San Juan XXIII que era a lo que este grupo de notables fue a Roma, a ver al Papa San Juan XXIII pero no pudieron…
Pues bien, le llegó el momento a Rómulo Betancourt de fijar posición y dijo lo siguiente: 
“¿Y por qué se oponen tanto a este curita? No quiero líos con El Vaticano”. En consecuencia, Rómulo Betancourt ratifica a Monseñor José Humberto Quintero  y en 1959 éste se convirtió en arzobispo de Caracas, sucesor del arzobispo de la resistencia contra Pérez Jiménez, monseñor Rafael Arias Blanco de feliz memoria. Luego en 1963, San Juan XXIII nombró a José Humberto Quintero como el primer cardenal venezolano (en Venezuela el nombramiento de cardenal nunca ha estado sujeto a vaivenes políticos del nombramiento de los obispos: los cardenales venezolanos los nombra el Papa, punto final y se acabó el asunto). 
Todo este problema trajo como consecuencia que se revisara la Ley del Patronato Eclesiástico y en consecuencia al final del periodo de Rómulo Betancourt, en febrero de 1963, se firma una ley de "Modus Vivendi"entre por una parte, la para entonces República de Venezuela representada por Rómulo Betancourt y por la otra, el Estado de El Vaticano, ley que aún rige las relaciones entre ambos estados. La ley fue ratificada poco tiempo después por el Congreso Nacional pero ya en el período presidencial de Raúl Leoni (1964-1969) en el que Luis Alberto Machado, mi papá, era diputado por el estado Mérida e intervino en el Congreso Nacional en las discusiones constitucionalmente obligatorias, como diputado al Congreso Nacional, también intervino el futuro presidente Jaime Lusinchi, quien para ese momento era también diputado al Congreso Nacional.|
La ley del “Modus Vivendi” derogó la Ley del Patronato Eclesiástico y entre otras cosas estableció lo siguiente: 
I) Los obispos venezolanos los nombra soberanamente el Papa sin intervención alguna del estado venezolano, 
II) A cambio de eso el Papa se compromete a nombrar obispos venezolanos por nacimiento. 
III) En el "Modus Vivendi" el Presidente de la República tiene el derecho a veto dentro del lapso de un mes posterior al nombramiento del obispo nombrado por el Papa. Si en dicho lapso el Presidente de la República no dijere nada se entenderá que no tiene objeciones.  Si las tiene, el Papa tendrá que nombrar otro obispo. Esto último no quiere decir que el Presidente de la República tiene que ratificar o convalidar el nombramiento de los obispos venezolanos por nacimiento nombrados por el Papa como por ejemplo tiene que hacer el Senado de los Estados Unidos de América con el nombramiento de los ministros (secretarios) nombrados por el Presidente de Los Estados Unidos que no pueden tomar posesión del cargo hasta que no sean ratificados por el Senado y en caso de no serlos tienen el Presidente que nombrar un nuevo ministro (secretario) que tendrá que ser ratificado, una diferencia un tanto sutil y casi imperceptible, pero diferencia al fin y al cabo. 
5- Hemos querido hacer hincapié sobre esta ley del “Modus Vivendi” en la que Luis Alberto Machado, mi papá, participó como diputado y de la que se sintió contento y orgulloso por haber participado. 
Nota: ley del Modus Vivendi no es un concordato, es como su misma expresión lo dice un “Modo de vida” mientras se llega a un concordato, al que aún no se ha llegado al día de hoy y que en parte por dicha razón, se explica por qué Su Eminencia Baltazar Porras no es arzobispo titular sino “administrador apostólico”. 
El arzobispo u obispo “administrador apostólico” es el obispo que al igual que el “arzobispo u obispo titular”, gobierna una determinada arquidiócesis o diócesis y reporta  directamente al Papa. Sin embargo, no es el arzobispo u obispo titular. No tiene los plenos poderes arzobispales u obispales que sobre su arquidiócesis o diócesis tiene el  “arzobispo u obispo titular”; tiene la mayoría de los poderes y se tiene que dirigir al Papa en lo que escape a su competencia, pudiendo el Papa delegarle o no los poderes que necesite para ejecutar o resolver un  determinado asunto. A posteriori, el Papa lo pudiera nombrar o no, arzobispo u obispo titular, lo cual depende del Papa. En la práctica y en materia de competencias y jurisdicción local, siempre que sea en comunión con el Papa, gobierna la diócesis o la arquidiócesis sin mayores problemas en esta materia.

6- Partiendo de la ley del Modus Vivendi, vamos a recordar los siguientes hechos históricos:
Vamos a poner la lupa en la noche del jueves 11 de abril de 2002: esa noche Chávez se vio perdido, se acordó del presidente chileno Salvador Allende, el día 11 de septiembre de 1973, no quiso correr la misma suerte de Allende. Y en consecuencia, entre otras cosas, el presidente Chávez hace lo siguiente: 
Se dice que Chávez mandó a llamar a Monseñor Baltazar Porras para que fuera garante de su vida y que lo recibiera en Fuerte Tiuna, a donde estaba próximo a llegar ya que iba saliendo para allá (hizo una escala en Televen en donde se quitó el informe y llegó deportivo y con Adidas a Fuerte Tiuna). 
Ahora bien, eso no fue así, a quien Chávez mandó a llamar para que fuera garante de su vida fue a Monseñor José Hernán Sánchez Porras, al día de hoy fallecido pero que para el 11 de abril de 2002 era el obispo castrense, el obispo militar; primo de Monseñor Baltazar Porras. Alguien se equivocó, la secretaria o afín, pero llamaron a la persona 
equivocada que en este caso fue Monseñor Baltazar Porras. Cuando Chávez llega a Fuerte Tiuna se sorprende cuando ve que estaba Monseñor Baltazar Porras y no Monseñor José Hernán Sánchez Porras como el propio Chávez había ordenado(a esa alturas del partido como hubiera dicho Chávez, ya no era posible “cambio de pitcher). 
De paso, Monseñor Baltazar Porras se llevó de refuerzo a Monseñor José Luis Azuaje, para ese momento, obispo auxiliar de Barquisimeto y Secretario General de la Conferencia Episcopal; al día de hoy de hoy arzobispo de Maracaibo y presidente de la Conferencia Episcopal. Monseñor Baltazar Enrique Porras Cardozo, el obispo que según el presidente Chávez, era un ''adeco con sotana'' y tenía ''un diablo dentro de la sotana'', etc. 
El garantizar la vida del presidente Chávez que el 11 de abril en la noche hicieron el General Rosendo, Monseñor Baltazar Porras y Monseñor José Luis Azuaje, fue un acto que respondió favorable y positivamente en beneficio y en salvaguarda de la vida del presidente Chávez. Habría que preguntarse lo siguiente:

¿Qué hubiera sido de la vida del presidente Chávez, si esa noche no hubieran acudido como garantes de su vida, el General Rosendo y los monseñores Baltazar Porras y José Luis Azuaje? ¿Hubiera el presidente Chávez sobrevivido al 11 de abril?

No vamos a entrar aquí en el análisis político de un tema tan complejo e históricamente aún no cerrado, como fue lo que sucedió el 11 de abril de 2002, donde todavía hay heridas abiertas y situaciones aún no esclarecidas. El mismo Monseñor Baltazar Porras, en un momento dado declaró lo declaró:
"Se hace una relectura épica del 11 de abril que no ayuda a sanar las heridas, y estas celebraciones oficialistas y la creación de un monumento en Puente Llaguno a los "héroes”, es la negación de la convivencia entre los venezolanos… lo que lamentablemente ha sucedido tantas veces en la historia: los que triunfan hacen una lectura en la que son ellos los buenos y los otros son los malos… eso en un país dividido no lo ayuda…”. Fin de la cita. 
Lo que sí queremos, es destacar el magnánimo, noble y hasta arriesgado acto de sublimidad sacerdotal de Monseñor Baltazar Porras, quien fue garante de la vida de Chávez después que el presidente Chávez le había dicho “adeco con sotana” y que tenía “un diablo dentro de la sotana” y que también en un momento dado Chávez había dicho que “la iglesia venezolana es un tumor cancerígeno que hay que extirpar”. Monseñor Baltazar Porras el jueves 11 de abril acudió solícito y rápido en ser garante de su vida de Chávez como lo había pedido el mismísimo presidente Chávez y no le respondió algo así como que "vaya a pedirle ayuda al diablo que usted mismo dice que tengo dentro de mi sotana para que lo salve y lo saque de esta comprometedora y embarazosa situación". No, nada que ver. Hay que ser muy santo, tener una gran elevación del alma, ser muy generoso y muy solidario como lo es Su Eminencia Baltazar Porras, para no haberle pagado con la misma moneda al presidente Chávez, sino el haber cumplido al pie de la letra lo que dicen los santos evangelios
"Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos". Mateo. 5: 44-45.

7- Marianella Salazar, en su columna en El Nacional, del 19 de octubre del año 2016, escribió lo siguiente (extracto):
"Estos diecisiete años…han quedado documentados. Desde que monseñor Baltazar Porras, el 11 de abril de 2012, fuera testigo… del supuesto arrepentimiento de Hugo Chávez, el comandante se empeñó en defenestrarlo de la presidencia de la Conferencia Episcopal, lo expuso a un descrédito moral sin parangón para invalidarlo como candidato al cardenalato…
Casualmente, antes de celebrarse el referéndum revocatorio de 2004, Chávez desató una campaña –incluso desde escenarios internacionales– para presionar a la Santa Sede a… acelerar el remplazo del entonces nuncio apostólico, monseñor André Dupuy, acusado de estar comprometido con la oposición “golpista”, por calificar como “tragedia humana” la situación que se vivía en aquel momento. Sin embargo, en Roma no atendieron sus pretensiones, aunque la designación como cardenal de Baltazar Porras quedó pendiente… (Fin de la cita).

Luego que Monseñor Baltazar Porras, muy probablemente le salvara la vida al presidente Chávez, siguió el acoso, la persecución y el ataque contra su persona. Salvando las distancias, dicha actitud del presidente Chávez, nos recuerda que Alejandro Magno mandó matar al soldado que le salvó la vida en una batalla. Pero no se trata solamente del gobierno que fue del presidente Chávez, el actual gobierno de Maduro también hace lo mismo. En efecto: 
Monseñor Mario Moronta, obispo de San Cristóbal, le escribió a Hugbel Roa, diputado del PSUV, quien desde la sede del hemiciclo de la Asamblea Nacional, profirió improperios, calumnias, bajezas y ordinarieces, contra los cardenales Baltazar Porras y Jorge Urosa. Monseñor Mario Moronta le escribió lo siguiente:
 “Le escribí para que sepa que Baltazar y Jorge, con quienes comparto el ministerio episcopal en comunión con el papa, son mis hermanos en la fe y en la caridad pastoral. Soy testigo de excepción –no sé si usted pueda decir lo mismo– de la dedicación de ambos por el país y por la Iglesia. Con ellos comparto las alegrías y gozos, las esperanzas y angustias de nuestro pueblo golpeado en estos momentos”. (Fin de la cita).

El para entonces diputado de la Asamblea Nacional, Hugbel Roa, no solo le gusta calumniar sino que también le gusta el uso de la fuerza física. Además de vituperar a los cardenales Urosa y Porras, en plena sesión de Asamblea Nacional, le arrojó el micrófono al parlamentario opositor Marco Bozzo cuando éste contestaba a las calumnias y vituperios antes dichos.

A Monseñor Baltazar Porras no siempre lo tratan bien en la aduana cuando sale para Roma. Lo invisibilizan los medios públicos de comunicación social en manos del gobierno y lo peor de todo, en el año 2016, siendo como lo es todavía arzobispo de Mérida, hubo un salvaje y vandálico ataque, por parte de colectivos afectos al actual gobierno, contra los seminaristas de Mérida.

Dijo el periodista Nelson Bocaranda en uno de sus Runrunes, lo siguiente:
"Colectivos oficialistas que trancaron la avenida Tulio Febres de Mérida interceptaron a cinco jóvenes seminaristas, los desnudaron, los golpearon brutalmente y les quemaron la ropa, informó a través de su cuenta de Twitter el periodista Leonardo León. El hecho ocurrió en la avenida Tulio Febres con calle 31, cerca del cuerpo de bomberos de la Universidad de Los Andes, precisó León en un tuit. Los jóvenes, pertenecen al seminario San Buenaventura de Mérida, se dirigían a clase de inglés en el Cevam" (fin de la cita). 1-7-2016.
Para todo obispo, su seminario y sus seminaristas, son vitales. San Rafael Guízar Valencia fue un obispo español que dijo lo siguiente:
“Un obispo no necesita tener una mitra, un báculo, o una catedral, pero no puede dejar de tener un seminario porque el futuro de su diócesis depende del seminario”.
Estamos seguros que este acto vandálico contra los seminaristas merideños le tiene que haber dolido más a Monseñor Baltazar Porras que todos los feroces ataques antes mencionados. 

7- Dado los hechos anteriores, veamos lo siguiente:
Se comentó mucho que San Juan Pablo II quería que Monseñor Porras fuera Arzobispo de Caracas. Es obvio que el presidente Chávez se enteró de eso y juró que de acuerdo a las facultades que le otorgaba la ley del Modus Vivendi, vetaría a Monseñor Baltazar Porras como Arzobispo de Caracas, que Baltazar Porras sería arzobispo de Caracas, ''por encima de su cadáver''.

San Juan Pablo II tuvo mucho que ver con el declive del comunismo en el mundo y en especial en la Europa Oriental, hecho que se vio de manera muy categórica en la caída del muro de Berlín, el día 9 de noviembre de 1989. San Juan Pablo II entendía muy bien al marxismo, lo había sufrido en su Polonia natal. No hay mejor médico que el que ha estado enfermo. 

En consecuencia, de acuerdo a lo que mucho se dijo, San Juan Pablo II no se iba a dejar manipular por Chávez y si bien, debido a la amenaza del veto del presidente Chávez hacia Monseñor Baltazar Porras, no quiso forzar la barra al nombrar a Monseñor Baltazar Porras como Arzobispo de Caracas, tampoco nombró a ningún otro como Arzobispo titular y por ello como antes dijimos,  San Juan Pablo II nombró a Monseñor Pedro Nicolás Bermúdez como “administrador apostólico” pero no lo nombró como “arzobispo titular”.
San Juan Pablo II fue un gran santo, un gran Papa, que le hizo un gran bien a la Iglesia y al mundo. Sin embargo, eso no le impidió ser, como decimos en Venezuela, ''un tipo bien plantao '' y bien ''echao pa lante''. Si bien San Juan Pablo II dejó la titularidad de sede de la Arquidiócesis de Caracas vacante, tampoco era posible que el rebaño de Caracas se quedara sin pastor (sin arzobispo que la guiara) y por eso nombró a Monseñor Pedro Nicolás Bermúdez como “administrador apostólico”.
El resto es historia, el sucesor de su Eminencia Ignacio Velasco como arzobispo titular de la arquidiócesis de Caracas, fue el cardenal Jorge Urosa, que venía de ser arzobispo de la arquidiócesis de Valencia y que originalmente había sido obispo auxiliar de Caracas. A su Eminencia, el Cardenal Urosa, lo nombró obispo, San Juan Pablo II y su primer cargo como obispo fue el de obispo auxiliar de Caracas. 
Posteriormente el mismo San Juan Pablo II lo nombró arzobispo de Valencia y es nombrado arzobispo de Caracas por Benedicto XVI y posteriormente creado cardenal por el mismo Papa. Al morir San Juan Pablo II y sucederlo Benedicto XVI, se produjo una distensión entre Chávez y la Santa Sede y por eso fue posible que su Eminencia, Jorge Urosa Savino fuera nombrado por el Benedicto XVI como arzobispo titular de Caracas, siendo al día de hoy arzobispo emérito de Caracas, habiendo cumplido una excelente labor como arzobispo titular de Caracas, sobre todo que fue un obispo muy valiente no solo frente a Chávez sino también frente a Nicolás Maduro. 
El Código de Derecho Canónico establece que una vez que un obispo cumple 75 de edad tiene que poner el cargo a disposición del Papa, el cardenal Urosa cumplió 75 años y por lo tanto tuvo que poner el cargo a disposición de su Santidad el Papa Francisco. Por esto es que su Eminencia  el cardenal Urosa es el arzobispo emérito de la arquidiócesis de Caracas.  

8- Por otra parte, es en el contexto anteriormente mencionado, en el que se especula que Monseñor Baltazar Porras pudiera haber sido creado cardenal "in pectore" por San Juan Pablo II. Sin embargo, antes de seguir, vamos a ver qué es un cardenal "in pectore":

Un cardenal "in pectore" es un cardenal que ha sido promovido a la dignidad cardenalicia por el Romano Pontífice pero que reserva su nombre, por ello lo de "in pectore". No adquiere ninguno de los deberes o derechos de los cardenales hasta que el Romano Pontífice haga público su nombre, pero a los efectos de su precedencia, se atiende al día en el que su nombre fue reservado "in pectore”. 
El caso de un Cardenal "in pectore" se debe a que a veces, se dan determinadas circunstancias políticas o de cualquier otro tipo, que hacen que el Papa nombre a un cardenal en secreto hasta el momento que considere oportuno que lo debe revelar y cuando el Papa lo revela, su nombramiento tiene efecto retroactivo al momento que previamente lo anunció.

Vamos a poner un ejemplo de un El caso de un Cardenal "in pectore":

San John Fisher, Obispo de Rochester, Inglaterra y cardenal "in pectore" del Papa Pablo III, le tocó el problema del cisma de la Iglesia de Inglaterra con Enrique VIII. "In pectore" es una expresión que viene del latín: “lo llevo en el pecho”. 
No nos vamos a meter ahorita en un asunto tan complejo como lo fue el cisma de la Iglesia de Inglaterra, que creó la Iglesia Anglicana. Brevemente diremos que Enrique VIII estaba casado con Catalina de Aragón, hija de los reyes católicos: Fernando de Aragón e Isabel de Castilla.

Enrique VIII le pidió al Papa, la declaratoria de nulidad de su matrimonio con Catalina de Aragón. El Romano Pontífice le negó la declaratoria de nulidad. Debido a esto, Enrique VIII, aconsejado por Thomas Cranmer y Thomas Cromwell crea un cisma, al romper con el Papa y religiosamente hablando, separarse de La Santa Sede. Lo antes dicho no es otra cosa que un cisma.
El rey Enrique VIII decidió hacerse con la autoridad suprema de la Iglesia en Inglaterra e impuso la obligación de tomar el juramento llamado "Oath of Supremacy" aprobado por el Parlamento en 1534. ("Juramento de Supremacía").
Dicho juramento consistía a que  en Inglaterra, en materia eclesiástica el rey de Inglaterra pasaba a estar por encima del Papa. Dicho juramento consistía en reconocer que el rey de Inglaterra es "la cabeza de la iglesia de Inglaterra" y no el Papa, tal como sigue siendo para los anglicanos al día de hoy ("episcopales" en USA). Para los anglicanos la actual reina Isabel II sigue siendo la cabeza de la iglesia de Inglaterra.

San John Fisher era miembro de la cámara de los Lords, desde donde lanzó una muy severa protesta cuando se propuso en el Parlamento, el aceptar que Enrique VIII fuese la cabeza de la iglesia de Inglaterra. Por lo tanto, a San John Fisher se le conminó a que jurase "Oath of Supremacy que anteriormente mencionamos. Fisher rehusó. Por lo tanto, en abril del 1534, el prelado Fisher, de 66 años, comenzó su prisión de 15 meses en la Torre de Londres.

El rey Enrique VIII envió un mensajero confidencial para ofrecerle la libertad si asentía al juramento en secreto, "solo para los oídos del rey". Fisher volvió a rehusar y dicha negativa selló su martirio. Durante su prisión, el Papa Pablo III lo nombró cardenal "in pectore". Sin embargo, al poco tiempo, el mismo Papa reveló la identidad del nuevo cardenal. Cuando Enrique VIII lo supo se enfureció y exclamó lo siguiente:
"Pues ese capelo se lo colgará de los hombros porque no tendrá cabeza para llevarlo".
Fisher fue llevado a juicio acusado de traición por negar la autoridad del rey sobre la Iglesia y lo declararon culpable. Algunos jueces lloraban cuando lo condenaron a muerte el 17 de junio de 1535. Minutos antes de ser ejecutado, junto al verdugo, dijo lo siguiente:

"Voy a morir por Jesucristo y por la Iglesia Católica. Con mi muerte quiero dar testimonio del Papa como jefe único de la Iglesia. Hasta el cielo... hijos...".
Fue decapitado con un hacha. Era el 22 de junio de 1535.

San John Fisher fue enterrado junto a la iglesia de All Hallows en Barking. Su cabeza fue exhibida en el Puente de Londres por dos semanas y después echada al río Támesis. Erasmo dijo de él, lo siguiente”: 

"No hay en la nación hombre más instruido ni obispo más santo". 
Enrique VIII, antes de que Fisher suscitara su ira, lo elogiaba abiertamente diciendo que "no otro príncipe o reino, tiene tan distinguido prelado". Su buen amigo, Santo Tomás Moro, que compartió con él la prisión y que también murió mártir de la fe, escribió de San Juan Fisher, lo siguiente: 
"No conozco a ningún hombre que compare con él, en sabiduría, conocimiento y virtud probada”.

A Santo Tomás Moro también le pidieron que jurara el "Oath of Supremacy", pero se negó respondiendo lo siguiente:

"Tengo que obedecer a lo que mi conciencia me manda y pensar en la salvación de mi alma. Eso es mucho más importante que todo lo que el mundo pueda ofrecer. No acepto esos errores del rey". 

Al haberse negado Tomás Moro y John Fisher, a jurar el “Juramento de Supremacía”, estaban cumpliendo lo que dijo San Pedro, en compañía de los demás apóstoles, que fue lo siguiente:
 “Hay que obedecer a Dios antes que los hombres” (Hechos De Los Apóstoles, 5,29). 
En la madrugada del 6 de julio de 1535, a pocos días de la decapitación de San John Fisher, le comunicaron a Santo Tomás Moro que lo llevarían al lugar del martirio. Santo Tomás Moro se colocó su mejor vestido. Con el buen humor que siempre tuvo, dijo al salir de la prisión lo siguiente:

"Por favor, denme mi abrigo. Doy mi vida pero lo que sí no quiero, es coger un resfriado".

También le dijo al verdugo que tuviera cuidado con su barba, que quería morir con la barba completa y no con la barba mochada. 

La ejecución de Santo Tomás Moro, tuvo lugar en el patio de la misma Torre de Londres. Fue poco ante de las nueve de la mañana. Su cuerpo fue enterrado la iglesia de San Pedro Ad Vincula. Su cabeza, luego de ser sancochada, fue expuesta en el Puente de Londres durante un mes, hasta que Margarita Roper, su hija, sobornó al encargado de tirarlo al río, para que se la entregara a ella. 

Con el paso de los siglos, en Inglaterra, se fue atenuando la discriminación respecto a la Iglesia Católica. En 1850, fue restablecida en Inglaterra la jerarquía católica. Así fue posible iniciar las causas de canonización de numerosos mártires: estamos hablando del cardenal Juan Fisher, Tomás Moro y 53 mártires más. En 1886, El Papa León XIII beatificó al cardenal Juan Fisher y a Santo Tomás Moro, y en 1935, fueron declarados “santos” por Pio XI, con ocasión del IV centenario del martirio de ambos.

La fiesta litúrgica de ambos santos mártires se celebra el 22 de junio, que como antes dijimos, fue el día del martirio de San John Fisher, cardenal "in pectore". Posteriormente, en Roma, el día 31 de octubre de 2000, año vigésimo tercero del Pontificado de San Juan Pablo II, Santo Tomás Moro fue proclamado por dicho Papa, como patrono de los gobernantes y de los políticos.

No sabremos nunca si Monseñor Baltazar Porras fue cardenal "in pectore"  de San Juan Pablo II, éste nunca dijo el nombre del Cardenal "in pectore" ni tampoco lo dejó por escrito, fue un secreto que se llevó a la tumba porque independientemente que el cardenal "in pectore" haya sido Monseñor Baltazar Porras o no, sí hubo un cardenal "in pectore" que fue nombrado por San Juan Pablo II como en efecto fue dicho por el propio Vaticano.  Pareciera que dicho secreto, solamente lo supieron Dios y San Juan Pablo II pero siempre cabrá especular con altas probabilidades de éxito que el cardenal "in pectore" pudo haber sido el arzobispo, Monseñor Baltazar Enrique Porras Cardozo.

9- Ya podemos copiar el artículo de José Manuel Vidal que lo reprodujo Reporte Católico Laico es la pieza que falta para terminar de armar el rompe cabeza. Es obvio que de haber nombrado el Santo Padre a Su Eminencia Baltazar Porras como arzobispo titular de la arquidiócesis de Caracas, Nicolás Maduro lo pudo haber vetado. En cambio, dicho veto no aplica a los administradores apostólicos. Dicho artículo es el siguiente:  

“Maduro niega el placet al cardenal Porras y el Papa lo nombra administrador apostólico de Caracas”
Con su nombramiento, Francisco manda una clara señal de apoyo a la línea crítica de la jerarquía con el Gobierno venezolano. El nuevo Arzobispo tiene plenos poderes y se convierte en “el hombre del Papa” en Venezuela. Es probable que, en un futuro próximo, el Vaticano nombre un nuevo arzobispo de Mérida.

Duelo entre el Papa y el presidente Maduro. Francisco quiere que su amigo, el cardenal Baltazar Porras, sea el nuevo titular de la archidiócesis de Caracas, vacante tras la aceptación de la renuncia del cardenal Urosa. Pero el Gobierno de Maduro no lo puede ver ni en pintura, dado que lo considera su “principal enemigo eclesiástico”. Por eso, no le concedió el ‘placet’ preceptivo, para que pudiese ser nombrado oficialmente arzobispo de la capital venezolana.
Pero Francisco no es un Papa que ceda fácilmente, una vez que, tras el oportuno discernimiento, ha tomado una decisión, y encontró una solución al dilema. En efecto, Roma utilizó la fórmula administrativa del ‘administrador apostólico’, para saltarse la prohibición del Gobierno y colocar al cardenal Porras al frente de la archidiócesis de Caracas.

Porras tomó posesión ayer de su nueva archidiócesis como administrador apostólico de Caracas, pero con todos los poderes. De hecho, en la carta que envió el Papa con su nombramiento, dice que monseñor Porras tiene todas las funciones que le corresponden a un obispo titular, según lo establecido en el Código de derecho canónico.

El nombramiento de Porras presenta, pues, un triple significado. Primero, posibilita al Vaticano salir airoso del pulso que quiso echarle el presidente Maduro, al intentar prohibirlo. En segundo lugar, es un claro guiño papal de apoyo abierto a la postura de la jerarquía venezolana, muy crítica con Maduro”. Fin de la cita.
10  Muy bien acaba de decir José Manuel Vidal que es lo mismo que pensamos, lo cual no requiere explicaciones, salvo la exposición de los antecedentes y precedentes previos a la decisión del Santo Padre Francisco de haber nombrado a su Eminencia Baltazar Porras como administrador apostólico de la arquidiócesis de Caracas y no como arzobispo titular. Abajo vamos a trascribir  los fundamentos bíblicos y teológicos y que se en el Santo Evangelio, en base a lo cual el Santo Padre Francisco nombra los obispos y dirige la Iglesia:  
"Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos " Mateo 16. 18-19
11- Algunos venezolanos andan molestos con el Papa Francisco, entre los molestos hay teólogos pero entre los molestos, los teólogos son los menos y sus molestias  están reducidas a asuntos teológicos. Por otra parte, la mayor parte de los venezolanos que tienen molestias con el Papa Francisco son por razones políticas que cuando empezó su pontificado estaban muy contentos con él y ahora ya no están tan contentos.

Si coloquialmente hablando pudiéramos resumir lo que hizo el Santo Padre Francisco con su Eminencia Baltazar Porras de nombrarlo “administrador apostólico” y no arzobispo titular de Caracas, hay que decir que fue un regalo para Caracas y para Venezuela por lo siguiente: 
Si Su Santidad Francisco hubiera nombrado a su Eminencia Baltazar Porras, como arzobispo titular, muy probablemente, en base al Modus Vivendi que aún está vigente, Nicolás Maduro lo hubiera vetado y el Papa Francisco hubiera tenido que nombrar a otro ya que no puede dejar a las ovejas sin pastor. Si bien su Eminencia Baltazar Porras ha demostrado ser un extraordinario sacerdote, los sucesos del jueves 11 de abril así lo demuestran, lo anterior no le quita que con valentía, al igual que el profeta Isaías, denuncie el mal y lo afronte. Su Eminencia Baltazar Porras hace el bien y combate el mal. Por todo ello fue una piedra en el zapato para Hugo Chávez y ahora es una piedra en el zapato para Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, el psiquiatra y su hermana. Todo lo anterior lo sabe el Santo Padre Francisco y por eso nombró a su Eminencia Baltazar Porras como administrador apostólico de la arquidiócesis de Caracas y no como arzobispo titular en una operación de alto manejo político al mejor estilo de San Juan Pablo II cuando hizo lo mismo con el eudista Monseñor Pedro Nicolás Bermúdez como “administrador apostólico” .

El venezolano que aun tenga molestias con el Papa Francisco, que por favor piense y medite en todo esto porque con este nombramiento de su Eminencia Baltazar Porras, el Santo Padre Francisco también se está enfrentado al gobierno de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, el psiquiatra y su hermana.
escrito por LUIS ALBERTO MACHADO SANZ
Abogado
@caballitonoble 

Comments

Popular posts from this blog

Las relaciones entre hermanos y familiares (Gustavo González Urdaneta)

Complejidad y beneficios de un sistema eléctrico interconectado (Gustavo González Urdaneta)

La Guerra Politica (Gustavo González Urdaneta)