SOS Venezuela (VI): Lideres, aliados, instituciones y el síndrome del mayordomo Gustavo Gonzalez Urdaneta


SOS Venezuela (VI): Lideres, aliados, instituciones y el síndrome del mayordomo
Gustavo Gonzalez Urdaneta

El Pacto de Punto Fijo fue un acuerdo de gobernabilidad entre los partidos políticos venezolanos AD, Copei y URD, firmado el 31 de octubre de 1958 para una vida democrática pocos meses después del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez y antes de las elecciones de diciembre de ese mismo año. Este pacto permitió la estabilización del incipiente sistema democrático representativo que imperó a lo largo de cuatro décadas, durante las cuales AD y Copei fueron los únicos dos partidos gobernantes de acuerdo con los resultados obtenidos en las elecciones cada cinco años.

El objetivo del pacto era conseguir la sostenibilidad de la recién instaurada democracia, mediante la participación equitativa de todos los partidos en el gabinete ejecutivo del partido triunfador, excluyendo el Partido Comunista de Venezuela, el cual decidió no firmar el acuerdo. La finalidad del Pacto de Punto Fijo era la defensa de la constitucionalidad y del derecho a gobernar conforme al resultado electoral, instaurar un Gobierno de unidad nacional y un programa de gobierno mínimo común.  

En Venezuela han desaparecido hace tiempo los políticos de primer nivel. Aquellos Betancourt, Leoni, Barrios, Caldera, Fernandez, del Corral, Villalba, Arcaya y López Rivas, signatarios del Pacto de Punto Fijo, han dejado huella, pero no epígonos, ni siquiera discípulos. Los actuales Ramos Allup, Borges, Capriles, López, Falcon....son mediocres, en su mayoría, sin el menor rapto de grandeza ni atisbo de brillantes (...) estamos en manos de personajes de bajo nivel que no tienen en la cabeza el futuro y que improvisan las medidas del presente.

El dinero para la reconstrucción se puede conseguir, pero líderes con la fortaleza y reciedumbre que requiere una situación como la actual no se consiguen con facilidad. El problema es que lo que mal empieza mal acaba. No se han tenido nunca estrategias y reina la improvisación; se exige unidad y no se respetan ni ejecutan los acuerdos; se aceptan diálogos inútiles y no se mantiene la presión interna sobre el gobierno de forma que los que quieren cambios (el pueblo) no tienen poder para implementarlos y los que si tienen no se atreven (AN, grupo Lima, ONU, OEA).

El Grupo de Lima (GL), es una instancia multilateral que se estableció tras la denominada Declaración de Lima, el 8 de agosto de 2017 en la capital homónima, donde se reunieron representantes de 17 países con el objetivo de dar seguimiento y buscar una salida a la crisis en Venezuela. Doce países americanos en un principio suscribieron la declaración: Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú, uniéndose posteriormente Guyana y Santa Lucía. Siendo avalado también por Barbados, Estados Unidos, Granada, y Jamaica que asistieron al encuentro, así mismos organismos como la Organización de los Estados Americanos y la Unión Europea, además de la oposición venezolana han dado su respaldo a dicho documento. Casi todo el mundo excepto la ONU y su Consejo de Seguridad.

La Declaracion tiene dieciséis (16) puntos que definen las condenas, preocupaciones, decisiones, compromisos, respaldos, solidaridades, etc., que el GL comparte y en el último establece “su disposición a apoyar de manera urgente y en el marco del respeto a la soberanía venezolana, todo esfuerzo de negociación creíble y de buena fe, que tenga el consenso de las partes y que esté orientado a alcanzar pacíficamente el restablecimiento de la democracia en el país”. Recordemos que, en el ámbito de las instituciones internacionales, cualquier intervención militar a un país debe ser autorizada por el Consejo de Seguridad de la ONU, donde están China y Rusia.

Al releer la Declaración me acordé del conocido “Síndrome del Mayordomo”. El mayordomo es un individuo feliz dentro del orden establecido, satisfecho de su medianía. Por ello, teme más a la revolución que a sus propios patrones. Así, estará alerta a cualquier amenaza, sobre todo a las internas, que puedan atentar contra la paz de su mayordomía. Se le obedece más por lo que representa que por su individualidad diluida en la marea de sus deberes. Tiene en esto un atributo castrense, un aura algo opaca, pero útil, de militar en reserva, imbuido de un supuesto prestigio como esas instituciones como la OEA, la ONU y el Grupo Lima que se vuelven castas de poderes ocultos y secretas prebendas. Aunque no vistan de uniforme, siempre parecerán uniformados. Bajo este perfil, el amigo Luis Almagro es la excepción del caso por su apoyo incondicional a la causa venezolana frente al resto de mayordomos políticos, institucionales, internacionales y mediáticos. Existen excepciones venezolanas como Maria Corina Machado en el país y Diego Arria y Antonio Ledezma en el exilio y el apoyo incondicional continuo de Canadá y Colombia. Y de Estados Unidos, que no forma parte del Grupo de Lima.

En una visita el viernes 14 a la ciudad de Cúcuta (Colombia), en la frontera con Venezuela, para comprobar el masivo flujo de venezolanos que emigra a diario por la escasez de alimentos y medicinas, Almagro aseguró "que las acciones diplomáticas están en primer lugar" pero no se pueden descartar otras como la intervención militar, dada la gravedad de la situación. Único aliado decidido defensor de la intervención regional en Venezuela bajo cualquiera de sus formas.

El pueblo de Venezuela no cuenta con ninguna forma militar o institucional para defenderse y, menos aún, para hacer respetar sus derechos. Esta es la premisa básica que justifica la ayuda de la comunidad internacional, no se trata de una intervención militar para ocupar el país sino para el rescate de los derechos humanos de sus ciudadanos. Un pueblo víctima de su propio gobierno e intervenido por Cuba, Rusia y China. Lo que se pide es que nos ayuden a recuperar lo que nos han quitado. La comunidad internacional debe intervenir en forma directa y cuanto antes mediante una fuerza multinacional para el rescate de la democracia venezolana, cuyo fracaso se convierte en una amenaza para el resto de los países de la región. Hay que concentrarse en lo que se debe hacer ya que, de seguir asi, no hay mañana para los venezolanos.

En respuesta a esas palabras, el régimen venezolano anunció que denunciará a Almagro ante Naciones Unidas (ONU) por supuestamente promover una intervención militar "de forma vulgar y grotesca", según su vicepresidenta, Delcy Rodríguez. La chavista consideró que la estabilidad de América Latina está "seriamente amenazada por la demencial actuación de quien usurpa de forma desviada y abusiva la secretaría general de la OEA". Y advirtió que el uruguayo "pretende revivir los peores expedientes de intervención militar imperialistas" en el continente americano.

Lo que no podemos hacer, es, a veces lo ideal.  Y asi es, cualquier decisión de intervención extranjera planteada ante la ONU debe ser aprobada por el Consejo de Seguridad y puede ser vetada por sus miembros entre los cuales están Rusia y China. Los dos grandes acreedores de Venezuela. No estoy muy convencido si se opusieran pues tienen intereses más altos por los cuales preocuparse.

Hay dos aspectos fundamentales que el grupo Lima y la ONU deberían considerar para Venezuela: El reconocimiento formal de la Hambruna y la Carencia de Medicinas como Crimen de Genocidio y la declaración del Estado de Necesidad que permite la intervención armada.

La Convención de las Naciones Unidas para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948), ratificada por más de noventa países, reconoció que “el genocidio ha infligido grandes pérdidas a la humanidad" y, en su Artículo 2 establece que “se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional étnico, racial o religioso como tal: Matanza de miembros del grupo; Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo y sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial”.

Antonio Ledezma recordó el 17 de septiembre del 2018 en Nueva York a los países latinoamericanos y la comunidad internacional que miles de niños se acuestan sin comer todos los días, que sus compatriotas rebuscan comida en las calles, que otros mueren por falta de medicamentos para el cáncer, el sida o la hemofilia, que el gobierno ha callado a los medios de comunicación y a otros sectores de la sociedad, que han desaparecido las industrias. "Los nazis mataron a miles de judíos con gases y Maduro los está matando de hambre", indicó. "Más de 30 millones de venezolanos le piden al mundo que no nos dejen matar, que no nos dejen solos. Venezuela reclama la solidaridad de nuestro continente", sostuvo en un emotivo mensaje al foro que asistía. Por su parte, Almagro insto a la comunidad internacional evitar que Venezuela “sea Ruanda”. Es innegable que “la Hambruna” en Venezuela es un atentico genocidio.

¿Desde el punto de vista del derecho internacional no hay un derecho a la intervención de todos los países dirigidos por la ONU, cuando se llega a estos extremos de violencia de un régimen como el de Nicolás Maduro en contra de la población? ¿A los venezolanos se les va a seguir matando sin que se tome alguna medida efectiva que los defienda? ¿Los niños venezolanos continuaran muriéndose de hambre y por falta de medicinas y el mundo entero tiene que someterse al principio de la-no-intervención y permitir semejante atrocidad? ¿Es eso lógico? Si existe tal derecho y está contemplado en el concepto de Estado de Necesidad.

Hay en el derecho penal clásico y en el derecho penal de todas las latitudes desarrolladas una figura que se llama El Estado de Necesidad. En ese estado se puede incurrir en una conducta teóricamente infractora del derecho penal pero que queda eximida de responsabilidad por el principio del estado de necesidad que junto a la legítima defensa son causales de lo que llaman la justificación en la conducta indebida. Su declaración, permitiría la intervención militar multinacional.

En estado de necesidad esta todo el pueblo de Venezuela. El mundo entero ha visto que comer basura es el último recurso de los venezolanos para no morir de hambre. Lo que era una práctica de quienes vivían en la calle, buscar en la basura para comer, es ahora también la forma que han encontrado muchos venezolanos que, aun teniendo techo, salen a la calle a buscar en los desechos algo para "resolver el día". Hurgar en la basura para buscar comida es parte de la realidad diaria que se dibuja con la grave crisis económica que se vive en Venezuela con una economía hiperinflacionaria. Ante este autentico crimen de genocidio la ONU tiene que declarar el estado de necesidad y autorizar la intervención militar extranjera.

Ningún país del GL, la OEA, ni de la ONU, ni mucho menos su Consejo de Seguridad, cuya responsabilidad primordial es el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, puede ignorar lo que está sucediendo en Venezuela, ni ser complaciente con la violación sistemática de los derechos humanos de su población. Como muy bien lo expusiera Luis Almagro, “el silencio, las excusas metodológicas o procesales, las ausencias, el lenguaje neutro o condescendiente y mantener calladas o descalificar las denuncias son la principal causa de que el régimen venezolano aún torture, asesine, persiga y tenga presos de conciencia”. La intervención consensuada es por el rescate de los derechos humanos de los venezolanos que no tienen medios propios para librarse del régimen más nefasto en toda la historia de la república y por la vuelta de la democracia interrumpida desde hace 19 años. No creo que existan motivos más pertinentes para hacer lo que se debe hacer y acabar con la tiranía de Maduro y transformar el estado vasallo en que han convertido a nuestro país.
  
El síndrome de mayordomía afecta también a nuestra clase política, sí, a la adscrita a los llamados “partidos tradicionales”, que vienen siendo todos, porque tirios y troyanos se aferran al sistema que hoy les permite medrar sin mayores riesgos ni compromisos; es un establishment seguro, donde las leyes se han articulado para protegerlo contra peligrosos cambios e innovaciones intempestivas. El mayordomo partidista aparece para consagrar a sus mandantes, y aunque aquél nunca será protagonista de primera fila, cumple su función en defensa de sus máximos dirigentes. Existe, asimismo, el mayordomo internacional, el que ha representado el estatus en pleno de organismos que viven y medran en reuniones perfectamente inútiles, con sueldos millonarios, vestidos con frecuencia de frac o levita, aunque se parezcan más un cochero que a un señor de prosapia y muchos posibles. Me recuerda a la ONU y otras instituciones internacionales penales y de derechos humanos. Estamos llenos de estos personajes. Quizá encarnen el diagnóstico de nuestra mediocridad, más allá de los guarismos económicos y de las estadísticas al uso.

Los doce países del GL expresaron en un comunicado conjunto, del 16 de septiembre, "su preocupación y rechazo ante cualquier curso de acción o declaración que implique una intervención militar o el ejercicio de la violencia, la amenaza o el uso de la fuerza en Venezuela". En ese sentido, como buenos mayordomos internacionales vecinos, abogaron por "una salida pacífica y negociada" para restaurar la democracia en Venezuela y a superar la "grave crisis política, económica, social y humanitaria que atraviesa ese país", por lo que reiteraron que continuarán promoviendo iniciativas para este fin en el marco del derecho internacional. Con razon Einstein decía que hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana y a veces dudaba del universo. Una ligera proporción de estupidez es tan improbable como un ligero embarazo. Llama la atención que, días antes el 12 de septiembre, The New York Times (NYT) decidió hacer público su rechazo a que el gobierno de Donald Trump se involucre en una intervención militar en Venezuela, como respuesta al reclamo absolutamente mayoritario de la ciudadanía venezolana que la exige a gritos.

No hay duda del acierto de Einstein, esa es la única razon posible por la cual el GL instaron una vez más al régimen del dictador Nicolás Maduro a "poner fin a las violaciones a los derechos humanos, a liberar a los presos políticos, respetar la autonomía de los poderes del Estado y asumir su responsabilidad por la grave crisis que hoy vive Venezuela". Las razones del NYT y los demócratas en USA responden a la obsesión de ambos por el impeachment al presidente Trump y dada la proximidad de las elecciones de noviembre. Sin pretender defender a Trump, es de esperar que continúen los peores ataques de los demócratas, los medios e incluso algunos republicanos, a pesar de los logros alcanzados a la fecha por el gobierno de Trump. También existen los “mayordomos” en la política norteamericana.
Los países que se niegan a la intervención son porque consideran que la-no-intervención está protegida por el cacareado derecho de soberanía nacional. A esos habría que recordarles, primero, que Venezuela entregó su soberanía y se convirtió en un Estado vasallo de Cuba, China y Rusia, y, segundo, que todo derecho tiene deberes y entre esos está respetar y cumplir con la defensa de los derechos humanos. Violados diariamente en Venezuela. Muchos pensarán que esa intervención podría sentar un precedente peligroso. Y por qué no pensar que más bien el apoyo al pueblo venezolano dejará un precedente para el futuro de nuestros pueblos y el respeto, promoción y protección de los derechos humanos.  Piensen lo que quieran, pero no se puede permitir que un régimen actúe de esa manera contra más de 30 millones de personas que están condenadas al hambre, que los niños se mueran de hambre y que los ancianos se mueran sin tener un recurso médico. Eso va en contra de los principios fundamentales del derecho natural en la Carta Internacional de Derechos Humanos de la ONU. Precisamente.

Al Sr. Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas (NU) y mayordomo internacional reconocido, que recientemente dijo que “la situación que vive Venezuela es un gran factor de preocupación”,  hay que decirle, señor, asuma su cargo en serio y piense en Venezuela y organice un estado de conciencia en el Consejo de Seguridad de las NU para exigir que en Venezuela haya un cambio que permita que la gente disfrute de todos los derechos humanos que las NU están supuesto defender. Las NU le debe exigir al gobierno de Maduro o el cambio de las reglas del juego y de comportamiento inmediato, su destitución o autorizar la intervención militar. La tercera, no hay otra.

Olvídense de los políticos, los actuales nos han fallado, permanentemente enfocados en sus “legítimos” deseos de poder, pero sin ninguna estrategia para cambiar el régimen. Basta de hacerles el juego, luchemos directamente por nuestros derechos y libertades. Como debe ser. Ya está bueno de seguir inventando. Tenemos varios años viendo que cuando los políticos de oficio fallan, el pueblo inventa nuevos líderes. Si no nos gustan los líderes, sencillamente, ignorémoslos. No hay por qué estigmatizarlos. Reservemos los epítetos para la manga de delincuentes que nos gobierna. Lo que tenemos que conquistar es un mayor protagonismo de los ciudadanos, incrementar nuestra fuerza decisoria. Abandonar la comodidad de la crítica estéril y sustituirla por una indispensable creatividad.

La actuación del Grupo Lima, la ONU y la AN, ante la crisis venezolana, coincide con las decisiones tomadas en la crisis del 2008, están basadas en la improvisación, el instinto, el temor, la emoción y falsas creencias. Hay que estar consciente que, de acuerdo con su papel en la historia, la crisis del país responde a la teoría del cisne negro excepto que no fueron sucesos inesperados sino, más bien, inducidos y para su fin tiene que solucionar sus dos problemas fundamentales: el político y el económico. El primero se puede dividir en dos vertientes, la destitución del gobierno y la reconstrucción de la democracia.

Destituir el gobierno sin la ayuda militar internacional es un sueño imposible de materializar pues el pueblo no tiene los recursos ni el poder para lograrlo. El segundo es cuesta arriba, pero se tiene la voluntad y el deseo para su restauración e incluye el cambio del modelo económico. Se cuenta con el apoyo y la asistencia de toda la comunidad internacional y regional. Muchos piensan que la gravedad de ambas es igual y otros, como yo, que consideramos que hay que sacar primero al gobierno para pasar a una transición que permita la reinstitucionalidad y el cambio del modelo económico.

La reconstrucción de Venezuela no es una actividad que sea destinada a los políticos “mayordomos” tradicionales que han permitido la situación que vivimos actualmente. Es fundamental desplazar la lógica partidocrática que monopoliza el rumbo institucional desde las cúpulas que controlan el poder.  Cualquier propuesta requiere de lo mejor de nuestra sociedad civil dentro y fuera de Venezuela; asimismo, del concurso de miembros institucionalistas de nuestra Fuerza Armada, cuyos integrantes quieran apegarse y reestablecer las leyes de la República. La transición y el cambio del modelo económico requiere de la participación de las mejores mentes del país que promuevan y dirijan los proyectos e instituciones que la crisis requiere y conduzcan los programas del nuevo modelo económico que necesita Venezuela.

Sin entrar a analizar las propuestas de rehabilitación del país a las cuales he tenido acceso, ni mucho menos los diagnósticos y planes esbozados por diferentes sectores de la economía nacional, me siento optimista por la gran preocupación y dedicación existente para lo que llaman el dia D+1, que he tenido oportunidad de conocer. Destaca la integración de iniciativas locales de grandes sectores productivos con la diáspora venezolana dada la gran experticia que ha tenido que exilarse o ha emigrado. Me han hecho sentir cerca, el final de la crisis.

Es frecuente encontrar tres etapas en la recuperación que, bajo ligeros maquillajes, corresponden a la caída del gobierno, la recuperación de la institucionalidad del país y la instalación de un nuevo sistema de gobierno. Creo que Venezuela requiere un redireccionamiento global que se base, al menos, en tres condiciones: (1) Una política industrial que optimice sus recursos naturales, atraiga la inversión de capitales locales y foráneos que la doten de empresas capaces de competir a nivel nacional e internacional; (2) un nuevo modelo económico que armonice e integre las directrices económicas, políticas y fiscales para satisfacer su mercado interno y reintegrarse al mercado internacional; y (3) Convocar a elecciones generales para dotarla de un nuevo gobierno democrático con objetivos constitucionales.

Una combinación de tecnología, creatividad, imaginación y productividad podrían salvar al país, basta que sus nuevos líderes tomen la iniciativa.







Comments

  1. Me gusto la abundante informacion del articulo; no comparto las conclusiones. Creo q la abstencion de muchos de los actores citados no obedece al sindrome del mayordomo. Tal vez en nuestro afan de obtener salidas nuestros analisis nos lleven a posiciones algo subjetivas. No se si me he sabido explicar.
    Creo q Almagro cometio un error al insinuar una posible accion militar externa, tal vez movido por la tragedia q vio en Cucuta.
    Si coincido en q sin ayuda externa no hay salida, aunque temo la factura q vendria. Dudo q las naciones se muevan solo por principios altruisticos.

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  2. Este análisis detallado nos ha puesto en la realidad. No se puede intervenir a un Estado sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU. Somos nosotros, organizados mediante los partidos de oposición, los que pueden lograr el regreso a la democracia.

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