Venezuela bajo la óptica de la teoría de la atribución Gustavo Gonzalez Urdaneta
Venezuela bajo la óptica de la teoría de la atribución
Gustavo Gonzalez Urdaneta
Miami, 12 agosto 2019
La psicología
social es la rama de la psicología que estudia cómo los pensamientos,
sentimientos y comportamientos de las personas son influidos por la presencia
real, imaginada o implícita de otras personas. Al mismo tiempo nos ayuda a
comprender cómo nos comportamos en grupos y también abarca las actitudes de
cada persona ante su forma de reaccionar o pensar en el medio social. Proporciona
una vía para tratar de entender o explicar el comportamiento de las personas y
los acontecimientos de la vida actual del país.
Las personas
tendemos a atribuir nuestros éxitos y fracasos a diversos factores. Según la
teoría atribucional de Bernard Weiner, nuestro estilo atributivo depende de
tres factores. Nuestro estilo atributivo se refiere la atribución de causa que
hacemos de los acontecimientos que nos ocurren a nosotros y a los demás. Por
ejemplo, la prolongación de la crisis humanitaria del país la podemos atribuir
a la usurpación de Maduro, a la falta de decisión de la Asamblea Nacional (AN),
a la falta de apoyo del Grupo de Lima en concretar la ayuda internacional, a
que no hemos sido lo suficientemente proactivos y pare usted de enumerar.
De la atribución
de las causas que hagamos de los eventos, pueden depender muchos factores, más
de los que imaginamos. Nuestra autoestima, nuestra motivación, nuestra conducta
y nuestras opiniones de nuestros líderes pueden variar en función de nuestro
estilo atribucional. Lo lamentable es que, combinada con la capacidad de
relación interpersonal de cada uno, se puede crear una matriz de opinión. En el contexto comunicacional venezolano, se
trata de todo aquello refutable que desdice la argumentación propia.
Precisamente, entienden y comunican por “matriz de opinión”, todo lo contrario,
a lo que es: aquel espectro de variabilidad que tienen las opiniones sobre
determinados asuntos, que nos ayudan a entender el porqué de las cosas. Que es
nuestro objetivo.
Las atribuciones
negativas están relacionadas con consecuencias negativas ya que las personas
pueden no realizar las tareas necesarias para alcanzar una meta por el miedo al
fracaso. Por su parte, las atribuciones positivas están relacionadas con
conductas que llevan al éxito y con las consecuencias positivas de las
acciones.
Las tres
dimensiones sobre las que se construye el estilo atribucional, según Weiner, son
las siguientes: Localización, estabilidad y control de la causa. El lugar de la
causa puede ser interno o externo, según atribuyamos la ocurrencia del evento a
factores de uno mismo o a causas externas, respectivamente. Por ejemplo, asumir
que la crisis actual del país es por nuestra inacción/indefensión o por la
falta/implementación de ayuda internacional.
La estabilidad se
divide también en dos tipos: estable o variable en el tiempo. Estable, cuando
atribuimos la causa del evento a factores que no cambian con el tiempo y que
consideramos que no se pueden modificar, como puede ser, siguiendo el mismo ejemplo,
el apoyo de la ONU al régimen de Maduro. Variable, cuando atribuimos la causa a
factores que van variando según el momento, como pueden ser factores que no se
han dado en un momento preciso pero que puede que, en otro momento, aún en las
mismas circunstancias, si se den. En nuestro ejemplo, atribuir nuestro suspenso
a la aplicación del TIAR o al apoyo del Grupo de Lima en su implementación.
La capacidad de
control puede ser controlable o incontrolable. Controlable, cuando creemos que
las causas de los eventos las podemos controlar. Pensar, por ejemplo, que la solución
de la crisis está suspendida por la inacción parcial interna pero que, con el
respaldo del Informe Bachelet, la podremos superar. Incontrolable, si pensamos
que no podemos ejercer ningún control sobre el evento. Pensar que seguimos en
crisis porque la ayuda internacional no es cierta, pues hay muchos intereses
cruzados. Pues bien. Partiendo de estas tres dimensiones, cada suceso se
situaría en un punto determinado de estas tres dimensiones, dando lugar a ocho
posibles combinaciones posibles de estilos atribucionales y esas serían las
posibles atribuciones de causalidad, según la teoría de Weiner, que nos
ayudarían a entender y explicar lo que ha venido sucediendo en Venezuela y,
especialmente, desde enero 2019. Vale la pena el ejercicio personal, al menos, a
mí me ha ayudado.
Aunque seguro
hay excepciones, todos nosotros solemos mostrar tendencia hacia un determinado
estilo atributivo. Un estilo atributivo inadecuado puede acabar con nuestra
autoestima o nuestra motivación, entre otras cosas. Y llevarnos a la
incertidumbre que vivimos los venezolanos.
Pensemos, por
ejemplo, si atribuimos causas externas a nuestros logros y no nos
responsabilizamos de nuestros logros, estamos perdiendo el refuerzo positivo de
nuestro comportamiento o nuestro esfuerzo. Si además pensamos que es estable en
el tiempo, es decir, que siempre es así, nuestra autoestima se verá afectada
por la ausencia de reconocimiento a las propias habilidades y el consiguiente
sentimiento de incapacidad. Igual de negativo sería atribuir a causas internas
y estables nuestros fracasos, pues acabaríamos pensando que siempre vamos a
fracasar porque no somos capaces de hacer otra cosa, lo que nos lleva a la
inacción, a no actuar para evitar enfrentar la «supuesta» derrota.
En cuanto a la
capacidad de control, si pensamos que los eventos que nos ocurren escapan a
nuestro control, ¿Qué motivación tendremos para llevar a cabo cualquier tarea?,
si no podemos hacer nada para cambiar el resultado de las cosas, ¿Para qué
actuar? Adoptaríamos un estado de indefensión.
El otro extremo
no es menos negativo. Pensar que tenemos el control de todo aquello que nos
pasa, puede llevarnos a tratar de cambiar cosas que, en realidad no se pueden
cambiar, lo cual nos llenará de frustración y acabará con nuestra energía. Sin
embargo, no siempre es fácil identificar en qué medida estamos siendo justos a
la hora de reconocer méritos o fracasos propios.
Distintas personas
pueden hacer atribuciones causales diferentes ante un mismo evento; por
ejemplo, mientras que para algunas la situación actual del país se debe a la
falta de capacidad de la Asamblea Nacional (causa interna y estable), para
otras sería consecuencia de la dificultad de recibir ayuda internacional (causa
externa e inestable). Estas variaciones tienen una influencia clave en las
expectativas y en la autoestima. Existe la teoría que establece que cuando
existen varios acontecimientos que pueden ser la causa desencadenante de un
mismo hecho, sólo aquellos que han demostrado relacionarse con él de forma
consistente a lo largo del tiempo, serán asumidos como causa del
acontecimiento.
Lo ideal es
tratar de ser lo más realista posible, puesto que unas veces nuestros fracasos
serán nuestra responsabilidad y otras no, y unas veces será un problema interno
de cada uno y otras el fracaso será fruto de las circunstancias. Lo mismo
podemos decir de los logros y éxitos. La atribución de las causas ha de ser
justa, responsabilizándonos de nuestros logros cuando hayan sido fruto de
nuestro esfuerzo y señalar a factores arbitrarios cuando nos ocurran
acontecimientos positivos que no esperamos.
En este sentido,
hay un último aspecto que quiero tocar tangencialmente que es la diferencia
entre expectativa y atribución; fracaso y error, pues están muy ligados a las
apreciaciones que suelen oírse en relación con la gestión diaria de Juan Guidó
y su equipo.
La diferencia
que se establece entre expectativa y atribución está en el momento en que
atendemos a los hechos acontecidos. Una expectativa es la convicción de que un
hecho acompañará a otro hecho. Una atribución es la convicción de que un hecho
ha acompañado a otro hecho. Nuestras decisiones deben estar basadas en nuestras
convicciones actuales y las expectativas a futuro, sin olvidar que con
frecuencia sucede que nuestras expectativas no se traducen en convicciones.
Varios autores,
al estudiar el motivo del logro incluyeron elementos cognitivos al analizar la
conducta en función de expectativas y valores, pero no se preguntaron cómo se
forman esas cogniciones, que es justamente lo que estudian las teorías de la
atribución. Al principio se pensó que el proceso atributivo era un
procesamiento de la información en el que se establecían las relaciones
directas causa-efecto, centradas únicamente en los aspectos cognitivos; pero
investigaciones posteriores demostraron la necesidad de considerar también
otros factores, como las expectativas de las que parte el sujeto. Algo que a
veces falta en el medio político.
Un fracaso es
cuando algo no funciona por causas externas, o por desconocimiento y es prácticamente
inevitable dadas tus circunstancias. Mientras que un error es cuando algo no
funciona por causas internas. Porque tu estado emocional te lleva a hacer lo
incorrecto cuando sabes y eres consciente de lo correcto. Fracaso no es igual a
Error. Quizá la implicación más importante de distinguir entre errores y
fracasos sea: Si algo sale mal, no necesariamente es porque nos hayamos
equivocado
No debemos
asumir que todas nuestras ausencias de éxitos se deben a errores cometidos.
Porque muchas veces no obtenemos los resultados que queríamos, pero no nos
hemos equivocado en nada. Puedes estar mortificándote, pensando, «¿Qué he hecho
mal, en qué me he equivocado?» y a lo mejor no has hecho nada mal, porque
existían factores externos, fuera de tu control, que abocaban el proyecto al
fracaso.
Los errores son
lo más fácil de evitar, y realmente no hay razón para querer cometer errores,
excepto que quieras hacerlo a propósito a ver qué pasa, por curiosidad y
diversión. Hay dos factores que evitan cometer errores: hacer las cosas bien,
que denominan Técnica, y percibir y entender correctamente nuestro entorno, que
llaman Calibración.
La técnica consiste
en saber en cada momento cuál es la decisión correcta dado el conocimiento que
se tiene de los eventos a esa fecha y las expectativas que conoces de lo que
puede suceder a futuro. Hay varias causas que pueden llevarnos a no tener una
técnica ajustada. Una común en los “políticos tradicionales” es que se creen
sobrados por la cantidad de años que llevan viviendo de la política y fracasan,
al no cumplir lo prometido, por ejemplo, en la presidencia inicial de la actual
Asamblea Nacional. Otros que, por tener cierta habilidad, no se concentran en
hacer las cosas bien como sucedió con el Referendo de julio 2017 y quienes,
como mi paisano, que nadie entiende como llegan a donde están. Los políticos de
la nueva generación, deben tratar de no equivocarse en
cosas básicas ni oírle a quienes creen que saben más porque son jefes y se
creen que están por encima de la posibilidad de cometer errores.
La calibración
es el grado con el que percibimos el entorno y ajustamos nuestro comportamiento
en consecuencia. Por ejemplo, la negociación en Barbados entre el régimen y la
oposición. Si la oposición saca un tema particular, digamos, elecciones
generales sin Maduro, y en ese momento perciben que el régimen se pone tenso, o
nervioso, es que no le está gustando lo que está escuchando: pueden dejar ese
tema para no ponerle más tenso, o seguir por ahí si quieren presionarlos hasta
hacerlo abandonar la mesa de negociación, como fue el caso. Si no ignoramos la
realidad, las cosas salen bien.
No siempre te
interesa evitar el fracaso. Si no fracasas a menudo es que no estás saliendo de
tu zona de confort, no te estás poniendo retos y eso hace que te estanques,
impide que crezcas. No obstante, a veces es importante evitar el fracaso.
Normalmente es porque el resultado es verdaderamente importante para ti. Todo
esto así contado puede parecer generalista y simplista, obviamente a todos nos
irá mejor si evitamos los errores, nos ajustamos a la técnica, calibramos,
aprendemos más, practicamos más y buscamos el entorno adecuado, ¡es de
Perogrullo! Lo que no es tan trivial es darnos cuenta de cuándo estamos en cada
una de estas situaciones. Distinguir entre estas situaciones es lo esencial.
Por ejemplo, en
este momento en que Guaidó y su equipo tienen los instrumentos idóneos y la
oportunidad para seguir insistiendo, por ejemplo, en la implementación de la
ayuda internacional, no es momento de pensar en la situación como una
«oportunidad de aprendizaje».
Creo que
contamos con suficientes instrumentos sólidos y recientes para lograr con ellos
un cambio favorable en las instancias que aun hagan falta para recuperar la
democracia en Venezuela, a saber: El liderazgo de Guaidó y su equipo de
trabajo, la reciente Orden Ejecutiva de Trump, la Conferencia Internacional por
la Democracia en Venezuela organizada por el Grupo de Lima incluida la
advertencia de John Bolton, las sanciones de EE. UU., el Informe Bachelet sobre
las violaciones a los derechos humanos y la aprobación del TIAR por la Asamblea
Nacional legitima. Igual considero que hay suficientes modos conocidos por los
políticos, en el área de recursos interpersonales, que deben ser aplicados para
lograr el cambio con los instrumentos citados.
Para muestras,
un botón, como lo cita acertadamente el amigo Juan Ignacio Riquezes en un artículo
reciente en El Diario de Las Américas: “Ha sido tan devastador el informe de la
expresidenta Bachelet que muchos de los países que hasta entonces se mantenían
neutrales en el conflicto venezolano y que, desde esa trinchera neutral,
sugerían el diálogo, la diplomacia y la negociación como mecanismo idóneo para
una transición pacífica hacia la democracia, se han comenzado a dar cuenta del
talante tiránico del régimen y de las prácticamente nulas posibilidades de
lograr una salida negociada, sin que exista una amenaza creíble del uso de la
fuerza por parte de una coalición internacional, que le tuerza el brazo al
régimen”.
Ya era hora. Estamos
cansados que nos digan una y otra vez que es ingénuo e impráctico exigir un
cambio radical. Lo ingénuo es esperar salir de esto de un modo pacífico. Algunos
aun piensan que por la vía pacífica y la negociación nos lograrán sacar del
caos y la invasión que tenemos en el país. La situación económica es
catastrófica, el país está como el tren Anaco-Tinaco que va de ninguna parte a
ninguna parte, no va a ningún lado y ha ingresado a un camino perverso de
decadencia contínua. El caos en que se vive es más crítico de lo que parece y es
necesario enfrentarlo, los cambios que se requieren son profundos y el tiempo
de hacerlos está pasando.
Bibliografía
1.Weiner
B., An attributional theory of motivation and emotion, 1986
2.Heider
F., The psychology of interpersonal relations, 2015
3.The Excecutive
Fast Track, “Teoría de la atribución”, 2014.
4.
Myers, D.G., Social Psychology, 2001.
5.
Kelley, H., Personal relationships: Their structures and processes, 1979
6.Guzman M.,” La
diferencia entre fracaso y error”, Exito Personal, 2011
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