El Principio de Anna Karenina y la Transformación del Venezolano (I)
El Principio de
Anna Karenina y la Transformación del Venezolano (I)
Gustavo Gonzalez
Urdaneta
Miami, 29 abril
2020
El principio de
Anna Karenina se deriva de la oración con la que León Tolstoi abre ese libro
“Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz
lo es a su manera”. En esencia, hay más maneras en que una familia pueda ser
infeliz que feliz. El principio, popularizado en el libro Guns, Germs and Steel
de Jared Diamond, afirma que una deficiencia en cualquiera de una serie de
factores hace fracasar el esfuerzo.
Por
consiguiente, para que un esfuerzo sea exitoso, se debe evitar cualquier
posible deficiencia. Las democracias están sujetas al principio de Anna
Karenina, y nuestro país, Venezuela está, como leí recientemente, volteado como
cuando un carro da vueltas después de un accidente y queda con las ruedas
arriba, y hay que hacer el esfuerzo de voltearlo y poner las ruedas en el
pavimento para luego hacerlo rodar de nuevo.
En otras
palabras, aplicado a Venezuela, el principio de Anna Karenina pensando en
recuperar y reconstruir el país, la ciudadanía venezolana debe cambiar en una
serie de ciertos factores, por ejemplo: la viveza criolla, el debilitamiento
moral, la corrupción, el comportamiento político, el conformismo, el
individualismo, la improvisación y un largo etcétera. La deficiencia en uno
solo de estos múltiples factores llevará a la continuidad del desastre y caos
de las dos últimas décadas. Por lo tanto, no se trata sólo de sacar al
Usurpador, poner un gobierno de transición y llamar a elecciones generales y
empezar a recuperar la infraestructura y la institucionalidad, existen más vías
para que el país continúe como está que para que recupere su democracia e
independencia…para que la familia venezolana vuelva a ser feliz.
La democracia es
desordenada y no podemos evitar todas las deficiencias posibles pero
necesitamos en Venezuela, por ejemplo, recuperar la Cultura de los Valores pues
los valores están muy por encima del comportamiento pero la mayoría de los
venezolanos alinean sus valores con sus comportamientos y son esos valores los
que muestran a la sociedad. Lo que hay que hacer, y el país requiere, es
impedir esos comportamientos, faltos de ética y moral ciudadana que han
penetrado nuestra sociedad y, transformarlos, pues ellos constituyen una cadena
en serie de factores que la deficiencia en uno solo de ellos interrumpe el
camino en la dirección correcta y hace fracasar cualquier esfuerzo para
recuperar la democracia.
No voy a
discutir si el país necesita agudeza, inteligencia y experiencia pero
parafraseando a un político que si era referente…Yo también tengo un sueño....
el sueño que paralelo a los pasos de la oposición para recuperar la salud
económica y política del país, los venezolanos recuperen los valores que
permitan construir una nueva y mejor sociedad.
Hay al menos una
docena de factores, unos congénitos y otros de reciente cuña pero exaltados en
las dos últimas décadas, que han producido una involución en la conducta de la
población en general; sin pretender querer ser exhaustos en su análisis ni que
el orden indique prioridad: El comportamiento político, la viveza criolla, la
ilusión de superioridad, la corrupción, el Insilio o sentirse extranjero en su
país, la anomia o debilitamiento de la moralidad común, el conformismo, el
individualismo extremo, la autoindulgencia, la irreverencia y la lealtad y la
improvisación.
El lema de la
segunda visita de San Juan Pablo II a Venezuela en 1996 fue: “¡Despierta y
reacciona, es el momento!” y ese lema resuena en esta hora aciaga de la vida
nacional. “Hora aciaga”, es decir, infausta, desgraciada, infeliz. Momento
triste, doloroso, insoportable. ¿Qué han hecho de Venezuela quienes detentan el
poder con pretensiones totalitarias y de eternidad? Un país hambreado, enfermo,
oprimido, aislado, improductivo, en vías de paralización, víctima de la
inseguridad y el vandalismo, forzado a emigrar. Regido por una nomenklatura
prepotente, cuya única preocupación perceptible es la conservación del poder por
cualquier medio y con una ideología (socialista-comunista) teñida de
narco-corrupción y culto sincrético, cuyos líderes pretenden también definir el
credo y la praxis cristianos.
En estos
momentos tan difíciles que estamos viviendo muchos países, creo que es más
importante que nunca reflexionar en común sobre cómo queremos reconstruir
nuestra sociedad. y participar en una plataforma de debate “Transformación del
ciudadano” para tener éxito en recuperar o no perder la democracia. Hay que
rentabilizar la experiencia amarga de haber visto, y padecido, las maneras de
hacer política que oxidan nuestro comportamiento democrático. Estas lamentables
prácticas no solo no se han diluido, sino que llegan al paroxismo en estos
trágicos momentos. Al respecto, es muy ilustrativa la experiencia de otros
parlamentos como el español que es casi una imagen del nuestro.
En lo referente
al Comportamiento Político, durante las dos últimas décadas hemos
oído las eternas descalificaciones tanto de los que gobiernan como de los otros
y la oferta de promesas incumplidas y suministro de información deficiente,
cuya falsedad pareciera provenir de quien sea quien los aporta y no de su
exactitud. Desde finales de la primera década existe, en Venezuela, una
opacidad total de información pública y veraz en todos los sectores, datos que
el venezolano de a pie, los analistas y cuestionadores desconocen y, careciendo
de otros alternativos, caen en especulaciones y solo formulan insidiosas
sospechas. Resulta difícil hacer análisis, partir de un acervo común para
aportar soluciones. La mentira y la falsedad política. ¿O no es cierto?
En el sector
eléctrico vivo en primera persona esos falsos debates sobre las cifras
oficiales. Una guerra de datos pueril y absurda que hoy se repite, amplificada
por la gravedad de la pandemia. Ahora que tanto se le cita, recordemos una
frase de Churchill. Decía: “Algunas veces me ha convencido el argumento de un
adversario, pero nunca me hizo cambiar mi voto”. Pareciera que el mismo axioma
se aplica a los datos. Si los dice el “otro” son falsos. Para debatir y
reconstruir el país, primero hay que consensuar los datos. No valen las
sensaciones, las opiniones ni las suposiciones.
¿Tienen los
políticos de la oposición venezolana alguna responsabilidad, por lo menos, en
no hablar con la verdad al pueblo cueste lo que cueste y establecer las pautas
para lograr consensuar los datos? Se limitan a luchar por conservar sus puestos
y ahora en privado, según la prensa, la Asamblea Nacional destinó13.6 millones
de dólares de cuentas congeladas en EE. UU. para pagarse sueldos de $5,000
mensuales. Ambas cantidades desorbitadas para un país sumido en miseria y una
punzante crisis económica y social, en el que sus trabajadores ganan alrededor
de 6 $/mes con el reciente incremento del 50% del gobierno. Según Cendas-FMV
(maestros), se necesitan 50 salarios básicos para cubrir la canasta básica
familiar mensual.
En el fondo
responde todo a ese estilo tan personalista y pueril que siempre han padecido y
que hoy choca aún más. Les da igual, saltar la talanquera, apoyar algo o lo
contrario con tal de mantener su poder, imagen e inmunidad, cueste lo que
cueste, incluso a costa de la ciudadanía. Es común, entre políticos, la
utilización más burda de la mentira, lo falso y la insidia, afirmaciones falsas
envueltas en invenciones hasta fuera de toda lógica y seriedad. El propio
término de las noticias falsas (fake news) parece que les otorga una cierta
aureola de importancia. No son otra cosa que el miserable blanqueo de una
gestión mediocre e inadmisible, ante lo que parece sin embargo que carecemos de
medios para impedirla o no nos atrevemos a acabar de una vez por todas.
Para reconstruir
nuestra sociedad habrá mucho que hacer. La sociedad civil no nos ha defraudado
aún del todo y no lo hará, pero la clase política tiene que dejar de prodigarse
en las aberrantes prácticas de demonizar al contrario y asumir el liderazgo que
le corresponde. Todos, Gobierno y oposición, de las diferentes
administraciones. La Asamblea Nacional (AN) tendría que propiciar la discusión
profunda sobre las propuestas y decisiones del Ejecutivo. Y esto implica que
habría que cambiar de inmediato en muchos factores y, por encima de todo, las
actitudes en el comportamiento político. Ya era una exigencia antes de la
crisis, pero, ésta, con sus excesos, no ha hecho sino convertirlo en más
perentorio.
La AN no puede
ser el lugar donde los diputados, con más o menos habilidad, lean discursos
preparados de antemano que nada tengan que ver, en muchos casos, con la
intervención parlamentaria que los provoca. El Parlamento tendría que propiciar
el debate, la discusión profunda pero ordenada, sobre las propuestas y
decisiones del Ejecutivo y las críticas y sugerencias de los distintos grupos
políticos. Sobran insultos y descalificaciones mutuas. Irreal, dirán de
inmediato; la AN no es un foro académico. Es cierto, pero tampoco es un patio
de colegio, donde felizmente las disputas son ya mucho más razonables. Lo
triste, incluso aterrador, es que ese fatal comportamiento e ignorancia ha
pervertido la conciencia de toda la oposición partidista que, incluso y
posiblemente hasta de buena fe, se niega a advertir la naturaleza del cáncer
incurable que nos afecta y ha hecho metástasis. Con frecuencia corre solícita a
clavarle el puñal por el pecho a nuestra moribunda república arrodillándose a
los pies de la tiranía. Insisten en negociar con los causantes de esta tragedia.
Criticar, claro,
¿cómo no? Las críticas son imprescindibles para mejorar lo que hacemos. Pero,
para que puedan efectivamente cumplir ese objetivo, las críticas no pueden ir
acompañadas de la descalificación, el insulto, la calumnia, las injurias o las
mentiras. El que critica ha de pretender que se le tenga en cuenta y para eso
la empatía es también esencial, al igual que se le reclama al gobernante
proponente. El que critica pretende hacer rectificar al Ejecutivo y para eso
tiene que lograr que lo escuche. Solo la aceptación del posible error puede
llevar a la conveniencia de rectificar. ¡Algo tan difícil!
Cuesta creerlo,
pero la política debería ser un ejercicio de cooperación, no de confrontación.
La historia ha avanzado gracias a la cooperación humana. El organismo social,
como el propio organismo biológico, es el resultado de la suma de una
cooperación inteligente. Ha llegado el momento de regular de forma clara y
nítida las obligaciones de los representantes políticos y, desde luego, entre
ellas estaría la de ser veraces. Lograrlo sería un excelente logro de esta
etapa pre-recuperacion de la democracia.
La Viveza
Criolla es una frase hecha de cuño
particularmente argentino, que describe una especial manera de enfocar la vida
en Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, así como también en Venezuela y otros
países latinoamericanos. La llamada viveza criolla ha sido señalado por algunos
como una de las causas principales de la profunda crisis política, social, y
económica, que soportan actualmente Argentina y Venezuela.
Ya en la década
del 50, Arturo Uslar Pietri ofrecía las pinceladas de la genealogía cultural
del venezolano. Cuando escribió “El mal de la viveza” profetizó uno de los
mayores obstáculos que tendría el país para emprender su propia superación.
Uslar escribió “La viveza no está limitada a una clase social o a una condición
económica. Es la falta de fe o la mala fe, que puede perdurar a todo lo largo
de las alternativas favorables y adversas de una vida. Es la práctica del
engaño y de la defensa contra el engaño como sistema de vida social”.
Y, desde
entonces, Venezuela sería conocida como un país de vivos. El que busca
"colearse", el que "trampea" para conseguir su propósito,
el que pone su fe en la “maraña”. Un tema que se calla, pero está arraigado en
nuestra práctica cotidiana. Es la disposición a hacer trampa, picardía, a
burlar normas, a desobedecer reglas de convivencia, pautas morales y jurídicas,
siempre en beneficio propio y en detrimento del otro. El vivo busca tomar
ventaja de algo en el momento o lugar que no le corresponde.
Hay dos
maracuchas investigadoras de LUZ, Vanessa Casanova y Natalia Sánchez, que
ofrecen explicaciones de este grave problema cultural. Casanova resalta que
antropológicamente es una actitud expresada en actos cotidianos, pero que se
solapa, se niega, pues el vivo públicamente no admite que lo es. “Solemos
hablar del vivo en tercera persona, pero en muchísimas situaciones podemos
llegar a pasar por "vivos": el que se "colea", el que llega
buscando a un "amigo" en el banco para que lo pase rápido, el que se
traga la luz del semáforo o se adelanta por la derecha, el que falsifica datos
para obtener algún beneficio del Estado, el recurrir a una palanca para obtener
un puesto de trabajo”... Alerta que “la viveza es tan frecuente que algunos
llegan a considerarla una conducta normal”.
Para Casanova,
se trata de un problema, que aunque en la práctica es individual, su
repercusión es de impacto colectivo. Una de sus causas en que las instituciones
están fallando. “El sistema educativo, los organismos públicos que deben velar
por el cumplimiento de las leyes. Pero, sobre todo, debo señalar que la primera
institución que falla es la familia, porque la viveza se inculca en el hogar”.
Todos hemos presenciado a unos padres aupando a sus hijos para abalanzarse
sobre la piñata, a empujones y golpes si es necesario, para llevarse la mayor
cantidad de juguetes y la razón es “mi hijo no es ningún pendejo”.
Natalia Sánchez,
dice que la viveza del venezolano tiene una explicación sociohistórica asociada
a la condición rentista de Venezuela. Señala que “El rentismo nos hizo poco
productivos y muy consumistas”. De esa anomalía el venezolano heredó la
necesidad de exhibir –comenta– y de allí que en el exterior se nos asocie con
el interés material: enseñar las prendas de oro, el carro último modelo, la
ropa, los zapatos…Para Sánchez, el rentismo inculcó, a su vez, una práctica
perniciosa: que el venezolano prefiera obtener las metas por “los caminos
cortos” para conseguir lo que otros logran con años de trabajo. Sanchez alerta
que “La viveza del venezolano ha terminado por convertirse en un suicidio
colectivo”. Sustenta esta aseveración en el hecho de que el vivo se convierte
en un ser que se autodestruye, porque demuele el tejido social.
La consecuencia
más visible es que la sociedad venezolana entronizó la desconfianza y todos se
perciben como sospechosos. En una sociedad de vivos, nadie confía en nadie, la
desconfianza es tan grande que nos impide generar nexos más allá de la familia.
Y ojo, en la familia también te puede salir un "vivo”. Eso nos impide
avanzar. En el venezolano prevalece la noción de que sólo por nacer en esta
tierra tiene derecho a recibir lo que le toca. Es una especie de lógica de
piratas que están repartiéndose un botín. Somos testigos que ya la renta
petrolera no alcanza sino para beneficio del régimen. Los Gobiernos no han
mostrado interés en combatir los males del rentismo porque esa anomalía les ha
ayudado a permanecer en el poder ante ciudadanos incautos.
Max Weber, un
célebre pensador de origen alemán escribió un texto muy conocido y citado que
lleva por título: “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” (1905).
Los argumentos de carácter culturista, psicológicos y religiosos servían al
investigador para desentrañar el siempre enigmático y desigual comportamiento
histórico de los pueblos y naciones.
En el caso
venezolano, según los historiadores Angel Lombardi y Gonzalez Guinán, “La
irrupción a la modernidad, a través de la independencia, fue un hecho frustrado
por la irrupción y persistencia del fenómeno personalista representado por
caudillos y dictadores que despreciaban cualquier sometimiento a las
constituciones y leyes. La informalidad, lo precario y provisorio se hicieron
normas de comportamientos. Un individualismo anárquico desaforado se hizo
presente en el venezolano, que desorientado y sin brújula, nunca supo ni
entendió acerca de las posibilidades de un proyecto de país concertado y
coherente, donde el esfuerzo de todos en una misma dirección pudiera ofrecer
beneficiosos resultados a todo el colectivo nacional. Ante esta situación de
regresión histórica, apuntalada por el drama de la guerra emancipadora y la
desolación que representó el saqueo del país por parte de los vencedores de la
contienda, el venezolano de a pie se acostumbró a sobrevivir malamente
desarrollado, en forma de códigos de comportamiento, lo que vulgarmente
conocemos como la viveza criolla”.
La viveza
criolla es un verdadero flagelo cultural que anida en los valores humanos y
sociales y los pervierte, es un mal que carcome los valores básicos de la
convivencia, tales como la importancia del trabajo, además de la confianza,
altruismo, dignidad, honestidad… incluso debilita el patriotismo individual. En
consecuencia, empobrece al pueblo en el orden interno y deteriora la imagen de
nuestro país en el concierto internacional, con penosa incidencia general,
tanto en el aspecto moral como en el económico.
Según el
politólogo Aquiles Sojo Perrone, la existencia de una cultura que busca el
placer y evita el esfuerzo y el trabajo se encuentra en la crisis venezolana
que hunde sus raíces en las costumbres, prácticas y en la idiosincrasia de la
“viveza”. Con factores fundamentales en su presentación, como “la falta de
respeto por los demás” y “la indiferencia por el bien común”, en un marco de
intereses individuales, sectoriales y corporativos. Los problemas de Venezuela
se originan en varias causas y tienen importantes raíces morales y culturales.
Están relacionados con algunos valores, creencias, normas y hábitos arraigados
en nuestra sociedad, que influyen sobre nuestro modo de ver y hacer las cosas
como individuos o grupos, en la actividad económica, las instituciones
gubernamentales o la sociedad civil.
Según Sojo
Perrone, la causa principal es la “viveza criolla” como filosofía de progresar
siguiendo la línea del menor esfuerzo e ignorando las normas, el sentido de
responsabilidad y la consideración por los demás, y es la viveza venezolana
extendida a todas las capas sociales y a la totalidad del territorio nacional,
aunque predomina con sus rasgos bien marcados en Caracas. Señala que la viveza
criolla significa depredación oportunista, es decir, la prontitud para obtener
máximo provecho a la mínima oportunidad, sin escatimar los medios a utilizar ni
las consecuencias o perjuicios para los demás.
Uno de los
factores críticos en la aplicación del Principio de Anna Karenina a la
transformación del venezolano para la reconstrucción del país es la “viveza
criolla”, pues suele constituir un estilo de vida, conducta o comportamiento
que fascina a algunos grupos sociales, por interpretarla como una capacidad
especial más digna de admiración que de rechazo. De estos grupos propensos a la
viveza criolla surgieron los “políticos criollos y vernáculos”, lo cual explica
la situación increíble de Venezuela.
Venezuela tiene
que cambiar sus comportamientos reemplazando la viveza por el trabajo, porque
el país no puede avanzar sin trabajar, con una actividad disciplinada y en
equipo, en el cual cada uno asuma plenamente su responsabilidad por el bien
común. La capacidad de recuperación de nuestro país está ligada a la
comprensión y superación de que tanto retroceso y tanta crisis en un país que
todo lo tiene, está ligado más a la conducta y forma de ser de la sociedad que
a factores externos.
La Ilusión de Superioridad o Efecto Dunning-Kruger (D-K). El efecto D-K es un
fenómeno psicológico según el cual las personas con menos conocimientos tienden
a sobreestimar sus cualidades mientras que aquellos más preparados se
consideran menos competentes de lo que son.
En palabras de
J. Kruger y D. Dunning de la Universidad de Cornell "los incompetentes
sufren un doble agravio, ya que no sólo llegan a conclusiones erróneas y toman
decisiones desafortunadas, sino que su incompetencia les impide darse cuenta de
ello". Los autores trataron de averiguar si existía algún remedio para
bajar la autoestima sobrevalorada de los más incapaces. Resultó que sí lo
había: La Educación. Otra deficiencia actual venezolana. El entrenamiento y la
enseñanza podían ayudar a estos individuos incompetentes a darse cuenta de lo
poco que saben en realidad. Todo esto encaja con la vieja máxima de Charles
Darwin: «La ignorancia engendra más confianza que el conocimiento». Decía Bertrand Russell que “el mundo está lleno
de ignorantes completamente seguros de sí mismos e inteligentes llenos de
dudas”.
En realidad, la
educación en Venezuela era, antes de 1999, excelente, no solo en los niveles de
primaria y secundaria, sino que un sin número de compatriotas han tenido acceso
a excelentes cursos de posgrado tanto en el país como en el exterior, y eso ha
sido confirmado a través de la diáspora profesional venezolana en los años
recientes en que varios millones se encuentran dispersos por el mundo y han
tenido alta aceptación. De su buena formación no hay duda.
Un problema es
que, en general, los venezolanos y sobre todo los profesionales, creen que
saben de todo, no hay tema sobre el cual no emitan su opinión y con una
seguridad en sí mismos que impresiona. Una de sus características es la
velocidad de respuesta conque responden sin haber leído la noticia o el
artículo que se esté tratando. Si les mandas un documento, apenas lo reciben te
responden algo como así: Amigo, lo leeré en detalle en deferencia a ti, pero…y
ahí se mandan a dar su opinión sobre lo que sea. Lo bueno es que muchos son
consultores frecuentes en medios europeos y suelen menospreciar a los
académicos por cuanto consideran jamás han gerenciado nada. Los peores son los
que creen de verdad que su experticia les da permiso para hablar de lo que sea
así nunca en su vida volvieron a estudiar más nada después de salir de la
universidad. Y si tienen plata, son inaguantables.
En la segunda
saga de esta trilogía revisaremos los origines, causas y consecuencias de la
corrupción, el Insilio o sentirse extranjero en su país y la Anomia o
debilitamiento de la moralidad común; dejando para el cierre, el análisis del
conformismo, el individualismo extremo, la autoindulgencia, la irreverencia y
la lealtad y la improvisación. Todos, incluyendo los tres aquí considerados,
forman parte de esa serie de factores que es necesario transformar como parte
de la cultura de valores para que, en realidad, tenga éxito la recuperación de
la democracia y la libertad y la familia venezolana vuelva a ser feliz.
Estimados Amigos, les pido excusas por un error en este primer artículo de esta trilogía pues, por omisión, no llegue a enterarme de la noticia publicada en El Nacional “Gobierno interino desmiente sueldo de 5,000 dólares para diputados de la AN”.
ReplyDeleteHola Gustavo. Un sano comentario:
ReplyDeletehubiese preferido que utilizaras "nosotros los venezolanos" y no en tercera persona "los venezolanos".
Por otra parte: ¿Quienes son los venezolanos a los cuales te refieres? O lo dejamos al libre albedrío del lector.
El venezolano que yo recuerdo es tanto el limpiabota como el banquero que no se atrevia a cruzar la Plaza Bolivar sin el debido respeto. El venezolano por lo general era respettuoso, honesto, leal, cuyos valores, principios y modales eran un sello indeleble.
ReplyDeleteNo crees tu que ese venezolano fue perdiendo su brillo a medida que comenzaron a llegar de manera indiscriminada inmigración no selectiva como celosamente cuidan las fronteras paises desarrollados.
Te has dado cuenta que nuestros paises latinoamericanos han sido refugio de toda clade de delincuentes de la 1° y2° guera mundial, amén de los fugitivos de todo el globo.
Miles de extranjeros entraron al país entre los años 1936 a 1958, particularmente de España, Italia y Portugal, y el aporte de ellos ha sido infinito. Ellos influyeron en gran medida a nuestra cultura bien sea en el aspecto laboral, gastronómico y social y se integraron en todos los aspectos con el país y han formado parte digna y ejemplar del desarrollo de este hasta 1999. No hay duda de que Jose Rafael Pocaterra se adelantó a su tiempo. Las Memorias de un venezolano de la decadencia las escribiremos cada uno de nosotros, los venezolanos del siglo XXI.
ReplyDeleteLas últimas dos décadas, y en particular desde el 2015, Venezuela ha ido ocupando aceleradamente una posición de primera en los índices de miseria, inseguridad y criminalidad, tiene la inflación más alta del mundo, está en los últimos puestos en los indicadores de transparencia y es el país más corrupto de América, tiene el peor índice de competitividad y de respeto a los derechos humanos, flaquea en derechos de propiedad, es una economía monoproductora totalmente dependiente, ha destruido el sistema de balances institucionales, ha decaído abruptamente en confianza, en expectativas de futuro y ha perdido gran parte de su clase media profesional y talentos creativos, convirtiéndose, por primera vez en su historia, en un país de emigrantes.
¿Quiénes son los responsables de este proceso de involución social? Es hora de hacernos responsables de nuestra mayoría de edad, no hay liderazgo ni mando, por demás, sin una población que siga y obedezca. Es aquí donde toman sentido las denuncias de Pocaterra quien, más que apuntar a la persona concreta del dictador, señaló como responsable de la decadencia a la sociedad corrompida por un espíritu conformista. Este tiempo es imprescindible que se documente para que lo sepan las nuevas generaciones una vez que logremos recuperar el país y la libertad y volvamos a la democracia porque un factor que no mencione en la trilogía es la fama que tenemos de memoria corta y por eso hemos tropezado varias veces con la misma piedra.
De: Alvaro Rotondaro Gomez
ReplyDeletePara: Gustavo Gonzalez Urdaneta (vía WhatsApp)
Asunto: Comentario a la Trilogía “Anna Karenina y la transformacion del
Venezolano”.
Querido Gustavo: te felicito encarecidamente por tu Trilogía de ¨Anna Karenina y la Transfor-mación del Venezolano¨, ya que partes de ¨El principio de Anna Karenina se deriva de la ora-ción con la que León Tolstoi abre ese libro “Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”, con lo cual nos das a entender lo importante que es ver la diferencia con el otro, y de esa manera, al observar nuestros errores y defectos (el conó-cete a ti mismo de Sócrates), lograr ser un hombre mejor; y al respecto, además de señalarnos la importancia de la educación de la familia, nos indicas la urgente necesidad de cambiar en una serie de factores, que debe seguir la ciudadanía venezolana, para recuperar y reconstruir el país, los cuales son: ¨la viveza criolla, el debilitamiento moral, la corrupción, el comportamien-to político, el conformismo, el individualismo, la improvisaciónn, la corrupción, la anomia o debilitamiento de la moral y el Insilio o el exilio a la inversa, el conformismo, el individualis-mo, la autoindulgencia, la irreverencia y la lealtad y la improvisación. Asimismo advirtiéndo-nos, que la deficiencia en uno solo de estos factores llevará a la continuidad del caos de las dos últimas décadas.
Ahora bien, tu explicación de cada uno de esos factores fue tan clara, que no me quedó la mas mínima duda, que todos esos factores deben ir como un común denominador, para cualquier proyecto de reinstitucionalización de los poderes públicos a reformar y a la recuperación del destrozo en que ha dejado este régimen a nuestro país. Recibe un fraternal abrazo y que Dios te bendiga en unión de tu bella familia
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ReplyDeleteDon Gustavo con audacia nos captura con un titulo, que confieso, no le encuentro hilacion con el complejo tema que le ocupa, motivado este, no cabe duda, por su amor y preocupacion por nuestra maltratada patria.
Siempre he sido enemigo de caracterizaciones sociologicas o antropologicas, no sabria como llamarlas, de pueblos o naciones. Los rasgos que Gustavo destaca del venezolano son la viveza criolla, la ilusion de superioridad, la corrupcion, el individualismo, la conformidad, la autoindulgencia, irreverencia, improvisacion, rasgos que en mayor o menor grado estan presentes en diversos pueblos de la tierra, por no decir todos. Determinar porque paises, naciones, se han desarrollado en forma diversa es una empresa harto dificil. En el mundo occidental se menciona casi religiosamente el libro de Max Weber, La Etica del Protestantismo y el Espiritu del Capitalismo; en el mundo oriental se mencionan las doctrinas de Confucio con su enfasis en la disciplina, la autoridad, la cooperacion y el trabajo. Uslar Pietri menciona que los conquistadores llegados a lo que luego se llamaria Venezuela solo buscaban el Dorado, mientras que los Peregrinos llegados a Plymouth buscaban librarse de persecuciones religiosas, lo que no les impidio tiempo mas tarde quemar algunas brujas. Herrera Luque en Viajeros de Indias destaca lo que vino de la Peninsula Iberica, aventureros, fugitivos de la justicia. Y resulta que gran parte de la inmigracion inglesa a sus colonias australianas eran reos de la cruel justicia inglesa a quienes se les ofrecia la alternativa de irse a aquel lejano territorio olvidandose asi sus culpas. Cuando escucho hablar de las diferencias entre alemanes y venezolanos, como si fuesen etnias diferentes, pienso en Guayana, Maracaibo, San Cristobal adonde llegaron alemanes para quedarse, y agrego aquellos rudos vascuences que vinieron con la Guipuzcoana y se enraizaron en nuestra tierra. Agrego tambien las oleadas de republicanos exiliados, de italianos, portugueses, centroeuropeos, que se sembraron en estas tierras abiertas, generosas. Y mucho mas cercano, el mestizaje aleman-criollo en las calidas playas de Choroni y la simpatica historia de las alegres mujeres de las zonas de tolerancia entre Ciudad Bolivar y Ciudad Guayana, convertidas mas tarde en honestas matronas en tierras bavaras, llevadas alla por trabajadores alemanes que no pudieron resistirse a sus encantos.
Y en cuanto a disciplina, por citar alguna de las supuestas carencias del venezolano, en USA si nos comemos la luz o no respetamos un stop, pues nos multan. Y eso crea disciplina y combate la anomia.
ReplyDelete2 de 2
Y si bien es muy cierto que algunos pueblos tienen exito y otros no, si vemos la Historia con una perspectiva mas amplia, es decir, mas historica, me llama la atencion la enorme diferencia entre Marco Aurelio y Berlusconi, o entre Seneca y Pablo Iglesias, quienes vivieron en las mismas tierras en epocas muy diferentes. O entre los barbaros habitantes de los cerrados bosques de lo que es hoy Alemania y los refinados aristocratas romanos cuando Roma era el centro del mundo.
Creo que lo fundamental son las Instituciones, creadas por el Hombre en circunstancias historicas y geograficas diferentes. Algunos pueblos se convirtieron en Imperios de los cuales solo quedan recuerdos; otros sobrevivieron al embate de los tiempos y de ellos menos recuerdos perduran. Lo que si queda es el resultado de decenas de siglos de trabajo y realizaciones, llenos de luces y sombras, de diversos pueblos de la tierra que con el paso del tiempo se amalgamaron en la aventura humana.
Las caracterizaciones siempre tienen un sabor de superioridad; en Venezuela, a quien llamamos Juan Bimba, a los que consideramos nuestros pares ? En USA, quienes son los Red Neck, White Trash, Joe Six-Pack ? Con seguridad no son los egresados de las Ivy-League.
En el caso especifico de Venezuela la inmediatez de nuestra precaria situacion nos hace ser muy duros con los juicios; pero Venezuela no aparecio en el 2000. Ademas, y sin entender la razon, somos muy benevolos cuando juzgamos a otros pueblos, como a los Europeos, con larga tradicion cultural unida a sangrientas experiencias que marcaron epocas. Yo no recuerdo ningun progrom ocurrido en Venezuela, ni las atrocidades de la Inquisicion, ni el pillaje en tierras africanas, menos aun una ilusion de superioridad que incinero a seis millones de personas.
Por qué el venezolano que trabajaba en la industria petrolera o en la Electricidad de Caracas o en los inicios del Metro actuaba de manera diferente? ..será que las empresas lo absorbían..eran como un melting pot ?
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