El Principio de Anna Karenina y la Transformación del Venezolano (II)
El Principio de
Anna Karenina y la Transformación del Venezolano (II)
Gustavo Gonzalez
Urdaneta
Miami, 29 abril
2020
El principio de
Anna Karenina se deriva de la oración con la que León Tolstoi abre ese libro
“Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz
lo es a su manera”. En esencia, hay más maneras en que una familia pueda ser
infeliz que feliz. El principio, popularizado en el libro Guns, Germs and Steel
de Jared Diamond, afirma que una deficiencia en cualquiera de una serie de
factores hace fracasar el esfuerzo.
En otras
palabras, aplicado a Venezuela, el principio de Anna Karenina pensando en
recuperar y reconstruir el país, la ciudadanía venezolana debe cambiar en una
serie de ciertos factores, por ejemplo: La corrupción, la anomia o
debilitamiento de la moral y el Insilio o el exilio a la inversa, La
deficiencia en uno solo de estos factores llevará a la continuidad del caos de
las dos últimas décadas.
La Corrupción en Venezuela es considerada alta para los estándares
mundiales y es prevalente en todos los niveles de la escala social venezolana.
Durante toda la historia de Venezuela se evidencia la presencia persistente e
intensa de la corrupción. En el caso particular de Venezuela, el descubrimiento
del petróleo a principios del siglo XX ha empeorado la corrupción pública y
privada. Aunque la corrupción es una variable difícil de medir fiablemente,
según estudios realizados por la organización "Transparencia
Venezuela" en el Índice de Percepción de la Corrupción 2018, Venezuela
ocupaba el lugar 168 entre 180 países, un nuevo estudio registró que en el año
2019 se elevó al puesto 176 de un total de 180 países, lo que significa que el
gobierno de turno no ha mejorado su intención de corregir la corrupción.
En 1991, el
autor Ruth Capriles escribió “La historia de la corrupción en Venezuela”, es la
historia de nuestra democracia, que detalla una gran cantidad de casos de
corrupción en el país. En 1997, Pro-Calidad de Vida, una ONG venezolana dijo
que algunos de los 100.000 millones de dólares de los ingresos petroleros han
sido utilizados inadecuadamente en los 25 años pasados. Sin embargo la mayor
corrupción se desarrolló con la aplicación del sistema del control cambiario.
sobre todo durante el control cambiario entre el 2003 y el 2016 que fue muy
prolongado y permitió la mayor corrupción en la historia venezolana y que
involucró a miles de funcionarios del gobierno.
En Wikipedia
están documentados una docena de casos de corrupción desde la colonia hasta el
inicio de la Revolución Bolivariana. A partir del 2000 hay 48 casos de
diferentes tipos de corrupción dentro del sector público involucrando tanto
funcionarios del gobierno como personalidades del sector privado.
El control de
cambio (RECADI y CADIVI) fue usado como la fuente de corrupción más grande en
la historia venezolana hecha legal. Muchos de estos casos consistían en préstamos
otorgados en bolívares y que al poco tiempo eran reembolsados en dólares a
precio preferencial en complicidad con ciertos funcionarios que eran sobornados
para realizar dichas operaciones. Actualmente están siendo investigados por el
tesoro estadounidense por el lavado de 4,500 millones de dólares, así como
otros que utilizaron el mismo mecanismo para desfalcar las reservas en moneda
extranjera de Venezuela y lavar para sus propios beneficios.
La oposición ha
denunciado la empresa Derwick Associates desde el 2011, por sobreprecio en
numerosas obras en el sistema eléctrico de Venezuela. La Empresa era propiedad de familiares de
quien era Presidente de Corpoelec: Javier Alvarado. Derwich era una empresa
familiar con varios negocios aquí en Venezuela, y mediante los cuales llevaba a
cabo contratos con el gobierno. Javier Alvarado se pagaba y se daba el vuelto.
Los principales contratos a los “bolichicos” fueron entregados durante la
gestión del fallecido Alí Rodríguez Araque en el Ministerio de Energía
Eléctrica y de sus viceministros Javier Alvarado y Nervis Villalobos,
actualmente procesados en España por lavado de dinero. Según Thor Halvorssen,
“el Estado venezolano pagó más de 2 mil millones de dólares a los bolichicos
por chatarra termoeléctrica que vendieron con sobreprecio”.
En el 2016, una
investigación a Derwick para el diario The Wall Street Journal, dijo que los
miles de documentos de la compañía que se revisaron sugieren que Derwick le cobró
al gobierno venezolano entre $2,000 millones y $ 2,200 millones por los 11
proyectos en los años 2009 al 2011, trabajo que podría haberse hecho pagando
solo entre $1,300 millones y $1,400 millones. “Hubo al menos $800 millones de
sobrefacturación”, dijo la investigación, Sin embargo la ONG Transparencia
Venezuela manifestó que Derwick recibió 11 contratos de construcción por un
valor de $2.9 mil millones.
Investigadores
consideran que la corrupción se propicia en ambientes donde existe un monopolio
del poder y discrecionalidad y donde fallan los mecanismos formales de
rendición de cuentas. Según
Transparencia Venezuela, el Estado venezolano tiene un papel mucho mayor que en
otros países latinoamericanos, hay menos transparencia relacionada con el uso que
hace del dinero y está menos sujeto al escrutinio. La falta de división de
poderes entre el Ejecutivo y la Justicia y la triste gestión legislativa de la
AN no ayuda en nada al control de la corrupción. Es imperativo establecer un
sistema como el “Check and Balances” de EE. UU.
El libro “La
riqueza y pobreza de las naciones” de David S. Landes concluye que las
sociedades desarrolladas se rigen por un principio básico: “El único recurso
natural es la confianza interpersonal”. De esto se desprenden dos aspectos
fundamentales: Primero, que la honestidad es la base de la riqueza y segundo
como consecuencia, la economía fluye y crece en base a dicha honestidad. Si
esto es así, lo contrario también es válido: La corrupción es la base de la
pobreza y la economía se estanca en proporción directa a los niveles de
corrupción. David S. Landes menciona a Japón que sin prácticamente recursos
naturales es una sociedad rica porque la confianza interpersonal está dada por
sentada en las relaciones comerciales. Por el contrario, nosotros tenemos las
reservas de petróleo más grandes del mundo pero al mismo tiempo somos muy
pobres.
¿Qué habría que
hacer? Rehacer al país desde cero. Diseñar un sistema
político-económico-judicial que sea intolerante con la corrupción, como el de
Singapur, a través de reglas, procedimientos y controles estrictos, esto aunado
a una educación moderna que modele a un individuo respetuoso y responsable con
los demás y el ambiente. Si hacemos esto, la política no será una vía expresa
para robarse un botín a través de un puesto público. Como consecuencia y de
forma natural, la política atraerá a la gente con vocación de servicio (y no de
enriquecimiento). Sólo así comenzaremos a mejorar como país, como sociedad
respetable y con calidad de vida y oportunidad para todos.
A nivel
personal, culturalmente hablando, no hay nada más diferente que un venezolano y
un alemán, pero en el fondo tenemos la misma base de valores judeo-cristianos.
Por esta razón es que la integración de otras culturas con otros sistemas de
valores es tan difícil y escasamente exitosa. Al menos contamos con la base,
pero tendríamos que construir las paredes y el techo.
Si los seres
humanos somos animales sociales, los venezolanos somos bestias sociales. Creo
es el fruto de nuestra cercanía con la cultura española, mucho sol, música y
baile. Es divertido e interesante conocer más facetas, por ejemplo, del
gentilicio típico alemán y esto ayuda a ver a la cultura de forma más
holística, usando como estrategia el ver primero la parte positiva de las
personas. Esto ayudaría a construir las paredes y el techo más y más rápido. A
fin de cuentas, sino te adaptas o reinventas, mueres de una u otra forma. Es necesario que el venezolano cuente con una
caja de herramientas culturales que use a diario de acuerdo con la utilidad de
cada momento. Esto le proporcionará una gran riqueza interior y versatilidad
que sigue desarrollando, pero lo mejor de todo es, que esto lo alejaría de esos
rincones oscuros donde solo hay resentimiento y frustración.
En la continua
observación de las sociedades modernas del primer mundo, llama mucho la
atención los valores subyacentes que determinan ciertos comportamientos que van
desde el individuo hasta su reflejo insoslayable en la colectividad. Entre esos
valores, diferentes a los típicos, anotaría los siguientes: Primero, el respeto
y consideración hacia los demás: La gente no escucha música a toda mecha porque
saben que perturba a los demás. Si en playa Pantaleta hubiese sólo alemanes, no
escucharías a todo volumen y al mismo tiempo a Nirvana, Daddy Yankee y Maluma.
Eso es ser muy civilizado porque consideran a los demás en primer lugar.
Segundo, suelen ser muy generosos y solidarios si te acercas a ellos con un
interés auténtico y bien intencionado. Yo viví tres años en Londres y llevo
seis en EE. UU., y aunque me conocen muy poco, siempre han querido ayudarme y
tengo hoy muy buenos amigos. Tercero, trabajan muy duro y por eso son
básicamente naciones ricas, pero además lo hacen de forma ordenada y muy estructurada.
Cuarto, tienen mentalidad de equipo y de “Fair Play”, juego limpio. Esto hace a
las empresas, puestos de trabajo y equipos deportivos prósperos, exitosos y
estables.
Además hay una
cualidad, en esas sociedades, que a todo venezolano debería importar: Muy baja
predisposición a la corrupción. Esto no es sólo producto de una buena
educación, eso sería muy reduccionista, sino porque tienen un sentido profundo
de “lo que es correcto e incorrecto”. Saben que lo contrario conduce a la
corrupción y al caos y en general odian el caos, por eso reaccionan
inmediatamente para combatirlo.
Desde Kant se
sabe que uno de los rasgos de la moral es la autonomía, y que ella se
manifiesta por la aceptación de los principios o normas por sus propios
méritos, y no por haber sido prescriptas por alguna autoridad, o por las
circunstancias en que deben ser aplicadas. Pero buena parte de las acciones que
desarrollamos no tienen eficacia por sí solas, sino como parte de prácticas
sociales; pretender realizar la mejor acción desde el punto de vista moral,
aisladamente, sin tomar en cuenta los efectos que producirá en combinación con
otras, es una irresponsabilidad. Por lo tanto, lo que necesitamos justificar
sobre la base de principios morales autónomos, no son acciones aisladas, sino
nuestra contribución o no a las prácticas colectivas. Una deficiencia en la
sociedad venezolana y uno de los factores claves en la aplicación del Principio
de Anne Karenina en la recuperación del país.
La Anomia o
debilitamiento de la moral común, fue un término introducido por Emile Durkheim, uno de los fundadores
de la sociología moderna, en su obra “La división del trabajo en la sociedad”
(1893): Se denomina anomia a la falta de normas o incapacidad de la estructura
social de proveer a ciertos individuos de lo necesario para lograr las metas de
la sociedad. Según Durkheim la anomia es "Un estado sin normas que hace
inestables las relaciones del grupo, impidiendo así su cordial
integración". Algo que padecen los venezolanos.
Durkheim estudia
las causas y tipologías de esta conducta y encuentra que se caracteriza por una
pérdida o supresión de valores (morales, religiosos, cívicos...) junto con las
sensaciones asociadas de la alienación y la indecisión. Y esta disminución de
los valores conduce a la destrucción y la reducción del orden social: las leyes
y normas no pueden garantizar una regulación social. Este estado lleva al
individuo a tener miedo, angustia, inseguridad e insatisfacción y lo pueden
conducir al suicidio. La anomia es una falta de regulación de la sociedad sobre
el individuo, al que impide limitar sus deseos sufriendo un mal
"infinito".
La anomia es
bastante común cuando el entorno social asume cambios significativos en
economía, por ejemplo, ya sea para bien o para mal, y más generalmente cuando
existe una brecha significativa entre las teorías ideológicas y valores comunes
enseñados y la práctica en la vida diaria. El término anomia, que se emplea en
sociología para referirse a una desviación o ruptura de las normas, es también
utilizado para señalar las sociedades o grupos en el interior de una sociedad
que sufren un caos debido a la ausencia de reglas de buena conducta comúnmente
admitidas, implícita o explícitamente, o peor: debidas al reinado de reglas que
promueven el aislamiento o incluso el pillaje más que la cooperación.
Concretamente, según Durkheim, la anomia implica la falta de normas que puedan
orientar el comportamiento de los individuos.
La mayor presión
conducente al desvío se da entre los grupos socioeconómicos más bajos y las
conductas desviadas son: el crimen, la delincuencia juvenil, la drogadicción,
la violencia doméstica o violencia en general, el suicidio, los desórdenes
mentales, el alcoholismo, etc. Se supone que la anomia es un colapso de la
gobernabilidad al no poder controlar una emergente situación de alienación
experimentada por un individuo o una subcultura, lo que provoca una situación
desorganizada que resulta en un comportamiento no social.
Carlos Santiago
Nino, en “Un país al margen de la ley” (1992), señala sobre la base de la
sociedad argentina una larga serie de conductas observables que configuran un
conjunto social anómico: la forma en que se transita por los espacios públicos,
cómo estos son cuidados, la naturalidad con que se evaden las responsabilidades
cívicas "pago de impuestos, por ejemplo", la forma en que se
contamina el ambiente, la extensión de la corrupción, etc. Testimonios todos de
una sociedad abrazada a la ilegalidad entendida como falta de respeto a las
normas.
Nino sugiere que
las normas sociales se formulan para reducir las anomalías y permitir alcanzar
los fines o aspiraciones. La inobservancia de tales normas adquiere básicamente
tres formas: El que se adhiere a los fines generales pero pretendiendo
satisfacerlos a través de una conducta diferente a la prescripta por la norma;
El que observa la norma ignorando los fines a la que ella sirve o el que se
aprovecha de los intersticios de las normas para satisfacer fines personales.
La anomia se constituye con la generalización en el grupo social de cualquiera
de las tres variedades de comportamientos mencionados. Tenemos que empezar por
la restitución de la normativa social y recuperar la cultura de los valores
para lograr que la familia venezolana vuelva a ser feliz.
El Insilio –el
exilio a la inversa– ha provocado
que el venezolano se sienta un forastero dentro de Venezuela. De ahí que los
habitantes desarrollen su cotidianidad en el encierro de sus casas, en una
burbuja, en un mundo creado a partir de expectativas de autoprotección y
sobrevivencia. El Insilio tiene un particular acento para los venezolanos.
Alude a los mecanismos de aislamiento y autoprotección como efecto de la
persecución y represión política. Por eso, hoy los habitantes de Venezuela
hablan de estar encapsulados en una burbuja. Hace dos años leí el artículo “El
Insilio, o de como el venezolano se siente extranjero en su propio país” de
Néstor Llabanero que me introdujo a ese concepto que hoy considero es otro de
los factores claves para que el venezolano vuelva a ser feliz y, es entonces,
cuando realmente se lograra la recuperación del país.
Para el
politólogo Hernán Castillo, profesor de Ciencias Políticas en la universidad
Simón Bolívar, el Insilio puede manifestarse en diversos ámbitos. En el
económico se produce cuando el venezolano no puede salir del país por razones
económicas. O cuando no puede desplazarse en el propio país por la misma causa
(imposibilidad de obtener efectivo y gasolina). Explica este historiador que
ese encapsulamiento por origen monetario lleva al venezolano a desvincularse de
cualquier vanguardia cultural. “Ese sería el Insilio cultural, vivir en un
claustro, encerrado, aislado, en un gueto emocional y espiritual”.
María Magdalena
Ziegler, investigadora e historiadora del arte dice “Incluso, en el exterior ya
Venezuela es vista distinto. Los venezolanos no somos quienes éramos, para bien
o para mal. Nuestros referentes culturales hoy son otros y los de antaño ni
siquiera los recordamos con nostalgia, sencillamente no los recordamos. Eso es
quizás lo más grave”. Pocos tienen en cuenta la Venezuela previa a 1998.
Pensemos que quien haya nacido ese año, hoy tiene 20, es un adulto sin
referentes de un país que no conoció, porque incluso el deterioro de la
infraestructura es una excelente política para volver una ruina eso que se
desea no quede ni para el recuerdo.
El contexto
también son los afectos. Para definir el Insilio, La psicóloga Meury Rivero,
psicoterapeuta de la UCV, hace referencia a una cita que se hizo viral en las
redes sociales: “Nadie extraña más a Venezuela que quienes vivimos en ella.
Basta con tomar una camioneta, montarse en el metro o ir a una panadería y ver
como aparece ese sentimiento de añoranza por un país que ya no está. Estando en
sus espacios comunes, el venezolano no los reconoce”. Todos los días alguien se
va del país y hay situaciones de personas que han quedado solas en un piso de
cuatro apartamentos, sin vecinos. O edificios donde hasta la conserje se ha
ido. “La cotidianidad nos golpea psíquica y afectivamente”, diagnostica la
experta.
El venezolano
necesita volver a sentir que está viviendo en un lugar al cual está vinculado
emocionalmente. Recordar lo bueno hace que el cerebro se conecte con cosas
positivas y se establezca un compromiso con uno mismo en cuanto a que ese
deterioro extremo no se traslade al adentro del ser humano. Conectarse con la
gratitud es importante. Hay mucha gente buena que sigue en Venezuela.
En la tercera
saga de esta trilogía revisaremos las causas y consecuencias del conformismo,
el individualismo extremo, la autoindulgencia, la irreverencia y la lealtad y
la improvisación. Todos, incluyendo los seis de las dos primeras, forman parte
de esa serie de factores que es necesario transformar como parte de la cultura
de valores para que, en realidad, tenga éxito la recuperación de la democracia
y la libertad y la familia venezolana vuelva a ser feliz.
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