Si hay algo realmente latinoamericano…es El Bolero (III): Compositores, intérpretes y anécdotas

Si hay algo realmente latinoamericano…es El Bolero (III): Compositores, intérpretes y anécdotas
Gustavo Gonzalez Urdaneta
Miami 24 junio 2020

La música nace a partir del acto creativo del compositor. Este acto no depende normalmente de la aparición casual de la inspiración. Se trata de una habilidad para la que algunas personas tienen cualidades que desarrollan con un trabajo serio y constante. El intérprete es el segundo eslabón de la creación musical. Su papel es muy importante, puesto que se encarga de dar vida a la música y de comunicarla a los demás. Los grandes intérpretes son capaces de imprimir su sello personal, hasta convertirse en verdaderos creadores.


El mundo de la música encierra historias de diferentes tipos. No todas tienen que ver con canciones, recitales y escenarios. Alrededor de discos y artistas existen mitos, leyendas y rumores que, ciertos o no, trascienden las carreras de boleristas como Alfredo Sadel, Benny More, Felipe Pirela, Miguelito Valdés e incluso Rafael Hernandez. Muertes dudosas, cuestiones diabólicas y polémicas transfusiones de sangre son algunas de las anécdotas más populares. Es imposible rendirle honor al océano de compositores, intérpretes y sus historias, pero al menos recordemos algunos de ellos.


Pocos compositores han logrado expresar la amargura del amor no correspondido con la sensibilidad del veracruzano Agustín Lara —amante de las mujeres, la bohemia y las melodías bonitas. Pese a tener un éxito extraordinario con las mujeres, ‘El Flaco de Oro’ tiene la triste reputación de haber hecho sufrir a sus parejas con violentos ataques de celos. Algunos cronistas de la música mexicana cuentan que la inspiración de Noches De Ronda surgió de una noche angustiante esperando la llegada de María Félix. Pese a que su romance terminó en divorcio, Lara sostuvo que “María Bonita” fue el amor más grande de su vida.


Es imposible caminar al borde del mar en cualquier país caribeño sin pensar en la letra de “Vereda Tropical” escrita en 1936 y estrenada en 1938, composición del mexicano Gonzalo Curiel Barba. Otros artistas la interpretaron, incluyendo a Toña La Negra, Javier Solís y el mismo Henry Mancini. Pero ninguna versión tiene la ternura y el candor de la grabación del Trío Los Panchos en colaboración con la cantante estadounidense de origen turco Eydie Gormé. Los Panchos son una institución del bolero, pioneros del sonido acariciador de los tríos que causó sensación en la década del cincuenta. El agregado de una voz femenina les vino como anillo al dedo especialmente una voz tan pura como la de Gormé y su delicioso acento extranjero. Cuando canta “Hoy sólo me queda recordar/Mis ojos mueren de llorar”, nos derretimos ante la sinceridad de su melancolía. Vereda tropical es una de las canciones más significativas de la época de oro de la canción mexicana y se ha grabado también en inglés, francés, alemán e italiano.


La traición amorosa y la crueldad de una mujer indiferente son elementos para todo bolero que se precie de rasguñar el corazón. “Perfidia (1939)”, del compositor mexicano Alberto Domínguez, combina su letra venenosa con una melodía tan bella que hasta apareció en la película Casablanca. La grabaron centenares de artistas, en inglés y en español. La versión del cubano Ibrahim Ferrer, grabada luego de que conociera la fama con el Buena Vista Social Club, tiene un encanto particular.


Nuestro homenaje al bolero continúa con una canción que va mucho más allá del cancionero latinoamericano, siendo parte de la cultura popular en todo el mundo. Fue parte del repertorio inicial de Los Beatles, grabada por Elvis Presley, Dean Martin y Frank Sinatra — pero popularizada inicialmente por Lucho Gatica. La versión del italiano Andrea Bocelli es quizás la mejor de todas. “Bésame Mucho” fue creada en 1940 por la compositora mexicana Consuelo Velásquez, basada en una obra del español Granados. Una melodía simple, llena de ternura, que, como los mejores boleros, no envejece jamás.


El año era 1942 cuando el hermano del compositor puertorriqueño Noel Estrada había sido enviado por el ejército a Panamá y echaba de menos a San Juan. Como buen hermano, Estrada escribió un bolero para apaciguar estos sentimientos, y se transformó en éxito internacional. “En mi viejo San Juan” ha sido grabada por Luis Miguel, Marco Antonio Solís, Trío Los Panchos, y Rocío Dúrcal, entre otros. La versión de Solís y “Maelo” Rivera es quizás la que mejor capta la pureza de la melodía original.


“Ebria canción de amargura que murmura el mar”, escrita en 1942 por el polifacético Julio Gutiérrez —pianista de la orquesta tropical Casino de la Playa— “Llanto De Luna” es uno de los boleros más elegantes y sombríos del cancionero cubano. Fue un puertorriqueño, Tito Rodríguez, que grabó su versión definitiva. Rodríguez fue protagonista de la explosión del mambo en Nueva York, compitiendo con Tito Puente y Machito por la supremacía musical en el club nocturno Palladium. Fue un cantante y director de orquesta increíblemente ecléctico, que grabó discos instrumentales y se sintió igualmente cómodo en el territorio nocturno de la canción romántica y las guarachas bailables. Rodríguez será siempre recordado por el tema “Inolvidable”, compuesto también por Gutiérrez.


Cuando La Sonora Matancera se convirtió en la orquesta tropical más popular de Latinoamérica durante la década de los 50, el grupo se destacó por su extraordinaria versatilidad. Gracias a las voces de artistas como Celia Cruz y Leo Marini, la Matancera creó un repertorio de boleros, adornados con los solos del pianista Lino Frías. La voz de Bienvenido Granda, “el bigote que canta”, le agrega un sentimiento solemne a este bolero con el estilo típico de la Matancera. “En la orilla del mar” (1951) …♫Luna, ruégale que vuelva, y dile que la espero muy solo y muy triste en la orilla del mar…♪) es un bello y conocido bolero interpretado por Bienvenido Granda, con acompañamiento de la Sonora Matancera; cuya autoría ha sido objeto de disputa y generado polémicas dando, a veces, la impresión de haber sido dilucidadas; y, en otras, la de persistir las dudas por parte de los polemistas.


♫Ojos negros/Piel canela/Que me llegan a desesperar ♪♪…. Este sinuoso bolero fue interpretado por Celia Cruz, José Feliciano y tantos otros. Es obra del cantautor puertorriqueño Bobby Capó. Nacido en 1922, Capó emigró a Nueva York a principios de los años 40, donde integró la orquesta de Xavier Cugat. Escribió docenas de éxitos, incluyendo El Negro Bembón, popularizado por Cortijo y su Combo, y la nostálgica Soñando con Puerto Rico. La dulzura de “Piel canela (1952)” quizás sea su momento más feliz. “Las tres cosas” (1952), pocas canciones han logrado describir la borrachera de un enamoramiento como este bolero del compositor español Carmelo Larrea. que ha sido grabado hasta el hartazgo, pero nadie pudo igualar la ternura de Pedro Infante, que grabó esta canción en octubre de 1952, y la interpreta en una escena de la película ‘Necesito dinero’, mientras baila abrazado a Sara Montiel……♪Si será tu pelo/Si será tu boca/Si serán tus ojos/O son las tres cosas/Que me han vuelto loco…♫...


“Plazos Traicioneros (1953)”, la letra es fantástica, llena de ironía, reprochando las promesas falsas de una mujer que nunca cumplirá. Obra del compositor cubano Luis Marquetti (que también escribió la más festiva El Cuarto de Tula), Plazos Traicioneros ha sido interpretada por Celio González, Julio Jaramillo y el salsero Héctor Lavoe, entre otros. Celia Cruz la grabó en 1977, bajo la dirección musical del trombonista y productor Willie Colón. Celia es recordada particularmente por rumbas y guarachas, pero Celia tenía un don para el bolero, expresado en sus grabaciones con la Sonora Matancera en los años cincuenta, y posteriormente con Tito Puente y Johnny Pacheco. Contrariamente a La Lupe, que desencadenaba sentimientos desesperados en sus canciones, “Que te pedí”. Celia prefiere utilizar la sobriedad y elegancia como armas principales para encarar estas penumbrosas canciones de amor.


En agosto del año 1955, el gran bolerista venezolano Alfredo Sadel se encontraba en gira en Cuba en compañía de Aldemaro Romero, quien dirigía su orquesta y era responsable de todos los arreglos, circunstancia que, además, propició uno de los encuentros artísticos más memorables que se recuerden, como lo fue aquel entre el Tenor Favorito de Venezuela y el llamado «Bárbaro del Ritmo», el gran Benny Moré. El resultado fue un dúo sin igual cantando el famoso bolero «Alma Libre» (1943), del compositor cubano Juan Bruno Tarraza; sin embargo, este encuentro está colmado de ciertas particularidades que casi dieron al traste con esta joya musical que espero al terminar de leer estas líneas la puedan oír …” si me quieren se querer/si me olvidan se olvidar/ porque tengo el alma libre para amar…♪ https://www.youtube.com/watch?v=4X9kFVtjAaQ


La primera circunstancia adversa fue que el también reconocido Sonero Mayor se tardó más de lo esperado, haciendo pensar a todos los que lo esperaban, en los legendarios estudios de la CMQ de La Habana, que ya no llegaría; de hecho, se dice que Sadel había ya decidido irse, de seguro algo molesto y tal vez apremiado por algún otro compromiso. Cuando finalmente llegó el Benny, resultó, como segunda adversidad, que estaba bastante pasado de copas, es decir, tan borracho que nadie creía que pudiera sostenerse en pie y cantar con propiedad…. ¡Fue todo un éxito!  


El éxito de Los Panchos inspiró a toda una generación de tríos mexicanos, muchos de los cuales desarrollaron una identidad propia: Los Tres Ases, Los Tres Diamantes, el trío de Virginia López y Los Dandys. Este último se convirtió en cuarteto con el agregado de Armando Navarro en el requinto. Su primer éxito llegó en 1957 con Gema, un bolero de un sonido particularmente etéreo que se transformó rápidamente en clásico del cancionero latinoamericano. Su gran defensor fue el cantante de Los Dandys, Francisco Escamilla. Los otros integrantes del grupo no estaban convencidos de que valiera la pena grabarla. Su autor fue Luis Cisneros Alvear, conocido como ‘Güicho’ Cisneros, proveniente del estado de Durango. En el tren que lo transportaba a la ciudad de México, Cisneros conoció a una muchacha que lo inspiró a componer su primera canción: Amalia. Pero fue con Gema que Cisneros conquistó el corazón de millones de latinos.


El artemiseño José Dolores Quiñones había salido de Cuba en 1944 rumbo a México, donde pasa por el trío Los Tropicales con Gelasio de Lis y Juanito Blez. También fue guitarrista acompañante y voz junto a las Hermanas Julián. Al año siguiente Alberto Ruiz le canta «Al vaivén arrullador» en una película, en México. Pero quizás 1958 es su año más importante, cuando Vicentico Valdés le graba «Los aretes de la Luna», Javier Solís lo coloca en el Hit Parade de México con «Vendaval sin rumbo», Antonio Machín, también le graba y el Benny Moré comienza a grabarle «Camarera del amor» y también los temas «Que me hace daño», «Sin una despedida», mientras Los Hermanos Bermúdez lo hacen con «Levántate». 


Conocido como ‘El Guapo de la Canción’, Rolando Lasserie es uno de muchos cantantes latinoamericanos cuyo talento ha sido injustamente ignorado con el pasar del tiempo. Proveniente de Cuba, Laserie se hizo famoso adaptando temas de otros géneros al sonido tropical —el tango “Las Cuarenta” y la canción de Palito Ortega “Lo Mismo Que A Usted” son dos de sus más grandes éxitos. En sus manos, el archiconocido bolero “Sabor A Mí (1959)” se transforma en una explosión de anhelo e intensidad. Su fraseo es inolvidable. La canción, grabada por cientos de artistas a través de las décadas, fue escrita por el mexicano Álvaro Carrillo, que falleció trágicamente en 1969, víctima de un accidente automovilístico. Durante su carrera artística, Carrillo escribió más de 300 melodías, de la cual Sabor A Mí es la más famosa.


Nat King Cole, empezó su carrera como pianista, pero la gente se enamoró de su voz y así surgió un rey de la canción. En 1958, Nat King Cole lanzó un disco de canciones en español. Su segunda parte, A mis amigos, de 1959, fue grabada en Brasil e incluye una versión del bolero cubano de 1929, “Aquellos ojos verdes”. La orquestación de Dave Cavanaugh acompaña la voz de Cole con una capa de cuerdas y vientos, y nos transporta de lleno a los años 50. A fines de los años 60, el cantante mexicano José José contribuyó al desarrollo de la balada romántica, combinando el formato del bolero con ecos de jazz y bossa nova brasileña. Pero José José también incursionó en el territorio bolerístico, favoreciendo las composiciones de su compatriota Roberto Cantoral (autor de El triste, Reloj entre otras joyas). Su versión de La barca (1956) derrocha pasión y opulencia orquestal, haciendo alarde de unas cuerdas vocales que parecen haber sido creadas para interpretar composiciones románticas.


Es oportuno mencionar otra famosa canción de Roberto Cantoral, Reloj (1956), y la historia de esta. El Trio Los Cabaleros, del cual formaba parte Roberto Cantoral, fueron invitados a una gira en la cual Cantoral conoció a una joven bailarina que también participaba de la gira. La última noche, después de varios meses de gira, en el bar de un hotel, en la ciudad de Washington, estaban sentados frente a un cristal que les permitía ver hacia el río Potomac. Cerca de ellos, un reloj de pared lograba hacerles llegar el inexorable tic-tac que, en su inconsciente, les arrastraba hacia un abismo de tristeza, por la terminación de aquel romance, breve en tiempo pero profundo en su intensidad. Corría 1956 y, al día siguiente, el joven compositor Roberto Cantoral compuso dos de sus más grandes éxitos, melodías que reflejan la tristeza de la separación que había sufrido: El Reloj y La Barca. Examinemos la letra de la primera, en donde encontraremos esos rasgos creados por la inspiración del autor en sus momentos de desánimo.


“♫Reloj no marques las horas, porque voy a enloquecer♪”, refleja el sentimiento de desesperación que Cantoral sentía por la separación y, lo irremediable de esa terminación se presenta en el siguiente párrafo, cuando dice: “♫ ella se irá para siempre, cuando amanezca otra vez ♪”. Lo efímero de la relación y el momento lo presenta Cantoral en los siguientes versos: “♫ Nomás nos queda esta noche, para vivir nuestro amor, y tu tic-tac me recuerda, mi irremediable dolor ♪”.


Cantoral, en su desesperación, buscó algo que remediara esa inminente separación y acudió a la imagen del reloj, al que le reprocha el recordarle que el tiempo transcurre sin remedio y que el amor que floreció por unos meses debe acabar: “♫Reloj detén tu camino, porque mi vida se acaba, ella es la estrella que alumbra mi ser, yo sin su amor no soy nada♪”.


En el siguiente verso pide a esa representación del tiempo que le recuerda el reloj del bar, que haga lo imposible para que ese fugaz amor persista: “♫Detén el tiempo en tus manos, haz esta noche perpetua, para que nunca se vaya de mí, para que nunca amanezca♪”. El reloj no obedeció a Roberto y el trío regresó a México, donde grabaron, en un disco de acetato de 45 revoluciones, las canciones El Reloj y La Barca; fue la primera grabación sencilla que contuvo dos temas musicales de fama mundial. Vayan estas líneas en recuerdo al gran compositor mexicano y su obra.


Cuando surgió como cantante del sexteto de Joe Cuba en los años 60, el sonero puertorriqueño Cheo Feliciano conmovió con su talento para interpretar temas de salsa, pero también excelentes boleros. Editado en 1980 como parte del LP Sentimiento, tú..., Amada mía (1978) por el compositor, productor, músico y cantante puertorriqueño José Nogueras cuando tenía 27 años. La letra relata un amorío que tuvo Nogueras cuando visitaba constantemente la isla-municipio de Vieques. San Juan, combina la pasión del bolero con las cadencias de la balada romántica y es hasta el día de hoy uno de los éxitos más recordados del cantante.


En 1997, un disco cambió para siempre la historia de la música latina. Bajo la dirección del guitarrista estadounidense Ry Cooder, el Buena Vista Social Club desencadenó una fascinación por la edad dorada de la música cubana —sus sones, guarachas, y por supuesto los boleros. La interpretación de Dos Gardenias por el veterano Ibrahim Ferrer es uno de los momentos más conmovedores del disco, demostrando la vigencia del bolero como género. El tema fue compuesto en 1948 por la pianista Isolina Carrillo, que se ganó la vida con la música desde los diez años. Inspirada por las dos gardenias que le regalaron sus alumnos en una oportunidad, el tema fue dedicado al esposo de Carrillo. Antes del Buena Vista, su versión más famosa fue con Daniel Santos y la Sonora Matancera. 


Curiosamente, en uno de los países donde el Bolero encuentra una larga historia, México, la palabra bolero designa a un lustrador de zapatos. En los países donde el deporte de los bolos es muy popular, boleros son las personas que lo practican. En España, bolero es un mentiroso, pero el bolero que nos deleita es ese ritmo de incontenible poesía que desde mediados del siglo XIX ha producido grandes pasiones y ha contribuido a aumentar la demografía del planeta. En Palma Mallorca, se atribuyen el dichoso invento que bailan y cantan desde hace más de trecientos años, pero en el que salió de Cuba para el mundo contemporáneo hay una diferencia de ritmo muy importante. El primero se bailaba con brincos. En cambio, el que nos interesa apenas exige movimientos. ¡Se puede bailar sobre un mosaico!


El bolero no tiene edad, igual que cualquier quinceañera reconoce la voz de Luis Miguel al oír “No sé tú”, Luis Miguel debe entender que no se puede comparar a una cantidad de nombres que le precedieron y que su álbum de boleros es su contribución en honor a una melodía que sucederá al tiempo. "♫ Reloj, no marques las horas porque voy a enloquecer ♪..."…son las primeras líneas de "El Reloj", de Roberto Cantoral, contemporáneo y compatriota de Manzanero; autor también de "La Barca", otro bolero inolvidable, el que comienza "♫ Dicen que la distancia es el olvido ♪…" y que también Luis Miguel canta... a su manera. Parafraseando a Sarita Montiel, se podría decir que hablar del bolero " ♫ es un placer genial, sensual ♪…". Este ritmo, tan melódico, nunca podrá desligarse de la poesía.


Una anécdota de 1947 pinta esta relación. La cantante Chela Campos le insistía al gran compositor Fernando Farrés que le compusiera un bolero en exclusiva y éste se hacía el desentendido. "Pero maestro", insiste la cantante, "¡si con tres palabras usted puede hacer una canción!" Y Farrés lo hizo: ♫"Con Tres Palabras te diré todas mis cosas y esas palabras son cómo me gustas♪... Lo mismo Benny Moré, quien desde la lejanía del recuerdo sigue preguntando "♫cómo fue, no sé decirte cómo fue…♪"


Pero si Cuba fue la cuna de este ritmo, México ha generado una enorme cantidad y variedad de compositores, arreglando el bolero al mariachi desde los años '40. Se destaca en aquellas fabulosas películas donde Pedro Infante canta su himno al romanticismo…"♫Amorcito corazón, yo tengo tentación de un beso que se pierda en el calor de nuestro gran amor…♪"


México dejó también su marca en los discos de carbón donde quedaron estampados Pedro Vargas, interpretando "Júrame" de María Grever; y Toña La Negra reclamando la igualdad en "Angelitos Negros", o Javier Solís alternando rancheras con la música de Grever o Lara... Pasionales de excepción, los mexicanos han dedicado a la mujer de los sueños sus mejores inspiraciones, como esa que dice: "♫Palabras de mujer que yo escuché, cerca de ti, muy junto a ti, muy quedo ♪…"


Al bolero mexicano se le podría cantar "♫ Contigo aprendí que existen nuevas y mejores emociones ♪"…, como señala Manzanero. Hay diversas clases de boleros, como esos que provocan llorar y que de los cuales el ecuatoriano Julio Jaramillo, con su voz de amor dolido expresaba: "♫No puedo verte triste/ porque me mata/ tu carita de pena mi dulce amor...♪".  o Jose Feliciano muerto de tristeza cantándole a su Amor Gitano “♪…toma este puñal córtame las venas…♪ para al final decir “para decir adiós…solo tienes que decirlo…♪” O Gloria Estefan suspirando “♫ Sé que aún me queda una oportunidad…♪. O menos dolorosos, como los que interpreta Julio Iglesias y hasta Plácido Domingo.


Después de Cuba y México, fue Borinquén, la que más compositores y cantantes trajo al mundo del bolero. Uno de los más prolijos compositores fue Rafael Hernandez con su Lamento Borinqueño convertido en himno de la isla… y juntamente con otro gran compositor Pedro Flores trabajando juntos en el Trio Borincano (1926) nos enseñan a conducirnos en los valles y picos del amor.


El ciclo arranca con nuestro primer amor cantando como Virginia Lopez “♫ Toda una vida me estaría contigo no me importa en que forma ni donde, ni como pero junto a ti ♪... hasta que sufrimos nuestro primer Desvelo de amor “♫ Dicen que soy cobarde, que tengo miedo de perder tu cariño, de tus besos perder …♪ y expresamos nuestro dolor “ ♫ Lindo capullo de alelí, si tú supieras mi dolor, correspondieras a mi amor y calmaras mi sufrir…♪. y José Feliciano nos ayuda cuando toca hacer borrón por un amor que se nos va “♫…Me has echado al olvido, has dejado de amarme ♪ a tu amor lo he perdido y cómo voy a hacer para olvidarte…”


En ese ir y venir de amores, desamores y despechos debemos volver a la realidad con Daniel Santos  y “♫ Esperanza Inútil flor de desconsuelo porque me persigues en mi soledad ♪ porque no me dejas ahogar mis anhelos en la amarga copa de la realidad ♪♪ …” y si el destino nos lleva a reiniciar alguna pasión después de algún desacuerdo, le hacemos caso de nuevo a Santos  y pedimos “♫ Perdón vida de mi vida perdon si es que te he faltado perdon cariñito amado ángel adorado dame tu perdon …♪ “. 


Hay infinitas vías de reconstruir el ciclo de la vida amorosa de cada quien pero por razones evidentes solo me limitare a cerrarlo incluyendo las etapas de celos, ansiedades y cuando la ruptura es inevitable pues no quedan sino cenizas.


En cuanto a ese sentimiento incontenible y profundo que irremediablemente experimentamos en la vida que son los celos, malditos celos, pocos boleros expresan esta estética con la convicción de “Envidia”, composición de los hermanos García Segura. Al narrador de esta canción, la envidia se lo come crudo. “♫ Y mira si es grande mi amor”, confiesa, “♪ que cuando digo tu nombre, tengo envidia de mi voz ♪”. Sólo al final, el amante despechado admite “♫ que mi envidia es tan sólo amor ♪”. Más que otros géneros musicales, el bolero les ha regalado a sus mejores compositores la licencia de explorar territorios obscuros, obsesivos, insospechados. Y si el cantante es bueno de verdad, todavía mejor. Como el caso de Vicentico Valdés, nacido en La Habana en 1921. Colaboró con la Sonora Matancera, el pianista Noro Morales, y Tito Puente. Con el pasar de los años, el bolero se convirtió en su formato favorito.    


Proveniente de Veracruz, Toña La Negra poseía una voz chocolatosa y azucarada — ideal para interpretar boleros con fuertes acentos de música afrocaribeña. Se especializó en el cancionero de Agustín Lara, pero su éxito más popular fue la tórrida Cenizas del compositor Manuel Wello Rivas. Toña La Negra habla de su corazón herido con una dignidad y orgullo que diferencian a esta canción de tantas otras de temática similar. …♫ Después de tanto, soportar la pena, de sentir tu olvido, ♪ Después que todo, te lo dio mi pobre, corazón herido…♫ Has vuelto a verme, para que yo sepa, de tu desventura por la amargura, de un amor igual, al que me diste tú […] ♪ Sólo cenizas, hallaras de todo, lo que fue mi amor ♫.  De esta manera, Cenizas termina siendo una oda a los corazones rotos, envuelta en las emborrachadoras texturas de los instrumentos de vientos.


Considerado como el patrimonio más importante de la música popular latinoamericana, el bolero es objeto de investigaciones y ensayos literarios. De allí surgen anécdotas, enredos, engaños, éxitos múltiples y explicaciones sobre el origen de sus nombres. Es oportuno cerrar esta narrativa sobre el bolero con algunos del conjunto de interesantes explicaciones de cronistas conocidos, como Eleazar Lopez-Contreras, sobre algunos grandes boleros.


Entre las anécdotas cuentan que a Pedro Dávila, autor de “Al paso, camina al paso/no olvides este vaivén”, en 1935, al ir a interpretarla en Puerto Rico estaba tan nervioso que se le olvidó la letra y no pudo cantarla porque esa noche el invitado especial era Carlos Gardel. Otra es que en 1929, Nilo Meléndez, pianista de Xavier Cugat, se enamoró de una rubia de ojos claros que resultó ser Conchita Utrera, a quien le compuso una canción. El pianista le tocó la melodía al propio hermano de la muchacha, el poeta Adolfo Utrera, y le sugirió el tema para la letra. El bolero tardó años en darse a conocer en Latinoamérica hasta que Néstor Chaires la cantó y lo popularizó Xavier Cugat, para luego ser redimensionado por Los Panchos en los años cincuenta. El poeta Utrera se suicidó en Nueva York, pero quedó su letra para “Aquellos ojos verdes”.


Sobre cambios de nombres nos comentan que el tango-milonga “El choclo”, cantado en el cine por Libertad Lamarque, pasó a ser el fogoso Kiss of Fire que Georgia Gibbs popularizó en los Estados Unidos en 1952. El compositor dominicano Mario de Jesús tomó el tema de esta versión en inglés y adaptó la letra al castellano. Así nació el famoso Besos de fuego, que fue inmortalizado por la puertorriqueña Carmen Delia Dipiní.


A la pequeña María Victoria, la llamaban “la estatua que canta”, por su escultural cuerpo, que siempre mostraba, tentadora y retadora, al presentar su muy provocativa y curvilínea silueta. Decían que ella no sólo tenía dos sino seis dedos de frente… pero a nivel de pecho. Sucede que cantando “Soy feliz” de Juan Bruno Tarraza en el Teatro Margot de Ciudad de México el teatro se vino abajo cuando un ocurrente chaparrito del público, a viva voz, le gritó: “¡María Victoria, canta de perfil!”.


En cuanto a enredos y posibles engaños, Carlos Gardel interpretó “Por tus ojos negros” en la película Espérame (1932). Alguien identificó este bolero como Ojos negros (“Ochi Chornia”) del ruso Makaroff, cuya autoría, que no tiene nada que ver con el bolero, luego se la atribuyó un alucinante Sindo Garay, alegando que un circo ruso que había visitado Santiago de Cuba alrededor de 1900 le había robado “su” composición.


En cuanto al origen del nombre y de los propios boleros hay dos que se destacan. Rafael Hernández compuso el bolero “Oui, madame”, y el compositor se inspiró en un músico suyo, que no dominaba el idioma de una francesa con la cual bailaba, en París, éste tan sólo atinaba a contestarle “Oui, madame” a todo lo que ella decía. Este simpático episodio le dio la idea a Hernández para componer su bolero Oui, madame.  El otro es “Yo no he visto a Linda” la cual si existió. Era una atractiva dominicana que el compositor Pedro Flores conoció en una gira; como le gustó tanto la envió a esperarlo en su apartamento de Nueva York. La muchacha era sumamente atractiva, por lo que el amigo que debía recibirla desapareció con ella y nadie la vio nunca más. Por eso es que en el famoso bolero, el compositor cuenta que todos los días, menos el domingo, va a ver si el cartero le tiene carta de la niña... Pero Linda nunca le escribió.


Si es en cuanto a sorpresas recibidas por un compositor y un cantante vale la pena enterarnos de lo que nos cuentans le pasó a Bobby Collazo y a Vicentico Valdés respectivamente. La historia del más famoso bolero de Bobby Collazo se remonta a 1946. Pedro Vargas y Collazo, estando ambos en México, Pedro Vargas le insistió que le dejara unas canciones y Collazo, la noche antes de regresar a la Habana escribió tres canciones. Una de ellas fue “La última noche”, que Pedro Vargas grabó inmediatamente. Cuando se dirigía a La Habana, vía Santo Domingo, Bobby Collazo se sorprendió que el bolero se le había adelantado y se popularizaba de forma vertiginosa por todo el Caribe y, luego, por toda América, donde, en 1949, lo cantó en el Luna Park a la pareja presidencial: Evita y Juan Domingo Perón.


El caso de Miguelito Valdés es que se negó a cantar un bolero que había compuesto Cristina Salarias, una chica de sociedad cuyos contactos habían presionado para que Anselmo Sacases aceptara grabarlo con la Casino de la Playa. Listo el arreglo, Miguelito no pudo ser convencido para que cantara el bolero, por lo que esa responsabilidad recayó sobre Wilfredo de los Reyes. El disco tuvo una enorme aceptación con gran popularidad por muchos años y Miguelito Valdés siempre se arrepintió por haber rechazado el bolero, que resultó ser “♫… yo no me miro n tus ojos, ojos malvados♪”.


Como cierre está el caso de Mario de Jesús con las dificultades que tuvo para completar la letra del bolero “Y” (♫Y que hiciste del amor que me juraste/y que has hecho con los besos que te di/ ♪ y que excusa puedes darme si fallaste/ y mataste la esperanza que hubo en mí ♫…”). Como cada verso comienza con el pie forzado de esa letra, el compositor se demoró seis angustiosos meses para concebir cada uno de los veinticuatro que conforman el bolero.


Mis queridos lectores, me despido con una de Julio Iglesias …” ♫ Siempre hay por quien vivir por quien amar/ Siempre hay por qué vivir por que luchar/ Al final las obras quedan las gentes se van/ Otros que vienen las continuarán/ La vida sigue igual …♪

Comments


  1. Antes esta extraordinaria trilogia del Bolero de Gustavo solo queda agradecerle su esfuerzo y dedicacion para regalarnos la historia de un genero, que como bien dice, es parte de la esencia latinoamericana y en particular de la cuenca del Caribe mar. Mi lectura fue doble: primero, la detallada historia, en el tiempo y el espacio, sus lejanas raices, sus creadores y cultores, nombres, canciones, epocas; los diferentes paises y sus aportes, unido todo por el tejido que da la lengua madre y, agregaria, esa capacidad de so~ar y esperar de la Latinidad. Quien, como dice Gustavo, al caminar por una playa tropical, de noche y bajo un cielo estrellado y una Luna inmensa, no cantaría para si Voy por la Vereda Tropical ? Y esto me lleva a mi segunda lectura, mas intimista, que por los inquietos corredores del recuerdo conducen a otras épocas, tristes, felices, nostálgicas. Gracias Gustavo por ese regalo.

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  2. Solicitaria agregar a la trilogia los links a las canciones mas queridas y recordadas, aumentando asi la carga de trabajo en nuestro querido Gustavo.

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  3. Comentarios a la Trilogía del Bolero (I)
    Tuve que hacerlo en dos partes pues era muy largo
    Ha sido uno de los articulos que más atención ha recibido, eso era de esperar, es el género musical que perdura desde nuestra juventud, porque muchos de sus exponentes originales (Contreras, Laserie, Sadel, Santos, etc.) continuaron interpretándolo hasta el final de sus días y les siguieron quienes interpretaban boleros arreglados y adecuados musicalmente (Manzanero, Muñiz, José José, etc.)
    La llamada “resurrección” del bolero, que propiciaron canciones populares de Luis Miguel, Guadalupe Pineda, Alejandro Fernández, etc.) es una evolución natural que busca aprovechar un éxito asegurado al resucitar temas consolidados en el gusto popular.
    Uno de los compañeros ignacianos me preguntó por los Tres Reyes pues, aunque no había terminado la trilogía, echaba de menos al trio que era su preferido. Por cierto en el primer trio participó un ex Los Panchos, Hernando Avilés. Hay un detalle, entre tantos no incluidos, y es que los Tríos eran originalmente tres cantantes que al mismo tiempo se acompañaban de dos guitarras, y un par de maracas. Posterior, el músico Alfredo Gil inventó el Requinto, una guitarra pequeña afinada en un intervalo de quinta mayor arriba de la guitarra, de ahí su nombre. Fue un tiempo después que, precisamente, Los Tres Reyes le dio al requinto la forma llamada Rock and Roll o sea igual que la guitarra eléctrica, este estilo es el que ha prevalecido hasta nuestros días.
    Otro amigo y compañero ucevista me preguntó si conocía la canción “Divina Obesion” de Los Tres Diamantes y la realidad es que no la recordaba pero su interés era más por la música pues me iba a llevar una sorpresa. Al final es que, si bien la letra de la canción es de Quezada Reyes del trio, no se llama “Divina Obsesión” sino “Divina Ilusión” que es un éxito que desde 1950 perdura ampliamente en el gusto romántico musical de la lengua española. La tristeza de esta letra sintoniza, con la delicada cadencia, en el propio sentimiento de nostalgia que emana de la música de Chopin. El Estudio Op.10 n.º 3 es una obra para piano solo compuesta por Fryderyk Chopin. También es conocido por el nombre de "Tristesse" (del francés: Tristeza).

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  4. Comentarios a la Trilogía del Bolero (II)
    Un gran amigo cumanés, cantante, cuatrista, químico jubilado del área petrolera y organizador de eventos musicales aquí en Florida, me comentó que, a raíz de haber leído la trilogía, tenía varios boleros viejos que quería grabar pero solo recordaba algunas de sus estrofas, ni su título ni intérpretes. A la hora de escribir estas líneas, no había tenido éxito buscándola por internet con medios para hacer esas búsquedas a partir de una o más estrofas…Al final fue el amigo me la envió con este mensaje: “Comparto el tema “No volveré a encontrarte”, en un dúo entre Ilan Chester y Alfredo Sadel, logrado en estudio y con el maestro Aldemaro Romero al piano. Esta versión de la canción de Carlos José Maitin, fue grabada originalmente en 1983 por Sadel y Aldemaro, a la cual se le agregó la voz de Ilan en 2009, en una colección memorable llamada “Tesoros de la Música Venezolana”, la cual tuvo un tiraje muy limitado”.
    Otro amigo venezolano, residenciado en Canadá, me llamó a raíz de la trilogía, y después de recordar épocas en que nos entreteníamos con los amigos, antes de irnos al exilio voluntario, cantando boleros de varios subgéneros; me propuso continuar la trilogía escribiendo juntos una cuarta para incluir “Veinte años” de María Luisa Vera, la compositora cubana de comienzos del siglo XX. Como no estoy seguro si lo podré hacer, lo menciono aquí pero cuando nos volvamos a encontrar aquí/allá la incluiremos en el repertorio.
    En todo este camino, hubo varios compañeros Ucevistas que me recordaron que uno de nuestros profesores había escrito, hace unos años, un artículo excelente sobre El Bolero pero lamentablemente no lo encontré y prometieron mandármelo. Igual recibi por email “El Manual del Bolero” de Gonzalo Fragui que, entre muchas anécdotas, al final decía “Aunque no ha faltado el aguafiestas que considere al bolero como el Padre del Masoquismo”.
    La solicitud de otro ucevista de incluir los enlaces a todos los boleros del articulo me parece excelente idea pero tango que encontrar un tiempo que no suelo tener para complacerlo.

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