El Ikigai, las zonas azules y la longevidad (Gustavo Gonzalez Urdaneta)
El Ikigai, las zonas azules y la longevidad
Gustavo Gonzalez Urdaneta
Miami, 20
noviembre 2020
Hace unas
semanas tuve la oportunidad de oír una entrevista sobre un pueblo rural al
norte de Okinawa con el mayor índice de longevidad del mundo. El que hablaba
había viajado a ese insólito lugar a entrevistar a los más ancianos para que le
contaran sus secretos para vivir tantos años con motivación y energía. Eso
despertó mi interés por saber algo mas de lo que él llamaba Ikigai, los
secretos de Japón para una vida larga y feliz que se centra en una de las
claves de la eterna juventud: tener una “razón de ser”.
En esas cinco zonas, que se dan en culturas y
continentes diferentes, se presentan factores que se comparten, que se repiten.
Dan Buettner simplificó la cuestión mediante la realización de un diagrama de
Venn, esos gráficos en la que en la intersección de los círculos vemos los
elementos que hay en común. Allí en esas zonas de semejanzas y coincidencias
aparecieron: la familia, no fumar, una alimentación cercana a lo vegetariano,
consumo cotidiano de verduras y frutas, una constante y moderada actividad
física e involucramiento frecuente en actividades sociales.
El Dr. Valentín Fuster y Josep Corbella en su libro
“La ciencia de la larga vida” al reflexionar sobre estos estudios llegan a dos
conclusiones. Por un lado afirman que “los habitantes de las Zonas Azules no
eligen vivir como viven. No se cuidan porque quieran cuidarse. Simplemente
viven cómo se vive en su comunidad”. La segunda se desprende de la premisa
anterior: “Cuidar la salud no puede considerarse únicamente una responsabilidad
individual. Es sobre todo una tarea colectiva”.
Vale la pena destacar una sexta zona azul, Vilcabamba,
una ciudad ubicada en la provincia de Loja, al sur de Ecuador. Es la urbe más
austral de este país sudamericano y se le conoce como "el valle sagrado de
la longevidad". Esta ciudad del sur de Ecuador ganó fama en la década de
1970, cuando científicos se interesaron por descubrir la razón por la que la
mayoría de sus habitantes vivían más de 100 años.
Una de las causas a la que se le atribuye esto está
relacionada con el agua del lugar, que contiene, entre otros, minerales como
oro y plata coloidal, así como magnesio y calcio. Hay gente que señala otros
factores, como el clima, la ubicación del valle, la alimentación y el ejercicio
físico de sus habitantes.
En Vilcabamba, además, se practica la agricultura
ecológica, donde se produce alimentos sanos, que apunta a ser uno de los pocos
donde no se utilicen los químicos (en las siembras) para evitar, justamente, la
contaminación. Sus habitantes tienen una dieta bastante sana, con una
alimentación baja en grasa y con alto contenido de fibra, con legumbre, granos,
hortalizas y cereales. A esto se le atribuye la bajísima incidencia de
enfermedades cardiovasculares. Aunado a ello, hay la sana costumbre de salir a
caminar o trotar a tempranas horas de la mañana. Lo que se suma con el
esforzado trabajo en el campo.
Continuando con nuestra reflexión inicial sobre el Ikigai,
a lo largo de la vida atravesamos numerosos cambios personales. Algunos
plantean pequeñas mejoras, otros nos ayudan a deshacernos de malos hábitos.
Algunos incluso pueden conllevar una transformación tan radical que
prácticamente nos hacen empezar de cero. ¿Cómo afrontar una situación así? La
historia moderna de Japón nos brinda un enfoque muy lúcido para gestionar este
tipo de situaciones. Se conoce como el efecto Shinkansen por el tren
bala de Japón, uno de los símbolos del renacimiento económico del país tras la
devastación de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, los especialistas denominan así
a la capacidad de llevar a cabo una revolución personal, social o profesional. La
idea es que para conseguir una mejora basta con hacer retoques, pero para
lograr una auténtica transformación hay que cambiarlo todo. El efecto
Shinkansen puede ser muy práctico cuando una pareja está en crisis, al
final de la vida laboral o tras haber sufrido un grave problema de salud.
Jack Welch, antiguo presidente de General Electric,
vio claro este concepto después de una visita a Japón en 1993. El ejecutivo
estadounidense era consciente de que en su empresa se aplicaba la ley del
mínimo esfuerzo, y se preguntaba cómo conseguir que los empleados asumieran más
riesgos y compromisos. En Tokio conoció a Eiji Mikawa, responsable de la
sucursal japonesa de la compañía, que obtenía resultados mucho mejores que la
matriz. El directivo le explicó que la mentalidad de sacrificio y capacidad de
cambio tenían su origen en la experiencia vivida en su país, de la que el tren
bala era un destacado exponente.
En pleno ecuador del milagro económico japonés,
durante los preparativos para los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964, el
Gobierno instó a Japan Railways a que encontrara el modo de aumentar
significativamente la velocidad de sus convoyes. Por entonces, los más rápidos
alcanzaban los 90 kilómetros por hora. “Si quieres que un tren vaya 10
kilómetros por hora más rápido, añade más caballos de fuerza al motor”, explicó
Mikawa. “Pero si necesitas que pase de 150 a 300, tienes que pensar
completamente diferente”. Eso me recuerda una cita de Einstein “Si buscas
resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.
Al investigar sobre el llamado “milagro japonés”, que
tuvo lugar entre 1960 y1980, cuando Japón pasó de la devastación de la
posguerra a ser la segunda economía mundial, se descubre el efecto Shinkansen
y, de su aplicación en la ingeniería, se pasa a aprovechar los mismos
principios para acelerar los éxitos personales. Pero no todo en la vida es
hacer las cosas mejor y mas rápidamente. Es necesario que nuestro pasado
ilumine nuestro camino hacia un futuro en el que cumplamos nuestros propósitos.
En Oriente lo llaman aceptar el paso del tiempo, porque lo único que no cambia
es el cambio, vale pena indagar y comprender para tomar el control del tren de
nuestra vida y saber como nos afectaron los cambios del pasado. Así estaremos
preparados en el futuro cuando las vías se bifurquen y tengamos que tomar
decisiones cruciales.
Nuestro ikigai se parece mucho al cambio: es
una constante que nos acompaña siempre y va mutando según la fase de la vida en
la que estemos. Nuestra razón de ser es diferente a los quince años que
cuando tenemos sesenta. Es esencial estar en sintonía en cada etapa de nuestro ikigai.
Nuestro ikigai es como una radio: cuanto mejor sintonicemos con él,
mayor será la sensación de que nuestra vida tiene un sentido. Aquello que
podemos conseguir en la vida está limitado por el alcance de nuestra
imaginación y la nostalgia del pasado nos ayudará a reflexionar sobre lo ya
vivido para conocernos mejor. Conócete a ti mismo. Ser consciente de nuestro
pasado da sentido a la historia de nuestra vida. Redescubrirnos nos da pistas
para discernir cual es nuestro verdadero ikigai y no dejarnos arrastrar
por el peso del pasado ya que somos libres de decidir lo que queremos ser y
hacer en cada momento. Debemos prepararnos para vivir grandes cambios y
sorpresas mientras disfrutamos de un nuevo paisaje. La vida no viene con lazo
pero es un regalo, pero hay que saberla vivir.
En la esfera personal, el efecto Shinkansen
puede aplicarse en un buen número de situaciones. Por ejemplo, cuando, tras
muchas refriegas y discusiones estériles, una pareja se da cuenta de que no es
capaz de entenderse. En ese caso, ambos necesitan plantearse una manera
totalmente distinta de relacionarse, juntos o separados, en una nueva etapa.
¿Otros contextos? Después de un despido, al final de nuestra carrera
profesional o tras un grave problema de salud. En esas coyunturas es necesario
reconsiderar las rutinas y empezar a vivir de un modo radicalmente diferente,
como un renacimiento.
Como en todo reajuste, hay una serie de pasos que
conviene seguir. El primero y más importante, localizar cuál es esa área de
nuestra vida que precisa de un cambio radical. Una vez se tome conciencia de
que problema abordar eso supondrá el inicio de una pequeña revolución, hay que
replantear de cero todos los hábitos relacionados, diseccionándolos a través de
la pregunta: ¿existe un modo mejor de hacer esto? En última instancia, siempre
resulta conveniente buscar el apoyo de expertos, así como de personas que hayan
vivido una experiencia similar. Porque, tal como se decía en El gatopardo, de
Giuseppe Tomasi di Lampedusa, a veces “hay que cambiar todo para que nada
cambie”.
En el extremo opuesto del efecto Shinkansen está
el Kaizen, un proceso de mejora continua a partir de pequeños cambios
diarios en una misma dirección. Se empezó a aplicar también en el Japón de
mediados del siglo XX. Una de las empresas que lo desarrolló fue la compañía de
coches Toyota, donde las aportaciones de los trabajadores para mejorar el
sistema, por nimias que sean, son valoradas y premiadas. Muchos de esos cambios
minúsculos acaban derivando en un notable incremento de calidad, lo cual ha
situado al fabricante de coches como una de las marcas de automóviles más
consolidadas del mundo. Ambos sistemas, el Kaizen y el Shinkansen,
pueden complementarse, pero hay que saber que obedecen a distintas necesidades:
la primera busca el cambio progresivo, y la segunda, una transformación
radical.
En Japón durante los años ‘50, la ocupación de las
fuerzas militares estadounidenses trajo consigo expertos en métodos
estadísticos de control de calidad de procesos que estaban familiarizados con
los programas de entrenamiento denominados TWI (Training Within Industry) que durante
la posguerra se convirtieron en instrucción a la industria civil japonesa, en
lo referente a métodos de trabajo (control estadístico de procesos). Estos
conocimientos metodológicos los impartieron William Edwards Deming y Joseph
Juran; y fueron muy fácilmente asimilados por los japoneses.
Es así como se encontraron la inteligencia emocional
de los orientales (la milenaria filosofía de superación), y la inteligencia
racional de los occidentales y dieron lugar a lo que ahora se conoce como la
estrategia de mejora de la calidad kaizen. La aplicación de esta
estrategia a su industria llevó al país a estar entre las principales economías
del mundo. La palabra kaizen, etimológicamente, se refiere a cualquier cambio a
mejor, ya sea grande o pequeño, puntual o continuo, de forma similar a la
palabra «mejora» en español.
Estés donde estés y logres lo que logres, recuerda
siempre que todo está por hacer y todo está en tus manos.
PD: Para quienes
les interese el tema, pueden ver estos dos videos: https://youtu.be/6L1kSz21TAg y
Hace poco, conversando con un amigo le comentaba que, aunque se considera que apenas el veinte por ciento de la población tiene sueños lúcidos (estado de conciencia similar al de la vigilia mientras sueña), hay técnicas para inducir y mejorar nuestra capacidad cerebral para encontrar la respuestas que despiertos no nos llegan. Le decía que, con cierta frecuencia, me pasa uno de los dos desencadenantes principales de la lucidez onírica: en el sueño me encuentro en una situacion inesperada o extraña que no me suele suceder despierto y eso me permite darme cuenta de que estoy dormido y sigo en el episodio consciente de que estoy soñando. Incluso puedo interactuar con la mente dormida y despertarme si la situacion es incómoda o de peligro. Incluso, he podido volver rápidamente al sueño pero ya consciente de que estoy dormido porque segundos antes estaba despierto. A veces me doy cuenta de que me estoy observando a mí mismo en un sueño.
ReplyDeleteLes comento esto porque en el artículo hice una referencia tangencial al sueño lúcido cuando jugamos con la imaginación para diseñar un lugar ideal en el que vivir cónsono con la descripción de las zonas azules. Pues, una vez que logramos la lucidez, las posibilidades son casi ilimitadas ya que podemos acceder a rincones de nuestra mente que en el mundo caótico y estresante que nos rodea no podemos alcanzar en forma consciente. Los sueños pueden potenciar nuestra capacidad de aprendizaje y, por lo tanto, favorecer nuestro ikigai incluso cuando dormimos.
Cuando te descubras pensando en sueños, si te das cuenta de que sabes que estas dormido, no pierdas la oportunidad de aprovechar esos valiosos minutos. Te encuentras dentro de uno de esos raros sueños lúcidos que te abren la puerta a tu conocimiento más profundo. Y quizás el secreto de tu ikigai se encuentre detrás de una de esas puertas.
Una de las sensaciones que he recibido de los amigos que conocen Tokio es que, da la sensación de estar en el futuro y, hay, una obsesión por la perfección que pudiera calificarse de agobiante, un poco inhumano. Hay una lección positiva que han aprendido algunos que han vivido allá cierto tiempo y que se expresa a través de una palabra, Ganbarimasu, que significa “esforzarse al máximo para conseguir un objetivo”. Es una palabra que usan los japoneses cuando se enfrentan a un reto, ya sea personal, deportivo o de trabajo e implica “no rendirse nunca” y eso es admirable en ellos. Aparentemente, ponerse metas personales muy altas es la clave para activar el “efecto Shinkansen” en su interior, que combinado con el poder del Ganbarimasu, del esfuerzo continuo, convierte sus sueños en realidades.
Tenemos que aceptar que los occidentales somos cómodos por naturaleza pero, si los venezolanos queremos rescatar nuestra libertad, debemos superarnos y hacer un cambio radical en nuestra forma de luchar contra el régimen actual. Creo que, tanto nuestros pseudo líderes políticos actuales, como una gran parte de los venezolanos, deberíamos imitar a los japoneses. La perseverancia es uno de los valores más presentes en la mente de los japoneses y tienen un objetivo en la vida, un ikigai que les hace superar los obstáculos y seguir adelante. No es posible seguir esperando un milagro exterior sino apoyarnos en la perseverancia, ya paciencia tenemos, pero tenemos que adoptar la filosofía del Ganbarimasu y no parar nunca hasta que los objetivos se hayan conseguido. Como dijo Einstein “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” y “no basta hacerlo bien, para tener éxito hay que hacer lo necesario”
Estés donde estés y logres lo que logres, recuerda siempre que todo está por hacer y todo está en tus manos
Como siempre el incansable Gustavo nos ilustra con esa interesante reflexion sobre la longevidad en condiciones de vida satisfactorias para uno y para los que aun nos acompañan. Y que lejos estamos de esa zonas azules dispersas por el mundo que parecieran inalcanzables en las condiciones de vida de las grandes ciudades, donde cada dia aumentan su poblacion. Los conceptos Ikigai, el Shinkansen, el Kaisen, propios de esa cultura que pareciera tan lejana y que sin embargo se ha extendido por Occidente y en particular en EEUU, principal mercado de exportación del Sake japones y amante de la tradicional comida de ese país. La disciplina de una vida sana, comida saludable, ejercicios, contacto con la Naturaleza, la amistad y vida familiar, eso estaría a nuestro alcance unido a una genética particular. El Ikigai también representa una meta a conseguir, que a nivel personal nos llevaría a una vida mas plena, mas útil. Y en lo colectivo, en lo publico, el Shinkansen y el Kaisen que ayudarian a construir una mejor sociedad.
ReplyDeleteEl comentario sobre mundo onirico que Gustavo agrega al final de su escrito es tema escogido por la psicología en los trabajos de Freud sobre la interpretación de los sueños y en el análisis de los símbolos de Jung. Y en la actual disciplina de la Neurociencia tema de estudio. Algunos tienen la capacidad de construir fantasias oníricas, que sufren o que disfrutan. La mayoría somos solo agentes pasivos, receptores de sueños incomprensibles, tal vez reflejo de nuestras inquietudes, expectativas. Si esas experiencias oníricas son capaces de influir en nuestra vida es un tema abierto.
El famoso y prolifico escritor de Ciencia Ficcion, Stanislaw Lem, escribió una novela, Solaris, donde los sueños cobran vida afectando a quienes los soñaron.
mccs
30/11/2020