La Trampa de Tucídides entre China y EE. UU.: ¿Realidad o Falacia?

 

La Trampa de Tucídides entre China y EE. UU.: ¿Realidad o Falacia?

Gustavo Gonzalez Urdaneta

Miami 18 diciembre 2020

 

La Trampa de Tucídides es una teoría que explica la relación entre una potencia hegemónica en declive y otra en ascenso. Según este planteamiento, la tensión entre ambas potencias puede conducirlas a una guerra hegemónica en la que la gran potencia venza y asegure su primacía, o pierda y sea reemplazada por la potencia en ascenso. El concepto fue creado por el politólogo estadounidense Graham Allison en 2015 para analizar la competencia entre Estados Unidos y China, que, según Allison, corren el riesgo de llegar a ese escenario acuñado por Allison, profesor de la Kennedy School de Harvard, quien escribió un libro titulado: “Destinados a la guerra, ¿es posible que Estados Unidos y China escapen a la Trampa de Tucídides?”

 

La teoría se inspiró en la “Historia de las Guerras del Peloponeso” de Tucídides, historiador griego del siglo V a. C. En su libro, Tucídides narra cómo Esparta, la ciudad-Estado griega más poderosa del momento, vio amenazado su poder por el rápido ascenso de Atenas, que aspiraba a convertirse en la potencia hegemónica. El temor a que el poder ateniense siguiera creciendo llevó a Esparta a declarar la guerra contra Atenas. Los atenienses perdieron la resultante guerra del Peloponeso (431-404 a. C.), poniendo fin a su ascenso.  Allison ofrece dieciséis ejemplos históricos de esta trampa en la que se ven involucradas dos potencias, una en declive y otra en ascenso. Entre los dieciséis, destacan la relación entre Portugal y España a finales del siglo XV, entre el Imperio británico y Estados Unidos (El gran Acercamiento 1885-1914) a principios del siglo pasado, o entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría (1940s-1980s). De los dieciséis casos que Allison ofrece, doce de ellos dieron paso a una guerra entre las dos potencias, que resolvió el conflicto de poder afianzando a la gran potencia o dando paso a la hegemonía de la aspirante.

 

Según Allison, el escenario actual parece similar: con su crecimiento sin precedentes, China le está disputando la hegemonía a la potencia actual, Estados Unidos, en numerosos ámbitos, incluyendo el económico, el militar o el tecnológico. Así, una nueva Atenas representada por China desafía al poder en declive de la nueva Esparta, Estados Unidos. No obstante, la trampa de Tucídides no siempre aboca a las potencias a la guerra abierta, y está por ver si China y Estados Unidos resolverán sus tensiones de esa forma. Para evitarlo, Allison defiende que Estados Unidos debe hacer ver a China que no puede ganar una guerra contra los estadounidenses. De esta manera, es posible que China y Estados Unidos disipen la tensión pacíficamente y consigan escapar de la trampa. ¿Realidad o Falacia?

 

Con la caída del Muro de Berlín -1989- y el colapso económico y político del régimen comunista soviético en 1991, ese mundo mediatizado por la rivalidad soviético-americana se transformó en unipolar y los Estados Unidos quedaron jugando solos, como potencia triunfadora y dominante. Francis Fukuyama escribió ‘El Fin de la Historia’ ante la pérdida de vigencia de cualquier debate acerca de los modelos en pugna hasta entonces. A partir de allí y hasta nuestros días, el mundo ha experimentado una etapa de relativa de paz, crecimiento económico y estabilidad política. Sin embargo nadie estaba quieto. Cada pieza, cada actor de ese tablero de ajedrez global que es la geopolítica se ha estado moviendo en función de sus intereses y amenazas. La guerra convencional se transformó en terrorismo, tan tecnificado como cruel. Europa, cuya hegemonía finalizó con la Segunda Guerra Mundial, luce pálida en la periferia. Un nuevo escenario es evidente. La correlación de fuerzas ha cambiado. El centro gravitacional del poder mundial se desplaza ineluctablemente desde el Atlántico Norte al Pacífico Sur. Los americanos sienten un aliento vigoroso y potente que les sopla en la nuca y que viene de China. Hace doscientos años, Napoleón dijo “Deja que China duerma, cuando despierte, sacudirá el mundo”. China ha despertado y el mundo empieza a temblar.

 

Dimensionemos el impacto del crecimiento de China. En 1978, su población era de mil millones de habitantes y el 90% de ellas vivía por debajo del umbral de pobreza extrema (ingreso menor a 2 dólares diarios). Hoy, 40 años después, menos del 1% viven en esa condición. ¡En solo 40 años! Hace 25 años, China no aparecía en las Grandes Ligas de los países más poderosos. Hoy está en primer plano y en algunas áreas ya ha sobrepasado a los Estados Unidos. China es el principal socio comercial de la mayoría de los países asiáticos. Es la potencia con mayor presencia en África. Difícil de creer, difícil de ignorar. El crecimiento indetenible de uno. La reacción del otro. Aderezado con elementos como el patriotismo exacerbado, la arrogancia y la paranoia conforman un coctel tóxico que podría llevar a esos actores a la mayor colisión de la historia y dar cumplimiento, una vez más, a laTrampa de Tucídides”.

 

Cuando el presidente chino Xi Jinping se convirtió en Jefe de Estado lo dijo, especificando objetivos y plazos: «En 2025, China debe dominar el mercado de las 10 empresas tecnológicas más grandes del mundo, mercado automotor eléctrico, robots, inteligencia artificial y computación; en 2035, ser líder en todas las áreas de innovación, avance tecnológico y exploración espacial; en 2049, para celebrar los 100 años de la creación de la República Popular China, ser, sin lugar a dudas, el país número uno del mundo, incluyendo unas Fuerzas Armadas que él llamó de combate y triunfo», valga decir, superioridad militar evidente y clara.  China va muy bien en el cumplimiento de esos objetivos. Todo ha sucedido tan rápido, que no hemos tenido tiempo ni siquiera para asombrarnos. Que no se cumpla el supuesto de la ‘Trampa de Tucídides’ también depende de estar informado de la historia. George Santayana, filósofo español, nos dejó estas sabias palabras: «Solo aquellos que se niegan a estudiar y conocer la historia, están condenados a repetirla». Desde que EE. UU. inició en abril de 2018 la guerra comercial contra China, centros académicos y medios de comunicación vienen publicitando la denominada Trampa de Tucídides.

 

En la década de los setenta Theodore Levitt escribió la obra “La Globalización de los Mercados”, a este autor se le atribuye el haber creado el primer concepto de este proceso económico como una tendencia de igualación hacia arriba de las economías. En mayo de 1983, Levitt, profesor catedrático de la Universidad de Harvard, publicó en la Revista Harvard Business Review una pieza escrita titulada «The Globalization of Financial Markets». Con esta publicación se acuña el término globalización, que da paso a toda una campaña de publicidad política e ideológica del concepto por parte de los grandes medios de comunicación en la segunda mitad de la década de 1980 al grado que Bill Clinton adopta el término como parte de su discurso político durante todo su mandato. Para muchos, la globalización es una falacia ideológica y esto fue muy bien descrito por Alain Touraine, reconocido intelectual francés en un artículo publicado por el periódico digital El Pais.com titulado «La globalización como ideología» en 1996. Touraine, en el mismo, describe cómo la ideología de la globalización encubre y oculta el fenómeno del imperialismo. En un proceso similar en nuestros días aparece el concepto de la Trampa de Tucídides, precisamente de un intelectual de la Universidad Harvard, que publica un libro sobre el mismo tema y la misma recibe una amplia publicidad por parte de medios de comunicación al grado que en muchas latitudes ya se difunde la idea que el mundo se dirige a una guerra entre EU y China. ¿Qué piensan ustedes sobre esta publicidad?

 

Nadie puede desmeritar las contribuciones que Tucídides hizo al desarrollo de la historia como disciplina. En la historia del mundo, sobre todo de Occidente, se han dado episodios bélicos como consecuencia de rivalidades entre potencias. Pero una cosa es el desarrollo histórico y otra la deliberada publicidad política que los grandes medios de comunicación del denominado mundo occidental se hacen de esta idea de la Trampa de Tucídides. Para no pocos, esta campaña no hay duda se ejecuta con el deliberado propósito de que tanto el público como la sociedad política tomen partido por una de las partes y se llegue a concretar una profecía autocumplida.

 

La experiencia precedente de la difusión del concepto globalización nos indica que se tiene como meta fundamental la de convencer a los intelectuales e investigadores de centros de investigación, universidades, periodistas políticos, formadores de opinión pública y responsables de política exterior de los gobiernos de que acepten la validez de la Trampa de Tucídides. Desde muchos puntos de vista no es aceptable que se consideren normales los vientos de guerra. Los mecanismos de propaganda política e ideológica han cambiado. Por una parte, Donald Trump lamentablemente, con su diplomacia de Twitter y con continuas declaraciones que mantiene a todo el mundo como una olla de presión en situaciones al borde de la guerra. Y en esta estrategia la idea de la Trampa de Tucídides encaja a la perfección. Por otra, la idea de un mundo con potencias hegemónicas choca con la del mundo multipolar. El hegemonismo en nuestra época lleva al caos geopolítico y a la quiebra del derecho internacional, lo que es una amenaza para la paz. En estas condiciones, para muchos, la publicidad que medios de comunicación de Occidente hacen de La Trampa de Tucídides es una manipulación política e ideológica inaceptable. Desde esta optica, la Trampa de Tucídides es una Falacia.

 

En principio, estoy de acuerdo con Graham Allison en que la guerra entre Estados Unidos y China no es inevitable. Tucídides estaría de acuerdo en que tampoco lo era entre Atenas y Esparta. En el contexto, está claro que se refería a su afirmación sobre la inevitabilidad como una hipérbole: exagerar con el propósito de enfatizar. El objetivo de La trampa de Tucídides no es ni el fatalismo ni el pesimismo. En cambio, nos apunta más allá de los titulares y la retórica del régimen para reconocer la tensión estructural tectónica que Beijing y Washington deben dominar para construir una relación pacífica. Este es un proceso a muy largo plazo y ahora ninguno de los dos países quiere cometer errores que les pueda determinar en este proceso, porque podría interpretarse que se encuentran en una posibilidad de debilidad o porque podrían cometer errores que luego les obligaría a dar marcha atrás. Los dos están aguantando el tirón en una guerra de desgaste, pero ninguno está sufriendo lo suficiente como para ceder en lo fundamental. En esta pugna, China tiene una cosa de la que Estados Unidos carece: que en Estados Unidos hubo elecciones y Trump considera que China podría querer apostar por cerrar un acuerdo con su sucesor en la presidencia, si es que lo hubiera. China piensa que ese acuerdo podría ser más sencillo.

 

Respecto a la tecnología, Estados Unidos se ha encontrado con que en el 5-G no había empresas norteamericanas que pudieran competir con las grandes empresas chinas o las europeas. Por tanto, se han dado cuenta de que ahí había un fallo del mercado, por lo que habría que tener más presencia estatal para poder fortalecer su capacidad científica y tecnológica. Por lo que se refiere a la seguridad, los riesgos de que haya una empresa china como actor predominante en las redes de telecomunicaciones 5-G se han querido mitigar en Europa. El riesgo es que la información pueda escaparse y caer en manos de China, pero el riesgo es también que el 5-G es la infraestructura más sensible porque de ella van a depender todas las grandes tecnologías del futuro, ya sea la inteligencia artificial, los coches autónomos, las ciudades y las fábricas inteligentes, etc. En este sentido, Estados Unidos piensa que la exclusión de las empresas chinas proporciona un entorno seguro en el que poder comunicarse secretamente con sus socios. Otros países, como Japón, también han excluido a Huawei porque piensan que la primera fase de un conflicto con el gran país asiático va a ser en el campo cibernético. Estos países han excluido a Huawei porque no quieren verse en una situación de vulnerabilidad si un día se produce una situación de tensión con China.

 

Da la impresión de que EE. UU. camina hacia “la trampa de Tucídides,” noqueada por la realidad incontestable del avance imparable de la economía china en el contexto internacional: tres décadas de crecimiento de China han reducido al 16% la cuota de Norteamérica en el mercado económico mundial mientras que la de China pasó de representar el 2% de la economía mundial en 1980 al 18% en 2016. EE. UU. ha intentado convencer a Occidente que la tecnología china 5G pone en peligro la ciberseguridad, conociendo que Huawei está comprometida con una inversión de 1.756 millones de euros en rediseñar por completo su sistema para garantizar esa seguridad. Los que siempre han puesto en riesgo esa seguridad, han interceptado comunicaciones analógicas y digitales, han sido los servicios de inteligencia norteamericanos, como así acreditó el Parlamento Europeo en sendas comisiones de investigación sobre la Red Echelon (su existencia fue hecha pública en 1976 por Winslow Peck) o el espionaje telefónico a empresas, instituciones y a jefes de estado y de gobierno europeos.

 

Deberíamos ser consciente de que estamos cambiando hacia un mundo más duro en el que la geopolítica se percibe como un juego de suma cero. La guerra comercial es una lucha por la supremacía tecnológica y la hegemonía mundial. Es la primera etapa de este proceso. China ha acumulado un enorme poder económico, que se traslada a los ámbitos político y militar, que ha cambiado la configuración del sistema mundial tal y como lo conocíamos. China puede tener una economía mayor que la de Estados Unidos en unos años, cuenta con sectores tecnológicos muy avanzados en los que empieza a ser enormemente competitiva, ha modernizado sus fuerzas armadas y es un actor de primer orden. Así es que estamos entrando en esa dinámica de la potencia emergente que rivaliza con la potencia hegemónica establecida. Esta imagen de la trampa de Tucídides ha pasado antes muchas veces en la historia. Unas veces se ha resuelto de forma conflictiva y otras no. Así es que el futuro está abierto; no está predeterminado. China y Estados Unidos, sin embargo, ven la trampa de Tucídides de una forma muy diferente. Para China, esto es algo casi natural porque en sus cinco mil años de historia han pasado por momentos de esplendor y por otros de declive. Ellos ahora sienten que están en un nuevo momento de ascenso y entienden que este relato es favorable para ellos. Estados Unidos, en cambio, es un país de doscientos cincuenta años cuya trayectoria ha sido ascendente, y que se ha encontrado en la cúspide del poder mundial desde hace cien años, no tiene ninguna experiencia en declives, ni en ciclos de decadencia y resurgimiento. A ellos, por tanto, les resulta difícil aceptar el relato que implica la trampa de Tucídides. ¿Es para EE. UU. una realidad o una Falacia?

 

Hasta hace algunos años, el ánimo era moderadamente optimista. No pocos pensaban que China se comportaría como Japón y Alemania, buscando su lugar en un mundo regido por las normas establecidas por EE. UU. A medida que China se fuese haciendo más rica, iría asumiendo su parte de responsabilidad en el mantenimiento del orden internacional. También, con el desarrollo económico, sus ciudadanos comenzarían a pedir más democracia y China seguiría la senda de Corea del Sur y de Japón. Ahora, creo, la mayoría sigue lo que hace años decía el fundador de Singapur, Lee Kuan Yew, riéndose de la ingenuidad norteamericana: “China no puede democratizarse, porque el sistema saltaría por los aires y China no busca ser admitida en el orden internacional promovido por EE. UU. como un miembro honorífico de Occidente; China quiere ser parte de la comunidad internacional en sus propios términos”. Así lo veo yo también. China debe tener muy poco interés en caer en la Trampa de Tucídides sin antes afrontar los principales desafíos económicos que tiene en la actualidad el gigante asiático: La desaceleración, el alza de la deuda y la guerra comercial con Estados Unidos, todos un gran desafío que afecta decisiones de inversión. Los tres factores están unidos. Otros dos desafíos internos fundamentales son las reformas internas, proceso en curso desde hace cuatro décadas y la amenaza de que estalle la burbuja inmobiliaria. Si las reformas fortalecen a China, podrían contrarrestar el poder hegemónico de Estados Unidos.   

 

Estando así las cosas, ¿qué puede hacer EE. UU.? Las opciones que presenta Allison son: Primero, que se adapte a la aparición de un competidor serio y busque un acomodo con él, lo cual, algo que no menciona, tendría que darse sin bajarse los pantalones; segundo, minar a China y provocar un cambio de régimen, lo que no dice Allison es que podría ser una estrategia muy peligrosa y que los chinos también pueden decidir jugar al juego de desestabilizar al contrario. Tercero, negociar una tregua de, digamos, 25 años. La idea parece buena en principio, pero la geopolítica cambia tan rápidamente en nuestros días que no sabemos si la tregua no quedaría obsoleta en el primer fin de semana. Congelar los conflictos podía funcionar hace 50 años; hoy no esta tan claro y; cuarto, redefinir las relaciones, tratando de buscar la colaboración en los desafíos que afectan a ambos: el peligro de la proliferación de las armas nucleares, el terrorismo y el cambio climático. Aunque Allison no lo diga, ello implicaría que EE. UU. reconociese que ya no es la única superpotencia, sino que el mundo se ha vuelto bipolar, como lo fue durante la Guerra Fría.

 

¿El inminente choque entre estas dos grandes naciones conducirá a la guerra? ¿Seguirán los actuales presidentes o sus sucesores los trágicos pasos de los líderes de Atenas y Esparta o de Gran Bretaña y Alemania? ¿O encontrarán la manera de evitar la guerra con tanta eficacia como lo hicieron Gran Bretaña y Estados Unidos hace un siglo o lo hicieron Estados Unidos y la Unión Soviética durante cuatro décadas de Guerra Fría? ¡Ah, sí supiéramos! Sin embargo, podemos estar seguros de que la dinámica identificada por Tucídides se intensificará en los años venideros. Negar la trampa de Tucídides no la hace menos real ni reconocerla no significa simplemente aceptar lo que suceda. Le debemos a las futuras generaciones enfrentarnos a una de las tendencias más brutales de la historia y luego hacer todo lo que podamos para desafiar las probabilidades.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Comments

  1. Creo que esta situación la creo USA con Kissinger cuando pensaron que transfiriendo fábricas ubicadas en USA para producir con mano de obra esclavizada los productos que diseñados en USA saldrían más baratos y que a su vez, con esta "ayuda" China cambiaría políticamente en favor de Occidente, impulsado por las mejoras de sus trabajadores y el bienestar que trae una mejora en los salarios. Ese fue el error de USA y sus países aliados. China aprovechó esta política para capitalizar, enriquecer a la clase política y mejorar a algunos de sus oprimidos trabajadores. Los objetivos de USA fueron "acomodados" por los comunistas chinos a su favor y además, consiguieron robar la tecnología que trajeron los gringos y sus aliados. El desprecio hacia China y la subestimación de Occidente hicieron el resto. Roma creció porque construyó vías de comunicación todas con destino a Roma, porque estableció leyes y controló la forma de hacerla cumplir con sus legiones. Pienso que todavía China no ha terminado, aunque avanza mucho con los trenes, pero las leyes y las legiones, todavía están por verse. Pienso que si USA y aliados sacan sus fábricas de China y se las llevan a América Latina, frenarian ese avance y mermarian la riqueza de China. Todavía hay chance de revertir por parte de Occidente el avance Chino. Lo que si veo como una amenaza hacia los aliados de USA es la invasión islámica en Europa, que la veo irreversible a menos que cambien leyes y apliquen medidas poco humanitarias para parar el crecimiento islámico interno en Europa. Ojo que esto pudiera ser un aliado de los Chinos y por ello, el interés en Africa.

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  2. El proceso parece irreversible. Hay mucho camino andado. China logró silenciosamente desmantelar el parque industrial mundial, y últimamente se ha dedicado a "Hipotecar" a los países (programa de la ruta de la seda) otorgándoles prestamos impagables, para luego al vencimiento de plazos, confiscar activos estratégicos como aeropuertos. Creo que ya cuentan con una infraestructura material e inmaterial de innovación tecnológica, que no los para nadie.

    Ahora, da la impresión de que el modelo pretendido de materialización de la hegemonía por parte de China, sea bastante diferente al de su rival. Es decir, no parece ser por la vía del control territorial militar, sino por la vía del capital y del conocimiento.

    La hipótesis de irreversibilidad del proceso, se pudiera sustentar en tres factores: El primero es que el colectivo Chino parece albergar en sus entrañas, una fuerte orientación hacia una especie de venganza contra Occidente, lo cual se ha puesto de manifiesto, por la gran cantidad de obras ya realizadas en su territorio, con el propósito de superar en tamaño cualquier obra similar existente en el planeta. Lo segundo es que les esta resultando bastante fácil y rápido ir desplazando a Occidente en el campo tecnológico. y lo tercero, es que la ambición de poder en la raza humana no tiene limites.

    En cuanto a los escenarios pronosticables, tal vez las confrontaciones con uso de fuerza, se den en lugares remotos a ambos países, en donde existan recursos estratégicos del interés común de ambos países (tipo Siria). Lo letal de las armas actuales, hará que la prudencia prevalezca ante la tentación de una confrontación directa.

    Por otra parte, como factores atenuantes, no se pueden descartar ciertas tendencias territorialmente divisionistas en China, así como los efectos de la filtración hacia la sociedad china, de información proveniente de Occidente.

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  3. Veo a China en un ascenso económico y social sin precedente, donde las decisiones políticas y económicas se toman y ejecutan rapidente, amen de la gran cantidad de profesionales (sobre todo ingenieros) que gradúan cada año. Por el contrario, veo a una USA que por el sistema e intereses internos creados, toma decisiones muy lentas, la población tiene mucho tiempo viviendo una abundancia ficticia (no creada a través de producción) y se nota en su peso corporal, además de una clase industrial y comercial que se aconstumbro hacer negocios con China, y ellos manejan la marca. Si USA no hace nada en los próximos 2 años, esa tendencia será irreversible. USA tiene muchas cosas a su favor, como las universidades (China ni se le acerca), ligado a un sistema de incorporacion de talentos de otras nacionalidades ( por ejemplo, los indu). Los chinos tienen su objetivo claro con un sistema monolítico, al contrario, los americanos se encuentran afectados tanto por condiciones externas como internas, por ejemplo, los últimos acontecimientos por problemas raciales, así como la intervención de los medios en asunto particulares, que dividen la opinión pública.

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  4. Muy trascendente este tema. Es una realidad pura y dura. Y como dijo el Presidente Luis Herrera, "a ponerse las alpargatas que lo que viene es Joropo", y ya se escuchan los primeros acordes.

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  5. La Trampa de Tucidides
    China & EU
    Es cierto que la Historia es una guía sin embargo los análisis deben adaptarse a las cambiantes épocas. Tucidides hablaba en tiempos lejanos y tal vez la Especie haya aprendido un poco, tal vez…Los retos actuales superan con creces el modelo de la trampa de Tucidides.
    El ascenso de China es imparable; un interesante articulo de Tom Orlik y Bjorn Van Roye en Bloomberg analiza el tema, incluyendo comparaciones entre los diferentes sistemas de gobernanza, democráticos y autocráticos. Y la crisis existencial que esto ha causado en la actual elite gobernante en EU es evidente. No acepta otro gallo en el corral.
    La guerra fría en cierto modo probo que dos superpotencias podían convivir. El costo fue muy alto y estuvo plagado de riesgos mortales, como posibles guerras nucleares y no me refiero solamente a la crisis de los misiles cubanos, sino a un posible enfrentamiento por una guerra entre Israel y algunos países árabes, amen de errores que afortunadamente fueron evitados. Uno de ellos, muy bien documentado, fue el caso de un submarino ruso que debido a alguna desconocida falla de los sistemas dio un aviso equivocado cuya repuesta debia ser el disparo de un misil nuclear. La serenidad y sabiduría del operador evito una catástrofe.
    El enfrentamiento chino-estadounidense también pasa por zonas rojas, como Taiwan, territorio que China considera propio y que EU estaría obligado a defender en caso de lo que se percibiría como una agresión china. Este tema no tiene solución militar, salvo que ambos países, China y EU, decidan destruirse y con ello al resto del mundo.
    Y no contentos con sus rivalidades terrestres piensan llevarlas a la Luna, compitiendo por algunas zonas que supuestamente tienen agua subterránea, lo que permitiría construir bases sostenibles. La Administracion Trump ya creo una fuerza espacial para defender sus posible conquistas.
    La historia del Homo Sapiens, nuestra historia, ha sido sangrienta. Acabamos con nuestros primos, otros miembros del genus Homo, con los cuales convivimos y con los cuales tuvimos descendencia, como lo prueba el análisis del DNA del europeo, que ha encontrando genes del Homo Neanderthalensis en la actual población europea. Asi mismo donde poso su planta acabo con la megafauna, en Europa, Australia, America. Solo quedan representantes de la misma en Africa y en algunas partes de Asia, elefantes cuyos colmillos continúan siendo apreciados y sus dueños, los elefantes, masacrados. Con el mismo furor e ímpetu la destrucción continuo en los mares. Hoy en dia países supuestamente civilizados, como Noruega y Japon, continúan la caza inmisericorde de ballenas. La civilización industrial, con todos los beneficios que trajo, vino acompañada de un ataque inclemente a la Biosfera, que nos da vida y de la cual formamos parte.
    La civilización actual enfrenta riesgos existenciales que muchos califican de inéditos en toda nuestra historia: cambio climático, guerra nuclear, técnicas disruptivas producto de la Inteligencia Artificial. Enfrentarlos con éxito no es posible con visiones maniqueas, nacionalistas, reduccionistas. La Pandemia lo esta demostrando asi como las consecuencias del Cambio Climatico. Todo ello requiere cooperación.
    La trampa de Tucidides ya no esta confinada a dos superpotencias disputándose el primer lugar.
    Podra el Homo Sapiens superar la prueba ?

    Mario Caires Siegert
    Diciembre 22 2020

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  6. La Trampa de Tucidides
    China & EU
    Es cierto que la Historia es una guía sin embargo los análisis deben adaptarse a las cambiantes épocas. Tucidides hablaba en tiempos lejanos y tal vez la Especie haya aprendido un poco, tal vez…Los retos actuales superan con creces el modelo de la trampa de Tucidides.
    El ascenso de China es imparable; un interesante articulo de Tom Orlik y Bjorn Van Roye en Bloomberg analiza el tema, incluyendo comparaciones entre los diferentes sistemas de gobernanza, democráticos y autocráticos. Y la crisis existencial que esto ha causado en la actual elite gobernante en EU es evidente. No acepta otro gallo en el corral.
    La guerra fría en cierto modo probo que dos superpotencias podían convivir. El costo fue muy alto y estuvo plagado de riesgos mortales, como posibles guerras nucleares y no me refiero solamente a la crisis de los misiles cubanos, sino a un posible enfrentamiento por una guerra entre Israel y algunos países árabes, amen de errores que afortunadamente fueron evitados. Uno de ellos, muy bien documentado, fue el caso de un submarino ruso que debido a alguna desconocida falla de los sistemas dio un aviso equivocado cuya repuesta debia ser el disparo de un misil nuclear. La serenidad y sabiduría del operador evito una catástrofe.
    El enfrentamiento chino-estadounidense también pasa por zonas rojas, como Taiwan, territorio que China considera propio y que EU estaría obligado a defender en caso de lo que se percibiría como una agresión china. Este tema no tiene solución militar, salvo que ambos países, China y EU, decidan destruirse y con ello al resto del mundo.
    Y no contentos con sus rivalidades terrestres piensan llevarlas a la Luna, compitiendo por algunas zonas que supuestamente tienen agua subterránea, lo que permitiría construir bases sostenibles. La Administracion Trump ya creo una fuerza espacial para defender sus posible conquistas.
    La historia del Homo Sapiens, nuestra historia, ha sido sangrienta. Acabamos con nuestros primos, otros miembros del genus Homo, con los cuales convivimos y con los cuales tuvimos descendencia, como lo prueba el análisis del DNA del europeo, que ha encontrando genes del Homo Neanderthalensis en la actual población europea. Asi mismo donde poso su planta acabo con la megafauna, en Europa, Australia, America. Solo quedan representantes de la misma en Africa y en algunas partes de Asia, elefantes cuyos colmillos continúan siendo apreciados y sus dueños, los elefantes, masacrados. Con el mismo furor e ímpetu la destrucción continuo en los mares. Hoy en dia países supuestamente civilizados, como Noruega y Japon, continúan la caza inmisericorde de ballenas. La civilización industrial, con todos los beneficios que trajo, vino acompañada de un ataque inclemente a la Biosfera, que nos da vida y de la cual formamos parte.
    La civilización actual enfrenta riesgos existenciales que muchos califican de inéditos en toda nuestra historia: cambio climático, guerra nuclear, técnicas disruptivas producto de la Inteligencia Artificial. Enfrentarlos con éxito no es posible con visiones maniqueas, nacionalistas, reduccionistas. La Pandemia lo esta demostrando asi como las consecuencias del Cambio Climatico. Todo ello requiere cooperación.
    La trampa de Tucidides ya no esta confinada a dos superpotencias disputándose el primer lugar.
    Podra el Homo Sapiens superar la prueba ?

    Mario Caires Siegert
    Diciembre 22 2020

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  7. La ventana de oportunidad de China puede estar cerrándose rápidamente pues, desde 2007, la tasa de crecimiento económico anual de China se ha reducido en más de la mitad y la productividad ha disminuido en un diez por ciento. Mientras tanto, la deuda se ha multiplicado por ocho y está en camino de alcanzar el 335 por ciento del PIB para fines de 2020. China tiene pocas esperanzas de revertir estas tendencias, porque perderá 200 millones de adultos en edad laboral y ganará 300 millones de personas mayores en los próximo 30 años. Y a medida que cae el crecimiento económico, aumentan los peligros del malestar social y político. Los líderes chinos lo saben: el presidente Xi Jinping ha dado múltiples discursos advirtiendo sobre la posibilidad de un colapso al estilo soviético, y las élites chinas están moviendo su dinero y sus hijos al extranjero.
    Sin embargo, recordando la Trampa de Tucídides, históricamente, los guiones más desesperados provienen de poderes que estando en ascenso, estaban preocupados porque se les estaba acabando el tiempo. La Primera Guerra Mundial es un ejemplo clásico. La misma lógica explica la apuesta fatal del Japón imperial en 1941, después de que el embargo de petróleo de Estados Unidos y el rearme naval presentaran a Tokio una ventana de oportunidad para dominar el Asia-Pacífico. En la década de 1970, la expansión global soviética alcanzó su punto máximo a medida que maduró el fortalecimiento militar de Moscú y la desaceleración de la economía soviética creó un impulso para asegurar los avances geopolíticos.
    Estados Unidos necesita una estrategia a largo plazo para competir con China. Pero también necesita mitigar una posible oleada de agresión y expansión chinas en esta década. Las administraciones estadounidenses entrantes suelen tardar meses en revisar las políticas y planificar iniciativas que pueden no producir resultados durante años. Dadas las profundas heridas del país, el nuevo equipo de políticas podría verse tentado a bajar la temperatura con China por ahora, de modo que Estados Unidos pueda fortalecer su democracia, economía y salud pública para una larga competencia por delante. Pero por importantes que sean esas tareas, Washington no puede darse el lujo de un retraso geopolítico. A medida que las relaciones entre Estados Unidos y China entran en la zona de peligro, Washington debe reforzar las defensas contra peligros apremiantes. Sin embargo, Estados Unidos debe combinar fuerza y cautela, no sea que provoque el conflicto que busca evitar. Washington puede ir gradualmente adquiriendo más confianza en su capacidad para superar a una China en desaceleración y puede ganar una larga rivalidad, siempre y cuando supere la crisis que se avecina.

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  8. Entonces, guerra permanente ???
    Esa es la verdadera Trampa de Tucidides, inserta en el ADN de la Especie.
    Utopico pensar en espacios de cooperacion y entendimiento ??
    Tal vez utopico sea creer que ese camino, con las nuevas tecnologias al alcance de lideres tribales, sin vision de futuro, no nos lleve al precipicio.

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  9. Estoy seguro de que muchos se preguntan sí, en verdad, China quiere transformar el orden mundial para promover sus propios intereses y reflejar su propia imagen. Por lo general sus puntos de vista revelan más sobre los prejuicios modernos que sobre cómo sería una futura superpotencia china. Unos la ven expansionista, otros con incapacidad de afrontar los desafíos inherentes e internos y un grupo como el elemento en una nueva guerra fría. La anterior Guerra Fría (1947-1991) duró 44 años, si se repite, para algunos es como permanente. Lo que si lo es, históricamente, es la disputa por el orden mundial, sea uní o multipolar.

    Tales proyecciones son demasiado rígidas y amplias para describir de manera útil la complejidad del ascenso de China, ya sea para captar la incertidumbre inherente en los objetivos futuros de China o para reconocer los elementos esenciales que han dado forma a sus aspiraciones. Hoy el poder chino es una fuerza proteica y dinámica formada por el nexo del autoritarismo, el consumismo, las ambiciones globales y la tecnología. Lo llaman modelo ACGT: por tener las mismas iniciales que los nucleótidos en el ADN, estas hebras del poder chino se combinan y recombinan para formar la identidad política moderna de China y su aproximación al resto del mundo. El Partido Comunista Chino (PCC) quiere afianzar su control sobre la sociedad china (A), fomentar el consumismo (C) en el país y en el extranjero, ampliar su influencia global (G) y desarrollar y exportar la propia tecnología (T) avanzada de China. La situación actual y las perspectivas futuras de China no pueden entenderse sin ver los cuatro objetivos juntos.
    Los elementos clave de la mezcla ideológica de China (marxismo-leninismo, pensamiento tradicional, analogía histórica y éxito económico) han eclipsado en gran medida el poder siempre limitado del liberalismo occidental para influir en cómo el PCC ve el mundo. Pero el futuro global de China depende de cómo pueda recombinar con éxito los otros aspectos de su modelo ACGT. Por el momento, el autoritarismo chino amenaza con limitar la capacidad de Beijing para crear una nueva forma plausible de orden global. Saque cada uno sus conclusiones.

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  10. He leído tanto el ensayo como los comentarios y sus respuestas con sumo interés y admiración por la profundidad de lo que se trata. Me parece "de lujo" y agradezco la oportunidad de poder participar -tan solo como espectador- de tan calificada sesión.

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  11. En cuanto a lo económico, la cosa tiene fecha. Hoy salió publicado que en 2028 China superará a USA. Japón continuará en el tercer lugar hasta 2036, cuando será relevado por La India, desplazando a Alemania a la quinta Posición.

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