Las Malvinas y otras Islas de la Discordia (II) (Gustavo González Urdaneta)
Las Malvinas y otras Islas de la Discordia
(II)
Gustavo González Urdaneta
Miami 27 de
marzo 2021
La mayoría de
los analistas ve el rango de disputas que involucran a China, Japón, Corea del
Sur y Rusia como las más polémicas. Son países con fuerzas militares capaces,
así que existe al menos el potencial —más que en cualquier otra región— de una
confrontación militar seria. Así, desde las Senkaku/Diaoyu hasta las Spratly
y Paracelso, pasando por las Dokdo/Takeshima o las Kuriles,
desde finales de 2013 han continuado e intensificado las pugnas por el control
de territorios marítimos considerados estratégicos por más remotos o pequeños
que sean.
Las Islas
Senkaku/Diaoyu, que en Japón se conocen como Senkaku y en China como
Diaoyu, son apenas ocho islas pequeñas, rocosas y deshabitadas, con un área
total de siete kilómetros cuadrados, ubicadas en el Mar de China Oriental y
bajo control japonés. Pero a pesar de su aparente insignificancia se han
convertido en el motivo de disputa de estos dos gigantes asiáticos.
¿Cuál es la
razón de la disputa por unas diminutas islas rocosas al este de tierras chinas
y al suroccidente de la prefectura japonesa de Okinawa? Muy sencillo, porque
están cerca de vías marítimas estratégicas con rico potencial de pesca y se
estima que en sus aguas hay yacimientos petrolíferos y además se han convertido
con el paso del tiempo en una demostración de músculo militar y político.
Allen Carlson,
experto en temas asiáticos en el departamento de Gobierno de la universidad
estadounidense de Cornell, le explicó a BBC Mundo que el interés por las islas
"puede ser el producto de capacidades materiales cambiantes en la región,
especialmente el creciente poder naval de China". El analista agrega que
la nueva situación volátil también puede estar marcada por "los cambios
sutiles en la política japonesa, especialmente lo que algunos observadores ven
como una creciente influencia del nacionalismo". El conflicto entre los
dos países por las Senkaku/Diaoyu no es nuevo y, como explica Carlson, la
pertenencia de estas islas ha sido un punto de disputa por mucho tiempo en las
relaciones entre China y Japón. Taiwán también tiene reclamos sobre las islas.
El control de
territorio en el Mar de China Meridional ha sido objeto de disputa durante
siglos, pero una reciente escalada en las tensiones ha generado preocupación de
que esta zona pueda convertirse en un polvorín con consecuencias globales. En
esencia es un choque sobre la soberanía de áreas oceánicas, además de las Islas
Spratly y Paracelso, dos cadenas de islas que reclaman —en parte o en su
totalidad— varios países. El conflicto tiene una similitud con la situación en
las Senkaku/Diaoyu, pues entre las razones de la pugna se encuentran la
posibilidad de que haya grandes reservas naturales y su ubicación en medio de
vías marítimas estratégicas. Según las cifras citadas por la Agencia de
Información Energética de Estados Unidos, el área puede ser rica especialmente
en gas natural, y se estima que la zona cuenta con 25 trillones de metros
cúbicos, el equivalente a las reservas comprobadas de Qatar.
El problema más
serio hace ya varias décadas ocurrió entre China y Vietnam: los chinos tomaron
las Paracelso de Vietnam en 1974 y mataron a más de 70 soldados
vietnamitas. En 1988 los dos países chocaron por las Spratly y de nuevo
Vietnam perdió más que China. Filipinas también ha estado involucrada en varias
peleas menores con fuerzas chinas, vietnamitas y malasias. Posteriormente el
tema cobró relevancia tras una controversia por un mapa en los nuevos
pasaportes chinos en el que aparecen las Spratly y las Paracelso, que llevó a
Vietnam, Filipinas y Taiwán a expresar su rechazo.
A pesar de todo,
los Estados involucrados en esta disputa se han manifestado a favor de mantener
la paz y estabilidad y promover medidas para crear confianza ya que la otra
opción es la militar. En primer lugar, los países involucrados deben abstenerse
de militarizar y ocupar más islas; en segundo lugar, deben reglamentar las
actividades de sus nacionales en estas aguas; en tercer lugar las naciones
involucradas deben congelar sus proyectos de exploración de hidrocarburos hasta
que se firmen acuerdos multilaterales de cooperación conjunta. En cuarto lugar,
la agenda de los grupos de trabajo debe abarcar temas de preocupación común en
esta zona marítima y considerados como de baja politica, por ejemplo,
contaminación, piratería, crimen trasnacional, búsqueda y rescate, etcétera.
En relación con
la presencia más directa de Estados Unidos en este conflicto, China ha mostrado
hipersensibilidad, reaccionando rápidamente a cualquier declaración de
funcionarios y oficiales del Gobierno estadounidense. Sin embargo, es
importante reconocer que la participación de Estados Unidos en el
enfrentamiento territorial en el Mar de la China Meridional es sólo una parte
muy pequeña de su agenda global con China ((tales como su balanza comercial, la
paridad del yuan frente al dólar, la militarización del espacio, la
transparencia del presupuesto militar chino y otros temas pertinentes entre las
dos potencias).
En relación con
la seguridad en los mares, incluyendo el Mar de la China Meridional, China debe
reconocer la necesidad de invitar a actores no regionales, tales como Estados
Unidos, Australia y Rusia, a participar en la creación de nuevos mecanismos de
vigilancia en el mar con el fin de hacer frente a las verdaderas amenazas,
entre ellas: la proliferación de armas de destrucción masiva, la contaminación,
la piratería y los desastres naturales. Para esto debe refrendar su compromiso
con la libertad de navegación alrededor de las islas Spratly y en las líneas de
comunicación de este mar.
Cuando BBC Mundo
le preguntó a Allen Carlson por qué la región —con los casos de las
Senkaku/Diaoyu y las islas del Mar de China Meridional— parece estar tan
volátil, el experto dice que no cree que haya un tema unificador que vincule
estas disputas. Pero sí dice que "en general hay una competencia entre los
poderes a medida que prueban su determinación, su posición y sus intenciones en
una época en que hay algo de fluidez tanto en el orden regional como
global".
A las Islas Dokdo/Takeshima, Corea del Sur las
llama Dokdo o islas solitarias, mientras Japón las llama Takeshima o islas
bambú. También fueron bautizadas por balleneros franceses en 1849 como las
Rocas de Liancourt. Corea del Sur, Japón y Corea del Norte reclaman estos
territorios, conformados por dos islas principales y 33 arrecifes e islotes de
origen volcánicos y prácticamente equidistantes de Japón y Corea del Sur.
Como en las
otras islas en disputa, estas tienen rico potencial de pesca y se cree que hay
reservas de gas cerca, si bien su cantidad no se conoce con claridad. Pero más
allá de los beneficios económicos, las islas también simbolizan los prolongados
reclamos entre las dos naciones, que tienen sus rutas en la colonización
japonesa de Corea.
La ocupación
japonesa de Corea comprende parte de la expansión del Imperio del Japón en la
que Corea se encontró bajo el dominio japonés en calidad de Colonia durante
casi treinta y cinco años- del 22 de agosto de 1910 al 15 de agosto de 1945-,
casi toda la primera mitad del siglo XX hasta la rendición japonesa en la
Segunda Guerra Mundial, unos años antes de la Guerra de Corea.
Independientemente de las denominaciones y/o
titularidades de las islas, con la derrota de Japón en la Segunda Guerra
Mundial y el posterior Tratado de Paz de San Francisco (1951), Japón se
comprometió a devolver todos los territorios adquiridos durante su
expansionismo entre la segunda mitad del s. XIX y la primera del s. XX. De esta
manera, si anteriormente Takeshima/Dokdo hubiese sido territorio coreano,
debería haberse devuelto a soberanía coreana.
Sin embargo, desde la llegada al poder del Primer
Ministro japonés Junichiro Koizumi (2001-2006), las reclamaciones niponas sobre
las Takeshima/Dokdo se han incrementado sustancialmente, como demuestra la instauración
de la festividad nacional, en 2005, del “Día de Takeshima” en Japón. Igual
sucedió cuando en el 2012, el entonces presidente de la República de Corea, Lee
Myung-Bak (2008-2013) visitó las islas y asoció dichas islas al orgullo e
independencia nacional, por ser las Takeshima/Dokdo el primer enclave o
territorio coreano conquistado por el imperialismo japonés.
Esto otorga un gran halo nacionalista al conflicto, ya
que se erige en todo un símbolo contra los abusos nipones durante su ocupación
de la península coreana. A raíz de esta visita a las islas, protestada por
Tokio, Japón propuso oficialmente a Seúl solventar el conflicto de la mano de
la Corte Internacional de Justicia, volviendo a ser rechazado por Corea del
Sur. Y, como consecuencias de ello, Takeshima/Dokdo, lastra las relaciones
bilaterales de Japón y Corea del Sur, máxime porque dicho enclave se erige en
todo un símbolo del atroz imperialismo japonés ejercido durante la ocupación
colonial de la península coreana.
Dada la gran similitud del contencioso territorial con
la disputa de las islas Senkaku/Diaoyu, entre Tokio y Pekín, no sería de
extrañar que China y Corea del Sur algún día hiciesen frente común, para
socavar las pretensiones niponas sobre las mencionadas islas en litigio. No obstante,
en el caso surcoreano, tampoco precisa de ello porque de facto ya están bajo su
soberanía, y no tiene vistas de que Japón pueda hacerse con ellas. No en vano,
desde 1953, un contingente militar surcoreano se encarga de velar por que eso
no ocurra. Por esta razón, no se vislumbra la solución del conflicto, que cada
vez pasa por la retirada o renuncia de las reivindicaciones niponas, sí, como
decimos, no quiere ver Japón a Seúl más cerca de Pekín.
Las Islas
Kuriles son cuatro islas —que Rusia conoce como las Kuriles
del Sur y Japón como los Territorios del Norte— y son la causa de un conflicto
de más de 75 años entre las dos naciones. Tokio quiere que las islas le sean
regresadas. Fueron tomadas por tropas soviéticas en 1945 y han sido controladas
por Rusia desde entonces. El conflicto ha impedido que los dos países firmen un
tratado de paz para formalmente dirimir sus diferencias de la Segunda Guerra
Mundial.
Sobre el papel,
Rusia y Japón están oficialmente en guerra. Todavía. Pese a que esto no es real
y ambos países mantienen relaciones diplomáticas, nunca firmaron un tratado de
paz tras la Segunda Guerra Mundial. Un acuerdo que ha estado encima de la mesa
durante 75 años y que ahora el presidente ruso, Vladímir Putin, y el primer
ministro japonés, Shinzo Abe, tratan de reactivar. Sin embargo, pese a que para
ambos lograr el acuerdo sería un gran espaldarazo, ninguno parece dispuesto a
cruzar la gran línea roja: la soberanía de cuatro de las islas Kuriles, en el Pacífico,
que Rusia se anexionó en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial y
arrebató a Japón, que las conoce como Territorios del Norte.
Como en los
otros casos de islas en disputa, parte del conflicto se debe al potencial
económico: las islas están rodeadas por territorios fértiles de pesca y se cree
que tienen reservas de petróleo y gas costa afuera. El turismo es otra fuente
potencial de ingresos, por los volcanes de la zona y la variedad de aves.
La firma de un
acuerdo de paz entre ambos países no se pudo realizar luego del fin de la
Segunda Guerra Mundial debido a esta disputa territorial. En 1956, una
declaración conjunta recogía la disposición de Moscú a ceder Shikotan y
Habomai, las dos islas más pequeñas —suman un 8% del total del territorio en
disputa—, a cambio de un tratado de paz. Aunque el gesto nunca llegó a
materializarse. La alianza militar entre Japón y Estados Unidos hizo ir hacia
atrás a la URSS: la posibilidad de que tropas estadounidenses se instalaran en
aquel suelo es aún hoy uno de los principales factores para que Rusia se niegue
a un pacto. Y Tokio insistía en no conformarse con menos de las cuatro islas.
El presidente de
Rusia, Vladimir Putin, aseguró en junio 2019 que continuaría el diálogo con
Japón con el fin encontrar una solución a la disputa sobre el archipiélago de
las islas Kuriles, entre el norte de Japón y la península rusa de Kamchatka.
Durante una rueda de prensa conjunta con el primer ministro de Japón, Abe
Shinzo, luego de haber mantenido una reunión al margen de la cumbre del G20 en
la ciudad japonesa de Osaka, Putin dijo que habían tratado una variedad de
asuntos, entre ellos el acuerdo de paz sobre las islas Kuriles. “Discutimos los
problemas sobre el acuerdo de paz. Seguiremos con el diálogo sobre este tema tan
delicado para ambos países”, añadió Putin. Por su parte, Abe confirmó la
continuación del diálogo con Rusia sobre el acuerdo de paz en las islas
Kuriles. “Nos satisface continuar con Putin de forma activa las negociaciones
sobre el acuerdo de paz con base a la declaración firmada en 1956”, dijo.
Aunque el
archipiélago de las Kuriles está formado por 56 islas, solo está en disputa la
soberanía de las cuatro más al sur, en las que habitan unas 20.000 personas:
Iturup, Kunashir, Shikotan y un grupo de islotes conocido como Habomai. Y para
el país nipón es un territorio importante. No solo desde el punto de vista
geoestratégico. “Hay un sentimiento de pérdida espiritual”, especialmente
“entre las familias expulsadas de las islas tras la guerra o que tuvieron
miembros que vivieron en esas islas”, explica por teléfono Stephen Nagy,
profesor asociado de la Universidad Cristiana Internacional en Tokio.
Y en una Rusia
donde el sentimiento patriótico es en los últimos años mayúsculo, ceder un
milímetro de cualquiera de los cuatro islotes puede dañar todavía más la
popularidad de Putin, que ya ha caído por la complicada situación económica,
derivada de las sanciones occidentales impuestas después de que se anexionase
Crimea (en 2014) y la caída del precio de los hidrocarburos, explica Dmitri
Streltsov, director del departamento de Estudios Orientales del Instituto
Estatal de Relaciones Internacionales de Rusia. Un 78% de la ciudadanía rusa
está en contra de cualquier cesión territorial sobre estas islas, según un sondeo
de Centro Levada de diciembre 2018. Existe la tesis que tras las Kuriles puede
llegar Crimea.
Cuando BBC Mundo
le preguntó a Allen Carlson por qué la región —con los casos de las
Senkaku/Diaoyu y las islas del Mar de China Meridional— parece estar tan
volátil, el experto dice que no cree que haya un tema unificador que vincule
estas disputas. Pero sí dice que "en general hay una competencia entre los
poderes a medida que prueban su determinación, su posición y sus intenciones en
una época en que hay algo de fluidez tanto en el orden regional como
global".
España no es
ajena a este tipo de conflictos. Todavía se recuerda la tensión vivida con
Marruecos por el islote 'Perejil' en julio de 2002. Ese inhóspito y desconocido
peñón del Estrecho de Gibraltar hizo saltar todas las alarmas en la península.
Doce soldados de la Infantería de Marina del reino alauí ocuparon 'Perejil'
hasta que fueron expulsados por los militares españoles. Tras una semana de
tensión, la situación volvió al status quo anterior. Es decir, 'Pefejil' volvió
a su condición de islote irrelevante y despoblado.
Existen Islas de la Discordia Resueltas, por
ejemplo, el Archipiélago Los Monjes: islotes ubicados al norte de
Colombia en la frontera marítima con Venezuela, bajo soberanía de este último,
fueron pretendidos por el primero; la Isla de Aves: es una pequeña y
remota isla venezolana de aproximadamente 4,5 ha, ubicada en el mar Caribe al oeste
de las islas de Sotavento, a 110 km al oeste de Guadalupe y Dominica. Esta
última reclamó la isla con el respaldo de algunos estados vecinos de la
Organización de Estados del Caribe Oriental. Dominica abandonó el reclamo en
2006.
Isla Calero (isla Portillos): la soberanía de esta isla cerca de la desembocadura
del río San Juan fue motivo de conflicto entre Costa Rica y Nicaragua y el 16
de diciembre de 2015, la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya
sentenció que la soberanía sobre isla Calero pertenece a Costa Rica; Isla de
Patos: isla perteneciente a Venezuela, ubicada en el noroeste del país, es
administrada como Dependencias Federales Venezolanas, ubicada en el Golfo de
Paria a ocho kilómetros del sureste del Estado Sucre. Fue pretendida por
Trinidad y Tobago cuando este país era una dependencia del Reino Unido y la Isla
de San Andrés: isla que forma parte del archipiélago de San Andrés, Providencia
y Santa Catalina, el cual pertenece políticamente a Colombia, pero Nicaragua ha
disputado la soberanía del archipiélago.
Ya hemos visto
cómo las fronteras pueden llegar a ser muy extrañas, fruto de desarrollos
históricos de gran complejidad en algunas de la Islas de La Discordia.
Adicionalmente hay muchas de las fronteras que conocemos que están lejos de ser
reconocidas oficialmente por todas las partes implicadas. Pese a su aparente
inmutabilidad, las fronteras siempre están en disputa, siempre pueden cambiar.
Y hay algunas en la que los estados parte no se ponen de acuerdo.
He aquí algunas de las grandes disputas territoriales: El mar de Ojotsk que no pertenece a nadie, son aguas internacionales rodeadas por aguas rusas y por tanto, aptas para la pesca libre; Territorio Esequibo (Guyana y Venezuela); Olivenza y Táliga (España y Portugal); Transnistria (Moldavia y Rusia); El Polo Norte (Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Rusia y Noruega); Sahara Occidental (Marruecos y el Frente Polisario); la totalidad de China (República Popular y Taiwán); la Antártida (Australia, Francia, Nueva Zelanda, Noruega, el Reino Unido, Argentina y Chile), Donbass (Ucrania, Rusia, Luhansk y Donetsk); Crimea (Ucrania y Rusia); las Islas Hans (Dinamarca y Canada) y Gibraltar (Reino Unido y España).
Una excelente narrativa historica, sobria y muy bien documentada.
ReplyDeletePero algo quedo en el tintero que amerita reflexion.
Una vez hablando con un estadounidense discutimos sobre la apropiacion de territorio mexicano por EU. Yo criticaba esa accion. Su repuesta, muy simple, fue que esa tierra a su vez fue arrebatada a los indios por los españoles.
Como y porque se construye la propiedad sobre un territorio ?
San Agustin decia que en la genesis de toda propiedad hay un acto de expoliacion.
El Homo Sapiens en su competencia por recursos finitos acabo con sus primos, luego con la megafauna.
Ahora, sin haber podido deslastrarse de sus impulsos tribales y dotado de colmillos nucleares, continua creando fronteras, erigiendo muros.
Es razonable pensar que tal permanente rivalidad es un camino seguro al infierno.
Hay 9500 nukes activos entre los nueve paises con poder nuclear. EU y Rusia tienen alrededor del 90% de ese arsenal. Los poseedores de los nukes se declararon con derecho a tenerlos.
El resto no tiene tal derecho.
Una minuscula fraccion de ese total causaria millones de muertos e incontable sufrimiento.
Y regresando al tema de la propiedad ea valido preguntarse como
se resolveria el conflicto China-Taiwan.
A bombazos ?
Y como seria el dia despues ?