Afganistán y Venezuela: ¿Es una solución el retiro de la tropas y las sanciones?

 

Afganistán y Venezuela: ¿Es una solución el retiro de la tropas y las sanciones?

Gustavo Gonzalez Urdaneta

Miami 23julio 2021

 

El 15 de octubre 2017 publiqué un artículo en el blog FI titulado “Afganistán: Una guerra sin fin”. En esa oportunidad decía que había un sentimiento general, fuera de los EE. UU., que esta guerra de 16 años recién cumplidos no tenía mucha lógica excepto, según parecía, para Trump y su gobierno. Me voy a permitir una reflexiones sobre los norteamericanos y los venezolanos. Dentro de la ciudadanía norteamericana existe una indiferencia marcada a las guerras excepto a entrar o iniciar otra que no les ataña. El hecho de que tantos encuestados respondan que "no saben" sugiere que la mayoría de los estadounidenses simplemente no siguen lo que está sucediendo con la guerra más larga de su país. Tal parece el caso de los venezolanos sobre el tema de las elecciones y negociaciones, estrategias usadas continuamente por el régimen chavista en las ultima dos décadas a su favor. En nuestro caso la apatía gringa parece sustituirse por la amnesia venezolana.

En general el pueblo norteamericano opta por no participar, apoyan a las tropas pero la responsabilidad es del Comandante en Jefe. Han exagerado el terrorismo, que si bien no es trivial, hay otras amenazas peores como el cambio climático y el problema del opio es mayor que el radicalismo islámico. Otro detalle es que el ciudadano norteamericano siempre está muy ocupado, viven en continuas multitareas y estar sobrecargados es casi obligatorio. Persiste la apatía. La indiferencia colectiva a la guerra se ha convertido en un emblema de la Norte America contemporánea. A nadie le quita el sueño. El venezolano después de 20 años pareciera estarle pasando algo similar pero bajo la variante de la amnesia. Engañado y humillado por el régimen chavista, durante dos décadas, aún no sabemos qué hacer cuando se vuelve al tema de las elecciones y las negociaciones. ¡Por favor!

Volvamos al tema que nos ocupa: Afganistán. Después de 20 años de conflicto, Estados Unidos está retirando la mayoría de sus tropas de Afganistán. Para Washington y sus aliados, la base aérea de Bagram había sido el epicentro de la guerra contra el Talibán y al-Qaeda. Las fuerzas de la coalición liderada por Estados Unidos invadieron Afganistán en diciembre de 2001 y Bagram se convirtió en una enorme base capaz de albergar hasta 10.000 soldados. Ahora se retiraron después de que el presidente Joe Biden prometiera que todas las fuerzas estadounidenses se marcharían antes del 11 de septiembre. Aparentemente después movió la fecha al 31 de agosto.

 

Mientras tanto, el Talibán está ganando terreno mientras continúa un rápido avance a través de Afganistán, tomando el control de decenas de distritos. El costo de esta guerra ha sido astronómicamente alto, tanto en vidas como en dinero. Pero ¿de qué se trataba? ¿Logró Estados Unidos lo que se propuso? El análisis bibliográfico permite reconstruir porque Estados Unidos invadió Afganistán.

 

El 11 de septiembre de 2001, varios ataques en EE. UU. causaron la muerte de casi 3.000 personas, después de que aviones fueran secuestrados y estrellados, dos contra el World Trade Center en Nueva York y uno en el Pentágono en el condado de Arlington, Virginia. Un cuarto avión cayó en un campo en Pensilvania. Osama Bin Laden, el jefe del grupo terrorista islamista al-Qaeda, fue pronto identificado como el hombre responsable. Cerca de dos décadas después de aquellos atentados nadie ha sido juzgado aunque otros cinco sospechosos están presos en la base naval de Guantánamo, en la isla de Cuba.

 

El Talibán, formado por islamistas radicales que controlaban Afganistán y protegían a Bin Laden, se negó a entregarlo. Entonces, un mes después del 11 de septiembre, Estados Unidos lanzó ataques aéreos contra Afganistán para derrotar a ambos grupos. Dos meses después de que Estados Unidos y sus aliados internacionales y afganos lanzaran sus ataques, el régimen talibán colapsó y sus combatientes se dispersaron en Pakistán. Pero no desaparecieron, su influencia volvió a crecer y se atrincheraron. El grupo estaba obteniendo cientos de millones de dólares al año con el tráfico de drogas, la minería y los impuestos.

 La verdad es que los problemas de Afganistán no comenzaron en 2001. Afganistán había estado durante décadas en un estado de guerra casi constante, incluso antes de que Estados Unidos lo invadiera. A fines de la década de 1970, el ejército soviético invadió Afganistán para apoyar a su gobierno comunista. Luchó contra un movimiento de resistencia, conocido como los muyahidines, que estaba apoyado por Estados Unidos, Pakistán, China y Arabia Saudita, entre otros países. Las tropas soviéticas se retiraron en 1989, pero la guerra civil continuó. En el caos que siguió, surgió el Talibán (que se traducen como "estudiantes").

Los talibanes cobraron importancia en la zona fronteriza del norte de Pakistán y el suroeste de Afganistán a principios de la década de 1990. En ocasiones, durante las últimas dos décadas, los talibanes han estado a la defensiva, pero nunca estuvieron destinados a durar. En 2014, al final del año más sangriento en Afganistán desde 2001, las fuerzas internacionales, que no querían quedarse en Afganistán indefinidamente, pusieron fin a su misión de combate dejando al ejército afgano luchando contra los talibanes. Pero esto dio un impulso al Talibán, que tomó territorio y detonó bombas contra objetivos del gobierno y civiles. En 2018, la BBC encontró que los talibanes estaban abiertamente activos en el 70% de Afganistán.

Más de 2.300 hombres y mujeres militares estadounidenses han muerto y más de 20.000 han resultado heridos, junto con más de 450 británicos y cientos de otras nacionalidades. Pero el pueblo afgano ha sufrido la mayor parte de las bajas, y algunas investigaciones sugieren que han muerto más de 60.000 miembros de las fuerzas de seguridad. Se informa que unos 111.000 civiles han muerto o han resultado heridos desde que la ONU comenzó a registrar sistemáticamente las bajas civiles en 2009. Según un estudio, el costo financiero estimado para el contribuyente estadounidense se acerca a la asombrosa cifra de US$1 billón.

En febrero de 2020, Estados Unidos y el Talibán firmaron un "acuerdo para llevar la paz" a Afganistán, el cual tardó años en elaborarse. Según el tratado, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN acordaron retirar todas las tropas a cambio del compromiso de los talibanes de no permitir que al-Qaeda o cualquier otro grupo extremista opere en las áreas que controlan. Como parte de las conversaciones del año pasado, el Talibán y el gobierno afgano participaron en la liberación de prisioneros.

Casi 5.000 militantes talibanes fueron liberados en los meses posteriores al acuerdo. Estados Unidos también prometió retirar las sanciones contra el Talibán y trabajar con la ONU para que retire las sanciones que mantiene separadamente contra el grupo. Estados Unidos negoció directamente con los talibanes, sin la presencia del gobierno afgano. "Después de todos estos años, es hora de traer a nuestra gente de regreso a casa", dijo el entonces presidente Donald Trump.

Las últimas fuerzas estadounidenses y de la OTAN que quedaban se retiraron de la base aérea de Bagram, dejando al gobierno afgano a cargo de la seguridad. Se espera que alrededor de 650 soldados estadounidenses permanezcan en el país, según la agencia Associated Press. Esto es principalmente para brindar protección a los diplomáticos y ayudar a proteger el aeropuerto internacional de Kabul, un centro de transporte vital para el país sin litoral.

Desde el acuerdo, el Talibán parece haber cambiado sus tácticas de ataques complejos en ciudades y puestos militares a una ola de asesinatos selectivos que aterrorizan a los civiles afganos. Se han apoderado de vastas extensiones de territorio, y han amenazado con derrocar una vez más al gobierno en Kabul tras la retirada de las potencias extranjeras. Al-Qaeda también continúa operando en Afganistán, y los militantes de Estado Islámico también están llevando a cabo ataques en el país. Ha crecido la preocupación por el futuro de Kabul, pero el presidente afgano Ashraf Ghani insiste en que las fuerzas de seguridad del país son totalmente capaces de mantener a raya a los insurgentes.

Muchos se preguntan ¿Valió la pena la presencia de dos décadas en Afganistán? "La respuesta depende de cómo se mida", señala el corresponsal de seguridad de la BBC Frank Gardner. Fuentes de seguridad de alto nivel le dijeron a la BBC que desde que comenzó la guerra, no ha habido ni un solo ataque terrorista internacional exitoso planeado desde Afganistán. "Entonces, si vamos puramente por la medida del contraterrorismo internacional, la presencia militar y de seguridad occidental allí tuvo éxito en su objetivo", agrega Gardner. La guerra puede haber sido un éxito pero el Cementerio Nacional de Arlington bien merece una rendición de cuentas.

Veinte años después, el Talibán está muy lejos de ser derrotado y sigue siendo una fuerza formidable de combate. "Al-Qaeda, el Estado Islámico y otros grupos militantes no han desaparecido, están resurgiendo y sin duda están alentados por la inminente partida de las últimas fuerzas occidentales que quedan en el país", indica Gardner. El general Austin Miller, primer comandante en sitio, dijo recientemente que el peligro en el Afganistán posterior a Estados Unidos es agudo, la guerra civil era una posibilidad real y eso debería ser una preocupación para el mundo.

Pasemos a analizar la estrategia de Washington para lograr un cambio del régimen en Venezuela. Pareciera, que cambia de estrategia pero no de propósito. Éste sigue siendo acabar la revolución bolivariana y sacar al presidente Maduro. Pero Washington llama al diálogo en momentos de gran debilidad: la retirada de tropas de Afganistán; la severa crisis del Gobierno colombiano de Iván Duque; los indicios del naufragio del enésimo intento por derrocar al sandinismo en Nicaragua. Por otra parte también cuenta la experiencia del fracaso de las llamadas sanciones económicas para derrocar a los gobiernos de Corea del Norte, Cuba, Vietnam, Irán. Y debe recordarse que ese mismo expediente de las sanciones económicas tampoco ha rendido buenas cuentas en los casos de Rusia y China.

La necesidad de cambiar el régimen venezolano es innegable e imperativa; la mayoría de la población lo pide. Ahora bien, cuales son internamente las condiciones existentes para un cambio de régimen. Llamar oposición al grupo actual en Venezuela es un exceso absurdo. La mayoría son títeres de o estan comprometidos con el gobierno. Y la verdadera y reducida oposición no goza del crédito requerido como tal. Por otra parte, de qué sirve que cincuenta gobiernos reconozcan a Juan Guaido como presidente interino si ni siquiera existe unidad en la oposición y el pueblo venezolano ya no lo reconoce como el líder capaz de hacerle frente a los desafíos actuales. La ausencia de líderes capaces no es una exclusiva venezolana, hay un déficit mundial de fuerza moral.

 

Además, es bastante claro que Nicolás Maduro no avanzará en el diálogo propuesto mientras no sean aflojadas las sanciones económicas al régimen impuestas por EU y sus socios de la Unión Europea y posiblemente las individuales sobre su persona y sus adláteres. No parece factible que el chavismo vaya a dialogar con ambas sanciones sobre sus cabezas. Tanto en la retórica como en los hechos Joe Biden ha dado algunas muestras de querer iniciar el diálogo sin el grillete de las sanciones. Y eso aparentemente lo compra parte de la oposición afecta al régimen.

 

El diálogo propuesto no parece una idea de ningun líder criollo. Es una decisión de Washington. Es posible que un dialogo dirigido por Estados Unidos pueda dar resultados distintos a todos los anteriores. Retirar las sanciones es un paso sencillo en el caso de Venezuela. Y mucho menos costoso en términos de prestigio que retirar sus tropas de Afganistán. Parece que Biden piensa que es hora de desandar los caminos que no llevan a ninguna parte tanto en Afganistán como en Venezuela pero tampoco hay ninguna certeza ni historia de éxitos. Por alguna razón tampoco lo han hecho en otros países. Si algo debemos aprender de la experiencia de Afganistán es que en Venezuela no solo hay que sacar a los usurpadores chavistas sino a todos los invasores actuales en el país: cubanos, terroristas, guerrilleros, iraníes, rusos, chinos y recuperar la seguridad interna a toda costa.

 

Revisemos el impacto real de las sanciones economicas de EE. UU. sobre Venezuela desde diferentes ópticas. Según, Antonio de la Cruz, analista político e investigador asociado del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, si bien las sanciones económicas afectan los negocios su relacion no es tan directa y si lo es la forma cómo el modelo económico implementado ha “implosionado” la economía del país. “Si vemos la caída del Producto Interno Bruto desde 2013 a 2019, es brutal. Es realmente una economía que pasa a ser en 2015 (…) de 10.570 dólares per capita, a una economía, de 2019, de 2.300 dólares per capita”, indicó de la Cruz. El analista recordó que las sanciones económicas tienen una cláusula “que dice que se puede dar la licencia para los casos que se requiera si es ayuda humanitaria, en todos los aspectos de la economía”. Agrego que sería necesario ver cómo “hacer que esa presión que tiene hoy Maduro por esas sanciones (…) se utiliza para seguir generando que cambie de conducta”.

 

En Miraflores, la opinión sobre las sanciones está bien definida. "¿Ustedes saben cuándo dejamos de pagar? Cuando llegó Donald Trump con sus medidas devastadoras, extremistas y crueles y a PDVSA le prohibieron vender petróleo en el mundo”, indicó recientemente el presidente venezolano Nicolás Maduro

 

Según Hugo Acha, investigador del Centro para una Sociedad Libre y segura, "Es innegable de que todo tipo de sanción por la naturaleza de regímenes autoritarios como es el de Venezuela inevitablemente van a ser pasados en su costo efectivo a la población”. Pero agrega Acha que “Negar el rol absoluto completamente comprobado en la debacle humanitaria, en la violación de derechos humanos, en la generación de la mayor crisis humanitaria de la historia de occidente y de seguir a este paso la mayor crisis humanitaria de la historia que tiene como responsabilidad directa la administración del señor Nicolás Maduro, sería una ingenuidad”.

 

En palabras de algunos analistas, una eventual flexibilización de las sanciones hacia Venezuela por razones humanitarias debería incluir, entre otras cosas, resultados efectivos en la mejora de la calidad de vida de los venezolanos. La relatora especial de las Naciones Unidas sobre medidas coercitivas unilaterales y derechos humanos, Alena Douhan, visitó el país en febrero y concluyó que las sanciones contra Venezuela afectan dentro y fuera del país y pidió a EE. UU. “revisar y levantar” estas medidas. 

 

Con respecto a la administración de Biden, en los medios se ha publicado que ha dado “claros signos" de su intención de flexibilizar las sanciones no solo en relación en Venezuela, citando razones humanitarias. Sin embargo, el asesor para Latinoamérica del presidente Joe Biden, Juan González, reiteró en febrero que Washington mantendrá las sanciones contra la gestión del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. "Los que esperan que nosotros vamos unilateralmente a levantar las sanciones, eso es algo que no es prioridad en estos momentos, porque lo que queremos es empujar un diálogo entre los dos lados, que lleve un resultado democrático", dijo González. "Tenemos que empujar a que el régimen se sienta con la oposición a negociar una salida", argumentó el asesor de Biden.

 

El entorno estratégico de América Latina y del Caribe comúnmente se mal interpreta. Aunque la región no está plagada por guerras interestatales, no es en absoluto una región de paz. Mas de cuarenta de las cincuenta ciudades con las tasas de homicidio más altas se encuentran en América Latina. Resulta útil recordar que las condiciones que catapultaron en caos al Oriente Medio después de la Primavera Árabe no fueron los conflictos entre los estados, sino más bien, al igual que en América Latina, fueron las tensiones socioeconómicas alimentadas por la dinámica de la globalización en el contexto de instituciones estatales débiles e insensibles para poder lidiar con ellas. Puede que los retos de América Latina sean diferentes en grado y detalles en comparación con los de otras partes del mundo, pero no son diferentes en su capacidad de explotar de una manera que afecte la seguridad nacional de Estados Unidos.   

 

Da la impresión de que, salvo darle larga a la situacion actual venezolana como en Cuba, una vez se retiren las sanciones económicas al chavismo y no se logren los cambios a “negociar” en nuevos diálogos a proponer, a Estados Unidos no le quedarían más opciones que ya las consideradas y desechadas: golpe de Estado o invasión militar directa. Las irresponsabilidades no solo llegan a través de la acción, también llegan mediante la no acción cuando lo que toca es actuar.

 

Cuando la dictadura es un hecho, la revolución se vuelve un derecho. Victor Hugo

Los que hacen la revolución pacífica imposible, harán inevitable la revolución violenta. John F. Kennedy

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