Un centavo por tus pensamientos (Gustavo Gonzalez Urdaneta)
Un centavo por
tus pensamientos
Gustavo Gonzalez Urdaneta
Miami 29 julio 2021
El dicho “un
centavo por tus pensamientos” es un modismo en inglés, “a penny for your
thoughts” que simplemente pide a las personas que ofrezcan voluntariamente sus
opiniones sobre un tema en discusión. En el uso moderno, es una frase destinada
a transmitir curiosidad sobre lo que una persona está pensando; es básicamente
una propuesta de una persona en saber qué está pensando el oyente y muestra su
interés a través de una oferta simbólica de pago. También se usa comúnmente
cuando alguien parece estar absorto en sus pensamientos o preocupado por una
idea, como una forma educada de darle a la persona la oportunidad de expresar
sus ideas o preocupaciones. Sus orígenes son bastante desconocidos aunque se
remonta al menos al final de la Edad Media.
Al igual que con
la mayoría de los modismos o dichos, nadie está exactamente seguro de quién dijo
primero "un centavo por tus pensamientos" o cuándo. Pero sí sabemos
en este caso quién fue el primero en publicarlo y luego quién lo popularizó. En
1522, el libro de Sir Thomas More. Cuatro últimas cosas, se publicó
póstumamente, era un libro de meditaciones sobre la muerte, el juicio de Dios,
el dolor y cómo combatir las "enfermedades espirituales". Cosas
realmente edificantes. Alli se lee: "Como suele suceder, la cara misma
muestra a la mente caminando en peregrinación, de tal manera que, no sin alguna
nota y reproche de una mente tan vagabunda, otras personas de repente les
dicen: 'Un centavo por tu pensamiento'". En otras palabras, un hombre
sabio se ha quedado en silencio y para cosechar su sabiduría, se ofrece dinero.
El proverbio se usa de la misma manera hoy en
día. A pesar del uso de More, el dicho no pareció ganar popularidad hasta
después de 1547, con un libro escrito por John Heywood quien es mejor conocido
como dramaturgo y coleccionista de proverbios. Nacido alrededor de 1497,
comenzó su carrera como cantante en la "Capilla Real" de Enrique
VIII. Su carrera iba bastante bien, cantando, enseñando a otros a cantar y,
ocasionalmente, actuando. En la década de 1530, comenzó a escribir
"interludios", que eran esencialmente lo que hoy llamaríamos bocetos:
pequeñas obras de un acto que generalmente se realizaban dentro de grandes
obras. Así es como empieza a ganar cierta notoriedad.
No le dolió que
sus interludios fueran por lo general cómicos en su naturaleza y se burlaran de
la muy poderosa Iglesia (a pesar de sus devotos caminos católicos). Una parte
bastante interesante de esto fue que Enrique VIII también era un devoto
católico, pero había sido excomulgado de la Iglesia Católica Romana. Entonces,
Heywood ganó el favor del Rey, pero enojó a los clérigos con sus barbas en este
clima político bastante divisorio.
De cualquier
manera, en 1546, en el apogeo de su popularidad, escribió un libro de
doscientas páginas titulado Un diálogo que contiene el nombre en efecto
de todos los proverbios en inglés, que más tarde se conocería más
simplemente como Los Proverbios y Epigramas de John Heywood. A
pesar de que el libro lleva su nombre, él nunca afirmó haber inventado ninguno
de estos. Él simplemente los recogió para que fueran recordados. Como se dijo
en el prefacio del libro, "Armonizar y confesar lo que es la clave, que
por el recuerdo de estos proverbios crecen".
Varios
proverbios conocidos que aparecen en este libro incluyen "Roma no se
construyó un día" y "todo está bien si termina bien ". También
incluye," un centavo por tus pensamientos "o como está escrito en el
libro" Frisa (calla el buen hombre) un penique por tu pensamiento ".
Las
declaraciones políticas de Heywood dentro de sus interludios volvieron a
morderlo un poco cuando, en 1547 (solo un año después de su libro), el hijo de
diez años de Enrique VIII, Edward, tomó el trono. Como Edward era protestante,
Heywood era católico y le disparaba a la Iglesia, pensó que era más seguro huir
a Bélgica para vivir el resto de sus días (que en realidad era bastante largo,
33 años). Sí, fue esencialmente expulsado de Inglaterra por un niño de diez
años.
Ahora, ¿cuánto
ofreció Thomas More o John Heywood (o cualquier persona del inglés del siglo
XVI) cuando dijo que pagaría un centavo por tus pensamientos? Bueno, en
articulos revisados, encontré una mención que según el convertidor de divisas
de los Archivos Nacionales de Inglaterra, un centavo en 1540 valdría
(representando la inflación) alrededor de 1.6 libras en la actualidad. No he podido
verificar esta conversión pero recuerdo que antes de
la adopción del sistema decimal en 1971, había 240 peniques en una libra
esterlina. Convertir eso en dólares estadounidenses, no llega a los $ 2.25, creo
que no alcanza para un Happy Meal de McDonald's. Por lo tanto, si alguien le
ofrece un centavo por sus pensamientos, utilizando su nuevo conocimiento, ahora
puede intentar extorsionarlo con un Happy McDonald's antes de hablar. Aunque
por su salud, quizás en este caso sería mejor mantener la boca cerrada. Según
internet, el valor de colección actual de un penny de la época de la Reina
Victoria puede estar entre $1.400 (1900) y $3.000 (1917). Hoy en día a EE. UU.
producir un 1 centavo le cuesta 1.7 centavos y el mayor valor fue 2.5 centavos
en 2010.
Cuando se originó el dicho, un centavo valía
mucho más que en el siglo XXI. Por lo tanto, un “centavo por sus pensamientos”
probablemente indicaba que los pensamientos eran más valiosos para quienes
imploraban al oyente que los diera de lo que son según los estándares actuales.
La frase generalmente se entiende como un gesto simbólico y, por lo general, no
se debe considerar el valor real. Sin embargo, esta pérdida de valor puede
usarse de manera burlona, a menudo implícita en el tono de voz, alguien puede
usar esta frase de una manera sarcástica para indicar que la idea de alguien es
mala o vale un centavo en valor moderno.
Seguro que todos
recuerdan cuando Ilsa silenciosamente se acerca al meditabundo Rick en
Casablanca y le dice “A penny for your thought”. ¿Cuánto pagaría usted por
conocer los pensamientos que rondan la mente de otra persona? Y, si pudiera
confirmar su veracidad, ¿cuánto más pagaría? Hace tiempo
que preguntas irreales como éstas son el pan nuestro de cada día de los relatos
de ficción. Desde La dimensión desconocida hasta Sentencia
previa, la idea de leer la mente ―para conocer las secretas
intenciones del prójimo y la posibilidad de intervenir en sus planes― siempre
ha sido sumamente tentadora.
No ha pasado
mucho tiempo desde que la ciencia se conformaba con describir las áreas del
cerebro encargadas de realizar diversas funciones y de procesar sensaciones: el
lóbulo frontal para el «pensamiento elevado», el lóbulo óptico para la vista,
etc. No sucede así en la actualidad. Tal como lo afirma Martha J. Farah,
directora del Centro de Neurociencias Cognoscitivas de la Universidad de
Pensilvania: «Por primera vez podría ser posible violar la privacidad de la
mente humana y juzgar a las personas no sólo por sus acciones, sino también por
sus pensamientos y preferencias» y sugiere consultar «Are We in Need of a Neuromorality?». Castigar y controlar los pensamientos que
alguna vez se consideraron íntimos podría terminar por convertirse en la norma.
Hace casi 50
años, el escritor de ciencia ficción Michael Crichton imaginó que comprender el
origen neuronal de nuestros pensamientos y motivaciones desarrollaría nuestro
deseo de intervenir en ellos. Al principio, estas intervenciones se realizarán
por cuestiones médicas, para controlar las convulsiones y los ataques
epilépticos que incapacitan a sus víctimas. En El hombre terminal (1972),
Crichton materializó esta idea como una computadora «que monitoreará la
actividad eléctrica del cerebro, y cuando detecte el comienzo de un ataque,
transmitirá un choque eléctrico al área correcta del cerebro. Esta computadora
tiene un tamaño similar al de una estampilla postal y pesa la décima parte de
una onza. Se implantará en la piel del cuello del paciente».
A la luz de las
noticias recientes relacionadas con las sobresalientes maneras de mostrar
imágenes del cerebro humano y de diseccionarlo incruentamente, cada día que
pasa aprendemos más acerca del cerebro y de cómo manipularlo y estimularlo. Todo
esto tiene un buen propósito; los neurólogos no buscan controlar la mente. No
obstante, como lo señala Crichton, resulta obvio que las nuevas experiencias
crean nuevas expectativas. Se originan nuevos ciclos de retroalimentación y los
nuevos estímulos producen nuevas respuestas y es posible que la gente diera lo
que fuera por saber lo que piensan otros. Gran parte de El hombre
terminal parece ser una inocente curiosidad en el ámbito médico.
Nuestra
curiosidad por conocer los pensamientos de las personas que nos interesan y
estar dispuestos a pagar por ello, es debido en parte porque los pensamientos
que tienen y que permiten que permanezcan, son los que los hacen ser quién son
y los pensamientos correctos, combinados, son los que pueden convertirse en una
vida increíble. Por lo general nuestra curiosidad es guiada por nuestros
sentimientos hacia la persona. Otro atractivo viene dado por nuestro
conocimiento de la persona y, por lo tanto, de su forma de pensar. O simple
curiosidad o hábito.
Cuando hablamos
de pensar, nos referimos a un proceso mental psicológico a través del cual las
personas podemos crear, regular y desarrollar ideas acerca de nosotras mismas,
del entorno que nos rodea o de los demás. Los pensamientos que adoptamos las
personas tienen diferentes características individuales y se van desarrollando
a lo largo del tiempo. Cuando hablamos de modos de pensar, nos referimos a las
diferentes intervenciones sociales que hemos ido incorporando a lo largo del
tiempo en nuestra mentalidad, es decir, tienen que ver con nuestra propia
historia y con las construcciones sociales.
Por lo que se
puede decir que todos nuestros modos de pensamiento se han creado y han ido
evolucionando a lo largo del tiempo en donde los seres humanos nos hemos ido
enfrentando a diferentes retos y situaciones, las cuales hemos ido superando.
Esto es lo que hace que nuestros modos de pensar sean sumamente importantes y
atractivos ya que más que nada se trata de nuestra propia herencia cultural.
Según la psicología hay nueve tipos de pensamiento: reflexivo, crítico,
analítico, lógico, sistémico, analógico, creativo, deliberativo y práctico. Pero
¿de qué nos sirve conocer estos 9 tipos de pensamientos? Debido a que los
pensamientos influyen en nuestras emociones y por lo tanto en nuestras acciones
y en la manera en la que vivimos, nos ayuda a que podamos conocernos y
comprendernos mejor.
Sin pretender
entrar a analizar los nueve tipos de pensamientos veamos uno como ejemplo. Dewey,
fundador del pragmatismo, defiende que el resultado requiere un pensamiento
reflexivo, es decir, poner orden a esa sucesión de ideas, que
no debe convertirse en una simple concatenación de ideas en relaciones de
consecuencias, sino que poniendo un cierto orden promueva un pensamiento
dirigido hacia alguna meta. El pensamiento reflexivo suele ponerse en marcha
cuando se está ante un problema o cuando se realizan planes a futuro, sea este
a corto, mediano o largo plazo. También, el pensamiento da lugar a la
innovación, a nuevas formas de algo, poniendo en juego la creatividad de una
persona, sea por trabajo o por hobby. El pensamiento es un instrumento del
hombre para aprender.
El pensamiento
para Dewey se inscribe en una relación entre lo que ya sabemos, nuestra
memoria y lo que percibimos. Con esta trilogía damos significado a
las cosas, creamos, inferimos más allá de los que nos viene dado y eso es el
producto “pensamiento”. La inferencia tiene lugar a través de la sugerencia de
todo cuanto se ve y se recuerda; esa sucesión de ideas es el pensamiento. Dewey
basa todo este proceso en dos recursos básicos e innatos: la curiosidad y la
sugerencia o ideas espontáneas. El pensamiento debe conducir alguna meta: una
acción, un resultado. He allí uno de los principales atractivos para pagar un
penny por ellos.
Aprender
sin pensar es inútil. Pensar sin aprender, peligroso. Confucio
Quien
no se resuelve a cultivar el hábito de pensar, se pierde el mayor placer de la
vida. Thomas Alva Edison
"los neurólogos no buscan controlar la mente",
ReplyDeleteEscribe mi caro amico Gustavo.
La mentalidad militar si, y no debemos menospreciarlo, pues la Historia enseña que el gasto militar tiene mas prioridad que el gasto en salud, basta con comprobar los presupuestos de cada uno. Y no dudaria que DARPA este financiando algun proyecto en este sentido. De hecho, ya hay proyectos para con manipulacion genetica se creen, desarrollen, mejoren, soldados. En la civilizada Francia ya existe jurisprudencia que lo permitiria.
Ciencia Ficcion ?? Robots dotados de IA, Inteligencia Artificial, estan a la vuelta de la esquina. Drones con capacidad de tomar decisiones autonomas han motivado a circulos cientificos y empresariales, Elon Musk entre estos ultimos, a solicitar su prohibicion.
Esto arroja sombras sobre la sapiencia del Homo Sapiens, pues la supervivencia deberia primar; el amor al Otro, como predican las Religiones, debe suplantar al temor al Otro.
Utopia ?? El arco y las flechas son nucleares y estan en manos de recien llegados
Tema este que ameritaria otro enjundioso articulo de Gustavo.
Y cuantos centavos dariamos por comprender el proceso fisiologico que genera pensamientos y mas alla, la consciencia ??