La Alegría y El Dolor (Gustavo Gonzalez Urdaneta)
La Alegría y El Dolor
Gustavo Gonzalez Urdaneta
Miami 13 agosto 2021
Consciente de la
situación que se vive en nuestro país los invito a reflexionar sobre estas dos
realidades aparentemente opuestas. Muchas veces nos enfocamos en buscar
felicidad. Tratamos de evitar las situaciones que crean dolor o tristeza. Pero
ambos son parte de la vida y no podemos removerlos completamente. Coexisten,
son compañeros de viaje. Lo que sí podemos hacer es controlar nuestra actitud y
utilizar los momentos difíciles de la vida para que nos hagan más fuertes.
Incluso en los momentos complicados hay algo que aprender y si buscamos,
también habrá oportunidades. Piensa en un momento difícil de tu vida. ¿Cuándo
ocurrió, que sentías? ¿Y ahora que ya pasó, como lo ves?
Antes de entrar
a compartir reflexiones sobre ese tema, creo de interés revisar los conceptos
de Dolor, Sufrimiento y Tristeza para evitar posibles
visiones segadas y negativas que podamos haber tenido promovidas con el ánimo
de insuflar una visión personal de optimismo. Según Buda “el dolor es
inevitable, el sufrimiento es opcional”.
Por dolor entendemos
la reacción fisiológica y emocional natural que una persona experimenta ante un
determinado evento lesivo, enfermedad o pérdida. Por ejemplo, me golpeo un
hombro contra algo, lo normal es que me duela; tengo una pérdida por fallecimiento
de un ser querido, lo normal es que experimente dolor emocional. Ante todos
estos eventos el dolor es inevitable, es normal y natural, que modifica nuestra
bioquímica y moviliza todos los recursos de afrontamiento necesarios para
enfrentar la situación. En principio, es algo que forma parte de nuestra
naturaleza y que vemos que tiene una utilidad adaptativa.
En el caso
del sufrimiento, éste es subjetivo. Lo primero que debemos saber es
que se puede/debe tener dolor y no sufrir por ello. El sufrimiento es una
respuesta emocional y no debemos confundir dolor emocional con sufrimiento, que
como dice la máxima de Buda es opcional. En este sentido, el sufrimiento nace
del juicio que hacemos de lo que nos está ocurriendo. El sufrimiento, además de subjetivo (propio de
cada uno), es opcional (podemos elegir que no aparezca) y, de intensidad
modulable (si no desaparece). Una vez que aparece, hay que sacarlo y dejarlo
ir.
Respecto a la tristeza,
empezaré diciendo que se trata de una emoción adaptativa y necesaria, se puede
estar triste, es más, se debe estar triste y no sufrir por ello. La tristeza es
tan necesaria, en términos adaptativos, como la alegría ya que supone una serie
de modificaciones a nivel bioquímico, de juicios, etc. pero también es una
señal de aviso para que nuestros seres queridos sepan de nuestra situación y se
acerquen a dar apoyo. Por lo tanto, tiene una función que la naturaleza “ha
diseñado” como evolutiva y adaptativa.
Igualmente es
pertinente aclarar las diferencias entre los conceptos de Bienestar, Alegría
y Felicidad. Todos en algún
momento hemos intentado conseguir la clave del bienestar, frente a lo cual
siempre surge la misma palabra: felicidad. No obstante, dicha idea nos impide
ver otra que también debería ser igual de importante, como lo es la alegría.
Puede parecer extraño, pues a simple vista parecen dos palabras completamente
iguales, pero tienen una diferencia indispensable que no debes dejar pasar
desapercibida.
La forma más
fácil de expresar el sentimiento de Felicidad es poniendo de ejemplo una
situación en la cual tuviste que atravesar por un desafortunado hecho que hizo
que tu estado de ánimo cayera por completo, ya sea por una mala noticia o una
pelea. Esto solo deja en entrevisto un sentimiento de tristeza momentánea. No
obstante, te consideras una persona feliz pues sabes que todo en tu vida va
bien, que estás conforme con lo que has conseguido, te gusta lo que te rodea y
sabes que cuentas con buenas personas. Esto puede llegar a demostrar una
sensación de bienestar gracias a dicha felicidad, a pesar de sentir tristeza
por un rato. Ahora bien, si la felicidad era entendida como un sentimiento
general, esto mismo no sucede con la Alegría, pues es definida
únicamente como una emoción espontánea y, por supuesto, temporal. Esto solo
quiere decir que la alegría surge a partir de un acontecimiento positivo, ya
sea por una sorpresa, o un buen suceso que te hizo sentir a gusto. Y es que si
bien es cierto que la alegría es contagiosa, hay personas que a pesar de
sentirla pueden seguir siendo infelices.
Como bien
pudiste observar, la principal diferencia radica en el tiempo de duración, pues
la felicidad suele ser más permanente; pero, no te equivoques, tampoco
es para siempre, pues el error radica en que muchos creen que para ser feliz se
necesita estar siempre alegre. Por ende, el Bienestar basado en
la felicidad puedes alcanzarlo al entender que las dudas, los miedos, el dolor,
las malas noticias y la frustración también son necesarios, y que solo así se
sabe apreciar de forma indicada el verdadero valor de la alegría.
Al respecto, un
estudio sobre la alegría realizado por Antonio Sevilla Moreno para la Universidad
de Murcia demuestra que la Felicidad incluye “otras emociones como la
ilusión, la esperanza, el regocijo o el amor, que se suelen tomar como
positivas, pero también otras como el compromiso, la lucha, el reto e incluso
el dolor, que pueden ser conceptos más bien negativos”.
Hace unos días
hablando con una amiga sobre este tema, ella me llamó la atención de que la
mayoría de la gente suele expresar y hablar de sus dolores, sufrimientos y
tristezas pero que muy poca gente lo hacía cuando estaba feliz, alegre. Espero
que con estas reflexiones cada uno pueda construir su propia opinión al
respecto. En ese momento me acordé del libro El Profeta de Khalil
Gibran en el cual, la gente de su pueblo le pide al Profeta que, antes de irse,
le hable de ciertos temas como el amor, el matrimonio, los hijos, el dar, el
comer y el beber, el trabajo, la alegría y el dolor, las casas, el
vestir, el comprar y el vender, el crimen y el castigo, las leyes, la libertad,
la razón y la pasión, el dolor, el conocimiento, el enseñar, la amistad, el
hablar, el tiempo, lo bueno y lo malo, la oración, el placer, la belleza, la
religión, y la muerte.
En la
oportunidad en que le pidieron hablar de la Alegría y del Dolor,
el Profeta les dijo “Vuestra alegría es vuestro
dolor sin máscara. Y la misma fuente de donde brota vuestra risa fue muchas
veces llenada con vuestras lágrimas.”, es decir, alegría y dolor coexisten. Y
continua…” Cuando estéis contentos, mirad en el fondo de vuestro corazón y
encontraréis que es solamente lo que os produjo dolor, lo que os da alegría…Cuando
estéis tristes, mirad de nuevo en vuestro corazón y veréis que estáis llorando,
en verdad, por lo que fue vuestro deleite.”. El mensaje estaba claro, la
Alegría y el Dolor son inseparables, vienen juntos y… “cuando uno de ellos se
sienta con vosotros a vuestra mesa, recordad que el otro está durmiendo en
vuestro lecho”. En pocas palabras, estamos suspensos como fiel de balanza,
entre nuestra alegría y nuestro dolor. Bajo esta reflexión de Gibran, no
deberíamos tener limitaciones en hablar y transmitir por igual ambos
sentimientos: Alegría y Dolor. El 13 cumplió años un hermano del alma y hace
tres meses murió mi hija. Las conversaciones de Mexico son esperanza para unos
y traición para otros.
El
dolor solemos aprender como sobrellevarlo cada
uno de nosotros en nuestro entorno familiar, al igual que la manera de convivir
con él. Las expresiones y reacciones ante el dolor son aprendidas en nuestras
vivencias con los mayores. A pesar de ser una constante en nuestro propio
existir, ningún dolor es comparable a otro. La experiencia del sufrimiento es
individual, diferente para cada persona y única… El sufrir nos permite entender
mejor el dolor ajeno y aumenta nuestra capacidad para respetar y no juzgar la
forma como otros lo viven… Es importante respetar esa diversidad de
manifestaciones y no culpar al que llora demasiado o al que no llora porque
cada cual se expresa a su modo. Es casi imposible no crecer en el dolor y
mejorar como personas, ser más comprensivos y misericordiosos. De hecho, vemos
cómo una tragedia despierta la ayuda solidaria… cómo se fortalecen las personas
después de una experiencia triste en la cual aprendieron a perdonar… y ¿cuántos
que en el dolor encontraron la verdad y se acercaron a Dios?... Aparentemente, el dolor despierta más
solidaridad que la alegría pero al dolor parece que le molesta la alegría.
La
alegría es otra realidad del amor y mucho más
fácil de explicar y entender. La alegría y el gozo intensifican la vida y
deseos de vivir, mientras que la pena puede hacer desear no seguir…Estas dos
realidades de la existencia están presentes en la vida familiar. Nuestra
tendencia es darle más atención a un dolor de nuestros hijos que a sus
alegrías. El mundo de los niños es el juego y en medio de las preocupaciones y
tareas de los adultos puede ser difícil compartir su risa fácil, su entusiasmo
que influye incluso en su desarrollo físico. Reír con los que amamos, gozar de
sus alegrías pequeñas o grandes es tan importante como acompañarlos en las
preocupaciones propias de su edad, que a veces no tomamos en cuenta porque “no
son tan grandes como las nuestras”.
Nuestra
relación con la alegría y la felicidad va cambiando a lo largo de
la vida. Cuando somos pequeños, nuestro nivel de felicidad probablemente
dependerá de la relación que tengamos con nuestros amigos. A medida que
crecemos, suele estar supeditada a nuestras aspiraciones y las
responsabilidades cambian y crecen, al igual que la probabilidad de frustración
y el estrés y la ansiedad por nuestro trabajo por diferentes razones. Al final
nuestra felicidad y alegría pueden depender de otros tipos de situaciones y eso
puede limitar nuestra capacidad de expresarla. Cuando nuestra felicidad está ligada
simplemente al cumplimiento de un deseo es más fácil que suframos.
La
felicidad no consiste en vivir bien y tener un excelente nivel de vida, sino en
saber vivir. La vida en sí es un regalo pero hay que saberla vivir. Es
frecuente captar esto cuando la vida se acaba.
El
dolor se alimentará con cualquier experiencia que resuene con su vibración
dañina. Es por eso por lo que les decía de que al dolor le molesta y le estorba
la alegría. El dolor tiene dos niveles en el tiempo: el dolor que siento ahora
y el dolor del pasado que aún vive en mi cuerpo y en mi mente, como algo que
está por resolver, tramitar y sanar. Entonces el dolor de lo pasado persiste si
me identifico con él.
En
general el dolor emocional es la principal causa del dolor físico y de las
enfermedades físicas. Es decir, cuando experimento resentimiento, odio,
autocompasión, culpabilidad, ira, depresión, celos e incluso la menor
incomodidad psíquica, todo ello se representa en el cuerpo como enfermedad y
por supuesto como dolor. El dolor es inevitable mientras siga identificándome
con mi mente victimizada. Continuamente busca la manera de no desconectarte del
ahora, porque si lo haces, te identificas con el dolor, al fin y al cabo, la
mente cree que “lo correcto” es sentir dolor. Por lo tanto, la tarea consiste
en aceptar y valorar el dolor en el ahora, para liberarte del sufrimiento y
permitir que la consciencia tome las riendas de la situación.
Con
la nueva tecnología, convertimos formatos, programas, en distintas
versiones, somos expertos en hacer las cosas más prácticas, esto es genial, sin
embargo hemos de ir aprendiendo también a convertir el dolor en alegría,
es como saber nadar, y muchas veces en contra corriente. En la vida hay
situaciones en que te quedas perplejo y no sabes que hacer, especialmente
frente a tragedias, malas noticias, enfermedades. La persona se queda sin
palabras, aprender a transformar el dolor en alegría no es fácil,
pero es posible.
Un
psicólogo positivista Martin Seligman., nos brinda una luz, desde la
resiliencia y dice que para superar la adversidad hay
tres elementos: control, cambio y compromiso. Seligman, reconocido
pionero de la psicología positiva, nos explica que la felicidad no siempre
depende de nuestro estatus social, nuestra religión o nuestra belleza física.
La felicidad en realidad es una combinación única de lo que él llamó
“fortalezas distintivas”, como el sentido de humanidad, la templanza, la
persistencia y la capacidad de llevar una vida significativa. Martin Seligman fue el pionero de la
Psicología Positiva, sin embargo, cabe decir que el propio término fue acuñado
en su momento por Abraham Maslow.
Ser
resiliente no significa que las personas no sufran o se agobien. El dolor
emocional y la tristeza son comunes en personas que están bajo gran estrés,
adversidades o traumas en sus vidas. Sin embargo, las personas resilientes se
caracterizan por ser conscientes de sus limitaciones, por confiar en
sus capacidades, por no intentar controlar las situaciones y ser flexibles
ante los cambios. La resiliencia implica conductas, sentimientos y acciones que
los individuos pueden aprender y desarrollar a lo largo de la vida. Las
personas resilientes no nacen, se hacen. Por tanto, todo el mundo puede
aprender a saber manejar de una forma adecuada las adversidades que les toca
vivir.
Ser
y estar feliz es posible como una decisión, donde el centro soy yo y no los
demás. Más bien requiero y construyo mi felicidad para aceptar y recibir a los
demás. Es natural que la alegría y la felicidad proyecten luz a la sombra del
dolor. Y solo puedo construir felicidad en tanto esté iluminado; a diferencia
del dolor, que desde la sombra fabrica un yo infeliz que necesita de la
tristeza y la derrota para demostrar su hipótesis oscura. Observa el dolor y
entiéndelo como algo que debes soltar, porque no lo necesitas.
¿Qué
es lo que influye en tu nivel de felicidad?, ¿A qué le das más
importancia en la etapa de tu vida en la que te encuentras ahora? Hay varios
factores que tienen mucha influencia pero, dependiendo del momento, uno
adquiere mayor importancia que los otros. Solemos creer que los factores son
externos pero muchos son internos. Es evidente la influencia de tu forma de
ser, tu actitud ante la vida y cómo afrontas los problemas pueden influir en tu
nivel de felicidad; el lugar en el que vives influye de forma importante en tu
estado de ánimo; tu nivel de exigencia, las personas perfectas casi siempre están tristes,
frustradas y estresadas y si cultivamos relaciones sanas nuestro nivel de
felicidad será mucho mayor. Muchos de los factores externos no son fáciles de cambiar
pero lo que sí podemos hacer es cambiar nuestra forma de ver las cosas.
Aunque
con estas reflexiones se pretenda romper una lanza por la felicidad, coincido
con el punto de vista de que todo pasa por aceptar con normalidad todos los
estados sin juzgarnos. Si estás triste, no dejes de hacer lo que tienes que
hacer (en la medida de lo posible), acepta con alegría que estás vivo, entiende
que es algo pasajero y trabaja para hacer que la tristeza se vaya. Si estás
sufriendo, detecta la causa, identifica la emoción que produce en ti deja que
se diluya con amor y sin perder la ilusión por vivir y si te duele, pon los
medios para sanar y trata de que no vuelva a ocurrir y si no puedes evitarlo, trata
de aminorar los daños. Y si estás feliz, trata de contagiar tu felicidad a
otros.
En
cualquier caso, estés como quiera que estés, nunca dejes de dar las gracias por
la vida, sufre con optimismo, llora con la alegría de saber que queda menos
para que el sol vuelva a salir. Permítete ser un ser humano y toma el tiempo
justo para salir de ahí y siempre, busca la plenitud y felicidad. Para ello, lo
más importante: haz algo, siempre haz algo, por poco que sea, ¡haz algo!
“La
alegría y el dolor no son como el aceite y el agua, sino que coexisten” José Saramago
“La tristeza no
es más que una valla entre dos jardines” Khalil Gibran
“El peor
sufrimiento está en la soledad que lo acompaña” André Malraux
Comments
Post a Comment