Participación en la politica (II): Las redes sociales (Gustavo González Urdaneta)
Participación en la politica (II): Las redes sociales
Gustavo González Urdaneta
Miami 16 octubre 2021
La pregunta
académica por los efectos de los medios de comunicación en la participación
política tiene una larga historia de investigación. Aprendimos – con
Aristóteles – que el ser humano no es sólo político o social, sino también un
animal que habla y fue el canadiense Will Kymlicka el que subrayó que la
política se hace en lengua vernácula. Sin embargo, la revolución digital y sus redes
sociales han impactado tan de lleno en todas las esferas de la política –
territoriales, institucionales, identitarias, etc. – como para agitar, y de qué
manera, nuestras conciencias. Y nos han mostrado algunas certezas y muchas
dudas.
En el arte, cada
vez más acelerado e impredecible, de lo político, de entre las verdades manifiestas
destaquemos una: las redes sociales, como ejemplifica su uso masivo en tiempos
de confinamiento, se han convertido en herramienta básica de la participación
política. Y, entre las incertidumbres de estos tiempos convulsos, de
polarización política, desequilibrios sociales y desafección ciudadana,
afrontemos la siguiente pregunta: ¿sobrevivirá la democracia
constitucional a la revolución digital y a la construcción de nuevas hegemonías
políticas desde las redes sociales? Más pronto que tarde acabaremos sabiéndolo,
pero ahora cabe analizar cómo incide la realidad virtual en nuestra
contribucion a las formas de acción politica. Aunque me salió un poco largo,
los invito a que lo lean completo.
El análisis de
la mayoría de las publicaciones consultadas apoya la creencia que las redes
sociales tienen poderosos efectos sobre la actuación política, como se podría
pensar al observar las protestas en Egipto del 2011 o las protestas estudiantiles
en Chile del mismo año. Sin bien existe evidencia estadística de la relación
entre uso de redes sociales y participación política, no se puede aseverar que
esa relación sea estadísticamente significativa.
La utilización
de las redes sociales en la comunicación política comenzó en las
elecciones presidenciales de los Estados Unidos de 2008. En dicha contienda
electoral, el expresidente Barack Obama integró estos canales en su estrategia
de campaña. Como resultado, ganó las elecciones presidenciales y generó un
aumento en el uso de las redes sociales en la comunicación política mundial. Si
bien puede ser cierto que la comunicación política en redes sociales ha ganado
espacio en los actores políticos y electorado, vale la pena preguntarse ¿Qué ventajas
genera emplearla en la política diaria de un país?
En primer
lugar, las redes sociales fomentan la participación directa del público en
las actividades políticas ofreciendo un acceso abierto y gratuito a sus
usuarios. En segundo lugar, elevan la participación política al
posibilitar una comunicación bidireccional que igual fomenta la aparición de
"nuevas voces políticas" que pueden constituirse en las tan
necesitadas generaciones de relevo en el futuro. En tercer lugar,
permiten llegarle al electorado a los políticos con menos recursos económicos pero
con conocimientos técnicos adecuados que buscan intercambiar opiniones. En cuarto
lugar, permite la viralización de mensajes capaces de movilizar a los
ciudadanos y de vincularlos emocionalmente con el proyecto que lidera. Las
emociones juegan un papel primordial. Y, por último, permite obtener más
información sobre la politica, aumentando la alfabetización política del
electorado para el fomento de la educación política del ciudadano común a
través de las propuestas de políticos y no políticos.
Algunas de las desventajas
de las redes sociales: permiten crear apariencias, mentiras, manipulaciones;
permiten volver trascendental cualquier cosa de la nada; pueden crear
confusión, anarquismo y disfrazar muy bien cualquier perfil de un participante;
la abundancia abarató la demanda ciudadana por calidad; pueden llevarte a la
inacción, indiferencia o renuncia y promueven a los supuestos “gurús” de la
virtud y la verdad. En EE. UU. siete de cada diez personas acusan cansancio
informativo.
Bajo el
estallido producto de las ventajas enumeradas, nos ha mostrado, mínimo, dos
cosas: primero, que los jóvenes sí están interesados en la política, aunque no
necesariamente como la entendemos tradicionalmente. Y segundo, que las redes
sociales no sólo se utilizan para fines de entretenimiento, sino también para
compartir información política y coordinar acciones. La pregunta es si esta
politización de las redes sociales podría traducirse en una mayor contribucion
de formas de acción politica.
No se trata de hacer
de las redes sociales el alfa y omega de las luchas políticas, hablando por
ejemplo de «revolución Facebook», pues equivale a confundir los medios y
los fines y, sobre todo, a atribuirle a lo que no es más que un soporte de
comunicación poderes que no posee, pero, dado que la expresión no tiene sino un
valor metafórico, es pertinente señalar que busca más bien indicar la
existencia de un clima general, incluso de cierta movilización popular, posible
gracias a los nuevos medios de comunicación y que puede ser usada en todo sus
alcances para participar activamente en distintas formas de acción politica que
son indispensables en el caso de Venezuela.
Bajo la optica
de continuidad del tema, me permito recordarles que cada ciudadano debe tomar
su decisión de como participar en la acción política, pues no es asunto que
incube sólo a los políticos sino a todos quienes hayan sido formados en
democracia y estén decididos a defenderla a todo riesgo. En ese sentido, es necesario
que la comunicación política se trabaje de manera estratégica e integrada en
todos los medios de información -sobre todo en redes sociales- para que la
población confíe en la política nacional y se anime a participar de la
misma. En nuestras manos está el poder de servir de voceros de cualquier acción
politica que ayude a informar al venezolano de a pie para incentivarlo a participar
activamente en la recuperación de nuestra democracia.
Una acción política
es legítima cuando los ciudadanos tienen buenas razones para apoyarla u
obedecerla y, se considera que toda acción, cuyo objeto sea ejercer influencia
en las decisiones o políticas oficiales, se constituye como participación
política (voto/abstinencia, campañas políticas, protestas/huelgas, marchas,
desobediencia civil, denuncias, etc.,). En contraparte a la crisis de unidad de
la oposición venezolana es cooperativo tener una sociedad civil que motive
y promueva la unidad real de todos acercándose a la oposición real que se
mantiene fiel a sus principios.
En las últimas
semanas han circulado en las redes sociales en Venezuela cualquier cantidad de
articulos de opinión sobre las tan cuestionadas negociaciones en México y las
elecciones de noviembre próximo, las fallas diarias del servicio electrico, las
exabruptas facturaciones de los servicios públicos por el régimen y pare usted
de contar. No nos cuesta nada consolidar nuestras opiniones y divulgarlas en
las redes como medio de protestas y acciones de desobediencia civil.
No podemos quedarnos callados pues eso solo beneficia al régimen. Eso es una
forma de acción politica al alcance de todos. Tengan garantizado que el pago de
esas facturas millonarias de la electricidad no mejorará para nada el servicio
en Venezuela pues la falla es estructural.
Existe una gran
variedad en lo relativo al modelo de activismo político que se ha venido
construyendo internacionalmente con el uso de los dispositivos de red social
(Twitter, Facebook, YouTube) desde los acontecimientos en Islandia en 2008 con
su singular revolución de las cacerolas y su posterior ejercicio de
“WikiConstitución”, la denominada “primera árabe”, el caso de las protestas en
Túnez y Egipto, los indignados españoles (Movimiento 15-M) y norteamericanos
(Occupy Wall Street) y la “primavera mexicana” en específico con el movimiento YoSoy132.
Al respecto es complicado medir impacto y trascendencia, ya que al hacerlo
habría que incorporar una serie de variables que den pistas sobre el mismo.
De los estudios
sobre movilizaciones y marchas, la investigación sobre las protestas de
2011 en Chile llama la atención que hasta el momento es de las pocas
investigaciones que puede entregar mayor evidencia estadística sobre el uso de
redes sociales y protestas, de hecho, señala el estudio realizado por la socióloga
Shelley Boulianne de la Universidad Grant MacEwan, publicado en marzo de 2015, que
es 11 veces más probable que un usuario de redes sociales participe en una
marcha que otro que no usa social media.
Una de las
primeras relaciones entre redes sociales y movilización política en
Chile podría verse en agosto de 2010, cuando en Facebook las personas se
organizaron para protestar contra la construcción de una central de
energía en una reserva de la naturaleza (Barrancones). Coordinados a través de
Facebook (y a través Twitter, aunque menos conocido entonces), protestaron ante
el Gobierno y este retiró el proyecto, siendo una de las primeras
movilizaciones exitosas en redes sociales en Chile. En enero de 2011 ocurrió
una protesta en el sur del país contra el aumento de los precios del gas
(Magallanes) y en junio de 2011 comenzaron las protestas estudiantiles contra
el sistema educacional. Fue en ese instante que el Gobierno de Chile comenzó a
monitorear las redes sociales.
Otra muestra de
la efectividad de tales formas de acción politica, es que el movimiento de
oposición al golpe de Estado en Birmania a principios de año fue más fuerte,
en sus inicios, en las redes sociales que en las calles. Por ello, la junta
militar bloqueó Facebook, al igual que sus servicios Instagram y WhatsApp. Una
medida para silenciar a los activistas en una red social que usa la mitad de
los 53 millones de habitantes de Birmania. Paralelamente fue la primera
protesta en las calles de Birmania en la que se ondearon pancartas y coreado
consignas contra el golpe militar que había derrocado a un Gobierno elegido
democráticamente en las urnas. Unos comicios que no son válidos para el Ejército y en
los que la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido que lidera Aung
San Suu Kyi, arrasó logrando el 83% de los escaños. Fue la propia Suu Kyi la
que, antes de que fuera arrestada, dejó una nota escrita haciendo un
llamamiento a la desobediencia civil.
Poco después, a
la campaña de desobediencia civil se fueron sumando estudiantes, profesores,
abogados, colegios de ingenieros y sindicatos de agricultores. Se abrió una
página de Facebook con más de 300.000 seguidores que fue recogiendo
todas las imágenes en las que se veía a los distintos grupos de trabajadores
posando con el lazo rojo que representa al partido de Suu Kyi y haciendo el
gesto de los tres dedos, un símbolo que apareció en la película Los Juegos
del Hambre y que estos últimos años ha escenificado en varios países las
protestas contra gobiernos autoritarios.
La llamada «primavera
árabe» ha inspirado numerosos análisis sobre los efectos de las redes
sociales en la constitución de movimientos de protesta antidictatoriales,
especialmente marcados por nuevas generaciones de nativos digitales. A veces
sucede que los nombres resultan engañosos o que simplemente no ayudan a
comprender las cosas. Por supuesto, la expresión no debe ser tomada
literalmente y hace referencia a otro periodo histórico, el de la «primavera
de los pueblos» de 1848, cuando una serie de revoluciones sacudió –y en
algunos casos derrocó– a unos 50 regímenes, sobre todo en Europa pero también
en otras partes del mundo. La de 1848 fue la primera revolución potencialmente
mundial cuya influencia puede detectarse en otros movimientos posteriores,
inclusive los latinoamericanos.
Los analistas
políticos todavía relativizan el papel de los medios interactivos como catalizadores
de las protestas que se vivieron en Egipto, pero la velocidad con que la
información sobre los sucesos de Túnez alcanzó a los egipcios y a los
pobladores de otros países árabes, y la intensidad con que los canales de comunicación
virtuales fueron usados para coordinar acciones y concentraciones de calle
permite atribuirle a la telefonía móvil y a las redes sociales de Internet un
carácter protagónico en las estrategias de los activistas opositores.
La idea básica
de los creadores de Twitter es simplificar los contenidos y facilitar
las relaciones, para después jerarquizarlas y medir su impacto. Tras la
sencilla ecuación (sujeto, verbo y predicado) esta aplicación de red social ha logrado
colocarse como plataforma para la protesta contra el estado Iraní, en contra
decisiones del estado como subir impuestos en México, en las rebeliones
ciudadanas de los países árabes o como arena para discusiones informales sobre
temas de estado entre funcionarios públicos y líderes políticos, mini-boletines
de prensa, filtraciones, etc., como los sucedidos en México. Sin embargo, es
imperativo ser más eficaz en Twitter donde se observa que el contenido está de
una u otra manera asociado a aspectos emocionales. Un análisis de 1,2 billones
de tuits durante dos meses en el 2000 arrojó que sólo el 29% de ellos tenían
algún tipo de impacto en forma de feedback. El resto quedaba reducido a una
especie de vacío y ruido intrascendente. Aparentemente, hace falta reducir los
aspectos emocionales en las redes sociales.
La evidencia
señala que las redes sociales han aportado de manera positiva en el
conocimiento político y en diversas acciones políticas, tales como la protesta
y el activismo digital. Sin embargo, hasta ahora poco sabíamos sobre si
el uso de redes sociales podría asociarse con una mayor participación
electoral. La literatura permite distinguir tres procesos a través de los
cuales resulta lógico pensar que las plataformas de “microblogging” propician
la votación de la ciudadanía.
Primero, existe una reducción en las barreras de acceso a la
información, dinamizando el consumo consciente e incidental de los asuntos
públicos. Segundo, estas plataformas viabilizan la organización y
ejecución de antiguas formas de acción política (grupos de discusión,
protestas), a la vez que permite la emergencia de nuevas formas de acción
(activismo digital). Tercero, la inserción de las personas en redes
digitales más heterogéneas que sus redes presenciales, favorece el intercambio
de opiniones de manera directa e indirecta, movilizando la formación de
identidades políticas más claras.
Los resultados
de una investigación de corte cuantitativo con datos provenientes de las
encuestas de opinión pública del Centro de Estudios Públicos (CEP) de la
Universidad Central de Chile (UNCEN) entre 2011 y 2019 en la que analizaron más
de 12.000 casos indican tres fenómenos importantes. Primero, las
personas que siguen a veces o de manera frecuente temas políticos en redes
sociales como Facebook o Twitter, tienen una probabilidad de un 23% mayor de
haber votado en las últimas elecciones (municipales o presidenciales) respecto
a quienes no siguen temas políticos en estas redes. Segundo, esta
relación disminuye a medida que aumenta la edad y Tercero, el efecto
edad es pequeño. Sin embargo, el efecto generación es mayor.
Cada vez más
gente, y por más y más tiempo, usa las redes sociales como medio principal no
ya de comunicación, sino de información política y, por tanto, de vía que
determinará de alguna manera el sentido de su voto. Desde las elecciones que
auparan a Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos, pasando por las
que ganó Donald Trump, o la salida del Reino Unido de la Unión Europea con el
referéndum del Brexit, la incidencia de las redes sociales en la determinación
de winners and losers puede ser tan concluyente como para hacer
de la realidad digital el preludio del devenir político.
En los últimos
meses las redes sociales en Venezuela nos han brindado un ejemplo de acción
politica en la boca de connotadas personalidades públicas sobre el acto electoral
del régimen el próximo noviembre. Les comentaba en WhatsApp que muchas de las
razones expuestas argumentando el “Yo voto para” son fácilmente
trasladables al “Yo no voto para”. Con ambas se demuestra que el régimen
es minoría o la oposición es mayoría, la absoluta necesidad de cambiar el
régimen y el sistema y el reclamo de las elecciones presidencial y
parlamentarias para configurar un nuevo país. Hay realidades que no se
pueden obligar como es la unidad de la oposición (falta de pureza ideológica),
ni caer en la ilusión de que el proceso será democrático y le dará más
poder a la base, la historia es muy clara al respecto. Como siempre, se debe
respetar la opinión y la decisión de cada quien respecto al voto.
El masivo poder
de articulación de nuevas formas de expresión comunicativa que generan
las redes sociales se proyecta políticamente en una doble dirección: De
abajo-arriba, el estimado incremento de la capacidad individual para influir,
condicionar o marcar la agenda o la discusión política y de arriba-abajo, la
presencia de los actores políticos al dirigir sus proclamas y mensajes a
potenciales votantes mediante su propaganda ideológica y electoral.
No todo está
claro entonces en la red, y es de temer que durante los próximos años asistamos
al progreso de una gestión especializada de la comunicación política en
internet, al tiempo que se atacarán varios de los principios sobre los cuales
se estableció la red mundial, empezando por la neutralidad, la libertad total
de los flujos y la igualdad de todos respecto de las circulaciones, y por la
ausencia de filtros o archivos que permiten la vigilancia de los usuarios…
“Las redes
sociales se tratan más de sociología y psicología, que de tecnología” Brian
Solís
“La política debería ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano”. Dwight D. Eisenhower”
“Las redes
sociales son un nuevo caballo de Troya sino se usan para el bien común” GGU
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