Comentario al Evangelio (Lc 19, 1-10) correspondiente al 31vo Domingo del Tiempo Ordinario (AGUSTIN COLL)
Agustin Coll: A continuación podrán leer nuestro comentario al Evangelio (Lc 19, 1-10) correspondiente al 31vo Domingo del Tiempo Ordinario:
𝗝𝗲𝘀𝘂́𝘀 𝘆 𝗭𝗮𝗾𝘂𝗲𝗼
Jesús entra en Jericó, ciudad asentada en la ribera occidental del Jordán en un importante cruce de caminos, a unos 27 Km de Jerusalén. En sus palmerales y huertos se producían abundantes frutos, que estaban sujetos a la vigilancia del fisco controlado por Roma. Allí residía Zaqueo, que se desempeñaba como jefe de publicanos o recaudadores; por lo cual era odiado por sus compatriotas que lo consideraban corrupto y pecador.
Al pasar Jesús por Jericó en su camino a Jerusalén, la noticia de su llegada se esparció por todo el pueblo, que se aglomeró para verlo pasar. Ante tanta algarabía, Zaqueo que era de baja estatura tuvo que subirse a un sicomoro para poderlo ver e intentar conocerlo. Jesús lo divisó a lo lejos y le dijo: “Zaqueo, baja enseguida, porque hoy tengo que quedarme en tu casa”. Tan singular invitación fue recibida con gusto por Zaqueo, pues bajó rápidamente del árbol para recibir a Jesús.
Esto produjo la irritación de la muchedumbre, que acusaba a Jesús de entrar en la casa de un pecador. Pero ambos hicieron caso omiso de la calumnia y Zaqueo, hasta ese momento avaro e implacable, respondió a la invitación de Jesús con enorme generosidad, ofreciéndole a los pobres la mitad de sus bienes y prometiéndole a quienes había defraudado devolverles el cuádruple de lo robado. Ante este gesto heroico del jefe de publicanos, Jesús le dice: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham [un auténtico judío]. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido”.
La narración del evangelista San Lucas se centra en la transformación de Zaqueo quien, a partir de su experiencia con Jesús, decide cambiar su estilo de vida al tomar en cuenta el sufrimiento de los demás antes que dedicarse a la acumulación de riquezas. 𝗨𝗻 𝗲𝗻𝗰𝘂𝗲𝗻𝘁𝗿𝗼 𝗺𝗮́𝘀 𝗮𝘂𝘁𝗲́𝗻𝘁𝗶𝗰𝗼 𝗰𝗼𝗻 𝗝𝗲𝘀𝘂́𝘀 𝗽𝘂𝗲𝗱𝗲 𝗵𝗮𝗰𝗲𝗿 𝗻𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗮 𝘃𝗶𝗱𝗮 𝗺𝗮́𝘀 𝗵𝘂𝗺𝗮𝗻𝗮 𝘆 𝘀𝗼𝗹𝗶𝗱𝗮𝗿𝗶𝗮.
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