Evangelio (Mt 5, 38-48) correspondiente al 7mo Domingo del Tiempo Ordinario: 𝗔𝗺𝗮𝗿 𝗮𝗹 𝗲𝗻𝗲𝗺𝗶𝗴𝗼
A continuación podrán leer nuestro comentario al Evangelio (Mt 5, 38-48) correspondiente al 7mo Domingo del Tiempo Ordinario:
𝗔𝗺𝗮𝗿 𝗮𝗹 𝗲𝗻𝗲𝗺𝗶𝗴𝗼
La Galilea de los tiempos bíblicos vivía en constante tensión por las circunstancias sociales, políticas y económicas a las que estaba sometida. La región vivía subyugada por el poderío militar y fiscal de la mayor potencia extranjera de la época, como lo era Roma, sufriendo los abusos de las legiones que controlaban el territorio ocupado. Por otro lado, los campesinos -que constituían el grueso de la población- vivían oprimidos por las arbitrariedades de los poderosos terratenientes, que les imponían condiciones de trabajo muy duras. En este ambiente, las palabras de Jesús debieron sorprender a la audiencia: ‟Amen a sus enemigos, y oren por quienes los persiguen. Así ustedes serán hijos de su Padre que está en el cielo; pues Él hace que su sol salga sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos”. En este contexto, el amor al prójimo se extendía no sólo a los miembros del pueblo de Israel, sino también a los extranjeros residentes entre los israelitas.
Cuando Jesús les habló del amor al enemigo es muy probable que lo que pensó debió consistir en no hacerle daño o no propiciar que otros lo hicieran. Todavía hoy, en el ámbito de nuestro turbulento mundo actual, su propuesta luce novedosa y original. En ella se percibe un anhelo por mitigar la violencia y el odio entre los seres humanos y un deseo por detener la escalada destructiva que se genera como producto de esas pasiones desatadas. Pero tampoco debe entenderse el amor al enemigo como la generación de sentimientos de afecto, simpatía o cariño hacia aquellos que nos humillan, hieren o dañan.
Nuestro comportamiento y actitud ante el enemigo deben ser proactivos, pues no podemos conformarnos únicamente con no hacerle ningún mal, sino que debemos estar dispuestos incluso a hacerle el bien, si lo encontramos necesitado. Definitivamente, somos más humanos y mejores cristianos cuando perdonamos al enemigo que cuando nos vengamos de él, o del que simplemente no piensa como nosotros, alegrándonos con su desgracia.
“El amor a los enemigos es un anhelo por mitigar la violencia y el odio entre los seres humanos”
Comments
Post a Comment