Poder económico y poder político (Gustavo Gonzalez Urdaneta)
Poder
económico y poder político
Gustavo
Gonzalez Urdaneta
Miami
24 abril 2023
Antes de cualquier consideración
o reflexión respecto a ambos poderes, la lógica nos lleva a considerar que es
necesario encontrar un equilibrio entre los dos, el económico y el político,
basado en el respeto mutuo y el reconocimiento del papel fundamental que ambos
juegan. Es muy difícil triunfar en los negocios y conseguir el respeto de la
sociedad, pero no más que ser elegido por los ciudadanos, tras el complicado
proceso de elección interna en el propio partido para liderarlo a nivel
municipal, autonómico o nacional.
El tema resulta interesante e
impactante para la era actual, pues en las referencias disponibles se da un
conocimiento moderno sobre ciencias económicas y políticas, mediante las cuales,
se evidencia un problema constante: las luchas de poder entre las clases que dominan
y las dominadas, como bien lo expresa la obra El Príncipe de Maquiavelo
.
En ese aspecto, es pertinente enfatizar,
como decía Maquiavelo…:“en todas las ciudades se encuentran estas dos
tendencias que nacen del hecho de que el pueblo desea no ser gobernado ni
oprimido por los nobles y los nobles por el contrario, desean gobernar y
oprimir al pueblo”. Además, nos atrae el hecho que con sus aportes, muchos
filósofos consideran que se da un tratamiento y conocimiento moderno de ambas
ciencias, al lograr para las prácticas existentes, de cómo se debía hacer una
estructura social y económica de la sociedad.
Ahora bien, definir el poder, es
complejo. Muchos piensan que es la capacidad de una clase social para realizar
un objetivo o interés particular. Otros
sostienen, que sencillamente es “el hecho de participar en una adopción de decisiones”.
Dicho de otra manera, es un empuje al servicio de una idea, o dicho en forma
más simple, el poder es una fuerza que circula en todas direcciones.
En la obra de Maquiavelo, el
Príncipe es la representación del poder.
En ese sentido, el autor defiende el poder con una visión depredadora,
pues argumenta que, el ser humano es un animal violento e impulsivo. Veamos,
entre sus consejos: “zorra para conocer las trampas y león para asustar lobos”.
Es defensor de los principados y, en otros escritos, es un favorecedor de una
república imperialista: pues no cree en la democracia. Todo se realiza, desde
un punto de vista práctico.
Desde esta perspectiva,
comprendemos entonces que, hoy, el poder
se divide en dos partes: El Poder formal que trata de estructuras
altamente visibles como el Estado y gobierno de la mayoría de los Estados y el Poder
real que corresponde a estructuras de poder que, dentro o fuera de los
circunstanciales entornos jurídicos en los que están insertan, impulsan planes,
medidas y decisiones políticas, económicas y sociales …
Aunado a lo anterior, Maquiavelo
centra su idea de que el poder caracteriza a un grupo de personas que tienen la
posibilidad de aplicar su voluntad ante los demás. Inclusive, no hay bondad y
la justicia debe servir a los intereses del más fuerte. En donde,
superficialmente, no se progresa si involucramos las normas jurídicas de:
equidad, moralidad, honestidad,
convivencia, lealtad… en la sociedad. Pues, según Maquiavelo “quien crea
que a los grandes hombres, los nuevos beneficios les hacen olvidar las antiguas
ofensas se engaña”. Sobran ejemplos en nuestra historia y en la Venezuela
actual.
Dentro de los hechos históricos,
muchos imperios han nacido dentro de un poder absoluto, Roma, por ejemplo,
obtuvo un desarrollo cultural, económico, social y político. Conquistó, durante
sus primeros dos siglos a todos los pueblos del mundo mediterráneo, llegó hasta
Inglaterra, Arabia, Dacia y otros pueblos.
Por otro lado, cohabitaron culturas como: la judía, la griega, la persa,
la egipcia etc. Sin embargo, no supo, como imperio, cómo conservar el poder y,
simplemente, por su anarquía militar fue arrasada. Para muchos, y me incluyo,
no tuvo visión. Recapitulando, no es un tema novedoso, muchos poderíos vienen
naciendo y desapareciendo desde hace más de 2.000 años, en donde para muchos,
la fuente de conocimiento de todo ser humano será la historia.
En los últimos años se ha
producido, como consecuencia de la necesidad de sobrevivir en la
ultracompetitiva aldea global actual, una formidable concentración de poder
económico en grandes grupos financieros y en conglomerados industriales y
de servicios. Si examinamos las cifras de ventas y beneficios de las grandes
empresas mundiales, su implantación y presencia en los cinco continentes y sus
intensas campañas publicitarias, podemos deducir el extraordinario poder que
ejercen las decisiones de sus directivos sobre los productos que consumimos o
disfrutamos, la calidad de vida del planeta, la estabilidad y valor de muchas
monedas nacionales y, desde luego, en la política internacional. La
concentración parece imparable y, valga como ejemplo, en el mundo del
automóvil, tan representativo e influyente en la economía de este siglo, los
analistas más rigurosos prevén a corto plazo sólo cuatro o cinco gigantes
dominantes que se repartirán uno de los mercados globales más sofisticados y
difíciles.
El (supuesto) orden mundial post
Guerra Fría no ha hecho sino aumentar la situación de inestabilidad global,
acelerando la carrera armamentista –ahora ya no bipolar sino multipolar- y
poniendo de manifiesto la agresiva competencia que existe entre las naciones
industrializadas y otras que -como China- se modernizan rápidamente en pos de
controlar los recursos naturales y energéticos del planeta. Observamos así la
crisis de los Estados nacionales, especialmente de los países periféricos, y la
constitución de grandes bloques. Se renuncia o desmorona al multilateralismo, y
se ha establecido una lucha por el liderazgo de un sistema unipolar entre Estados
Unidos y China, En este contexto el problema del poder se ha vuelto
extremadamente complejo, desafiando nuestra capacidad de comprenderlo en todos
sus aspectos.
El inmenso avance tecnológico, la
sociedad de información y conocimiento que vivimos ha permitido a los
empresarios y empresas un desarrollo extraordinario que no ha sido contrapesado
por un desarrollo similar del poder político que continúa lastrado por la
falta de organizaciones internacionales con poder real y la atomización de sus
responsables nacionales, incapaces de alcanzar acuerdos rápidos y mucho menos
de implementarlos. La ineficacia de la ONU y de la UE, a pesar de la buena
voluntad de sus secretarios generales y máximos responsables, han sido y son
clamorosas para enfrentarse a crisis mundiales como el terrorismo, el conflicto
de Oriente Próximo, la pandemia del sida, el cambio climático, la
superpoblación, la situación de miseria o extrema pobreza en que viven
centenares de millones de seres humanos, los incesantes movimientos
migratorios, la situación de los refugiados...
La situacion política interna en
Venezuela durante las últimas dos décadas y el nivel de corrupción permitido
por el régimen actual, así como la lucha interna por el poder político entre
lideres del partido oficial, nos induce a reflexionar en estos días sobre ambos
poderes, lo cual se sustenta igualmente por la situacion de los mismos a nivel
de la sociedad en general. Es permisible asumir de que esta lucha interna entre
grupos de corruptos en Venezuela nunca se hubiese producido si no estuviésemos
a las puertas de un evento con ribetes electorales.
Por otra parte, el desprecio de
ambas clases entre si es comparable a nivel global y nacional. Con mucha
frecuencia, el menos en Venezuela, he oído y leído a empresarios y
ejecutivos expresarse con un desdén elitista hacia los políticos con frases
como 'no tienen ni idea de cómo llevar un país', 'he visto tantos Gobiernos en
mi vida profesional', 'hacen política porque no pueden hacer otra cosa', 'todos
los políticos son iguales, sólo quieren medrar', 'yo este problema lo
solucionaba en dos días'. Considerar que el éxito económico -obtenido tras
admirables esfuerzos y dedicación en muchos casos- es traspasable
automáticamente a otras áreas sociales y permite descalificar a los que han
dedicado y dedican su vida a la causa pública es, a mi juicio, además de un
error, una injusticia, desgraciadamente cada vez más frecuente.
Lo mismo ha sucedido con los
políticos, con frases despectivas sobre empresarios: 'Sólo saben ganar
dinero para ellos y no crean riqueza', 'no representan a nadie', 'se creen los
dueños del mundo y seres superiores'. Creo que se ha intentado muchas veces
explicarles, con poco éxito relativo, el concepto de creación de riqueza para
todos los componentes de una empresa, en forma de salarios y posibilidades de
promoción para los trabajadores y empleados, en sueldos y realización
profesional para los directivos, en dividendos para los accionistas y, para la
sociedad, en impuestos y nuevos productos o servicios, la participación en
iniciativas solidarias o filantrópicas así como los riesgos de la profesión de
emprendedor. No es menos cierto, que los ricos de cuna en Venezuela que son
inexistentes o escasos, una gran parte se la debe a su participación y/o nexos
con el poder político. No es necesario dar nombres.
En esta sociedad venezolana, la
que hemos construido entre todos y que cada uno de nosotros sueña con mejorar,
existe además un fenómeno añadido y es, un cierto desprecio por las personas
que dedican su vida a la política por una retribución que consideran modesta.
Algunos piensan que los que entran en política saben la retribución que van a
recibir y, por tanto, allá ellos, pero además añaden que otras compensaciones
tendrán, sembrando la sospecha de una cierta corrupción. Sospecha que es totalmente
cierta y ha quedado totalmente confirmada con el régimen actual.
Chávez pensaba que era el
"hombre más poderoso del tercer mundo". El 11 de abril del 2002 –
casi11 años antes su muerte oficial- se convenció que el poder político no es
suficiente en América Latina. Desde ese instante emprende la misión cuasi
religiosa de hacerse inmensamente rico y añadir al poder político que
detentaba, el gran poder económico, muchísimo dinero. De esta manera, el comandante, que solia
exorcizar la riqueza como la de un hombre malo, devino en uno de los hombres
más ricos del mundo. Rafael Ramírez fue el pontífice que el comandante escogió
para ese sacrosanto ritual de facilitar que Chávez fuera un hombre malo, pero
inmensamente rico. Y, sus hijos, ¡muy bien, gracias!
Recuerdo que mi suegro Calvani me
decía que para ser político no se podían tener necesidades económicas, pues son
muchas las tentaciones y a cada rato. Todos tenemos claro cuáles de nuestros
presidentes durante los 40 años de democracia 1958-1998 tuvieron una gestión
transparente y terminaron sin ninguna riqueza. Igualmente es necesario
reivindicar que la mayoría de los políticos que he conocido son gente honrada a
carta cabal y que están muy mal pagados por la desidia de los sucesivos
presidentes y equipos de gobierno que no han tenido el deseo ni el coraje de
afrontar una situación absurda. ¿Se puede pedir a presidentes, vicepresidentes,
ministros y altos cargos que perciban retribuciones claramente inferiores a
cargos medios de empresas privadas al mismo tiempo que exigirles plena
dedicación, grandes conocimientos y decidir sobre presupuestos multimillonarios
con exquisita neutralidad? ¿La corrupción por necesidad o la necesidad de
corrupción?
A fin de poder dilucidar la
función del poder económico, es
necesario recordar que, la historia de la humanidad es, ciertamente: una lucha
de clases. En donde conserva el poder el más fuerte. En este sentido, Maquiavelo reconoce: “Pero
quien llega al principado con el favor popular, se encuentra solo con él, y no
tiene a su alrededor a nadie o a poquísimos que no estén dispuestos a obedecer.
Además, no se puede satisfacer a los nobles con honestidad, sin ofender a
otros, pero sí al pueblo…”
Pero ¿Qué es o se entiende por
poder económico de una clase? Para muchos, son los recursos o medios económicos
que posee la clase dominante. En nuestro mundo, la Economía, como disciplina,
estudia los procesos de producción, intercambio, distribución y consumo de
bienes y servicios. Existe otra pregunta importante: ¿Cuál es el papel del
Estado actual, en el capitalismo? Hoy, el Estado se organiza en países del
Tercer Mundo o pobres, como un Estado exclusivo, en áreas de: justicia,
seguridad ciudadana, administración de impuestos y formas de control, pero, no
siempre controla la economía.
Ciertamente, en la obra El
Príncipe, el autor le da un papel importante a la política para gobernar la
economía; porque su desempeño es fundamental. Y ya que tocamos de nuevo el
tema, para nadie es un secreto que, las grandes corporaciones transnacionales
en los países subdesarrollados poseen, en sus directorios a antiguos ministros,
diputados, presidentes, gobernantes y otros en sus cúpulas. En ese
sentido, de acuerdo con algunos autores ”El
gran galope del capital imperialista ha encontrado a la industria local sin
defensas y sin conciencia de su papel histórico…”. En otros tienen el feroz y
astuto lobby. Queda claro, también, que los políticos actuales, buscan el
aprecio y respeto del pueblo; pero cuando ejercen cargos en empresas
transnacionales, simplemente, no aceptan que engañan a la nación.
Dentro del panorama
latinoamericano, hay dos modelos solitarios, los de Cuba y Venezuela, con
muchas otras claridades y oscuridades. Heinz Dieterich se pregunta en su ensayo
sobre por el retraso o casi nulo avance de las ciencias sociales al interior
del mundo de los socialismos históricos, centrándolo en el caso cubano. Señala
al respecto que Cuba no sería sino el último representante de un modelo caduco
de socialismo del siglo XX que niega la evidencia histórica.
En el caso de Venezuela, Heinz
Dieterich, considera que tal vez el mayor error fue no modificar el modelo
económico político de Hugo Chávez que ya en el 2010, por la caída de los
precios del petróleo fundamentalmente, estaba agotado. Tenía que reestructurar
ese modelo y no lo hizo. Las consecuencias se vieron en la depreciación de la
moneda nacional, y el deterioro del bienestar de la población. Los programas
sociales ya no se podían financiar. Ha sido una espiral que comenzó en 2011 y
ahora vemos llegar a su fin. Algo que aún estamos esperando pero tenemos ahorita
el punto de inflexión para lograrlo con las primarias y la eleccion del 2024,
por los momentos. Tenemos que recuperar el país.
Cualquier
poder, pero sobre todo el poder político y económico, lleva en si el peligro de
tender al abuso de este. De ahí que todo ordenamiento jurídico suficientemente
desarrollado deba
preocuparse
de impedir la concentración excesiva del poder, o bien, de controlar su
ejercicio. En un
Estado
democrático, la forma más efectiva de este control consiste en la
institucionalización de
medidas
para contrarrestar dicha tendencia, tal como ocurre en relación con el poder
político mediante
la
separación de las ramas del poder público. Un ejemplo es la separación de
poderes en los Estados Unidos asociada con el sistema Checks and Balances. El
sistema de Controles y Equilibrios proporciona a cada rama del gobierno
facultades individuales para controlar las otras ramas y evitar que cualquiera
de ellas se vuelva demasiado poderosa .
Cada uno saque sus propias
conclusiones con la advertencia de poseer un buen equipo de trabajo, un buen
gabinete de gobierno para nuestros tiempos en la política y poder económico. El
gobernante no debe de fantasear con su gobierno, este debe de ser evaluado y
fructificar con las ganancias de su gestión. Porque la eficiencia y eficacia
del poder político y económico proviene de una buena administración o gestión
de los bienes a su cargo.
“Las estrategias
deben de contemplar acciones como de ferocísimo león y zorra astuta. Una zorra,
para conocer sus trampas y un león, para asustar a los lobos. Para ambos poderes” Maquiavelo
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