Evangelio (Jn 3, 16-18) correspondiente al domingo (04/06/2023) de la Santísima Trinidad: 𝗟𝗮 𝗦𝗮𝗻𝘁𝗶́𝘀𝗶𝗺𝗮 𝗧𝗿𝗶𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱(AC)
A continuación podrán leer nuestro comentario al Evangelio (Jn 3, 16-18) correspondiente al domingo (04/06/2023) de la Santísima Trinidad:
𝗟𝗮 𝗦𝗮𝗻𝘁𝗶́𝘀𝗶𝗺𝗮 𝗧𝗿𝗶𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱
Muchos cristianos se imaginan a Dios como un ser que está en el cielo y que parece incomprensible para nuestra mente humana. Sin embargo, también afirman creer en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, aunque de una manera abstracta y sin intenciones de profundizar mucho en su significado, ni percatarse de la trascendencia vital que implica la fe en un Dios Trino. A diferencia de lo profesado por otras religiones importantes del mundo, la fe cristiana piensa en Dios como fuente de amor; no sólo para darlo sino también para recibirlo. Por eso se dice que Él es donación y acogida, estableciendo con nosotros una permanente omunicación de doble vía.
En la mayoría de los casos, nuestra fe gira en torno a dos polos: Por una parte, un Dios Padre lejano, más o menos indefinido, al que se teme o invoca en situaciones límite. Y por la otra, un Dios Hijo, ese Jesús histórico más o menos conocido del que hablan los Evangelios. Pero la Trinidad nos resulta una idea extraña, perteneciente sólo al campo de la reflexión teológica, pero sin incidencia alguna en nuestra vida práctica. Sin embargo, el Dios trinitario lo llevamos impreso en nuestro propio ser y forma parte del ADN más profundo del hombre. Dios es Padre: don, comunicación, fuente de vida; Hijo: acogida, respuesta agradecida y amorosa; y Espíritu: intercambio de vida, comunión y diálogo de amor.
𝗘𝗹 𝗵𝗼𝗺𝗯𝗿𝗲, 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝘀𝗲𝗿 𝗽𝗹𝗲𝗻𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗵𝘂𝗺𝗮𝗻𝗼, 𝗻𝗲𝗰𝗲𝘀𝗶𝘁𝗮 𝗮𝗺𝗼𝗿, 𝘀𝗲𝗿 𝗮𝗺𝗮𝗱𝗼 𝘆 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗮𝗿𝘁𝗶𝗿 𝗮𝗺𝗼𝗿𝗼𝘀𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗹𝗮 𝘃𝗶𝗱𝗮. Por eso, quien vive egoístamente sólo para sí mismo, o el autosuficiente que pregona no necesitar al otro para vivir, no llegarán nunca a ser verdaderamente “humanos”. Así, cuando marginamos o excluimos a alguien apartándolo de nuestra amistad o solidaridad, exponiéndolo a la soledad o el desprecio, nos estamos “deshumanizando”. Cuando asumimos actitudes paternalistas, machistas, dominantes, autosuficientes o excluyentes, como ocurre muchas veces en el trato con los inmigrantes, estamos impidiendo también que nuestro prójimo desarrolle una vida plenamente humana.
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