Reflexiones sobre la justicia y otros males endémicos en la futura democracia venezolana (Gustavo González Urdaneta)
Reflexiones sobre la justicia y otros males endémicos en la futura democracia venezolana
Gustavo González Urdaneta
Miami 27 julio 2023
En días pasados oí un audio donde un personaje, creo que se llama Wilmer, resumía una serie de noticias del día que nos llevan a la conclusión que el mundo, no sólo esta patas arriba, sino el caos del sistema judicial en general. En el caso de Venezuela nos habla de la ridiculez de un buque ruso celebrando la batalla del Lago de Maracaibo, de la ignominia del buque escuela Simon Bolívar con la foto de Hugo Chavez, de un Maduro repudiado en Maracaibo, de un gobernador zuliano arrodillado ante el régimen actual, del dúo Pedro Sanchez-Ramos Allup como autoridades del socialismo y muchas otras cosas que revelan un pais y un mundo que esta desatado y desordenado.
Planteaba la lucha de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo a nivel mundial. Comentaba que si la justicia funcionara Lula da Silva no sería presidente de Brasil, sino que debería estar preso pagando su condena. Petro debería estar preso y no presidente de Colombia. Igual, Cristina Kirchner, que fue condenada a 6 años de prisión, no irá a la cárcel porque por su cargo tiene fueros de inmunidad de arresto y para que se los quiten debe pasar por un juicio político. Describía situaciones similares en Bolivia, Ecuador y Perú, Hasta la saga del hijo de Joe Biden, que se ha convertido en un vivo ejemplo de la cultura del “todo se arregla con dinero” en el pantano de Washington y como alguien que se aprovechó de su cercanía al poder. Y así un largo etcétera. Concluye que el problema es que no hay justicia en el mundo y si ésta se deja en manos de los políticos la situacion empeora. Mal endémico prioritario de subsanar.
Hay pues, un serio y preocupante problema de legitimidad y respaldo ciudadano al sistema democrático, fundamentalmente porque hasta ahora las democracias se han mostrado insuficientes o incompletas para satisfacer los necesidades básicas de sus ciudadanos en materia de seguridad, empleo, salud, educación, acceso a la justicia, etc. De lo que se trata es de que la democracia suponga desarrollo y bienestar y, en ese empeño, mejorar el acceso a la justicia es un aspecto central.
La tragedia de Hamlet, ambientada en la Dinamarca medieval, tiene mucho que enseñarnos sobre la necesidad de un sistema de administración de justicia independiente. El chavismo empezó un ciclo de violencia en Venezuela, como el que Claudio empezó en Dinamarca. Esta violencia se concretó en utilizar el poder para perseguir a los adversarios políticos y desgraciarles la vida, y en disfrazar a unos gánsteres en empresarios y hacerlos millonarios. Esto fue posible porque se le metió las manos a la justicia. Los jueces estaban sometidos al poder político y los chavistas, como Claudio, estaban por encima de la ley. Hamlet nos enseña que en un país donde la administración de justicia está en manos de criminales, todo está perdido.
Frecuentemente decimos, la justicia está mal en Venezuela, eso no es nuevo. Pero lo que está mal es el régimen actual y las personas que la aplican. El Poder Judicial, siempre ha sido un nido de corrupción que ha manejado grandes sumas de dinero. Las tribus judiciales en Venezuela son de vieja data. Recordemos en la Cuarta República, “La tribu de David”, que recibe su nombre de David Morales Bello, integrada por jueces adecos y copeyanos que estaban esparcidos por todos los tribunales de Venezuela y tenían el poder de perdonar o castigar a cualquier ciudadano aun siendo inocentes. Muchos venezolanos sufrieron por las decisiones que tomaron estos personajes.
En la Quinta República también se formó una tribu, la de Don Luis Miquilena, personaje funesto que se remonta desde los tiempos de Medina Angarita y dividió varios partidos políticos. Se dice que el poder de Luis Miquilena en la justica venezolana fue terrible y dislocó todo. Como viejo zorro político, sabía que el que controla la justicia controla el gobierno y a eso se dedicó y formó una mafia judicial en todo el País. Otra tribu judicial era la de Aponte Aponte y también están los Makled y las redes de lavado de dólares. Ante casos similares habrá que actuar con firmeza y sin contemplación.
Se suele decir que la calidad de una democracia se puede medir por la posibilidad o no que tienen sus ciudadanos de proteger o dilucidar sus derechos acudiendo a un sistema o mecanismo de justicia independiente y eficiente, sea estatal o no estatal. Así, las reformas judiciales exitosas sólo pueden darse en contextos institucionales democráticos y de respeto del Estado de Derecho y que, por ende, fortalecen la independencia judicial y mejoran el acceso a la justicia y la tutela de los derechos fundamentales: “las reformas exitosas son aquéllas que incrementan la independencia judicial –y, por lo tanto– modifican el contexto político en el que operan y promueven el acceso efectivo y equitativo a la justicia”. Una de tantas prioridades en Venezuela junto con la recuperación de la institucionalidad y la lucha contra la corrupción.
En el Espíritu de las Leyes, el barón de Montesquieu señala que los poderes ejecutivo, legislativo y judicial no deben concentrarse en las mismas manos. Se trata de una teoría de contrapesos, donde cada poder contrarresta y equilibra a los otros. La idea del equilibrio de poderes es notable en el modo en que los componentes se atraen sin perder su identidad. El modelo, si bien es un paradigma de representación, no lo es de separación de poderes ya que, en realidad, depende del tipo de gobierno que surge a causa de la naturaleza propia de su organización social y se fortalece en virtud del cumplimiento de sus respectivos “Principios de Gobierno”.
El criterio de clasificación de los tipos de gobierno se basó inicialmente en dos aspectos que definían la naturaleza de cada gobierno: ¿Quién detenta el poder? ¿Cómo lo hace? En el gobierno republicano el pueblo o una parte conserva el poder soberano y éste es responsable de hacer las leyes. En el gobierno monárquico es el rey quien posee el poder y lo hace bajo una estructura de leyes fijas y establecidas. En el gobierno despótico, tiránico como es el caso de Venezuela, existe una persona que detenta el poder y lo ejerce sin leyes fijas imponiendo sus caprichos personales. Venezuela tiene amplia experiencia en los tres. Me queda la duda si nos han servido para algo útil.
La palabra corrupción suena familiar en cada rincón de la población venezolana. Escuchar un “matraqueo” de un agente policial o el soborno de un trabajador público para la agilización de algún trámite se ha convertido en algo “normal” y cotidiano. Además, los casos más escandalosos de corrupción como el de la constructora brasileña Odebrecht también son parte del día a día. Por esas razones, Venezuela sigue posicionándose como el país más corrupto de América Latina.
Lamentablemente, el Estado no ha hecho nada para cambiar la percepción de los venezolanos sobre la corrupción. Quitémosle la última posición de percepción de corrupción en América Latina y de igual modo, Venezuela se ubica en uno de los últimos lugares en el mundo, y eso tiene que ver con que los venezolanos no tenemos una información clara de cómo se relaciona lo público con lo privado. La relación entre los ciudadanos con el Estado y las comunidades con el sector público en donde la posibilidad de lograr un trámite, un permiso, un contrato o un beneficio social pasa primero por una cantidad de factores que tiene que ver con la corrupción: sobornos, extorsiones, abusos, compra de favores, conflictos de interés, y eso se repite a lo largo y ancho del país y a todo los niveles.
Conversando del tema con un amigo abogado me comentaba respecto a la situacion en las notarías, registros y demás dependencias ante las cuales debemos acudir para cumplir ciertos trámites. Por ejemplo, sí tú quieres vender tu casa o tu apartamento, primero tienes que negociar con el registrador el precio que le vas a poner y bajarte de la mula duro (4-5 mil dólares), lo que depende del precio del inmueble. Después, una vez negocies con el comprador, tienes que pagar los impuestos correspondientes. pero, el documento no te lo registran si no le pagas otra cantidad similar. Las razones son siempre las mismas, que no tienen impresora, que no tienen papel y un largo etcétera como si estuvieras negociando con un bodeguero y no con un empleado público, supuestamente al servicio de los ciudadanos. Lo mismo sucede con las notarías, si quietes vender un carro y con la inspectoría de tránsito para que hagan la revisión del vehículo. A mí me pasó igual con los tribunales para sacar la sentencia de un divorcio, que, además, se tardó 12 años en salir. Igual sucede para sacar un pasaporte y lo que se nos ocurra.
Otro mal endémico en Venezuela, entre muchos otros, son los llamados Colectivos, término que se refiere a un tipo de organización paramilitar chavista que apoya al gobierno de Venezuela, al Partido Socialista Unido de Venezuela y a la revolución bolivariana. Los colectivos surgieron durante la guerrilla urbana en Venezuela en la década de los 60 y resurgieron durante la presidencia de Hugo Chávez, después de que Chávez creara sus organizaciones principales, los círculos bolivarianos. Chávez encomendó a los colectivos que fueran «el brazo armado de la revolución bolivariana», y el gobierno les ofreció armas, sistemas de comunicación, motocicletas y equipo de vigilancia para ejercer control en las colinas de Caracas, donde se le prohíbe la entrada a la policía. Algunas armas de las que se han alegado que se les ha otorgado a los grupos incluyen fusiles de asalto, subametralladoras y granadas.
No podemos obviar como mal endémico entronizado en Venezuela al Narcotráfico como el negocio de las drogas ilícitas de efectos psicotrópicos, la producción y distribución de estos productos, así como la evolución histórica de esta actividad económica. Venezuela es un país de importancia para las rutas de tráfico de drogas; la cocaína colombiana y otras drogas transitan por Venezuela hacia Estados Unidos y Europa. Según dicen, Venezuela ocupa el cuarto lugar del mundo en la cantidad de incautaciones de cocaína, después de Colombia, Estados Unidos, y Panamá.
Paralelo con el narcotráfico está el Terrorismo mediante los lazos entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN), las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y Venezuela que son fortalecidos por la falta de control en las fronteras y la corrupción en el país, según un informe sobre terrorismo del Departamento de Estado de Estados Unidos. Las fronteras porosas de Venezuela han ofrecido un ambiente permisivo para los grupos que EE. UU. denomina “terroristas”. Los lazos financieros entre los disidentes de las FARC, el ELN y otros grupos paramilitares “facilitaron la corrupción pública y esquemas de sobornos a funcionarios del gobierno venezolano y miembros de las fuerzas armadas”, escribió el departamento de Estado en un reporte publicado el 1 de noviembre de 2019. El informe también afirma que, personas ligadas a los grupos guerrilleros, como “partidarios” y simpatizantes del grupo libanés Hezbollah, denominado como terrorista por EE.UU., tienen presencia en Venezuela. La pregunta obligante y pendiente de respuesta es ¿Cómo erradicar los males endémicos?, pues la lista es bien larga.
Es por lo tanto imperativo que los líderes políticos tienen que asumir un hecho innegable: su liderazgo, si es genuino, legítimo y limpio, conquistado y no comprado, se basa únicamente en la influencia de índole personal que ejercen sobre sus liderados. Personal, no coyuntural, no de conveniencia, no de favores ni de sobornos, no de negocios o maniobras turbias, ni de pactos o alianzas de momento y circunstancia.
Al final, todo el mundo habla de liderazgo y de los líderes. Y parece de esas cosas que cuanto más se habla de ellas, más se echan en falta: democracia, libertad, justicia, empatía, igualdad, ética, etc. Venezuela cruzó el umbral del nuevo milenio con pocas esperanzas y una gran incertidumbre política y en las dos últimas décadas le ha tocado digerir algunos malos tragos que en el ámbito político producen resaca y decepción. No hay duda de que la política está de capa caída y que antaño era un deber muy respetado y elogiado.
Para concluir quiero destacar dos puntos para todos, pero, especialmente, para quienes supuestamente ejercen algún tipo de liderazgo en Venezuela y, en particular, para los candidatos a las primarias:
El primero es que teniendo claro cuál es el significado del poder, la autoridad y la influencia, debemos hacer énfasis en el hecho de que el verdadero líder político es el que sabe navegar en tiempos de crisis, el que tiene resiliencia como capacidad para adaptarse a las adversidades, pero sobre todo, el que sabe tomar decisiones en tiempos difíciles; y
Segundo, definitivamente, el ejercicio del liderazgo político tiene que ser enrumbado por nuevos derroteros, se requieren líderes políticos de otra marca, dispuestos al cambio real desde el inicio del proceso hasta el resultado final con una formulación diferente y diferenciadora, que comprendan el momento que les toca vivir. Recordemos a Einstein: Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo.
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