Evangelio (Mt 28, 16-20) correspondiente al domingo (26/5/2024) festividad de la Santísima Trinidad:
A continuación podrán leer nuestro comentario al Evangelio (Mt 28, 16-20) correspondiente al domingo (26/5/2024) festividad de la Santísima Trinidad:
𝗟𝗮 𝗦𝗮𝗻𝘁𝗶́𝘀𝗶𝗺𝗮 𝗧𝗿𝗶𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱
La Iglesia dedica el siguiente domingo después de Pentecostés a la celebración del día de la Santísima Trinidad. En esta importante fiesta del calendario litúrgico es conveniente tener en cuenta que el misterio de la Trinidad no es un asunto reservado exclusivamente para los teólogos o vinculado a una experiencia singular de los místicos. También, cualquier humilde creyente, alejado incluso de la práctica religiosa, puede ocasionalmente entrar en comunicación con Dios y santiguarse respetuosamente en el nombre de la santísima Trinidad, solicitando agradecido su perdón y alabando gozosamente su amor infinito. Cada vez que hacemos la Señal de la Cruz sobre nuestro cuerpo, recordamos el misterio de la Santísima Trinidad.
En la mayoría de los casos, nuestra fe gira en torno a dos polos: Por una parte, un Dios Padre lejano, más o menos indefinido, al que se teme o invoca en situaciones límite. Y por la otra, un Dios Hijo, ese Jesús más o menos conocido del que hablan los Evangelios. Pero la Trinidad nos resulta una idea perteneciente sólo al campo de la reflexión teológica, sin incidencia alguna en nuestra vida práctica. Sin embargo, el Dios trinitario lo llevamos impreso en nuestro propio ser y forma parte del ADN más profundo del hombre. Dios es Padre: don, comunicación, fuente de vida; Hijo: acogida, respuesta agradecida y amorosa; y Espíritu: intercambio de vida, comunión y diálogo de amor.
𝗘𝗹 𝗵𝗼𝗺𝗯𝗿𝗲, 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝘀𝗲𝗿 𝗽𝗹𝗲𝗻𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗵𝘂𝗺𝗮𝗻𝗼, 𝗻𝗲𝗰𝗲𝘀𝗶𝘁𝗮 𝗮𝗺𝗼𝗿, 𝘀𝗲𝗿 𝗮𝗺𝗮𝗱𝗼 𝘆 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗮𝗿𝘁𝗶𝗿 𝗮𝗺𝗼𝗿𝗼𝘀𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗹𝗮 𝘃𝗶𝗱𝗮. Por eso, el egoísta que vive sólo para sí mismo, o el autosuficiente que pregona no necesitar al otro para vivir, no llegarán nunca a ser verdaderamente “humanos”. Así, cuando marginamos o excluimos a alguien apartándolo de nuestra amistad o solidaridad, exponiéndolo a la soledad o el desprecio nos estamos “deshumanizando”. Asimismo, cuando asumimos actitudes paternalistas, machistas, dominantes, autosuficientes o excluyentes, como ocurre muchas veces en el trato con los inmigrantes, estamos impidiendo también que nuestro prójimo desarrolle una vida plenamente humana.
Comentarista: Agustín Coll
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