Un mundo en continuas guerras (I): Causas, índice y cooperación internacional (Gustavo González Urdaneta)

 Un mundo en continuas guerras (I): Causas, índice y cooperación internacional

Gustavo González Urdaneta

Miami 1 julio 2025

 

 

Este es un mundo en crisis, en el cual prepararse para la guerra es más importante que alimentar a la mitad de la población mundial que sigue desnutrida o alfabetizar al 30% de los seres humanos que no saben leer ni escribir.  Un mundo que gasta un millón de dólares cada minuto en asuntos bélicos, es evidentemente un mundo en crisis. Es un mundo en crisis, no solamente por los problemas de la contaminación, falta de alimentos, paro, injusticia social, pérdida de los derechos humanos, miedo a una guerra nuclear, incremento de la población toxicómana, sino mayormente por las grandes crisis internas que afectan directamente a la vida de  los hombres y mujeres que las sufren. Crisis de familia, de identidad, de moralidad.  Crisis de fe, de esperanza.  El orgullo, el egocentrismo y la envidia están muy por encima del amor y del «usted primero».

 

 

El Índice de Paz Global, que año a año publica el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), se ha convertido en la última década en un termómetro de la guerra y la actitud confrontacional en la que se encuentra medio mundo. De acuerdo con la organización con sede en Australia, alrededor del planeta se encuentran 56 conflictos armados activos, una cifra que no se veía desde la Segunda Guerra Mundial. Aunque muchas de esas confrontaciones están relacionadas con conflictos internos en algunos países, lo que más preocupa es que es demasiada alta la cifra de confrontaciones más allá de las fronteras y que involucra a 92 países. Conflictos internos que en su mayoría involucra países de África, Asia y, en el caso de América a Colombia, Cuba, Nicaragua y Venezuela. Pero también guerras internacionales como las que sostienen israelíes y varios países árabes; o la guerra entre Rusia y Ucrania, por mencionar solo algunas de ellas.

 

 

Para bien o para mal, la guerra ha moldeado el curso de la historia humana. Hemos hecho la guerra por todo tipo de razones: para obtener recursos, para promover la religión, incluso para ganar la gloria personal. Y cómo los humanos lucharon en innumerables guerras, el conflicto alteró la vida tanto de millones de civiles como de soldados. La guerra moderna tiene un impacto particular, ya que el nacionalismo, la tecnología y los cambios sociales han aumentado enormemente el alcance de la confrontación armada, la ciberguerra y la posibilidad de la guerra nuclear. Si no examinamos las causas de la guerra y las razones por las que luchamos, obstaculizaremos nuestra capacidad para evitar la guerra en el futuro. No pretendemos reescribir la historia de las guerras de la humanidad sino facilitar a nuestros lectores una síntesis de los conflictos más resonados hasta llegar a la época actual. Y sólo eso dará mucho que leer.

 

 

Son muchas las causas que hay detrás de las guerras en el mundo en la actualidad. El control de los recursos naturales, la desigualdad, los conflictos por motivos étnicos, comerciales y tecnológicos, el auge de los extremismos y nacionalismos, los efectos adversos del cambio climático y/o preservar la identidad y seguridad desde la perspectiva nacional de algunos países. Hace más de sesenta años, la llamada Crisis de los Misiles puso al mundo al borde de un enfrentamiento nuclear que habría tenido consecuencias devastadoras. ... Hoy casi nadie tiene dudas de que las decisiones que se tomaron aquel 22 de octubre de 1962 salvaron al mundo de una tercera guerra mundial.

 

 

La posibilidad de una tercera guerra mundial siempre está presente, ya en julio 2015, los analistas de la revista Times sugerían dónde y cómo podría desencadenarse el tercer conflicto de la historia a nivel mundial y que sus principales actores serían China, Rusia y Estados Unidos. En esa oportunidad inferían que el conflicto seria marítimo entre China y Estados Unidos enfrentados en el océano Pacífico. Times estimaba que aunque las posibilidades parecían remotas y hasta absurdas, siempre existen razones para barajar tales hipótesis, las cuales aceleraran la carrera armamentística de dichos países que se une a los cambios geopolíticos en curso. En lo que se refiere a Rusia, este país no desencadenaría ese choque, pudiendo solo entrar en el conflicto como aliado de China. Es evidente que, de darse, su escala seria inmensa. 

 

 

Se comenta, por ejemplo, que el trasfondo del conflicto entre Rusia y Ucrania es la negativa rusa a aceptar el acercamiento de la OTAN y de la Unión Europea a la exrepública soviética, a la que Moscú considera parte de su identidad y de su espacio de influencia y cuyo control juzga vital para su seguridad. Ya se tiene el antecedente de que en marzo 2014, Rusia asaltó a Ucrania cerca de Sebastopol, Crimea. Crimea, una península a lo largo de la costa norte del Mar Negro, había sido durante mucho tiempo parte de Rusia, pero la Unión Soviética la transfirió a Ucrania en 1954. El inicio de todo tiene su origen hace más de 30 años, cuando en 1991 se disuelve la Unión Soviética y sus territorios se convierten en repúblicas independientes. Una posición reforzada de Ucrania con la OTAN implica la pérdida directa de la influencia de Rusia sobre este país. También ocurre al contrario, un triunfo para Rusia es una pequeña derrota para la Unión Europea. 

 

 

El mar de China Meridional es un área geopolítica de relevancia mundial y en la actualidad, dicha zona es objeto de diversas reclamaciones territoriales por parte de una serie de naciones del sudeste asiático, las cuales comenzaron a partir de 1956, cuando Taiwán ocupó Taiping en las Islas Spratly. El incremento de la tensión en la zona podría gatillar un conflicto armado, cuyo impacto en el resto del mundo sería catastrófico, debido a la relevancia económica y política del sudeste asiático.

 

 

Quizá la mayor disputa interna que se libró en el mundo es el conflicto armado en Siria, que inició en el año 2011 y ha ido exacerbando odios a lo largo de estos años hasta alcanzar una cifra de muertos que ronda el medio millón de personas. Finalmente, en noviembrec2014, las protestas contra Bachar Al-Assad lograron su derrocamiento. Hoy, el presidente Trump emitió una nueva orden ejecutiva (O. E.) que pone fin al programa de sanciones contra Siria y la emergencia nacional con respecto a Siria, con efecto a partir del 1 de julio. También la guerra civil en Yemen, que cuenta con el respaldo de Arabia Saudita, ha dejado más de 300.000 muertes desde su inicio en el año 2014, según Naciones Unidas, donde se combate con los rebeldes huties (respaldados por Irán) sin que se logre la atención del mundo.

 

 

La más violenta de las luchas internas en África se libra desde el año 2016 en Burkina Faso (BF), donde las fuerzas de seguridad del Gobierno sostienen violentos enfrentamientos con grupos insurgentes y organizaciones armadas como el Estado Islámica y un brazo de Al Qaeda llamado Ansarul Islam. Según el índice de terrorismo global BF fue el pais más afectado por el terrorismo en África en 2024, con más de 1.500 muertes. También preocupa a la comunidad internacional las confrontaciones en países como Somalia, Sudán, Myanmar y Nigeria, además de la preocupante situación, según centros de estudio, en países como Colombia, Venezuela y México.

 

 

La ONU como previsión de conflictos

Desde su fundación en 1945, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha sido un actor clave en el escenario internacional, especialmente en la resolución de conflictos. A través de sus redes de negociación y diplomacia, la ONU ha tratado de prevenir conflictos y de encontrar soluciones pacíficas a aquellos que ya están en marcha. Sin embargo, su papel en la resolución de conflictos internacionales no está exento de críticas y se ha cuestionado su eficacia en varias ocasiones. Veamos, dos ejemplos de la intervención de la ONU en la resolución de conflictos internacionales.

 

 

*La resolución del conflicto entre Iraq y Kuwait

En agosto de 1990, Iraq invadió Kuwait, lo que llevó a la Guerra del Golfo. La ONU intervino rápidamente y adoptó varias resoluciones, incluyendo una que autorizaba el uso de la fuerza. En enero de 1991, una coalición internacional liderada por los Estados Unidos llevó a cabo un ataque aéreo masivo contra las fuerzas iraquíes en Kuwait, lo que provocó la retirada de Iraq. La ONU también estableció una zona de exclusión aérea sobre Iraq y Kuwait, lo que ayudó a proteger a los civiles y a estabilizar la situación en la región.

 

 

*El proceso de paz en Bosnia y Herzegovina

En 1992, Bosnia y Herzegovina proclamó su independencia de Yugoslavia. Esto llevó a un conflicto violento entre los bosnios, serbios y croatas que duró varios años. La ONU intervino y estableció una misión de mantenimiento de la paz en Bosnia y Herzegovina, que incluía la mediación de conversaciones de paz y la protección de civiles. En 1995, se llegó a un acuerdo de paz en Dayton (Estados Unidos), que puso fin al conflicto y estableció un sistema de gobierno democrático en el país.

 

 

La ONU es un actor crucial en la resolución de conflictos internacionales, pero su papel nunca ha sido fácil y nunca lo será. A pesar de las complejidades, la ONU ha demostrado ser capaz de prevenir y gestionar conflictos, mediar en conversaciones entre diferentes partes y autorizar el uso de la fuerza cuando es necesario. Sin embargo, también hay críticas significativas sobre la eficacia de la ONU en la resolución de conflictos y sus limitaciones en algunas situaciones. En última instancia, el éxito de la ONU en la resolución de conflictos dependerá de muchos factores diferentes, incluyendo el apoyo de los Estados miembros y la voluntad de las partes en conflicto de trabajar juntas para encontrar soluciones pacíficas.

 

La permanente vocación de las Naciones Unidas para prevenir conflictos y el compromiso de la sociedad internacional en la preservación de la paz, han generado mecanismos efectivos que deberían contribuir a la resolución de este conjunto de controversias, que hoy en día no tienen solución.  De lo contrario, podría surgir una guerra en el futuro, debido a la incapacidad innegable de las organizaciones internacionales y  regionales para resolver controversias, así como al aumento de las tensiones y el incremento de las capacidades militares de los países en conflicto.

 

 

La OEA y su rol en la solución de conflictos

Uno de los propósitos esenciales de la Organización de Estados Americanos (OEA) es la prevención y resolución de conflictos, a través de afianzar la paz y la seguridad en el continente, promover la democracia representativa y organizar la acción solidaria en caso de agresión. De hecho la OEA desarrolló una institucionalidad para responder a este objetivo incluso antes que las Naciones Unidas. No obstante, en la práctica la capacidad real de la OEA para cumplir con esta finalidad ha sido cuestionada en distintas oportunidades, lo que ha motivado —entre otras razones— que la institución haya generado en los últimos años un proceso de profundas transformaciones internas, que han repercutido especialmente en esta área.

 

 

El caso del golpe de Estado de Honduras es claro en este sentido. La OEA no pudo prevenir la gestación del golpe de Estado, ya producido éste fue cuestionada su legitimidad para participar en la solución de la crisis democrática y posteriormente como organización no estuvo en condiciones de marcar la agenda y las condiciones para que los golpistas salieran del poder. De hecho fueron estos quienes fijaron el tiempo y la forma en que finalmente se desarrollaría la elección, sin haber reintegrado el poder al depuesto presidente Zelaya. En la práctica ni en Honduras, ni en el contexto regional, la OEA pudo obtener suficiente respaldo para su accionar y evidenció las consecuencias de una institucionalidad con evidentes limitaciones para la defensa del régimen democrático. Este es un déficit a trabajar en aras de tener mayor efectividad en la prevención y resolución de los conflictos. No obstante, esto es un objetivo parcial dentro de una finalidad mayor, como es el reposicionamiento de la Organización a nivel regional.

 

 

Si en los últimos años vimos una OEA decidida a promover el respeto de los derechos humanos y la democracia, con el uruguayo Luis Almagro al frente; hoy vemos una administración disminuida, bajo la dirección del surinamés Albert Ramdin, que no otorga la prioridad que exigen las circunstancias a los temas relacionados con la libertad, la democracia y los derechos humanos. Sus primeras declaraciones, que coinciden con las anteriores a su elección, han dejado de lado estos temas, dejando un mayor espacio a la aplicación rígida e inconveniente de principios que deben ser interpretados hoy de manera diferente, el de soberanía y el de no injerencia en los asuntos internos de los Estados, a los cuales recurren las dictaduras para evitar el escrutinio y el control que exigen los instrumentos internacionales para garantizar el respeto de tales normas.

Comments

  1. La caída de Bachar Al-Assad en Siria fue en 2024 y no en 2014, un error que me pasó inadvertido hasta que un amigo me llamó la atención al respecto. Les pido me excusen, gracias

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