¿Recuerdan al Padre Olave?
¿Recuerdan al Padre Olave?
Queridos Amigos Ignacianos,
Me
he tomado la libertad de editar los correos relacionados con una entrevista que
sostuvo el amigo Enrique Marín, de la promoción SIg’60, con el querido y
recordado Padre Olave, la cual me envió otro querido amigo, Raul Curiel, y que
le enviara a todos mis compañeros de SIg’61. Tal y como lo solicito Enrique,
anexo igualmente los comentarios que posteriormente hicieron Lorenzo Fernández,
Gonzalo Hernández y Jose Antonio Troconis.
Como
me dijo Raul en su correo del 5.9.17 titulado ¿Recuerdan al padre Olave?, con que
me envió la entrevista de Enrique, este material sirve “para entonar las fibras
del carácter que hace falta con bastante frecuencia”.
Gustavo
Gonzalez Urdaneta
Conversaciones con el padre
Olave 4.9.17
Enrique
Marín
El 27 de julio pasado tuve la enorme y muy
grata sorpresa de encontrarme en Loyola con el padre Olave. Mi hijo Enrique
Javier me llevó a conocer el Santuario, ya hacia el final de la tarde. Hicimos
el recorrido habitual y después él preguntó en la sacristía si no habría en la casa algún padre procedente de
Venezuela. Así fuimos a parar a la “sala de periódicos”, en el segundo piso y
allí lo conseguimos, leyendito, con sus 80 y tantos años bien llevados. Hace
menos de un año que regresó de Venezuela. Siente que está bien de la cabeza,
pero le fallan las piernas.
El
padre Olave realmente se emocionó mucho al vernos, al ver gente de Venezuela. A
partir de ese momento tuvimos una conversación desordenada, hablando de todo,
con palabras que se atropellaban de parte y parte, recogiendo recuerdos de
hechos y jesuitas y antiguos alumnos, y la idea que venía una y otra vez en sus
palabras era su amor por Venezuela, su orgullo de haberse nacionalizado desde
muy temprano y el hecho de sentirse venezolano, al punto de que quisiera morir
en Venezuela.
Allá
nos dedicó un libro y entre otras cosas escribió: Venezuela mi patria querida.
Con mi agradecimiento más sincero por los recuerdos y memorias de mi patria
Venezuela.
Lo
habían llamado recientemente por teléfono de Barquisimeto, de Caracas, de Maracaibo,
y eso lo había alegrado. Sus remembranzas hablan claramente, a través de su
experiencia y la de sus compañeros de viaje a Venezuela, de la clase de
educadores que tuvimos. Vistas en retrospectiva, sus impresiones revelan la
calidad de la misión que emprendieron Olave y sus compañeros jesuitas, su
arraigo temprano en Venezuela, y la forma como se entregaron al país y llegaron
a quererlo entrañablemente.
El
señor me ha hecho un gran favor, decía.
De
la penumbra del encuentro queda la foto que les anexo, del Olave de hoy. Las
otras son del Santuario y del cementerio donde reposan los restos de algunos de
nuestros profesores.
Les
cuento ahora lo que hablamos y les pregunto: ¿Qué recuerdan ustedes del padre
Olave?
La misión a Venezuela
Viajó
a Venezuela en 1949, eran diez jesuitas, un sacerdote y nueve novicios, venían
a reforzar el noviciado, que entonces quedaba en Villa Manresa, en Los Chorros.
Tengo la impresión de que Olave era del propio Azpeitia, donde se encuentra el Santuario, o de un lugar
cercano. Allá tiene varios hermanos.
Entre
sus compañeros de viaje recuerda a Ibáñez, Micheo (murió en 2016), el hermano
Calvo, (el de la portería), Mendizábal y Andueza. A los cuatro primeros los
conocí en el San José. Olave es el único que sobrevive del grupo.
Trayectoria
De
su trayectoria hablamos poco: el noviciado en Caracas, Filosofía en La
Javeriana, de Bogotá. Maestrillo en el San Ignacio, donde entre otras cosas
acompañaba a los estudiantes que viajaban en el autobús No. 3, hacia La
Florida. Teología en Estados Unidos, en San Luis, Missouri, Providence, donde
aprendió a fumar y fumó durante unos 20 años. Trabajo pastoral en Barquisimeto,
creo, entiendo que en Fe y Alegría. En vacaciones iba de cura misionando a
Coro. Conoció toda Venezuela.
Recuerdos
Por
el tema del cigarrillo recordamos al viejo padre Huarte (no el que conocimos en
el San Ignacio, que creo era su sobrino), que aspiraba rapé. Había venido en
los años 50 expulsado de China, como el padre Corta y ambos llegaron al San
José. Eran misioneros en China, donde había ocho provincias jesuitas.
En
el noviciado tuvo como compañero al entonces hermano Goetz, quien años después
se salió de la Compañía, creo que estando en la India. Era venezolano, hijo de
alemán y de venezolana. Fue compañero asimismo de Juan Rafael Roche, quien
también se salió. Recuerda que un hermano suyo murió en el accidente de
aviación del Monte Carmelo, y otro hermano suyo estudió en el San Ignacio y en
el San José.
Dice
que entre los curas no hablaban en vasco. En sus tiempos reprimían el vasco en
España y no se podía enseñar. Lo habla pero no bien porque nunca lo
estudió. De niño empezaron las
ikastolas, las escuelas vascas, pero no llegó a sino un año. No aprendió el
catecismo. Empezó en vasco pero luego lo cambiaron al castellano y yo no
entendía nada, pues el castellano no es
su lengua materna.
Recordamos
a profesores del San Ignacio: Fanjul, Urmeneta, que era muy duro, Bredy. A
Lorenzo Mendoza profesor de biología, quien murió de problemas cerebrales; a
Genaro Aguirre, y Arruza. Al hermano Petit, Samuelito, venezolano y de Coro,
muy amigo mío un poquito mayor que él, no pudo ser sacerdote porque se enfermó
y durante un tiempo tuvo fuertes dolores de cabeza, pero aún así quiso quedarse
en la Compañía; enseñaba historias patrias, sabía muchos cuentos y lo querían
mucho.
Hablamos
del padre Sada, del San José, quien tenía un hermano también sacerdote, que está
en Tudela; usaba anteojos negros y murió en Loyola. Sada batió el récord
subiendo al Bolívar pero porque le daba tal dolor de cabeza, de mal de paramo,
que se tenía que venir rápidamente.
Mencionamos
al padre Ugalde y dijo que era de Vergara (Bergara); a Velilla, quien vino al
San Ignacio un año después que él; a Machimbarrena y Muniategui, quienes murieron y están
enterrados en Loyola; al padre Bilbao, mucho mayor, y al hermano Lazcano, ambos
de Mérida, donde murió Bilbao. Al padre Sierra, quien murió en Madrid. Duro.
Vino con cáncer. Muy noble tenía un hermano en Madrid. Al entonces padre Echeverría,
quien daba historia y después se salió en Maracaibo y se casó, muy buena
persona; hace dos años murió un hermano suyo, jesuita.
Hablamos
de la piscina del San Ignacio, dijo que fue la segunda más moderna después de
la de la Escuela Militar, la cual le había servido de modelo. En esa piscina se
bañó poco antes de irse a España.
Ahora
que leyeron los cuentos del padre Olave, me encantaría que me dijeran, aunque
sea brevemente, lo que recuerdan de él.
Un
abrazo,
Enrique
Comentarios de Lorenzo Eduardo
Fernandez 7.9.17
Hola,
Gustavo:
Recibí
el correo con la entrevista con el P. Olave, creo fue realizada por Enrique
Marín. Te comento, acerca de alguna anécdota que recuerde, que el P. Olave era
el instructor y entrenador de los equipos infantiles y juveniles de futbol del
LOYOLA de los que formábamos parte, entre otros, Armando Cubillan, Alberto Leon
Ponte, Freddy Lazo, Gonzalo Hernandez Terife, Jose A. Troconis, Luis Felipe
Luciani, Manuel I. Sanz Pino, Miguel Calvo V, Angel Ignacio Osorio ...De ello
hace tiempo del bueno, lo que significa que he podido olvidar a alguno o mencionar
a quien no estuvo (poco probable). Luis Felipe Luciani y yo defendíamos la
portería o los arcos.
El
P. Olave era exigente lo que llevo a esos equipos loyaltarras a obtener muchas
victorias y campeonatos. No puedo olvidar el siguiente episodio. Se trata de un
partido a jugar vs. Los Dos Caminos en su campo. Fue un partido duro que
finalmente ganamos. Yo jugué de portero. Concluido el encuentro, caemos en
cuenta que han cerrado el portón y se disponen a agredirnos. Ello comienza con
lluvia de piedras que tratamos de evitar. Al instante aparece la figura imponente
del P. Olave (espero lo recuerden en su dimensión física), acompañado por otro
(s?) jesuita (s?) para hacer frente a la agresión. Animados por esa actitud,
hicimos frente común hasta que alguna autoridad del club Los Dos Caminos intervino
y entonces concluyo el enfrentamiento.
Un
muy cordial saludo a todos los compañeros y amigos de aquellas jornadas
colegiales.
Comentarios de Gonzalo Hernandez
Terife 7.9.17
Hola
Lorenzo Eduardo y Gustavo,
Me
da risa y por supuesto mucho grato recuerdo saber del P. Olave, de la lista de
tantos y tantos recuerdos de esa etapa de educación y formación ignaciana.
Ha
sido toda una bendición haber pasado por ella.....un inmenso regalo que nos
dieron nuestros padres biológicos al inscribirnos en ese tan especial colegio.
Pero no menos regalo la maravilla que resultaba compartir con los Padres y
Hermanos que se entregaron en plenitud al esfuerzo de nuestra formación,
nuestra educación y nuestros valores como cristianos para enfrentar a una
Venezuela en su despertar como nación moderna a mediados del siglo pasado.
Siempre
pongo en alto lo que fueron e hicieron los Hermanos en la primaria... Petit, Lanz, Igoa, Julián, Pedro, Pepe,
Tobia, Diaz de Cerio, Gezala, Bonet....y en este momento seguro se me pasa
alguno por allí. Ellos representan, para mí, la grandeza, la fortaleza, el
porqué lo que siento del querido e inolvidable colegio.
También
valoro a los padres Maestrillos, Velilla, Yaber, Huarte, Huerta, Pio Bello,
Barreiro......y allí a un Olave. Y como no agradecer a un estricto Prefecto Arruza, Machinbarrena, Barquín....y
a los Rectores Aguirre, Arizabalaga,
entre otros.
Son
muchos, muchísimos los gratos recuerdos, pero en el caso del P. Olave mi
memoria se centra en el futbol.... que fue incesante promotor y ferviente
seguidor de los juegos interclases o en fuera del colegio.....defensor del
Loyola y a los que integrábamos esos orgullosos equipos.
Yo
tuve la ocasión de estar en el juego que con tanta "vivencia" cuenta
Lorenzo Eduardo. Éramos jugadores del equipo infantil B y luego en A, que ese o
otros años terminamos invictos en los campeonatos, contra La Salle, Dos
Caminos, San Agustín, San Bernardino, Santo Tomás..... entre otros.
Ha
sido un recuerdo perdurable para mí. Y
de lo que ya él contó debo agregar que luego que al finalizar la cayapa
recibida de decenas de 'valientes doscamineros" abrieron el portón y se
nos permitió salir de la encerrona, algunos golpeados, y pudimos montarnos en
el autobús del colegio que nos llevaría de vuelta a Chacao.
Ya
montados en el bus se acercaron unos exaltados guapetones (mayores que
nosotros) del Dos Caminos que insistían en golpearnos y nos retaban desde
afuera para pelear en el ring de boxeo en la calle.......y es allí que
interviene Olave....se baja de bus y se enfrentó a los "valientes"
retadores y los desafió si había alguno a pelearse a puños con él...... pero
ninguno se atrevió y se fueron como perritos con la cola entre las piernas.
Regresamos con la victoria deportiva y con otra mas no planificada, gracias a
Olave.
Gracias
Enrique, Lorenzo Eduardo y Gustavo por revivir momentos tan gratos y
significativos de aquellos tiempos del Colegio San Ignacio.
Son
inolvidables, son los recuerdos y agradecimientos como ignacianos.
Reciban
un fuerte abrazo
Gonzalo
Comentarios de Jose Antonio
Troconis 5.10.17
Para
completar un poco la anécdota de Lorenzo aquí narrada, les comento que el padre
Olave nos dirigió, creo que estábamos en Infantil B, pues el infantil C lo
llevó el Hno. Igoa, de grata recordación.
El
colegio de los Dos Caminos estaba situado en lo que hoy es el Centro Comercial
Millenium, entre la avenida Rómulo Gallegos (en esa época aún no estaba
construida) y la avenida Miranda, era principalmente internado, el campo era
pequeño, pero para nuestra categoría era suficiente, totalmente de tierra y
jugar allí era muy difícil, pues los internos se paraban al lado de la raya del
campo y permanentemente nos lanzaban
piedritas.
El
partido referido por Lorenzo fue particularmente muy duro, pues quien ganara prácticamente
quedaría campeón de ese torneo. También jugaba en el equipo , que se le pasó a
Lorenzo, Bernardo " ladrillo" Briquet ( q.e.p.d) muy buen inside
derecho, el asunto es que íbamos 0 a 0 en el 2do tiempo, cuando en un foul de ellos , cerca del area,
Freddy L. lo chuta y me lo centra, yo entro de cabeza y anoto el gol. Loyola 1,
Dos Caminos 0. A partir de allí arreciaron los insultos y las piedras hacia
nosotros. No recuerdo que se hubiera
anotado otro gol, creo que así terminamos.
No
más pitó el árbitro el final del partido, los internos se nos vinieron encima y
nosotros corrimos hacia la puerta que daba a la calle que hoy es la Avda.
Rómulo Gallegos, la cual habían cerrado, pero el padre Olave se encargó de
abrirla y pudimos salir, cuando nos estábamos subiendo al autobús que nos
llevaría al colegio, vinieron a agredirnos varios de ellos, bastante mayores
que nosotros ( tendríamos 13 ó 14 años, a lo mucho) y es allí cuando el padre
Olave, subiéndose las mangas de la sotana, se baja del autobús y enfrenta a los
dos camineros, los cuales cuando vieron a esa fortaleza humana que los paraba,
no les quedó otra que dar la vuelta y
entrar al colegio. También hubo participación (algo tardía) de las autoridades
de ese colegio.
Gracias
al padre Olave, nos salvamos de haber recibido una golpiza o al menos unas
pedradas.
Slds.
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