El Dilema de Aquiles (Gustavo Gonzalez Urdaneta)


El Dilema de Aquiles
Gustavo Gonzalez Urdaneta
Miami, 6 julio 2018

Hace unos días, reflexionaba con un gran amigo ignaciano sobre aspectos que, de verdad, pocas veces se presenta la oportunidad de hacerlo. La mayoría de los casos es porque hay muy poco interés en participar. Sin embargo, creo que la mayoría siente en su vida, un llamado de lo que denominan la democratización de la fama, y hacer algo grande en su vida, pero a veces la rutina, el quehacer diario no deja espacio para realizarlo. Fue Einstein quien dijo  “No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo…. sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía”. Goethe decía que cuando uno toma una decisión todo comienza a actuar a nuestro favor. El gran enemigo de nuestra decisión es la inercia, esa tendencia humana muy natural a seguir viviendo en el día a día. .  

Me contaba el amigo que desde muy joven está en la encrucijada del camino hacia Dios, la tierra (el universo) y el ser humano. Lo ha buscado en la filosofía, en las ciencias del espíritu, en la poesía, y siempre le esconde algo que ignora: ¿Qué soy? No quien soy sino qué. Y considera que cuando lo sepa no habrá llegado a comprenderlo nunca.

Una de las cosas básicas que nos enseña la filosofía es a cuestionar, a no aceptar las cosas sin profundizarlas y por eso siempre he creído que deberían enseñarla desde la primaria. Hay que enseñar a los niños a pensar y cuestionar como parte intrínseca de su educación y  personalidad y no solo esa curiosidad  espontánea de la infancia pues esa se pierde en la vida por diferentes motivos. Responder a las dudas que encontramos dentro ese triángulo que él define “Dios-Universo- Ser Humano” no es nada fácil pues a donde nos llevan podría ser una de las razones de porque no nos enseñan filosofía. En muchos aspectos, incluyendo la religión, no se tiene respuestas a muchas de nuestras dudas e interrogantes

Le decía al amigo, que sus dudas ¿Quién Soy? ¿Qué Soy?, me recordaron el dilema que en su día vivió el Aquiles de "La Ilíada".... el más famoso héroe de la guerra de Troya......

Cuenta la leyenda que siendo ya un gran guerrero, su madre le predijo dos posibles vidas...dándole la opción de escoger. La primera vida rezaba así: "Aquiles, serás un gran guerrero. Un día te enamorarás, formarás una familia, y tendrás muchos hijos. Serás dichoso y feliz, y mirarás con orgullo lo conseguido. Pero serás mortal. Llegarás a viejo, y morirás. Tu esposa y tus hijos lloraran tu muerte, y serás recordado durante tres generaciones. Posteriormente nadie te recordará, ni quedará en la historia huella que indique que alguna vez exististe".

La segunda vida decía esto: "Serás inmortal, y serás un Dios, el guerrero más grande del mundo. Alcanzarás la gloria, y tu nombre sonará durante milenios por los confines del mundo. Se escribirán historias y serás recordado…..pero morirás joven, este será el precio que pagarás por alcanzar la gloria".

Aquiles no se lo pensó dos veces. Eligió el segundo camino...la Vida eterna.

Con seguridad, cualquiera al leer esta historia se preguntara qué camino habría cogido él. Creo que muchos estarán de acuerdo en que la vida sin hacer algo grande es vida desperdiciada...Para mí algo grande es hacer quizá algo por los demás, quizá algo que merezca la pena, por alguien por alguna razón noble. No me gusta la idea de nacer, comer, crecer y morir...sin haber tenido sentido nada....pero no me queda ninguna duda que hasta es difícil que me recuerden 3 generaciones……o ¿Acaso algunos nos acordamos de cómo eran nuestros tatarabuelos?... ¿Tú te sabes los nombres de tus bisabuelos? Los nietos de nuestros hijos no sabrán quienes fuimos, ni siquiera sabrán nuestros nombres. No somos tan importantes como pensamos. Ya somos el olvido que seremos, como decía Borges. Si no nos recuerdan, incluso los personajes de ficción serán más reales que nosotros.

Quizá muchos, como Aquiles, quieren hacer algo importante, para quizá dejar la huella indeleble de que estuvieron allí... quizá. Tal vez, en cierta manera, este blog ignaciano sea una huella de nosotros mismos, de que existimos y sentimos...

En mi caso, parafraseando a San Agustin: "Si no me preguntan que soy, yo lo sé; si me lo preguntan, no lo sé"; pero le argumentaba que yo no soy artista, sino un simple ingeniero que suelen tener gríngolas y no ven más de lo que su mente cuadriculada les permite.  Lo que nos diferencia de los artistas, como él, es que ustedes son capaces de encontrar belleza donde nosotros, al menos yo, menos afortunados, solo vemos una piedra basta, sin pulir; el escultor, por ejemplo,  revela la belleza escondida en esa piedra y además tienen la capacidad de en breves frases crear una imagen reveladora, capaz de hundirse en las profundidades de eso que llamamos alma humana. Estoy seguro que mi amigo en muchas de sus meditaciones se ha conectado con esa noción del saber que soy y nunca ha necesitado ponerle palabras a una realidad que no puede ser encasillada.

Le comentaba que no estaba muy seguro si coincidiríamos en nuestras interpretaciones a las dudas planteadas pero que en beneficio de eliminar cualquier inquietud que la falta de respuesta a una de ellas pudiera originar le contaría por qué pensaba que, incluso un artista como él, pueda no tener respuesta a ¿Qué Soy?

"¿Quién soy yo?" implica, entre otras cosas, enfrentarnos a la tensión entre lo que creemos ser y lo que queremos ser. Es prácticamente imposible valorarse a uno mismo sin compararse con una versión del yo ideal, con todo aquello que nos gustaría ser. Trabajar tanto en la autoestima como en nuestro potencial y capacidades permite que nos enfrentemos a esa pregunta sin miedo. Me atrevo a afirmar que a esta pregunta, tanto el amigo como la mayoría, le tienen respuesta………………..

Cuando alguien está en sus treinta y ocho años tiene muchos espejos, cada uno correspondiente a un periodo de su vida, que le devuelven una imagen incompleta de lo que realmente es. La imagen cambia desde los ojos de quien sostiene el espejo, pues evalúa a la otra persona desde su propia experiencia de vida. En este momento, solo necesito de mi propio espejo y, quien sabe, puede que en un futuro no necesite ninguno. Puede que en un futuro, solo con cerrar los ojos, ya sepa quién soy.

¿Qué soy? Soy un Homo Sapiens y comparto sus características con el resto de la especie. Además, todas las cosas que se han dicho de mí durante mi vida me hacen reflexionar sobre cómo me consideran las personas y que intenciones guardan cuando se dirigen a mi persona. Y me siento bien.  Pero, mirando al firmamento, comprendo que ante la magnificencia, la incalculable antigüedad y los misterios del Cosmos y recordando las palabras del científico Carl Sagan “Cosmos es todo lo que es, lo que ha sido o lo que será“, veo que mi existencia y todo lo que haga no será más que una mota de polvo en su infinita existencia. En el tiempo eterno no somos ni un abrir y cerrar de ojos. Pero, con mi actitud positiva y enfrentándome al dilema de Aquiles pienso que, aunque no sea recordado por mis congéneres y que mis infímos conocimientos que pueda aportar a la humanidad se pierdan, tendré la sensación de haberlo intentado, de haber hecho el esfuerzo de brillar con más fuerza que las demás luces. Lo bueno de esta perspectiva de “que soy” es que podemos relajarnos y no tomarnos la vida tan en serio.

Coincido con mi amigo en que las  enseñanzas recibidas en el Colegio nos han servido siempre, y mucho, porque cuando nos cuestionamos con franqueza, la creatividad nace de la angustia, como el dia nace de la noche obscura y surge una luz que entendemos como verdad. Nunca se alcanza una verdad absoluta y por el contrario las dudas son el motivo de curiosidad que nos impulsa a buscar en los sabios del pasado sus ideas. El verdadero problema de las personas y los países es la pereza por cuestionar, por buscar respuestas y soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia.

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