La Estupidez y la Prisa (Gustavo Gonzalez Urdaneta)


La Estupidez y la Prisa
Gustavo Gonzalez Urdaneta
Miami, 24 noviembre 2018

Se tiene la costumbre de identificar lo “rápido” con lo inteligente y lo “lento” con lo estúpido, pero como dice el conocido refrán, “vísteme despacio, que tengo prisa”, pues la urgencia irreflexiva puede causar toda clase errores.

Prisa, es un sustantivo femenino y en su etimología viene del sustantivo de poco uso “priesa” del latín “pressus” participio pasivo de “premĕre” que quiere decir estrechar o apremiar. Priesa es la palabra usual en castellano antiguo y más modernamente fue sustituida por prisa.

Hasta el latín tenemos igual que retrotraernos para poder encontrar el origen etimológico de la palabra estupidez. Así, al hacerlo descubrimos que es fruto de la suma del término “stupidus”, que puede traducirse como “aturdido”, y el sufijo “-ez”, que se usa para expresar una cualidad.

Una estupidez es algo dicho o hecho propio de un estúpido. Este término (estúpido), por su parte, hace referencia a aquel falto de inteligencia, torpe o necio. Puede decirse, por lo tanto, que una estupidez es una tontería o algo que no tiene lógica, por ejemplo: “Hay personas que creen en las cábalas y los amuletos, pero para mí no son más que estupideces”.

Es curioso resaltar que existe incluso una teoría acerca del término que estamos abordando. El historiador italiano Carlo Maria Cipolla (1922 – 2000) fue, en concreto, la personalidad que desarrolló lo que se conoce como Teoría de la Estupidez. En el año 1988 fue cuando presentó este conjunto de ideas acerca de esa “cualidad” que tienen algunos humanos. En ese sentido viene a dejar patente que los estúpidos forman un grupo de los cuatro que existen a nivel mundial. Así, estarían aquellos además de los inteligentes, los desgraciados y los malvados. Cipolla expone en una breve obra, titulada "Allegro ma non troppo" las "Leyes Fundamentales de la Estupidez Humana".   

La tercera ley fundamental de Carlo Cipolla dice: “Una persona estúpida es una persona que causa daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio”.

En relación con la Prisa, la historia de la tortuga y la liebre puede ser antes incluso de que se integrara a las “Fabulas de Esopo”. ¿Qué es lo nuevo, entonces? La locura de la prisa, como fuente cada vez mas peligrosa de la estupidez. Esta ocurriendo con mas frecuencia que en ninguna otra época de la historia humana.
Todo el mundo parece tener siempre prisa, aunque casi nunca este claro donde creen que van o por qué. El “tengo prisa” se ha convertido en un habito independiente de toda urgencia real, que causa tensiones y angustias innecesarias. En ingles se emplea una frase muy expresiva para definir esta situación en la que lo secundario toma el lugar de lo imprescindible: “no es ya el perro el que mueve la cola, sino la cola mueve el perro”.
La obsesión de la prisa prospera esencialmente en el trabajo, para lo cual pudiera justificarse un curso de lectura rápida pero también ha invadido la vida privada. Comida rápida, lectura rápida, pasiones (sexo rápido) y decepciones rápidas, soluciones rápidas que no hacen sino empeorar los problemas o afectar nuestra calidad de vida. Malgastar el tiempo no es útil ni divertido, pero hallar tiempo del que disponer es una base de la inteligencia. No solo es necesario, sino también agradable y fructífero.
El escritor francés Antoine Houdar de la Motte dijo en su día que “mediante la lectura nos hacemos contemporáneos de todos los hombres y ciudadanos de todos los países” y ahora esa frase cobra más sentido que nunca ya que, según investigadores, leer satisface una profunda necesidad psicológica que ha jugado un papel clave en la evolución: la necesidad de pertenecer a un grupo. En relación con lo anterior, también podemos afirmar que leer narrativa de calidad mejora las relaciones con los otros, nos hace mejores personas ya que ayuda a desarrollar nuestra capacidad de empatía.
La idea de que “no tenemos tiempo” es casi siempre un engaño o, como mínimo, una falta de perspectiva.  La prisa cuando no obedece a una necesidad clara es casi si siempre estúpida. En A través del tiempo, de Lewis Carroll, la Reina Roja le dice a Alicia: “Aquí como ves, se ha de correr a toda marcha simplemente para seguir en el mismo sitio”. Pero esto ha dejado de ser la pesadilla de una niñita, ahora es una descripción eficaz del “Síndrome de la prisa angustiada”.
Fueron los cardiólogos Meyer Friedman y Ray Rosenman quienes en 1959 acuñaron el término Hurry Sickness, o “enfermedad de la prisa”. Ellos descubrieron que muchos de sus pacientes sufrían de un abrumador, constante y excesivo sentimiento de urgencia. Los médicos referían dicha conducta como un patrón de comportamiento caracterizado por una lucha continua, y un intento permanente por lograr hacer más y más cosas en cada vez menos tiempo. El Hurry Sickness es la mezcla de ansiedad, estrés, y sentimientos continuos de apuro que podrían formar parte de un ciclo vicioso adictivo.
La prisa desarrolla personas propensas a la queja y al lamento continuo. También el individuo se transforma en uno contrariado, impulsivo, e insatisfecho. Peor aún, caerá en una rutina mecánica y sin sentido. Es necesario señalar que la prisa es también un indicador de falta de madurez y equilibrio emocional. Nunca se podrá ser una persona armonizada y a gusto consigo mismo si siempre cree que al momento actual le falta algo, o que no es el adecuado, o que el siguiente debería llegar más rápido, o que las cosas deberían pasar más deprisa. Si se desea alcanzar el bien emocional y espiritual, hay que replantearse qué realmente es lo más importante, y echar a un lado la prisa.
Por eso es importante detenerse para vivir con profundidad el tiempo presente, y desde allí alcanzar por la contemplación lo esencial, lo eterno, lo duradero, lo que de verdad permanece.    
Todo lo que es valioso en la vida humana, exige procesos bien orientados, a veces lentos en su crecimiento y desarrollo. Recuerda, “la calma es oro” y la vida es “poco a poco”. Quita tu pie del acelerador y descubre cómo la paciencia y la confianza en el proceso, y el aprovechar cada instante serán los mejores aliados en el desarrollo de una mejor versión de ti mismo.  

Comments

  1. De: ALVARO ROTONDARO

    Después de su lectura aprendimos que lo urgente no puede priorizar lo important, que la estupidez nos denigra como seres humanos y sobre todo cuando entramos en situaciones de anomalias acompanadas de indolencia; y definitivamente, que hay que andar sin prisa, pero sin pausa
    3.4.2022

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