El líder político y la autoridad carismática (II): El mal del poder y el ejercicio ético de la política


El líder político y la autoridad carismática (II): El mal del poder y el ejercicio ético de la política
Gustavo Gonzalez Urdaneta
Miami, 2 abril 2020

¿Qué es para ti liderazgo político?: Diría que es «el Talento para influir decisivamente en los demás». El liderazgo político es el liderazgo llevado a la política, a la «cosa pública», en cualquiera de sus ámbitos. No sé que piensen ustedes pero creo que el liderazgo político no nace, no hay «mesías», ni se hereda ni se hace, el liderazgo político se forja

Los líderes políticos, tienen que asumir un hecho innegable: su liderazgo, si es genuino, legítimo y limpio, conquistado y no comprado, se basa únicamente en la influencia de índole personal que ejercen sobre sus liderados. Personal, no coyuntural, no de conveniencia, no de favores ni de sobornos, no de negocios o maniobras turbias, ni de pactos o alianzas de momento y circunstancia.

Por su parte, los liderados sinceros y genuinos siguen y se comprometen y defienden y luchan por la persona que es usted y lo que representa su acceso al poder en términos de cambio situacional, servicio social y desarrollo integral de la comunidad y sus miembros, no solo ni necesariamente por las ventajas personales que su posicionamiento les aporte, aunque obviamente en algunos casos se lo aporte. Y si ello es con arreglo a la norma establecida, y no viola nada, que para bien sea.

Los otros “liderados”, esos que van por “dame lo mío”, son solamente soldados del momento. El tan conocido y practicado gatopardismo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: Que algo cambie para que todo siga igual y de la conveniencia, que por demás, cambiarán de bando y rumbo cuando el contexto cambie. En Venezuela, en estas últimas dos décadas, sobran ejemplos cercanos y distantes, tanto en tiempo como en espacio, para demostrarlo.

Un líder político carismático debe tener capacidad especial para comunicarse y expresar sus ideas a la ciudadanía. Saber también escuchar y utilizar la información que le llega de la sociedad con creatividad e inteligencia. No pongas a las personas en tu lugar: ponte tú en el lugar de las personas. Además, saber adaptar la construcción del discurso político a cada contexto y trasladar al electorado ideas bien estructuradas y convincentes. En cualquier caso, la percepción del elemento carismático no es igual en todos los ciudadanos ni tiene por qué serlo.

Algo que debe tener claro cualquier líder político es la diferencia entre los términos poder, autoridad e influencia. En el caso del “poder” es que cuando no se sabe para qué se quiere el poder, y por consiguiente, no se sabe ejercerlo, se termina abusando del poder y por tanto, llega un momento en que se debilita la autoridad a través de la pérdida de la legitimidad. Según Bernard Shaw “no es cierto que el poder corrompa, es que hay políticos que corrompen al poder”. Sabemos que la figura de la “autoridad” es precisamente el poder que recae sobre una posición que se ejerce, lo trae la investidura misma del cargo, pero la “influencia” es la capacidad de cambiar el pensamiento de los demás, las opiniones o el desenlace de una acción.

Bíblicamente, siempre la relación de cada profeta con el poder de turno denuncia crímenes políticos más que faltas individuales, análogo a la hybris o desmesura que los griegos denunciaban como el “mal del poder”. Aquí se patentiza la existencia de una alienación específica de la política en relación con el poder. El dirigente ciertamente pecará porque la propia detentación del poder es habiente de corrupción. No porque él pueda ser mal líder, sino por ser una dimensión humana que se encuentra dominantemente sujeta al mal, y de hecho siendo su mayor oportunidad y demostración.

Esta dimensión del mal en relación con el poder político también fue reconocida desde Platón a Maquiavelo. Platón intenta que el político no se pervierta en tirano, que no haya un poder sin ley, y que la filosofía no degenere en sofística; mientras Maquiavelo enseña al príncipe a ser tirano y ejercer su poder de forma tal que sea ley, exceptuándose de ella, y utilizando todo tipo de arte para ello, desde la adulación hasta el asesinato. No como violencia política banal, sino calculada y limitada para el triunfo de la instauración y conservación de un Estado y su poder, absorbida luego por el nuevo régimen, su legitimidad y legalidad.

Claro está que la independencia de poderes, la libertad de prensa, el conocimiento y la información independiente de la estatal, podrá aminorar las ocasiones del mal político, pero esto es asequible sólo para pocos y además siempre hubo jueces, legisladores y políticos que accionaron en favor de tiranos y corruptos. Lo mismo acontece con la prensa y los organismos educativos estatales, orientando las elecciones de los ciudadanos y la opinión pública en cuestiones fundacionales respecto de axiología, legitimidad y justicia.

En conclusión, ningún régimen, institución ni control por sí mismo garantiza la superación del mal del poder o mal de la política, dado que es autónomo e inherente al humano que lo ejerce, persigue o conserva más allá de su calidad de funcionario. Por ello, cuando la Biblia lidia con este problema no lo hace prescribiendo una forma gubernamental, estructura política o institucionalidad específica, sino que lo aborda desde el propio sujeto.

El Éxodo conmina a elegir líderes a personas capaces, virtuosas, temerosas de Dios, dignas de confianza para que su palabra sea escuchada y que aborrezcan las ganancias en el sentido de preferir regalar a otros sus bienes aun cuando sean suyos pero no tengan pruebas para atestiguarlo. Todo en miras de aquello que el gran historiador y político moderno, Lord Acton, resumió acuñando la frase, “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Siempre recuerdo a mi suegro Calvani que me decía “Joven, para ser político no se pueden tener necesidades económicas pues las tentaciones son muchas”. Igual pasa con los funcionarios públicos. La corrupción, esa lacra que no cesa, es un mal antiguo. Personalmente la percibí en Venezuela en la época de ¡Está barato, dame dos!, a partir de ahí se profesionalizó.   

Un ejemplo de liderazgo político que supo ejercer el poder es Nelson Mandela, a quien todos conocemos porque nunca se rindió, nunca dió un paso atrás, siempre defendió sus ideas y esas ideas lo enviaron a prisión por 27 años y esas mismas ideas lo llevaron de prisión a la presidencia, dejando atrás el régimen del Apartheid, reconciliación nacional. Se retiró del poder cuando su pueblo lo seguía queriendo y el poder moral lo acompañó hasta el último de sus días.

Otro ejemplo es Abraham Lincoln, quien hoy tiene un legado inmenso no sólo por su autoridad como presidente de los Estados Unidos, sino por haber dirigido los destinos de la nación durante la Guerra Civil de los Estados del sur y los del norte, pero más que todo, por ser quien abolió la esclavitud en Norte America.  Por otro lado, tenemos a Herbert C. Hoover, cuyo legado más importante es haberse sentado en el Despacho Oval y haber sido el presidente que no tomó las decisiones correctas durante la llamada Gran Depresión de 1929 y se dedicó a hacer políticas de “laissez-faire” que agravó más aún la crisis.

Mahatma Gandhi, hoy el mundo lo recuerda por haber sido el líder hindú que se atrevió a desafiar el statu quo de la India colonizada a través de mecanismos pacíficos de desobediencia civil y Winston Churchill, hoy uno de los referentes más clásicos de liderazgo, pues pudo dirigir al Reino Unido en un momento cuando la esperanza y la moral de las fuerzas británicas estaban por el suelo producto de los constantes bombardeos de la Alemania Nazi, también un genio de la estrategia militar. El reverendo Martin Luther King Jr., pudo seguir el camino fácil de la violencia pero eligió la desobediencia civil de no violencia y hoy es una de las personas que más honran al Premio Nobel de la Paz.

La persona que es líder político, líder de masas, solo puede ser conocida y reconocida a través de su origen, su historia, sus hechos y sus logros, y la forma en que todo ello se integra y se proyecta a su entorno y al mundo en y desde su figura. Obviamente, estamos hablando de su marca personal. Y en el caso, líder político, líder de masas, esta marca personal tiene que ser contentiva, portadora, medio de comunicación pública, de unos principios, unos valores, un ejemplo, unos conceptos y modelos de vida y conducta compatibles con el mensaje que vende a la sociedad que pretende liderar. De otro modo, caerá indefectiblemente en la incoherencia, la demagogia, la mentira, el fraude. O sea: más de lo mismo. Lamentablemente esto lo hemos visto en líderes a cualquier nivel: desde los presidentes de naciones hasta los alcaldes de pequeños pueblos, desde los directivos partidarios hasta los dirigentes comunitarios. Dentro y fuera de Venezuela.

Hay lecciones importantes en la obra "Tres días en mayo", se trata de una pieza en dos actos del dramaturgo inglés Ben Brown, que se escenificó exitosamente en Londres en 2011. Venezuela está necesitada de liderazgo ético, no solo para “sacar al Usurpador” sino también ante la hidra de mil cabezas de Cuba, del crimen organizado, el narcotráfico, los terroristas, la corrupción y la impunidad. Y para ilustrar cómo se comporta un líder ético, nadie mejor que el personaje central de la obra: Winston Churchill.

Tres días en mayo se ubica en 1940, cuando Francia ha sido derrotada por Hitler y en el Gabinete de Guerra británico se discute la firma de un acuerdo con Mussolini, una paz ficticia en la que Italia pondría un precio por mantenerse fuera de la guerra y servir como mediador con Alemania. No es casual que Winston Churchill haya definido al apaciguador como “alguien que alimenta a un cocodrilo esperando ser comido al último”

Los tres días a los que se refiere el título de la obra, el 26, 27 y 28 de mayo, Churchill se rehusa a abandonar su pasión, de la misma manera en que un leopardo no puede renunciar a sus manchas. Confía en que la gente digna peleará para defender su suelo a tal punto en que mujeres y niños tomarían cuchillos de cocina para hacer frente a los invasores.

En la actual coyuntura venezolana, necesitaremos una actitud similar a la que desplegó el pueblo británico encabezado por Churchill en aquella hora terrible. Que comencemos a vernos con un temperamento optimista e imperturbable y…marchando a la batalla transformados con la certeza de que podemos ganar.  Frente al mal encarnado en un tirano no hay "apaciguamiento" que sirva. No hay más alternativa que enfrentarlo con los recursos diplomáticos, legales y morales que tenemos a nuestro alcance, armas que solo un nuevo liderazgo, un liderazgo ético, puede reivindicar. Brazos abiertos a todas las opciones de ayuda para sacar al usurpador y toda la hidra citada, pero el gobierno de transición y el llamado a elecciones generales debe ser potestad sólo de los venezolanos.

Por lo general, se enseña y se piensa que el fin de la política es el poder. Para cerrar quiero poner sobre el tapete otra de esas palabras ya manidas por el mal uso que se hace de ellas: la ética. Se habla mucho de ella, pero no se aclara ni se enseña. La ética es la gran desconocida. Incluso entre empresarios se discute a veces sobre si la ética es rentable o no lo es. Da la impresión de que discutir de eso es como discutir sobre el mar y los peces.

Ética es la realidad. Ética es atenerse a la realidad en todos sus aspectos. Ética es resolver problemas sin crear problemas mayores. El líder político del que hemos venido hablando es ético. El Tirano y el Demagogo son inmorales.

El estudio de la ética señala que las virtudes constituyen el equilibrio moderado en la conducta de la persona mientras que los vicios a su vez conllevan dos situaciones extremas. Por ejemplo, respecto a la visión de satisfacer el bien común. En un extremo está el Tirano quien solo anhela su bien personal y en el otro se halla el Demagogo que derrocha los recursos. El equilibrio entre ambos, el “justo medio”, es quien hará uso del dinero con quien debe, cuánto debe, como debe y donde debe. De esta manera todo justo medio es una virtud.

Aristóteles, el sabio de Estagira, afirma que todo aquel interesado por las cuestiones políticas debe conocer la naturaleza del hombre, sus diferentes caracteres y formas de conducta, conocimientos que corresponden al objeto de estudio de la ética, la que, de alguna manera, como él mismo señaló, “no es más que una parte del saber de la ciencia política”. La ética tiene por objeto lograr que el individuo sea consciente de cada uno de los actos que realiza y en consecuencia obtenga el dominio de sí mismo para actuar en favor de la comunidad política.

Martin Hoffman, un investigador de la empatía, que sostiene que en ella se asientan las raíces de la moral, propone que la empatía —la capacidad de ponernos en el lugar del otro— es, en última instancia, el fundamento de la comunicación y la comunicación política juega un papel fundamental. La regla de oro en las relaciones personales es fácil, sencilla y muy efectiva: "No pongas a las personas en tu lugar: ponte tú en el lugar de las personas". Como decía Abraham Lincoln, “puedes engañar a todos algún tiempo, y a algunos todo el tiempo; pero no puedes engañar a todos todo el tiempo”. Y esto es algo que los líderes políticos deberían esforzarse en aprender. Lamentablemente los ciudadanos también solemos hacer lo más fácil y lo que nos ofrezca los resultados más inmediatos.
En fin, todo el mundo habla de liderazgo y de los líderes. Y parece de esas cosas que cuanto más se habla de ellas, más se echan en falta: democracia, libertad, justicia, empatía, igualdad, ética, etc. Venezuela cruzó el umbral del nuevo milenio con pocas esperanzas y una gran incertidumbre política y en las dos últimas décadas le ha tocado digerir algunos malos tragos que en el ámbito político producen resaca y decepción. No hay duda de que la política está de capa caída y que antaño era un deber muy respetado y elogiado.    

Para concluir quiero destacar cinco puntos para todos, pero, especialmente, para quienes supuestamente ejercen algún tipo de liderazgo en Venezuela:

El primero es que ¡Ya basta de errores! como el 11A-2002, las elecciones de 12F-12 y 14A-13, la falta de decisión del 6D-2015, ni la burla de la convocatoria nacional del 16J-2017 y, mucho menos, la mamarrachada del 30A-19. Tengamos la madurez que requieren las circunstancias actuales, el futuro depende de los venezolanos. Esta es la dimensión de esta fecha histórica;

Segundo, brazos abiertos a todas las opciones de ayuda para sacar al usurpador y toda la hidra de mil cabezas de Cuba, del crimen organizado, el narcotráfico, los terroristas, la corrupción, la impunidad y un largo etcétera, pero el gobierno de transición y el llamado a elecciones generales debe ser potestad sólo de los venezolanos honestos. Es inimaginable un Konrad Adenauer o un Willy Brandt invitando a Goebbels y a Hitler y sus partidarios a participar en la primera elección que se celebrase en Alemania después de abril de 1945; 


Tercero, no queremos venganza, pedimos que se haga justicia. ¡Cero a la impunidad y a la amnistía y completa inhabilitación política a los personeros del régimen desde 1999! Todo Auschwitz, merece un Nuremberg;     

Cuarto, que teniendo claro cuál es el significado del poder, la autoridad y la influencia, debemos hacer énfasis en el hecho de que el verdadero líder político es el que sabe navegar en tiempos de crisis, el que tiene resiliencia como capacidad para adaptarse a las adversidades, pero sobre todo, el que sabe tomar decisiones en tiempos difíciles; y

Quinto, definitivamente, el ejercicio del liderazgo político tiene que ser enrumbado por nuevos derroteros, se requieren líderes políticos de otra marca, dispuestos al cambio real desde el proceso hasta el resultado con una formulación diferente y diferenciadora, que comprendan el momento que les toca vivir. Recordemos a Einstein: Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo.    

Comments

  1. De: Alvaro Rotondaro Gomez
    Para: FACTOTUM IGNACIAOS-Gustavo Gonzalez
    Asunto: Articulos sobre “Líder político y Autoridad carismática (I) y (II)
    Margarita, 6 abril 2020

    Querido Gustavo: es bastante difícil conseguir las palabras, para felicitarte por tus dos artículos sobre el concepto de líder, ya que diferencias muy bien el Caudillo, que es aquel que maneja las emociones del hombre en un momento histórico determinado (Hitler, Chávez) y se convierten en dictadores-tíranos y otros en demagogos, al contrario de los verdaderos líderes, quienes siempre están apegados a la razón, a la ética, haciendo gala de sus principios de actuación al no fijarse en los problemas, sino en la solución de los mismos. Recibe un fraternal abrazo 🤗 y que Dios te bendiga en unión de tu bella familia

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  2. Muchas gracias Alvaro, hay múltiples razones por las cuales, lamentablemente, nuestros supuestos líderes políticos no estén aptos para guiar el periodo de transición. Es un tema comentado diariamente en los chats que participo del sector energía (hidrocarburos y electricidad) y múltiples los documentos, reuniones, videoconferencias, etc. que desde la ONG VenAmerica hemos cursado y mantenido con funcionarios de la Asamblea Nacional, el Plan País y expertos del sector. De esas interacciones te menciono algunas razones citadas:
    1. No es solamente el estatismo, ni el resentimiento o la ignorancia, hay que sumarle las 5 P: el populismo, el partidismo, el personalismo, el paternalismo, y el presidencialismo. Por eso nuestra joven clase política no avanza. No son hombres de Estado;
    2. El problema con los políticos actuales es que no entienden lo que pasa, pues no está pasando lo que entendían;
    3. Las soluciones que el país requieren, por ejemplo, en el sector energía (hidrocarburos y eléctrico) no las entienden porque no tienen ninguna experiencia en esos sectores. La mayoría está por debajo de 50 años, o sea, que hace 20 tenían 30 y ambos sectores ya estaban bien desarrollados;
    4. El día D+1 va a haber mucha turbulencia política y disturbios sociales, que deberá absorber toda la prioridad del gobierno. Son temas prioritarios y urgentes para calmar antes que se salgan de proporción y afecten el gobierno de transición. Salvar y garantizar la transición es clave. Si esto fracasa por las razones que sea, no habrá 6ta Republica, seguiremos en la 5ta, "in saecula saeculorum";
    5. No se le pueden pedir peras al olmo, y un largo etcétera…….
    Muchas gracias por tus palabras y el continuo seguimiento del blog Factótum Ignacianos.

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