Si hay algo realmente latinoamericano…es El Bolero (I): Origen y evolución en Cuba y México
Si hay algo
realmente latinoamericano…es El Bolero (I): Origen y evolución en Cuba y México
Gustavo Gonzalez
Urdaneta
Miami 24 junio
2020
No se pretende incluir en el limitado espacio de un
artículo, incluso en una trilogía, todas las aportaciones que los diferentes
países latinoamericanos han hecho al bolero, éste es un híbrido que desde sus
inicios amalgamó elementos culturales de diferentes regiones. En su desarrollo
de algo más de un siglo, la fusión de temáticas, formas interpretativas,
representaciones de imaginarios colectivos, que tanto compositores,
intérpretes, orquestas y tríos han plasmado en este género, se convierten en
una característica esencial. Mi motivación, además de mi afición al bolero en
particular, es que el próximo 2 de julio se celebra(ba) el Dia
Nacional del Bolero en Venezuela en recuerdo a la fecha del fallecimiento
de mi coterráneo, Felipe Pirela.
La intención no es especificar en estas líneas ‘quien fue
y quién no fue el primero’, aparte del motivo ya citado, la intención de
escribir estas líneas es el deseo de compartir con los amigos, que disfrutan
este género musical, algunos aspectos que conforman su historia. Con toda
seguridad muchos pueden añadir valor a lo aquí reseñado y se les agradecería lo
hicieran en la sección de Comentarios al final del blog Factótum
Ignacianos. No se pretende nunca sentar cátedra, más bien, sirva esta apretada
trilogía como una reflexión más dentro de ese universo de emociones que para
cada uno es el Bolero, ya que, quizás ahora el bolero está mejor que nunca,
porque como un buen vino, alcanzando plenitud en su añejamiento, su lejanía en
el tiempo nos demuestra su trayectoria, que se ha enriquecido, dándole mayor
peso, valor y tradición.
Sobre la procedencia del Bolero existen
diversas teorías, la mayoría señala a Europa como la cuna del género. Yo
me uniría a esa creencia complementado con diferentes apreciaciones de
historiadores de este género musical. Al bolero le fijan su origen geográfico
en las Islas Baleares de donde nace, el bolero mallorquín
esencialmente como una danza. Una vez emigrado a la península ibérica, daría
origen a otras danzas que pasando por Andalucía e instalándose en Salamanca y
Burgos, van a convertirse en las famosas “boleras”. Hasta aquí la parte
española, que al viajar a los países de America Latina y especialmente
por la cuenca del Caribe, a comienzos del siglo XIX, va a
diluirse y tal vez a desaparecer de su forma original para prestar únicamente
su nombre, al bien conocido símbolo del “romanticismo” popular latinoamericano:
El Bolero.
Además, si nos fijamos de la instrumentación musical
de las danzas gitanas notamos guitarras y unas cajas de madera que hacen de
percusión, además del aplauso y el uso de las palmas de las manos. Con esta
instrumentación llega el Bolero a América, específicamente a Cuba, donde
la fusión con los ritmos africanos de esa maravillosa zona mágica que es el
Caribe dio como resultado el compás cadencioso del Bolero como lo conocemos en
su acompañamiento clásico: Con unas guitarras y unos bongós, congas o
tumbadoras como percusión.
Hoy en día, al tratar de darle una nacionalidad al
bolero, ya no podemos decir que es cubano porque ahí nació; tampoco podremos
adjudicárselo a México porque ahí creció; ni a Puerto Rico porque ahí se
enriqueció. Tampoco diremos que es venezolano o colombiano porque es ahí donde
se sigue cultivando. El bolero es latinoamericano: es de todos los que
alguna vez lo hemos escuchado solos o acompañados; tristes o dichosos;
enamorados o despechados.
El bolero es un género de la música popular con origen
en Cuba; sus cantantes y compositores han tenido un estrecho vínculo con
el pueblo y sus tradiciones. En sus inicios muchos de estos creadores y
trovadores populares carecían de formación académica, por lo que sus
composiciones las transmitían oralmente, en vez de escribirlas, expresando en
ellas sus ideales estéticos sobre el amor, la mujer o los sentimientos
patrióticos. El bolero es un género musical muy popular en todos los países
hispanoamericanos y surgió alrededor de 1840. A finales del siglo XIX
surge el bolero entre los trovadores de la Provincia de Oriente, en Santiago de
Cuba, e inmediatamente se popularizó debido a las serenatas que en ese momento
eran muy frecuentes.
Como es de esperar muchos de los compositores,
cantantes y orquestas que se citarán puede que ya no nos acompañen pero sus
recuerdos perduran a través de las grabaciones disponibles en las redes
sociales. Algunas orquestas han permanecido a través de los hijos de sus
fundadores o cambios en su estructura organizacional, como la Sonora Matancera
(96 años) y la Billo’s Caracas Boys (80 años).
Si bien Cuba ostenta el mérito del haber popularizado
este ritmo musical, de acuerdo con ciertos historiadores habrían sido los
esclavos negros que acompañaron a sus amos franceses, cuando éstos escaparon de
lo que hoy es República Dominicana, en la etapa revolucionaria, cuando isla de
Quisqueya expulsaba a los franceses. Esos esclavos, al llegar a Santiago, el
oriente de Cuba, entremezclaron su cultura africana con la francesa pariendo
ese ritmo lleno de sensualidad propicio a la poesía y al romance sin límites,
aunque "se quede el infinito sin estrellas" como "quizá,
quizá" arrullaba Bobby Capó a la piel canela de sus sueños a mediados del
siglo pasado.
Se acepta que el primer bolero fue Tristezas,
escrito por el cubano José “Pepe” Sánchez en Cuba en 1883, convirtiéndose
en una especie de padre del bolero, aunque su oficio era el de sastre.
Se desempeñaba bien con la guitarra a pesar de carecer de estudios
musicales. Esa pieza dió origen formal
al género con el acompañamiento musical que denominamos «clásico» de guitarras
y percusión. Desde Cuba, vía Yucatán, viajó a México, que se
encargaría de difundirlo al resto de Latinoamérica mediante discos y el cine
que dio paso a las grandes orquestas y los tríos como parte de la película. Los
países del gran Caribe hispano adoptaron el producto musical que Cuba ofertaba
en los años veinte y los treinta. Así, el bolero evolucionó de música de
cantinas y peñas a música de serenatas. No dejen de oír Tristezas, su lirica es
muy corta …” Tristezas me dan tus quejas, mujer; profundo dolor, que dudas de
mí […] Un beso me diste un día, lo guardo en el corazón”.
Varios son los géneros musicales que permitieron la
adopción del bolero en México, aunque fue la música y canto vernáculo de
finales del siglo XIX de la península de Yucatán la que por su historia en
común (cercanía, historia de esclavitud, ritmos bailables, uso de instrumentos
musicales comunes y la corriente migratoria de cubanos hacia México) la que comenzaría
interpretando de manera más cercana al bolero cubano. El año de 1921
marca el surgimiento del bolero mexicano y "Morenita mía" de Armando
Villarreal Lozano, parece ser el primer bolero mexicano. De 1925 a 1929
hay un gran auge de la trova yucateca, la cual definirá definitivamente el
bolero en México.
A partir de esta enorme difusión por diferentes países
de Latinoamérica, el bolero se convertiría en un punto de enlace e identidad
entre los países al sur del Río Bravo, aunque realmente el bolero se desarrolló
fuertemente también en los Estados Unidos.
Tal vez ni siquiera podamos hablar del bolero, en
singular, sino de todas esas formas interpretativas que se han ido arraigando
en algunas regiones, o para algunos momentos. Una posible clasificación puede
ser aquella que tiene por un lado al bolero que se hace específicamente para
que el público lo escuche, llamado por algunos boleros trovadoresco, que
da cauce a la expresión sentimental personal del cantante o compositor; y por
el otro al bolero rítmico, que si bien no pierde sus características
románticas, puede al mismo tiempo ser bailado, convirtiéndolo en cómplice del
cortejo erótico-sensual.
Otro ejemplo para ser escuchado es el bolero de
despecho o de cantina que floreció en la zona de Los Andes, cuyo sonido y
letras obedecen a las características de sus habitantes y del entorno que
ocupan. A diferencia del bolero cubano que nace en un clima cálido, cerca del
mar y bajo las palmeras, el bolero del Cono Sur surge entre la cordillera
andina, para un auditorio básicamente masculino: mineros, obreros de
ferrocarril, campesinos, peones, vaqueros, cosechadores de papa y café, que se
reúnen acompañados de bebidas etílicas.
Estos boleros son “... canciones cuyas características
obedecen a la cultura machista de los espectadores. No se trata de clientes que
se sientan en torno a una mesa y a una botella para escuchar lindas palabras de
amor y de ilusión, sino a ensimismarse con letras que cuentan de traiciones,
desamores, desquites, castigos y, a menudo, crímenes y acciones de honor.
Flotan en ellos esos aires de arrabal que constituyen el mundo del tango.”
Para este género han influido varios elementos, como
los pasillos peruanos, las canciones rancheras, los valses, el bambuco, y
algunos aires de elevado ingrediente indígena, más dados a cantar penas que
victorias, pero sobre todo, el tango. Las atmósferas en que circula este tipo
de bolero son muy parecidas a las del tango: el arrabal, los bajos fondos, los
crímenes pasionales, la prostitución, el alcohol y la pobreza. Los dos grandes
artistas del bolero de despecho, ambos ecuatorianos, son Julio Jaramillo
y Olimpo Cárdenas. Ambos participan del mismo estilo quejumbroso
necesario para este tipo de bolero inspirado en Daniel Santos.
Actualmente, que lo sepa, lo cantan Charlie Zaa y Paquita la del
Barrio.
Otro tipo de bolero para ser escuchado es el bolero
ranchero formado de la mezcla de la música ranchera del mariachi con la
temática amorosa del bolero. Este es, posiblemente, el hijo del bolero que ha
corrido con mejor suerte. Fue creación del compositor jalisciense Rubén
Fuentes, talentoso arreglista de José Alfredo Jiménez y Pedro
Infante. De hecho, la música de mariachi, al igual que el bolero, se vio
obligada a transformarse rápidamente para continuar en el gusto del público y
poder sobrevivir como elemento de identidad nacional.
Su primer intérprete fue Pedro Infante, pero
esa media voz que necesita el bolero ranchero Rubén Fuentes la encontró en Javier
Solís y se ha seguido cultivando por Vicente y Alejandro Fernández, Pepe
Aguilar y Alejandro Fernández. También está el bolero patriótico y social
que es un subgénero fundado por el puertorriqueño Rafael Hernández, y
que luego continúa su compatriota Pedro Flores, centrado en
problemáticas sociales de un país o una región como la latinoamericana.
El concepto es acuñado por algunos historiadores de la
música popular, como César Pagano, pero es aplicado por Quintero
Rivera para analizar la obra de Rafael Hernández vinculándola a la temática
migratoria como se puede apreciar en “Lamento borincano”, conocida como “El
Jibarito”, en la que trata la dependencia del campo a la ciudad. Otro
bolero definido por esta orientación de crítica social es “Despedida”,
de Pedro Flores, inmortalizado por Daniel Santos en la que
muestra el sentimiento de los hombres que deben ir a la guerra, situación en la
que participaron muchos migrantes, pero sobre todo los puertorriqueños, por la
situación colonial que vivían en su relación con los Estados Unidos.
A principios del siglo XX, el ambiente romántico que
se vivía en México y la cercanía con Cuba sentaron las
condiciones para que los danzones, las habaneras, los sones y los boleros que
llegaban de la Isla a Yucatán, encontraran en México un terreno propicio para
su aceptación y desarrollo. La mayoría de los iniciadores del bolero en México
fueron yucatecos, entre los que se destaca Guty Cárdenas quien grabó “Presentimiento”,
otro de los primeros boleros compuesto en México de Pedro Mata y Emilio
Pacheco; también grabó las primeras canciones de su admirado Agustín
Lara, otro destacado y longevo iniciador. México aportó muchos embajadores
al bolero: infinidad de tríos, entre los que merecen una mención especial Los
Panchos; orquestas y sonoras como la de Pérez Prado que interpretaba
boleros bailables; el bolero ranchero en la voz de Javier Solís;
o el bolero romántico de Armando Manzanero que todavía está
vigente en la voz de Luis Miguel.
Con el tiempo, el bolero se fusionó con otros géneros
musicales y provocó el surgimiento de algunos «subgéneros» como el bolero
rítmico (Jose Sanchez), el bolero-son (Trio Matamoros), el bolero-rumba
(Ernesto Lecuona), el bolero-chá (Rodrigo Prats), el bolero mambo
(Beni Moré), el bolero ranchero (Rubén Fuentes), el bolero
moruno (Leopoldo Ulloa), el bolero salsa (Ismael Quinta y Eddie
Palmieri) y hasta la bachata (Rafael Encarnación). En un periodo de
treinta años, entre 1935 y1965, el bolero dominó el espectro musical
latinoamericano, promovido por la radio y los programas en vivo, luego los
discos de 78, 45 y 33 r.p.m. llamados acetatos; después el cine y finalmente la
televisión.
Otro factor que incidió en el auge del bolero fue el
relativo aislamiento cultural de América Latina en los años cercanos y
posteriores a la I Guerra Mundial. Esto permitió al bolero cultivarse y
desarrollarse sin claras competencias foráneas que lo amenazaran. Otro hecho que contribuiría al ascenso del
bolero es la inesperada muerte del rey del tango, Carlos Gardel, en 1935,
que dejó a dicho género musical sureño sin un destacado intérprete. Por ello
decayó el afán por el tango tras la muerte de su mejor voz, y ese vacío provocó
un mayor auge del bolero, sobre todo en el cono sur del continente americano. El
bolero, “Tango del Caribe”, aún rige las noches de lúgubres bares, hace
presencia en las fiestas del barrio y ocupa un lugar privilegiado en los
corazones de todas las generaciones y los estratos sociales.
En un primer momento, el bolero desarrolló su lenguaje
a partir de los "tríos" de guitarra y después aparecieron las
orquestas tropicales, como la Sonora Matancera en Cuba (1924), la
Orquesta de Rafael Muñoz en Puerto Rico (1934) y la Billo’s
Caracas Boys en Venezuela (1940), luego las orquestas al estilo big
band y por último, las orquestaciones de tipo sinfónique le aportarían
refinamiento al acompañamiento musical del bolero durante unos treinta años. Cuba
y México se convirtieron en la meca para los músicos y cantantes del
bolero.
La supervivencia de la serenata como institución
amorosa en Iberoamérica está estrechamente ligada a la existencia de los tríos.
Y, como el tequila o los mariachis, el trío es básicamente mexicano. Sin
embargo, algunos de los tríos famosos se formaron en Estados Unidos; el formato
de trío facilitaba la movilidad, en un mundo precario e inestable del migrante
en Nueva York, donde se interpretaba música de gran riqueza con instrumentos
populares; a nivel simbólico, manifestaba un formato democrático de reunión de
amigos conversando y una apariencia de caminantes, porque todos los tríos tocan
de pie. El formato de trío ha estado presente en todos los países: Los
Panchos, Los Diamantes, Los tres Caballeros, Los Soberanos, entre otros muchos
que surgieron en México; el trío Matamoros y Los Hermanos Rigual en Cuba; o el
trío de Los Hermanos Arriagada en Chile.
El bolero también se puede bailar cuando es
interpretado por grandes orquestas, bandas y sonoras; este tipo de
bolero también tiene su origen en Cuba y todavía tiene un fuerte arraigo ahí,
con grupos como la Sonora Matancera, la de Arsenio Rodríguez, la Orquesta
Casino de la Playa, que inició la costumbre de interpretar tanto repertorio
bailable como romántico; la Orquesta Aragón y Lecuona Cuban Boy’s, ésta última
formada por Ernesto Lecuona, que cosechó grandes éxitos no solo en Cuba y el
Caribe, sino en Europa y Norteamérica, dándose el insólito caso de
presentaciones en El Cairo.
Aún más complicado es tratar de catalogar el océano de
intérpretes y canciones que inundó al continente latinoamericano cuando
el Bolero era la ley al hablar de música romántica. El criterio de selección es
el mismo adoptado en la bibliografía revisada y en esta parte seremos menos
explícitos al mencionarlos. Se acostumbra a tomar una clasificación por países
y por actividad ejercida, ya que así se le da un marco más global y general.
Este período comprende entre los años 1935 y 1965 y los artistas son
presentados por aparición cronológica. Cuba y México fueron las mecas del arte
bolerístico, así como los centros de grandes compositores, dieron al orbe
grandes cantantes y músicos para el bolero. Con seguridad faltaran muchos
conocidos y en los comentarios pueden enriquecernos a todos quienes los
identifiquen.
En Cuba, el Trío Matamoros integrado por
Miguel Matamoros, Rafael Cueto y Siro Rodriguez, fue el pionero en el mundo del
bolero, inmortalizando además sones y guarachas: Son de la loma, el fiel
enamorado, lágrimas negras, etc. Barbarito Diez, quien combinando el
bolero con el danzón perpetuó su voz: Las perlas de tu boca, Dulce embeleso, y
Tu qué has hecho, Si llego a besarte etc. Antonio Machín, que con su voz
suave y estilo, llegó hasta España: Madrecita, Mira que eres linda, etc. René
Cabel, denominado el ‘Tenor de las Antillas’, fue otro de los grandes que
se impuso, dejando un extenso repertorio, con él se inició la era de los
‘tenores boleristas’ donde una voz gruesa marcaba la pauta: Despecho, Amigo,
Irremediablemente solo, Palabras de mujer, etc). Ignacio Villa, conocido
como Bola de Nieve, marco pauta en el romanticismo cubano: Si me pudieras
querer. Entre las mujeres podemos señalar a Xiomara Alfaro, autora de
Siboney.
Benny Moré fue otro de los grandes cultivadores del género romántico, aunque su imagen
es más conocida como ‘el bárbaro del ritmo’, sus grandes boleros son Mucho
corazón, Como fue, Hoy como ayer, Alma Libre con Alfredo Sadel, etc.
Igualmente se menciona a Panchito Riset: El cuartito, Cita a las seis,
etc. Rolando Lasserie: Sabor a mí, Negrura. Orlando Contreras: En un
beso la vida, Egoísmo, Amigo de qué, Por un puñado de oro. Lino Borres:
Vida consentida, Morir soñando. La gran Olga Guillot: Miénteme, Voy,
etc. Blanca Rosa Gil: Hambre, Si Dios me quita la Vida, Sombras. Y la
conocida La Lupe – Yoli Raymond: Qué te pedí, Adiós, Amor Gitano, etc.
Tras la Revolución de 1959, el Bolero en Cuba fue
relegado por ciertas causas político-ideológicas, ya que parecía representar el
pasado dictatorial, aunque por supuesto eso no era más que una vinculación
forzada, se impuso el movimiento de la nueva trova y sus grandes exponentes: Silvio
Rodríguez y Pablo Milanés.
Sin embargo, personajes como Barbarito Diez, Benny
Moré y la Orquesta Aragón continuaron en Cuba su arte, mientras que la Orquesta
Sonora Matancera, Olga Guillot y Ernesto Lecuona se fueron al exilio,
proscribiéndose en varios casos su música en la isla. A partir de los años
ochenta el Bolero Cubano tuvo nuevos exponentes, los cuales utilizan varios
recursos: la creación nueva o la reedición de clásicos, entre ellos se
encuentran, dentro de Cuba, Pablo Milanés: Yolanda, Para vivir, y el
Breve espacio en que no estás; en el exilio, Gloria Estefan: Con los
años que me quedan, Sé que volverás y Hay amores.
Respecto a las grandes orquestas, fue la Orquesta Casino
de la Playa la que inició la costumbre de interpretar tanto repertorio
bailable como romántico, su vocalista Miguelito Valdés – cubano – fue la
voz que inmortalizó los grandes éxitos de esta agrupación: Taboga y Dolor
Cobarde. Luego vendría la orquesta Sonora Matancera quien vería su época
de oro entre mediados de los años cuarenta y toda la década de los cincuenta,
sus grandes vocalistas fueron muchos, en el ámbito romántico hubo de diversas
nacionalidades, estaríamos tentados a mencionarlos aquí a todos pero
señalaremos a los cubanos: Bienvenido Granda (sus éxitos: Angustia, En la
Orilla del Mar, Tu precio, Señora, etc.), y Celio González (Total, Quémame los
ojos, Amor sin esperanzas, Quimera fugaz). Igualmente la Orquesta Aragón,
una verdadera institución musical cubana, salió al paso para dejar inolvidables
éxitos en la historia del bolero (Nosotros, Silencio, Cuatro vidas, La gloria
eres tú, etc.), también contemporánea fue la Orquesta de Ernesto Lecuona,
Lecuona Cuban Boy´s, que cosechó grandes éxitos no sólo en Cuba y el Caribe,
sino en Europa y Norteamérica, dándose el insólito caso de presentaciones en El
Cairo.
El Bolero, desde su arribo a México en 1898,
encontró su patria adoptiva y el aporte de la lírica mexicana le dio un sello
distintivo propio. Después de un largo proceso en el que están presentes un
sinnúmero de compositores y el impulso recibido a través de las ondas
hertzianas, el bolero mexicano se convirtió en el género romántico musical más
importante y longevo en América y en otras partes del mundo.
En México, donde el danzón fue y sigue siendo muy
popular, era normal que las grandes orquestas acogieran el bolero a manera de
invitación a bailar. Han sido clásicas las orquestas El Escuadrón del
Ritmo de Gonzalo Curiel, la de Luis Alcaráz, la de Agustín Lara.
y la Orquesta de Pablo Beltrán Ruiz, entre otras. De las orquestas
puertorriqueñas se destacan la de Rafael Muñoz, la de Pedro Morales
y Rafael Hernández y la de Tito Rodríguez.
Los pioneros del bolero en México son Juan
Arvizú, una de las voces más finas del continente: Negra consentida, Señora
tentación, Enamorado de ti, Hilos de plata, Farolito, Rival y otras; luego Alfonzo
Ortiz Tirado quien, siendo médico de profesión, se dedicó también al canto:
Por si no te vuelvo a ver, Rosa, Lamento borincano, etc. Pedro Vargas,
la voz que nunca envejeció en el mundo romántico mexicano: Noche de ronda,
Flores negras, Cuando vuelvas, Vereda tropical, etc. Elvira Ríos, la
mujer pionera que abrió el camino para las féminas en el bolero: Volverás.
Todos estos tenores – menos Arvizú, que no lo era -
recibieron la colaboración y la influencia de Agustín Lara, quien también fue
intérprete de muchas de sus composiciones grabando sus propios discos. También
destacan José Mójica (Júrame, María la O, Dime) y Néstor Chayres
(Somos diferentes), luego vendrían Toña la Negra – María Antonieta
Peregrino –, ‘la sensación jarocha’, quien sería la gruesa voz femenina que
cautivó a Latinoamérica y una de las intérpretes preferidas por Agustín Lara
para sus composiciones (Cenizas, Palmeras, Arráncame la vida, Noche criolla,
etc.). Genaro Salinas, llamado el ‘tenor de la voz de oro’ (Traicionera,
Un gran amor, Mis noches sin ti, etc.). María Luisa Landín, la mujer ‘de
las orquídeas vocales’ (Amor perdido, Aunque tengas razón, Hay que saber
perder, etc.).
Asimismo hay que mencionar a los grandes intérpretes
de la canción ranchera mexicana quienes interpretaron boleros, produciendo
incluso una fusión musical, el "Bolero Ranchero", así Pedro
Infante interpretó románticos boleros acompañados por el inseparable
mariachi (La flor sin retoño, Di que no, El muñeco de cuerda, Amorcito corazón,
Cien años, etc.), asimismo interpretó algunos clásicos del bolero con su debido
acompañamiento ( No me platiques más, Nocturnal, Corazón, etc.); también Jorge
Negrete cantó boleros al inicio de su carrera destacándose: Sabrás que te
quiero, Abismo, Flor de azalea y Preciosa; otro de los grandes del género
mariachi fue Javier Solís quien empeñó casi toda su carrera en
interpretar ese género, fusionado del Bolero ranchero, siendo sus éxitos: Se te
olvida, Y..., En mi viejo San Juan, Si Dios me quita la Vida, Ese bolero es
mío. Otros intérpretes destacados del bolero en México fueron: Fernando
Fernández: Hipócrita, Callejera, Un corazón.
María Victoria, quien con un estilo apasionado dejó huella en la interpretación del
bolero: Mil besos, Te quiero mucho, mucho, mucho, y otras. Marco Antonio
Muñiz: Por Amor, Que murmuren, Adoro, Esta tarde vi llover, etc.; José
José: El triste, Me basta, Gavilán o paloma y Desesperado. Igualmente Armando
Manzanero, que como Agustín Lara, grabó discos interpretando sus
propias composiciones. También debemos señalar el aporte del cantautor Juan
Gabriel quien en su extensa gama de creaciones ha compuesto también
importantes boleros, la mayoría interpretados por su cantante favorita, la
española Rocío Durcal: Para toda la vida, Como han pasado los años,
Costumbres, Fue un placer conocerte, etc. puestos de moda entre los años
setenta y ochenta.
Iniciada la Década de los Noventa se dedicaran al
Bolero una nueva generación de artistas, quienes, con un toque más comercial y
amalgamado, le devuelven al Bolero su sitial privilegiado dentro del público
latinoamericano, ellos son Luis Miguel, con los dos discos ‘Romance’ (No
me platiques, La Barca, Usted, Contigo en la Distancia, Te extraño, la puerta,
Por debajo de la Mesa, etc.), Mijares (María Bonita, Ansiedad), Cristhian
Castro (Vuélveme a querer, Mi vida sin tu amor, Lo mejor de mi), y Alejandro
Fernández, que ha interpretado sus éxitos fusionando Bolero, Balada y
Ranchera (Si tú supieras, no se olvidar, loco, etc.).
Hay una lista muy extensa y destacada de tríos
mexicanos, preferimos señalar a los siguientes: El Trío Calaveras (Que
bonito amor, Luz de luna, Sin decirte Adiós etc.), Los tres Diamantes (Usted,
Júrame, etc.) y Los Tres Caballeros (La Barca, noche de luna etc.).
Sobre las Orquestas Mexicanas se pueden señalar
la Orquesta el Son Marabú de Agustín Lara, que tuvo como vocalista a Ana
María Fernández, y además acompañó musicalmente a varios artistas como Pedro
Vargas, Elvira Ríos y Carmen Zozaya, donde por supuesto hubo difusión de la
obra de Lara. Igualmente merece un papel destacado la Orquesta de Luis
Alcaraz, la cual tuvo como vocalista a su creador, quien era además un buen
compositor; de esta orquesta que interpretó los boleros al estilo big band
ligero – al estilo Glenn Miller – quedaron éxitos como Viajera, Sombra Verde,
Quinto patio, Bonita, El dinero no es la Vida y El que pierde una Mujer (todos
compuestos por Alcaraz), también es
preciso señalar a la Orquesta Sonora Santanera (Estoy pensando en ti,
Congoja, etc.) la cual es una de las que ha permanecido mayor tiempo en el
ambiente mexicano. Igualmente hay que mencionar a la Orquesta de Pablo
Beltrán Ruíz, autor del bolero Somos Diferentes, la cual también contribuyó
a la difusión del Bolero Mexicano.
Antes de pasar al siguiente País, Puerto Rico, es
justo una justa mención al famoso “Trio Los Panchos” él cual por haber
estado integrado por artistas de diversas nacionalidades, no es pertinente
clasificarlo en un país determinado. Como los primeros integrantes del trío
original eran dos mexicanos (Alfredo Gil y Chucho Navarro) y un puertorriqueño
(Hernando Avilés) se coloca esta mención entre los dos países de origen de los
miembros del trío. Constituido en Nueva York en 1944, el primer Trío Los
Panchos cosechó grandes éxitos hasta su disolución en 1952, la llamada Época de
Oro; de esos éxitos podemos destacar: Sin Ti, No me quieras Tanto, Contigo,
Nuestro Amor, Flor de Azalea, Perdida, un siglo de ausencia, No No y No, Ya es
muy tarde, Bésame Mucho y Rayito de Luna. Su aporte sin duda revolucionó y
difundió el Bolero, ya que tras su ‘época de oro’ se multiplicaron los tríos
que, siguiendo este estilo, intentaron capturar la magia que difundieron los
Panchos.
En otros países Latinoamericanos también floreció el
bolero, pero no con la fuerza de México y Cuba; sin embargo ha constituido un
símbolo de identidad que ha hermanado a los habitantes al sur del Río Bravo, y
aún más allá, ha servido como punto de contacto entre los migrantes latinos en
los Estados Unidos.
Bibliografía de
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28. Rodulfo Gonzalez, “El bolero en America Latina”,
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