Si hay algo realmente latinoamericano…es El Bolero (I): Origen y evolución en Cuba y México


Si hay algo realmente latinoamericano…es El Bolero (I): Origen y evolución en Cuba y México
Gustavo Gonzalez Urdaneta
Miami 24 junio 2020

No se pretende incluir en el limitado espacio de un artículo, incluso en una trilogía, todas las aportaciones que los diferentes países latinoamericanos han hecho al bolero, éste es un híbrido que desde sus inicios amalgamó elementos culturales de diferentes regiones. En su desarrollo de algo más de un siglo, la fusión de temáticas, formas interpretativas, representaciones de imaginarios colectivos, que tanto compositores, intérpretes, orquestas y tríos han plasmado en este género, se convierten en una característica esencial. Mi motivación, además de mi afición al bolero en particular, es que el próximo 2 de julio se celebra(ba) el Dia Nacional del Bolero en Venezuela en recuerdo a la fecha del fallecimiento de mi coterráneo, Felipe Pirela.

La intención no es especificar en estas líneas ‘quien fue y quién no fue el primero’, aparte del motivo ya citado, la intención de escribir estas líneas es el deseo de compartir con los amigos, que disfrutan este género musical, algunos aspectos que conforman su historia. Con toda seguridad muchos pueden añadir valor a lo aquí reseñado y se les agradecería lo hicieran en la sección de Comentarios al final del blog Factótum Ignacianos. No se pretende nunca sentar cátedra, más bien, sirva esta apretada trilogía como una reflexión más dentro de ese universo de emociones que para cada uno es el Bolero, ya que, quizás ahora el bolero está mejor que nunca, porque como un buen vino, alcanzando plenitud en su añejamiento, su lejanía en el tiempo nos demuestra su trayectoria, que se ha enriquecido, dándole mayor peso, valor y tradición.

Sobre la procedencia del Bolero existen diversas teorías, la mayoría señala a Europa como la cuna del género. Yo me uniría a esa creencia complementado con diferentes apreciaciones de historiadores de este género musical. Al bolero le fijan su origen geográfico en las Islas Baleares de donde nace, el bolero mallorquín esencialmente como una danza. Una vez emigrado a la península ibérica, daría origen a otras danzas que pasando por Andalucía e instalándose en Salamanca y Burgos, van a convertirse en las famosas “boleras”. Hasta aquí la parte española, que al viajar a los países de America Latina y especialmente por la cuenca del Caribe, a comienzos del siglo XIX, va a diluirse y tal vez a desaparecer de su forma original para prestar únicamente su nombre, al bien conocido símbolo del “romanticismo” popular latinoamericano: El Bolero.

Además, si nos fijamos de la instrumentación musical de las danzas gitanas notamos guitarras y unas cajas de madera que hacen de percusión, además del aplauso y el uso de las palmas de las manos. Con esta instrumentación llega el Bolero a América, específicamente a Cuba, donde la fusión con los ritmos africanos de esa maravillosa zona mágica que es el Caribe dio como resultado el compás cadencioso del Bolero como lo conocemos en su acompañamiento clásico: Con unas guitarras y unos bongós, congas o tumbadoras como percusión.

Hoy en día, al tratar de darle una nacionalidad al bolero, ya no podemos decir que es cubano porque ahí nació; tampoco podremos adjudicárselo a México porque ahí creció; ni a Puerto Rico porque ahí se enriqueció. Tampoco diremos que es venezolano o colombiano porque es ahí donde se sigue cultivando. El bolero es latinoamericano: es de todos los que alguna vez lo hemos escuchado solos o acompañados; tristes o dichosos; enamorados o despechados.

El bolero es un género de la música popular con origen en Cuba; sus cantantes y compositores han tenido un estrecho vínculo con el pueblo y sus tradiciones. En sus inicios muchos de estos creadores y trovadores populares carecían de formación académica, por lo que sus composiciones las transmitían oralmente, en vez de escribirlas, expresando en ellas sus ideales estéticos sobre el amor, la mujer o los sentimientos patrióticos. El bolero es un género musical muy popular en todos los países hispanoamericanos y surgió alrededor de 1840. A finales del siglo XIX surge el bolero entre los trovadores de la Provincia de Oriente, en Santiago de Cuba, e inmediatamente se popularizó debido a las serenatas que en ese momento eran muy frecuentes.

Como es de esperar muchos de los compositores, cantantes y orquestas que se citarán puede que ya no nos acompañen pero sus recuerdos perduran a través de las grabaciones disponibles en las redes sociales. Algunas orquestas han permanecido a través de los hijos de sus fundadores o cambios en su estructura organizacional, como la Sonora Matancera (96 años) y la Billo’s Caracas Boys (80 años).

Si bien Cuba ostenta el mérito del haber popularizado este ritmo musical, de acuerdo con ciertos historiadores habrían sido los esclavos negros que acompañaron a sus amos franceses, cuando éstos escaparon de lo que hoy es República Dominicana, en la etapa revolucionaria, cuando isla de Quisqueya expulsaba a los franceses. Esos esclavos, al llegar a Santiago, el oriente de Cuba, entremezclaron su cultura africana con la francesa pariendo ese ritmo lleno de sensualidad propicio a la poesía y al romance sin límites, aunque "se quede el infinito sin estrellas" como "quizá, quizá" arrullaba Bobby Capó a la piel canela de sus sueños a mediados del siglo pasado.
    
Se acepta que el primer bolero fue Tristezas, escrito por el cubano José “Pepe” Sánchez en Cuba en 1883, convirtiéndose en una especie de padre del bolero, aunque su oficio era el de sastre. Se desempeñaba bien con la guitarra a pesar de carecer de estudios musicales.  Esa pieza dió origen formal al género con el acompañamiento musical que denominamos «clásico» de guitarras y percusión. Desde Cuba, vía Yucatán, viajó a México, que se encargaría de difundirlo al resto de Latinoamérica mediante discos y el cine que dio paso a las grandes orquestas y los tríos como parte de la película. Los países del gran Caribe hispano adoptaron el producto musical que Cuba ofertaba en los años veinte y los treinta. Así, el bolero evolucionó de música de cantinas y peñas a música de serenatas. No dejen de oír Tristezas, su lirica es muy corta …” Tristezas me dan tus quejas, mujer; profundo dolor, que dudas de mí […] Un beso me diste un día, lo guardo en el corazón”.

Varios son los géneros musicales que permitieron la adopción del bolero en México, aunque fue la música y canto vernáculo de finales del siglo XIX de la península de Yucatán la que por su historia en común (cercanía, historia de esclavitud, ritmos bailables, uso de instrumentos musicales comunes y la corriente migratoria de cubanos hacia México) la que comenzaría interpretando de manera más cercana al bolero cubano. El año de 1921 marca el surgimiento del bolero mexicano y "Morenita mía" de Armando Villarreal Lozano, parece ser el primer bolero mexicano. De 1925 a 1929 hay un gran auge de la trova yucateca, la cual definirá definitivamente el bolero en México.

A partir de esta enorme difusión por diferentes países de Latinoamérica, el bolero se convertiría en un punto de enlace e identidad entre los países al sur del Río Bravo, aunque realmente el bolero se desarrolló fuertemente también en los Estados Unidos.
Tal vez ni siquiera podamos hablar del bolero, en singular, sino de todas esas formas interpretativas que se han ido arraigando en algunas regiones, o para algunos momentos. Una posible clasificación puede ser aquella que tiene por un lado al bolero que se hace específicamente para que el público lo escuche, llamado por algunos boleros trovadoresco, que da cauce a la expresión sentimental personal del cantante o compositor; y por el otro al bolero rítmico, que si bien no pierde sus características románticas, puede al mismo tiempo ser bailado, convirtiéndolo en cómplice del cortejo erótico-sensual.

Otro ejemplo para ser escuchado es el bolero de despecho o de cantina que floreció en la zona de Los Andes, cuyo sonido y letras obedecen a las características de sus habitantes y del entorno que ocupan. A diferencia del bolero cubano que nace en un clima cálido, cerca del mar y bajo las palmeras, el bolero del Cono Sur surge entre la cordillera andina, para un auditorio básicamente masculino: mineros, obreros de ferrocarril, campesinos, peones, vaqueros, cosechadores de papa y café, que se reúnen acompañados de bebidas etílicas.

Estos boleros son “... canciones cuyas características obedecen a la cultura machista de los espectadores. No se trata de clientes que se sientan en torno a una mesa y a una botella para escuchar lindas palabras de amor y de ilusión, sino a ensimismarse con letras que cuentan de traiciones, desamores, desquites, castigos y, a menudo, crímenes y acciones de honor. Flotan en ellos esos aires de arrabal que constituyen el mundo del tango.”

Para este género han influido varios elementos, como los pasillos peruanos, las canciones rancheras, los valses, el bambuco, y algunos aires de elevado ingrediente indígena, más dados a cantar penas que victorias, pero sobre todo, el tango. Las atmósferas en que circula este tipo de bolero son muy parecidas a las del tango: el arrabal, los bajos fondos, los crímenes pasionales, la prostitución, el alcohol y la pobreza. Los dos grandes artistas del bolero de despecho, ambos ecuatorianos, son Julio Jaramillo y Olimpo Cárdenas. Ambos participan del mismo estilo quejumbroso necesario para este tipo de bolero inspirado en Daniel Santos. Actualmente, que lo sepa, lo cantan Charlie Zaa y Paquita la del Barrio.

Otro tipo de bolero para ser escuchado es el bolero ranchero formado de la mezcla de la música ranchera del mariachi con la temática amorosa del bolero. Este es, posiblemente, el hijo del bolero que ha corrido con mejor suerte. Fue creación del compositor jalisciense Rubén Fuentes, talentoso arreglista de José Alfredo Jiménez y Pedro Infante. De hecho, la música de mariachi, al igual que el bolero, se vio obligada a transformarse rápidamente para continuar en el gusto del público y poder sobrevivir como elemento de identidad nacional.

Su primer intérprete fue Pedro Infante, pero esa media voz que necesita el bolero ranchero Rubén Fuentes la encontró en Javier Solís y se ha seguido cultivando por Vicente y Alejandro Fernández, Pepe Aguilar y Alejandro Fernández. También está el bolero patriótico y social que es un subgénero fundado por el puertorriqueño Rafael Hernández, y que luego continúa su compatriota Pedro Flores, centrado en problemáticas sociales de un país o una región como la latinoamericana.

El concepto es acuñado por algunos historiadores de la música popular, como César Pagano, pero es aplicado por Quintero Rivera para analizar la obra de Rafael Hernández vinculándola a la temática migratoria como se puede apreciar en “Lamento borincano”, conocida como “El Jibarito”, en la que trata la dependencia del campo a la ciudad. Otro bolero definido por esta orientación de crítica social es “Despedida”, de Pedro Flores, inmortalizado por Daniel Santos en la que muestra el sentimiento de los hombres que deben ir a la guerra, situación en la que participaron muchos migrantes, pero sobre todo los puertorriqueños, por la situación colonial que vivían en su relación con los Estados Unidos.  

A principios del siglo XX, el ambiente romántico que se vivía en México y la cercanía con Cuba sentaron las condiciones para que los danzones, las habaneras, los sones y los boleros que llegaban de la Isla a Yucatán, encontraran en México un terreno propicio para su aceptación y desarrollo. La mayoría de los iniciadores del bolero en México fueron yucatecos, entre los que se destaca Guty Cárdenas quien grabó “Presentimiento”, otro de los primeros boleros compuesto en México de Pedro Mata y Emilio Pacheco; también grabó las primeras canciones de su admirado Agustín Lara, otro destacado y longevo iniciador. México aportó muchos embajadores al bolero: infinidad de tríos, entre los que merecen una mención especial Los Panchos; orquestas y sonoras como la de Pérez Prado que interpretaba boleros bailables; el bolero ranchero en la voz de Javier Solís; o el bolero romántico de Armando Manzanero que todavía está vigente en la voz de Luis Miguel.

Con el tiempo, el bolero se fusionó con otros géneros musicales y provocó el surgimiento de algunos «subgéneros» como el bolero rítmico (Jose Sanchez), el bolero-son (Trio Matamoros), el bolero-rumba (Ernesto Lecuona), el bolero-chá (Rodrigo Prats), el bolero mambo (Beni Moré), el bolero ranchero (Rubén Fuentes), el bolero moruno (Leopoldo Ulloa), el bolero salsa (Ismael Quinta y Eddie Palmieri) y hasta la bachata (Rafael Encarnación). En un periodo de treinta años, entre 1935 y1965, el bolero dominó el espectro musical latinoamericano, promovido por la radio y los programas en vivo, luego los discos de 78, 45 y 33 r.p.m. llamados acetatos; después el cine y finalmente la televisión.

Otro factor que incidió en el auge del bolero fue el relativo aislamiento cultural de América Latina en los años cercanos y posteriores a la I Guerra Mundial. Esto permitió al bolero cultivarse y desarrollarse sin claras competencias foráneas que lo amenazaran.   Otro hecho que contribuiría al ascenso del bolero es la inesperada muerte del rey del tango, Carlos Gardel, en 1935, que dejó a dicho género musical sureño sin un destacado intérprete. Por ello decayó el afán por el tango tras la muerte de su mejor voz, y ese vacío provocó un mayor auge del bolero, sobre todo en el cono sur del continente americano. El bolero, “Tango del Caribe”, aún rige las noches de lúgubres bares, hace presencia en las fiestas del barrio y ocupa un lugar privilegiado en los corazones de todas las generaciones y los estratos sociales.

En un primer momento, el bolero desarrolló su lenguaje a partir de los "tríos" de guitarra y después aparecieron las orquestas tropicales, como la Sonora Matancera en Cuba (1924), la Orquesta de Rafael Muñoz en Puerto Rico (1934) y la Billo’s Caracas Boys en Venezuela (1940), luego las orquestas al estilo big band y por último, las orquestaciones de tipo sinfónique le aportarían refinamiento al acompañamiento musical del bolero durante unos treinta años. Cuba y México se convirtieron en la meca para los músicos y cantantes del bolero.

La supervivencia de la serenata como institución amorosa en Iberoamérica está estrechamente ligada a la existencia de los tríos. Y, como el tequila o los mariachis, el trío es básicamente mexicano. Sin embargo, algunos de los tríos famosos se formaron en Estados Unidos; el formato de trío facilitaba la movilidad, en un mundo precario e inestable del migrante en Nueva York, donde se interpretaba música de gran riqueza con instrumentos populares; a nivel simbólico, manifestaba un formato democrático de reunión de amigos conversando y una apariencia de caminantes, porque todos los tríos tocan de pie. El formato de trío ha estado presente en todos los países: Los Panchos, Los Diamantes, Los tres Caballeros, Los Soberanos, entre otros muchos que surgieron en México; el trío Matamoros y Los Hermanos Rigual en Cuba; o el trío de Los Hermanos Arriagada en Chile.

El bolero también se puede bailar cuando es interpretado por grandes orquestas, bandas y sonoras; este tipo de bolero también tiene su origen en Cuba y todavía tiene un fuerte arraigo ahí, con grupos como la Sonora Matancera, la de Arsenio Rodríguez, la Orquesta Casino de la Playa, que inició la costumbre de interpretar tanto repertorio bailable como romántico; la Orquesta Aragón y Lecuona Cuban Boy’s, ésta última formada por Ernesto Lecuona, que cosechó grandes éxitos no solo en Cuba y el Caribe, sino en Europa y Norteamérica, dándose el insólito caso de presentaciones en El Cairo.

Aún más complicado es tratar de catalogar el océano de intérpretes y canciones que inundó al continente latinoamericano cuando el Bolero era la ley al hablar de música romántica. El criterio de selección es el mismo adoptado en la bibliografía revisada y en esta parte seremos menos explícitos al mencionarlos. Se acostumbra a tomar una clasificación por países y por actividad ejercida, ya que así se le da un marco más global y general. Este período comprende entre los años 1935 y 1965 y los artistas son presentados por aparición cronológica. Cuba y México fueron las mecas del arte bolerístico, así como los centros de grandes compositores, dieron al orbe grandes cantantes y músicos para el bolero. Con seguridad faltaran muchos conocidos y en los comentarios pueden enriquecernos a todos quienes los identifiquen.

En Cuba, el Trío Matamoros integrado por Miguel Matamoros, Rafael Cueto y Siro Rodriguez, fue el pionero en el mundo del bolero, inmortalizando además sones y guarachas: Son de la loma, el fiel enamorado, lágrimas negras, etc. Barbarito Diez, quien combinando el bolero con el danzón perpetuó su voz: Las perlas de tu boca, Dulce embeleso, y Tu qué has hecho, Si llego a besarte etc. Antonio Machín, que con su voz suave y estilo, llegó hasta España: Madrecita, Mira que eres linda, etc. René Cabel, denominado el ‘Tenor de las Antillas’, fue otro de los grandes que se impuso, dejando un extenso repertorio, con él se inició la era de los ‘tenores boleristas’ donde una voz gruesa marcaba la pauta: Despecho, Amigo, Irremediablemente solo, Palabras de mujer, etc). Ignacio Villa, conocido como Bola de Nieve, marco pauta en el romanticismo cubano: Si me pudieras querer. Entre las mujeres podemos señalar a Xiomara Alfaro, autora de Siboney.

Benny Moré fue otro de los grandes cultivadores del género romántico, aunque su imagen es más conocida como ‘el bárbaro del ritmo’, sus grandes boleros son Mucho corazón, Como fue, Hoy como ayer, Alma Libre con Alfredo Sadel, etc. Igualmente se menciona a Panchito Riset: El cuartito, Cita a las seis, etc. Rolando Lasserie: Sabor a mí, Negrura. Orlando Contreras: En un beso la vida, Egoísmo, Amigo de qué, Por un puñado de oro. Lino Borres: Vida consentida, Morir soñando. La gran Olga Guillot: Miénteme, Voy, etc. Blanca Rosa Gil: Hambre, Si Dios me quita la Vida, Sombras. Y la conocida La Lupe – Yoli Raymond: Qué te pedí, Adiós, Amor Gitano, etc.

Tras la Revolución de 1959, el Bolero en Cuba fue relegado por ciertas causas político-ideológicas, ya que parecía representar el pasado dictatorial, aunque por supuesto eso no era más que una vinculación forzada, se impuso el movimiento de la nueva trova y sus grandes exponentes: Silvio Rodríguez y Pablo Milanés.

Sin embargo, personajes como Barbarito Diez, Benny Moré y la Orquesta Aragón continuaron en Cuba su arte, mientras que la Orquesta Sonora Matancera, Olga Guillot y Ernesto Lecuona se fueron al exilio, proscribiéndose en varios casos su música en la isla. A partir de los años ochenta el Bolero Cubano tuvo nuevos exponentes, los cuales utilizan varios recursos: la creación nueva o la reedición de clásicos, entre ellos se encuentran, dentro de Cuba, Pablo Milanés: Yolanda, Para vivir, y el Breve espacio en que no estás; en el exilio, Gloria Estefan: Con los años que me quedan, Sé que volverás y Hay amores.

Respecto a las grandes orquestas, fue la Orquesta Casino de la Playa la que inició la costumbre de interpretar tanto repertorio bailable como romántico, su vocalista Miguelito Valdés – cubano – fue la voz que inmortalizó los grandes éxitos de esta agrupación: Taboga y Dolor Cobarde. Luego vendría la orquesta Sonora Matancera quien vería su época de oro entre mediados de los años cuarenta y toda la década de los cincuenta, sus grandes vocalistas fueron muchos, en el ámbito romántico hubo de diversas nacionalidades, estaríamos tentados a mencionarlos aquí a todos pero señalaremos a los cubanos: Bienvenido Granda (sus éxitos: Angustia, En la Orilla del Mar, Tu precio, Señora, etc.), y Celio González (Total, Quémame los ojos, Amor sin esperanzas, Quimera fugaz). Igualmente la Orquesta Aragón, una verdadera institución musical cubana, salió al paso para dejar inolvidables éxitos en la historia del bolero (Nosotros, Silencio, Cuatro vidas, La gloria eres tú, etc.), también contemporánea fue la Orquesta de Ernesto Lecuona, Lecuona Cuban Boy´s, que cosechó grandes éxitos no sólo en Cuba y el Caribe, sino en Europa y Norteamérica, dándose el insólito caso de presentaciones en El Cairo.

El Bolero, desde su arribo a México en 1898, encontró su patria adoptiva y el aporte de la lírica mexicana le dio un sello distintivo propio. Después de un largo proceso en el que están presentes un sinnúmero de compositores y el impulso recibido a través de las ondas hertzianas, el bolero mexicano se convirtió en el género romántico musical más importante y longevo en América y en otras partes del mundo.   

En México, donde el danzón fue y sigue siendo muy popular, era normal que las grandes orquestas acogieran el bolero a manera de invitación a bailar. Han sido clásicas las orquestas El Escuadrón del Ritmo de Gonzalo Curiel, la de Luis Alcaráz, la de Agustín Lara. y la Orquesta de Pablo Beltrán Ruiz, entre otras. De las orquestas puertorriqueñas se destacan la de Rafael Muñoz, la de Pedro Morales y Rafael Hernández y la de Tito Rodríguez.

Los pioneros del bolero en México son Juan Arvizú, una de las voces más finas del continente: Negra consentida, Señora tentación, Enamorado de ti, Hilos de plata, Farolito, Rival y otras; luego Alfonzo Ortiz Tirado quien, siendo médico de profesión, se dedicó también al canto: Por si no te vuelvo a ver, Rosa, Lamento borincano, etc. Pedro Vargas, la voz que nunca envejeció en el mundo romántico mexicano: Noche de ronda, Flores negras, Cuando vuelvas, Vereda tropical, etc. Elvira Ríos, la mujer pionera que abrió el camino para las féminas en el bolero: Volverás.

Todos estos tenores – menos Arvizú, que no lo era - recibieron la colaboración y la influencia de Agustín Lara, quien también fue intérprete de muchas de sus composiciones grabando sus propios discos. También destacan José Mójica (Júrame, María la O, Dime) y Néstor Chayres (Somos diferentes), luego vendrían Toña la Negra – María Antonieta Peregrino –, ‘la sensación jarocha’, quien sería la gruesa voz femenina que cautivó a Latinoamérica y una de las intérpretes preferidas por Agustín Lara para sus composiciones (Cenizas, Palmeras, Arráncame la vida, Noche criolla, etc.). Genaro Salinas, llamado el ‘tenor de la voz de oro’ (Traicionera, Un gran amor, Mis noches sin ti, etc.). María Luisa Landín, la mujer ‘de las orquídeas vocales’ (Amor perdido, Aunque tengas razón, Hay que saber perder, etc.).

Asimismo hay que mencionar a los grandes intérpretes de la canción ranchera mexicana quienes interpretaron boleros, produciendo incluso una fusión musical, el "Bolero Ranchero", así Pedro Infante interpretó románticos boleros acompañados por el inseparable mariachi (La flor sin retoño, Di que no, El muñeco de cuerda, Amorcito corazón, Cien años, etc.), asimismo interpretó algunos clásicos del bolero con su debido acompañamiento ( No me platiques más, Nocturnal, Corazón, etc.); también Jorge Negrete cantó boleros al inicio de su carrera destacándose: Sabrás que te quiero, Abismo, Flor de azalea y Preciosa; otro de los grandes del género mariachi fue Javier Solís quien empeñó casi toda su carrera en interpretar ese género, fusionado del Bolero ranchero, siendo sus éxitos: Se te olvida, Y..., En mi viejo San Juan, Si Dios me quita la Vida, Ese bolero es mío. Otros intérpretes destacados del bolero en México fueron: Fernando Fernández: Hipócrita, Callejera, Un corazón.

María Victoria, quien con un estilo apasionado dejó huella en la interpretación del bolero: Mil besos, Te quiero mucho, mucho, mucho, y otras. Marco Antonio Muñiz: Por Amor, Que murmuren, Adoro, Esta tarde vi llover, etc.; José José: El triste, Me basta, Gavilán o paloma y Desesperado. Igualmente Armando Manzanero, que como Agustín Lara, grabó discos interpretando sus propias composiciones. También debemos señalar el aporte del cantautor Juan Gabriel quien en su extensa gama de creaciones ha compuesto también importantes boleros, la mayoría interpretados por su cantante favorita, la española Rocío Durcal: Para toda la vida, Como han pasado los años, Costumbres, Fue un placer conocerte, etc. puestos de moda entre los años setenta y ochenta.

Iniciada la Década de los Noventa se dedicaran al Bolero una nueva generación de artistas, quienes, con un toque más comercial y amalgamado, le devuelven al Bolero su sitial privilegiado dentro del público latinoamericano, ellos son Luis Miguel, con los dos discos ‘Romance’ (No me platiques, La Barca, Usted, Contigo en la Distancia, Te extraño, la puerta, Por debajo de la Mesa, etc.), Mijares (María Bonita, Ansiedad), Cristhian Castro (Vuélveme a querer, Mi vida sin tu amor, Lo mejor de mi), y Alejandro Fernández, que ha interpretado sus éxitos fusionando Bolero, Balada y Ranchera (Si tú supieras, no se olvidar, loco, etc.).

Hay una lista muy extensa y destacada de tríos mexicanos, preferimos señalar a los siguientes: El Trío Calaveras (Que bonito amor, Luz de luna, Sin decirte Adiós etc.), Los tres Diamantes (Usted, Júrame, etc.) y Los Tres Caballeros (La Barca, noche de luna etc.).

Sobre las Orquestas Mexicanas se pueden señalar la Orquesta el Son Marabú de Agustín Lara, que tuvo como vocalista a Ana María Fernández, y además acompañó musicalmente a varios artistas como Pedro Vargas, Elvira Ríos y Carmen Zozaya, donde por supuesto hubo difusión de la obra de Lara. Igualmente merece un papel destacado la Orquesta de Luis Alcaraz, la cual tuvo como vocalista a su creador, quien era además un buen compositor; de esta orquesta que interpretó los boleros al estilo big band ligero – al estilo Glenn Miller – quedaron éxitos como Viajera, Sombra Verde, Quinto patio, Bonita, El dinero no es la Vida y El que pierde una Mujer (todos compuestos por Alcaraz), también  es preciso señalar a la Orquesta Sonora Santanera (Estoy pensando en ti, Congoja, etc.) la cual es una de las que ha permanecido mayor tiempo en el ambiente mexicano. Igualmente hay que mencionar a la Orquesta de Pablo Beltrán Ruíz, autor del bolero Somos Diferentes, la cual también contribuyó a la difusión del Bolero Mexicano.

Antes de pasar al siguiente País, Puerto Rico, es justo una justa mención al famoso “Trio Los Panchos” él cual por haber estado integrado por artistas de diversas nacionalidades, no es pertinente clasificarlo en un país determinado. Como los primeros integrantes del trío original eran dos mexicanos (Alfredo Gil y Chucho Navarro) y un puertorriqueño (Hernando Avilés) se coloca esta mención entre los dos países de origen de los miembros del trío. Constituido en Nueva York en 1944, el primer Trío Los Panchos cosechó grandes éxitos hasta su disolución en 1952, la llamada Época de Oro; de esos éxitos podemos destacar: Sin Ti, No me quieras Tanto, Contigo, Nuestro Amor, Flor de Azalea, Perdida, un siglo de ausencia, No No y No, Ya es muy tarde, Bésame Mucho y Rayito de Luna. Su aporte sin duda revolucionó y difundió el Bolero, ya que tras su ‘época de oro’ se multiplicaron los tríos que, siguiendo este estilo, intentaron capturar la magia que difundieron los Panchos.

En otros países Latinoamericanos también floreció el bolero, pero no con la fuerza de México y Cuba; sin embargo ha constituido un símbolo de identidad que ha hermanado a los habitantes al sur del Río Bravo, y aún más allá, ha servido como punto de contacto entre los migrantes latinos en los Estados Unidos.

Bibliografía de la Trilogía 
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28. Rodulfo Gonzalez, “El bolero en America Latina”, Venezuela, 2019. 


Comments

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