El dolor emocional : el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional (Gustavo González Urdaneta)

 

El dolor emocional: el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional

Gustavo González Urdaneta

Miami 29 marzo 2022

 

Hay una cierta diferencia entre emoción, sentimiento y dolor pues la emoción, por sí misma, no produce un sentimiento y un sentimiento es la suma de emoción + pensamiento, por lo que su base es cognitiva con un componente subjetivo, es decir, los sentimientos se deben a las evaluaciones, interpretaciones y atribuciones que hacemos de nuestros sucesos internos y externos. Los psicólogos aclaran lo anterior estableciendo que una emoción se transforma en sentimiento en la medida que uno toma consciencia de ella, por tanto, se da cuando etiquetamos una emoción de manera subconsciente y emitimos un juicio acerca de ella. Los sentimientos derivan del pensamiento y el pensamiento precede al sentimiento.

Por otra parte, el dolor es un indicador de que algo no va bien en nuestro cuerpo. Es una señal que nos envía nuestro organismo para que lo atendamos y pongamos una solución, para no poner en peligro nuestra vida. El dolor es incómodo, porque tiene una función importante para la supervivencia y no parará hasta que hayamos resuelto la causa o buscado un remedio. La definición anterior explica bien lo que es dolor físico, pero existe otro tipo de dolor, que en ocasiones puede llegar a ser tan intenso e incluso más, que el dolor con causa orgánica: el “dolor emocional”.

Todos hemos sentido alguna vez ese dolor emocional, cuando sentimos que nos desgarramos por dentro, que la tierra tiembla bajo nuestros pies o que nuestras piernas no nos sostienen. También es un indicador de que algo no va bien. No se trata de un problema orgánico, sino emocional y suele estar muy asociado al sentimiento de pérdida, bien sea por una traición, una ruptura… pero se hace especialmente intenso ante la pérdida de un ser querido. El dolor emocional está muy unido con nuestro cuerpo, y cuando sufrimos emocionalmente nuestra salud se puede alterar provocando lo que se denominan trastornos somáticos.

Las emociones de afectos negativos producen una activación en el cuerpo que no sólo pueden producir una sensación de malestar. Sino que además pueden llegar a crear una importante activación fisiológica del sistema nervioso autónomo y del sistema endocrino, que acabe produciendo dolor físico. Cuando decimos que un dolor es de tipo somático no significa que sea irreal o que no duela. Puede llegar a doler mucho, pero la causa está en la intensidad de nuestras emociones desagradables. Por tanto, la solución no está en la medicación o en las pruebas médicas, sino en arreglar, gestionar o al menos soliviantar ese dolor emocional.

El dolor puede clasificarse de distintas maneras, por ejemplo, en función de su duración, de la patogenia, de la localización, de su intensidad o de su origen. En esta oportunidad estamos interesados en el dolor en función de su origen, según el cual, puede ser físico, emocional o psicológico. Por lo general, cuando pensamos en el dolor, lo hacemos en un dolor físico, en heridas o enfermedades, y pocas veces pensamos en el dolor psicológico o el dolor emocional, que se puede definir como un sentimiento intenso de pena, tristeza o lástima que se experimenta por motivos emocionales o anímicos difíciles de controlar.

 

El dolor emocional es una experiencia subjetiva en la que la persona tiene una herida psíquica que nadie ve, pero que provoca un gran sufrimiento interno, generado a nivel psicológico sin que exista ningún motivo o lesión física, y en ocasiones mayor que el sufrimiento que provoca un dolor físico.

 

A lo largo de nuestra vida, hemos ido experimentando, y vamos a seguir pasando, ciertas fases o períodos que pueden estar llenos de éxitos, pero por otro lado también pueden estar llenos de fracasos, decepciones y pérdidas, en estas últimas, muchas veces es inevitable eludir el sufrimiento, la angustia o la preocupación. Cuando este sufrimiento es prolongado en el tiempo o bien no sabemos gestionarlo de manera correcta es cuando se le denomina dolor emocional. Es un dolor que no aparece de manera repentina, si no que los síntomas van apareciendo de manera gradual, hasta que el paciente se encuentra sumergido en un mundo de dolor que puede ser sentido o llevado de manera diferente entre una persona y otra. Cada situación y cada persona es un mundo diferente y cada uno gestiona o afronta los sentimientos como puede.

 

Así pues, podemos decir que cuando uno padece un dolor físico siempre puede recurrir a alguna medicina, pero cuando una persona sufre de dolor emocional es muy difícil detectarlos, ya que a veces sólo nos encontramos cansados o apáticos. Pero como hemos dicho anteriormente es el dolor que nadie sabe que lo tenemos, pero que sin embargo sufrimos constantemente, llegando incluso a provocarnos grandes trastornos o alteraciones en nuestro cuerpo.

 

Con el paso del tiempo se comprobó que la percepción del dolor no depende únicamente de un daño físico. Por ejemplo, la teoría clásica del dolor no servía para explicar dolores como el dolor emocional y sus consecuencias. Se empezaron a buscar otras explicaciones al fenómeno del dolor y una de las teorías que surgieron, fue la desarrollada en 1965 por Ronald Melzack y Patrick Wall, llamada la Teoría de la Puerta de Control.

 

Según esta teoría el dolor se compone de tres dimensiones: sensorial, motivacional y cognitiva. La Sensorial, son las propiedades físicas del dolor; la Motivacional es relativa a los fenómenos emocionales del mismo y la Cognitiva, que es la interpretación que hacemos del dolor en función de, experiencias previas, el contexto sociocultural, y la atención que le prestamos, entre otros. En otras palabras, la percepción del dolor no es directa, sino que existe un filtro del mensaje a nivel de distintas estructuras. Esa es la puerta de control, que depende de factores físicos, emocionales y cognitivos.

 

Lo que significa la puerta de entrada es que el dolor no es una experiencia directa, sino que está mediatizado por múltiples factores entre los que se encuentran los factores psicológicos. Tenemos tendencia a negar o a ocultar todo el sufrimiento que producen las heridas psicológicas. En ocasiones debemos luchar contra la tradición cultural de no prestar atención o minusvalorar el dolor emocional, a veces asociado a la idea de que experimentar o manifestar dolor emocional es de personas débiles y se nos enseña a «disimular» lo que nos hace daño emocional.

 

Algo que he aprendido recientemente es que no le pidas a una persona en duelo que sea fuerte cuando no lo puede ser. No le pidas que no llore porque las lágrimas son parte del dolor. No compares su pérdida con otra porque su duelo es único y personal. No le empujes a que contenga sus emociones, porque sería agregarle más carga. Acompañarlos en estos momentos no significa darles ánimo sino respetar el silencio del que está sufriendo. El dolor que se siente no se puede expresar en palabras, nada nos prepara, por ejemplo, para despedir a nuestros hijos. Nuestro corazón se parte ante esta situacion y no existe consuelo para lo que uno siente a partir de allí.

 

El dolor emocional es una experiencia subjetiva en la que la persona tiene una herida psíquica que nadie ve, pero que provoca un gran sufrimiento interno, generado a nivel psicológico sin que exista ningún motivo o lesión física, y en ocasiones mayor que el sufrimiento que provoca un dolor físico.

Sin embargo, lo cierto es que según la teoría de la puerta de control el dolor emocional y el físico están vinculados, de forma que un dolor emocional muy intenso o prolongado en el tiempo puede generar alteraciones físicas reales, es decir, se puede somatizar el sufrimiento emocional.

 

Somatizar es expresar a través del cuerpo el malestar propio del sufrimiento originado a nivel psicológico, pudiendo aparecer sintomatología en forma de dolor experimentado como físico en diferentes partes del cuerpo. Este dolor no tiene una causa orgánica, o bien si existe alguna enfermedad real esta no es la causante del dolor o este no debería ser tan intenso como el experimentado. Como ya dijimos, el dolor no es irreal ni fingido si no que es percibido en realidad. Un aspecto muy a tener en cuenta en caso de somatización: si bien es posible trabajar e incluso tratar con éxito los síntomas físicos derivados, de acuerdo a los especialistas, no será posible una recuperación completa a menos que se trate la causa del dolor emocional, ya que probablemente volverá a reaparecer. El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.

 

Por ejemplo, consideremos que el dolor emocional se manifieste como un dolor de pecho intenso que puede variar desde problemas menores, como acidez estomacal o estrés emocional, hasta emergencias médicas graves como angina, un ataque cardíaco o un coágulo de sangre en los pulmones (embolia pulmonar).En algunas personas, se presenta durante los ataques de pánico. Es poco probable que el dolor que dura semanas o meses sea causado por una emergencia que ponga en riesgo la vida. Es más probable que el problema tenga que ver con los músculos o la estructura esquelética. Los problemas cardíacos, manifestados por dolor intenso en el pecho, tienen menos probabilidades de causar dolor cuando dure solo unos momentos, se alivie tomando medicamentos, se quite al respirar profundamente, que solo afecte un punto específico en el pecho o que se alivie cuando se masajea el área del pecho. Si esas gestiones alivian o eliminan el dolor del pecho, puede tratarse de un dolor emocional por diferentes motivos.

 

Las causas por las que se puede sufrir o padecer dolor emocional, pueden ser muy variadas, pero siempre van a tener como factor común un estado de salud mental debilitado, ya que el paciente no sabe afrontar ni gestionar la causa que le provoca el dolor emocional. Las más comunes son las siguientes: Una pelea con un amigo o con un familiar; problemas en el trabajo; una separación o divorcio; la pérdida de un ser querido o un desengaño amoroso. En realidad puede ser cualquier causa que altere nuestro ritmo de vida del día a día.

 

Según los especialistas, algunas de las diferentes molestias que el dolor emocional puede causar es la presencia de dolores de espalda, vómitos y diarreas, episodios febriles, cefaleas y mareos. También pueden aparecer problemas gástricos o disfunciones sexuales como disfunción eréctil o pérdida de la libido. En casos muy extremos podría incluso llegar a provocar bloqueos en funciones básicas como el habla o el movimiento, e incluso perder la sensibilidad de alguna extremidad.

 

Todo lo que nos rodea o sucede  es susceptible de desencadenar en nosotros una alteración emocional. Los profesionales de la medicina permanecen con frecuencia ajenos a esta dramática situación. Las cinco fuentes básicas del ser humano son: alimentación, respiración, descanso y relajación, sueño e impresiones mentales (emociones). Cualquiera sea el problema de salud que presenta un paciente el personal médico y los hospitales estan preparados para resolverlo con eficacia y sin dilación. Pero si la persona tiene emociones como miedo, desesperanza, culpa, ira, depresión, ansiedad, soledad, rechazo o pena ¿pueden ser atendidas con la misma diligencia? Probablemente no.

 

¿Cuáles son las razones? En primer lugar no existe ningún instrumento de medida que identifique y cuantifique las emociones; no se refleja en los parámetros bioquímicos al uso ni en los medios de imagen (RNM. PET, TAC); escapan al control del laboratorio. No hay ningún signo objetivo externo que los ayude a identificar la necesidad de compañía, consuelo, información, etc.  La detección y tratamiento de los trastornos emocionales debe ser personalizada y vehiculizada a través de la persona que establezca una relación empática con el enfermo. Si para ellos desean personas buenas, amables, leales y pacíficas, deben tratar de ser así con los demás. 

 

Actualmente, la relación médico (profesional de la salud) paciente ha dejado de ser vertical, 100% paternalista, para incluir también la autonomía de la persona. Se ha horizontalizado. El poder se ha compartido. La persona enferma tiene pensamientos, emociones, sentimientos, deseos y prioridades que modulan y cambian diariamente su equilibrio emocional y grado de bienestar.

 

Lo que une a los seres humanos sin excepción son las emociones y sus manifestaciones: las lágrimas de alegría o aflicción, los impulsos amorosos o coléricos. La alegría que siente una mujer de la selva amazónica al estrechar a su hijo contra sí no difiere de la de una madre que habite en nuestras ciudades occidentales Las emociones nos igualan son nuestra dimensión humana común, son innatas, universales, muchas de ellas positivas y otras negativas que siempre deben ser expresadas y oídas. Nadie puede curar su sufrimiento si no lo admite y lo expresa.

 

El mundo ha cambiado y las relaciones interpersonales también. Incluso el acceso de los niños a la información y las nuevas tecnologías han cambiado la infancia. El docente enfrenta a diario situaciones de tensión que influyen no sólo en él mismo, en su relación con sus pares y alumnos, sino que afectan también los procesos de enseñanza. Podemos mencionar como ejemplo, la falta de tiempo, el exceso de trabajo, dificultades financieras de algunos centros educativos, malestares del personal docente y las complicaciones de los responsables de la institución frente a situaciones difíciles vinculadas con el aprendizaje, situaciones de violencia en las escuelas, la gestión de problemas de delincuencia y las clases virtuales por la pandemia.

 

El cambio social que estamos experimentando no deja de lado a una de las instituciones sociales más importantes: la escuela. Es así que, todos los que encuentran su vocación en la educación, sienten que enseñar, no es únicamente un acto cognitivo, sino que también están asociadas acciones sociales y afectivas que influyen directamente en el clima laboral y del aula. Ser conscientes de sus emociones y desarrollar las competencias emocionales, les permite desarrollar la resiliencia, y guiar a los alumnos con un liderazgo que se caracteriza por la ética, el acompañamiento, la pedagogía, el apoyo de pares, de manera de favorecer las acciones sociales en todo tipo de contexto.

 

La educación emocional no es algo nuevo. Se trata de un campo de investigación muy amplio cuya importancia para el desarrollo del hombre ya fue descubierta por los filósofos griegos, siendo en los últimos siglos donde ha tomado una mayor relevancia.  Así que uno de los nuevos retos de la escuela moderna es favorecer la educación integral de los niños. Ello implica tanto el desarrollo físico, cognitivo, social y emocional. El desarrollo del niño en cada una de las partes, no se realiza individualmente sino que el niño crece y se desarrolla a la vez, es decir globalmente. De todos modos es cierto que existen actividades que van mas focalizadas de uno u otro ámbito de la persona. La educación emocional dentro de la educación infantil intenta desarrollar el conocimiento de uno mismo. Todo ello se pretende conseguir a través de la educación emocional. El tema de las emociones no es un asunto cerrado sino por el contrario, es un tópico que deja abierta muchas puertas tanto a nivel teórico como en el campo de la investigación.

 

 

“El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional” Buda

“Educar la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto“ Anónimo

“Aristóteles realiza una indagación filosófica sobre la virtud, el carácter y la felicidad, desafiándonos a gobernar inteligentemente nuestra vida emocional” Daniel Goleman

 

 

El presente articulo está dedicado a la memoria y recuerdo de mi hija Adriana Beatriz, a César Millan, mi hermano del alma y a Eduardo Colmenares, el Maestro con cariño. No les dije Adiós, sino hasta luego.

 

 

Comments

  1. Muy emotivo e interesante hermano, un artículo para leer varias veces y reflexionar. Muchas veces cometemos el error de actuar según patrones ante situaciones de dolor propias o de cercanos, sin detenernos a pensar que para el que tiene el sufrimiento suena como palabras huecas. Son lugares comunes.
    Y eso de que el tiempo todo lo cura...yo diría que lo que trae el tiempo es resignación ante algo que no puedes cambiar, y lo que si, es la forma como lo vas gestionando.
    En todo caso en ausencias dolorosas siempre trato de recordar esos momentos bellos vividos y dar gracias a Dios por ello.
    Un abrazo grande hermano

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