La Teoria Económica del Goteo y la Pobreza (Gustavo González Urdaneta Miami 16 0ctubre 2022)

 La Teoria Económica del Goteo y la Pobreza

Gustavo González Urdaneta

Miami 16 0ctubre 2022

 

La base conceptual de la importancia que se le ha dado al crecimiento descansa en la hipótesis que formuló Simon Kuznets en la década de los 50, y que después dio paso a la tesis de goteo, según la cual era preciso esperar a que el producto per cápita de los países en desarrollo creciera para que la desigualdad de la distribución del ingreso disminuyera. Pero la hipótesis de Kuznets resultó insuficiente. Incluso en los países con grandes economías como la de Estados Unidos ha incrementado exponencialmente la desigualdad del ingreso en los últimos años.

 

La teoría trickle-down (“goteo hacia abajo” o “derrame”) establece que sólo el crecimiento económico puede erradicar la pobreza. Para ello es necesario crear incentivos que favorezcan a los empresarios pues son quienes generarán beneficios que terminarán por descender a los estratos sociales más desfavorecidos. Esta teoría se legitimó con la hipótesis que estableció Kuznets: de acuerdo a la curva de U-invertida que lleva su nombre, la desigualdad en una etapa intermedia del desarrollo, incentivaría el crecimiento de la economía en su conjunto.

 

La realidad es que, el mismo Kuznets advertía sobre el peligro de dar un mal uso a su teoría, ya que ésta se enfocaba en los países desarrollados y no en los países en desarrollo. Por esta razón, se debe dejar de idealizar a la economía de goteo; es decir, a la implementación de “las políticas económicas que suelen favorecer a quienes ‘generan riqueza’ bajo la noción del laissez-faire, donde beneficiar a empresarios ayudará a generar empleos y mejorará consecuentemente las condiciones de vida de toda la población”. Esta teoría es duramente criticada en el mundo, sin embargo, varios países la siguen al dedillo.

 

Creo que fue el sueco Gunnar Myrdal, premio Nóbel de Economía (1974), quien acertó a explicar en qué consiste el círculo vicioso de la pobreza. Muy en resumen, consiste en señalar que los países pobres tienen ciudadanos con rentas muy bajas y que la poca renta que tienen la destinan fundamentalmente al consumo, es decir, no tienen capacidad de ahorro. Sin capacidad de ahorro no pueden invertir (no hay formación de capital). Y sin inversiones no aumenta la producción, ni la productividad, ni el empleo. Sin aumentar la producción un país se estanca y se empobrece. Un país pobre no ahorra, consume casi toda su renta para poder sobrevivir. Si solo se producen bienes de consumo no se producen bienes de inversión y sin inversión (incremento de capital) no hay crecimiento económico.

 

La condición necesaria para la superación de la pobreza es el crecimiento económico; pero esta condición necesaria no es suficiente. Una de las causas de la pobreza se encuentra en la vergonzosa distribución de los ingresos, es decir, en la desigualdad: desigualdad en la distribución de la riqueza, desigualdad en la concentración de los ingresos, desigualdad de oportunidades, desigualdad de género. Son estas desigualdades las que atentan contra la posibilidad de muchas personas de alcanzar una calidad de vida decente y ejercer sus legítimos derechos. La desigualdad en la distribución del ingreso sigue sin modificarse y continúa siendo ésta la característica más preocupante del desarrollo de la región. En América Latina el 10% más rico supera en 20 veces o más el ingreso del 40% más pobre.

 

Las políticas económicas constituyen la variable explicativa más importante para entender tanto el aumento o disminución de la pobreza, como la mayor o menor equidad en la distribución de los ingresos. Hasta el momento, la aplicación de estas políticas ha llevado a una mayor concentración de la riqueza, al aumento de la exclusión social, de la desocupación, de la informalidad y de la precariedad del empleo, todos fenómenos estrechamente asociados a la pobreza.

 

El aumento de la brecha entre ricos y pobres se ve reforzado por políticas económicas basadas casi exclusivamente en los beneficios del mercado y en una escasa institucionalidad reguladora por parte del Estado. En el campo específico de la educación, las políticas públicas han tendido a reproducir, si no a incrementar, la segmentación social, ofreciendo a los sectores de menores ingresos una educación de peor calidad que la ofrecida a los estratos medios y altos. Los sistemas educativos, que en el pasado fueron canales de movilidad social y vehículos de integración, se han convertido cada vez más en circuitos segmentados para pobres y ricos, generándose con ello un peligroso circuito de reproducción intergeneracional de la desigualdad.

 

La educación es en sí mismo un bien público y un derecho humano fundamental y el no cumplimiento del derecho a la educación hace prácticamente quimérico el esfuerzo de los países para combatir la pobreza, las desigualdades, la exclusión y fortalecer la ciudadanía democrática. Por eso se dice que el derecho a la educación es el epítome de la interdependencia e indivisibilidad de todos los derechos humanos. El ejercicio del derecho a una educación de calidad está fundado en cuatro principios: la obligatoriedad, la gratuidad, la no discriminación y la participación.

 

Lo complejo es que la mayor parte de las personas con escasos recursos económicos vive del trabajo informal, lo que no les permite ahorrar para la jubilación ni tener un mínimo de estabilidad para enfrentar eventos como la enfermedad de un miembro de la familia o el nacimiento de nuevos hijos. El 42% de los empleados en América Latina gana un ingreso inferior al sueldo mínimo en sus respectivos países. Es decir, cuatro de cada 10 trabajadores tienen un trabajo considerado técnicamente como indecente porque no les permite cubrir la canasta básica de necesidades. Es de esperar que en la inclusión laboral se encuentra la solución a muchos de los problemas pues es lo que les da el empoderamiento, la autonomía económica a las personas y los capacita para adaptarse al cambio y contribuir a la sociedad. En la región se necesita crecimiento económico y mayor gasto social para combatir la pobreza y la extrema pobreza.  

 

En un Flash reciente del blog Factótum Ignacianos hablábamos sobre la posible nueva relacion especial que pudiera cambiar/surgir entre USA  y UK a partir del cambio simultaneo de Jefe de Gobierno con Liz Truss y de Jefe de Estado con el rey Carlos III. Es evidente que los cambios puedan surgir a raíz del primer cambio y no de la Monarquía. Alli indicábamos que había tres posibles causas de tal cambio y, uno de ellos, era por el posible escepticismo  de la clase politica responsable de la política exterior de Gran Bretaña.

 

El gobierno de Boris Johnson, en el que Liz Truss, su sucesor, se desempeñó como secretario de Relaciones Exteriores, depositó considerables esperanzas en asegurar rápidamente una relación entre el Reino Unido y los EE. UU. de acuerdo de libre comercio como una forma de compensar el dolor económico de abandonar la UE. Pero Biden ha dejado en claro que no habrá tal acuerdo mientras Londres siga amenazando con romper el Protocolo de Irlanda del Norte. La reciente admisión de Truss de que en su gobierno la relacion U.K.-U.S. en un acuerdo de libre comercio no está en las cartas en el corto plazo sugiere que ella podría estar dispuesta a priorizar la política interna, a costa de las aspiraciones de Londres en el escenario global.

 

Truss pareció visiblemente aliviada cuando Biden pasó a llamar al Reino Unido el “aliado más cercano en el mundo” de Estados Unidos. Pero el potencial de tensiones entre los dos líderes se extiende incluso a la política interna. Truss usó su discurso ante la Asamblea General de la ONU para ensalzar las virtudes de la "economía de goteo", un término coloquial para la economía del lado de la oferta, que declaró que era su filosofía de gobierno y se comprometió a implementar en un intento de cambiar la economía británica. . Biden, sin embargo, no comparte la filosofía económica de Truss, como dejó en claro en un tuit publicado antes de su discurso, al afirmar: “Estoy harto y cansado de la economía del goteo. Nunca ha funcionado”.

 

Si la relación de Truss con Biden parece haber tenido un comienzo desigual, su relación con von der Leyen ya está tensa por la postura agresiva de Truss hacia la UE durante su período como secretaria de Relaciones Exteriores británica. Eso podría crear problemas a nivel nacional para Truss, ya que el éxito o el fracaso de su mandato estará determinado, al menos en parte, por su capacidad para forjar relaciones productivas posteriores al Brexit con Bruselas y Washington, dos gigantes económicos que aparentemente son los socios más cercanos de Londres.

 

Siguiendo con la teoria del goteo, Thomas Piketty es el economista actual que más ha refutado la teoría de la curva de Kuznets: la reducción de la desigualdad en el ingreso entre 1914 y 1970 en los países desarrollados no se explica ni por el mayor crecimiento económico ni por la movilidad intersectorial que acompañaría a éste, sino que se trata de un “producto de las guerras mundiales y de los violentos choques económicos y políticos que éstas provocaron”. Piketty sostiene que la disminución de la desigualdad fue un acontecimiento particular a causa de las guerras durante ese periodo y la tributación para financiar las mismas. Por tanto, la hipótesis de Kuznets no puede explicar el aumento de la desigualdad que se dio a partir de 1980.

 

Varios organismos internacionales han marcado desde 2013 una nueva etapa sobre las decisiones económicas que se han tomado en América Latina. El FMI reconoció su propio error al propiciar la apertura irrestricta de la cuenta financiera en los países emergentes del mundo, así como el respaldar la austeridad fiscal sostenida en los 80 y los 90 para países pobres. Otros organismos internacionales  como el Banco Mundial (BM) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) han coincidido en que es necesaria una reforma fiscal progresiva que modifique la dinámica de la redistribución de la riqueza: aumento salarial, servicios y programas sociales y transferencias monetarias.

 

La OCDE, por su parte, alertó el 21 de mayo de 2015 sobre el lastre de la desigualdad para el crecimiento, explicando en sus informes que entre 1985 y 2005, en 19 países analizados, la desigualdad restó 4.4 puntos porcentuales al crecimiento acumulado, ello debido a  que la desigualdad en el 40% de las personas con menores ingresos es la causa principal de la reducción del crecimiento general. El motivo se debe a que a medida que la desigualdad se eleva, las  familias con un entorno socioeconómico más bajo experimentan caídas importantes en el logro educativo y la adquisición de competencias, lo que implica que se desperdicien grandes cantidades de potencial y haya una menor movilidad social.

 

Un mes después de las declaraciones de la OCDE, el FMI (Fondo Monetario Internacional) se sumó a los resultados expuestos por ella, y advirtió que el aumento de la brecha social en un país supone un freno para el crecimiento económico. Sus estudios e  investigaciones demuestran que la desigualdad de ingresos afecta el crecimiento y su sostenibilidad, pues se calcula que si el 20% de la población más favorecida aumenta su cuota de ingresos en un punto porcentual, el aumento del PIB de un país es un 0.08% más bajo en los cinco años siguientes. En cambio, cuando el 20% más bajo de un país gana un punto de los ingresos, el crecimiento es un 0.38% mayor.

 

El BM ha propuesto en varias ocasiones desde el 2013 el objetivo de Prosperidad Compartida, en el cual se establece la importancia de ayudar al segmento más pobre de la sociedad a crecer más rápido que el resto de la población, mitigando así la desigualdad. En su informe sobre Latinoamérica y el Caribe establece que la brecha de la desigualdad en América Latina es una asignatura pendiente que, si no se combate, puede obstaculizar el crecimiento económico en la región. También han criticado la economía dominante que sugiere que en las primeras etapas de desarrollo la desigualdad aumenta, pero a medida que el crecimiento persiste, la desigualdad disminuye.

 

Tengamos confianza en que el camino por transitar en Latinoamérica para fracturar el prisma entre pobreza, educación y desigualdad no se convierta en algo como el castigo de Sísifo, que mejoren a ritmo lento pero antes de llegar a las metas propuestas para el 2030, bajen de nuevo, repitiéndose una y otra vez el frustrante y absurdo proceso.

 

"Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad" Karl A. Menninger

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