Evangelio ((Mc 14, 12-16. 22-26) correspondiente al domingo (2/6/2024) festividad de el Cuerpo y la Sangre de Cristo: 𝗖𝗼𝗿𝗽𝘂𝘀 𝗖𝗵𝗿𝗶𝘀𝘁𝗶
Evangelio ((Mc 14, 12-16. 22-26) correspondiente al domingo (2/6/2024) festividad de el Cuerpo y la Sangre de Cristo:
𝗖𝗼𝗿𝗽𝘂𝘀 𝗖𝗵𝗿𝗶𝘀𝘁𝗶
Corpus Christi es la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Este día recordamos la institución de la Eucaristía, que se llevó a cabo el Jueves Santo durante la Última Cena, celebrada en la planta alta o cenáculo de una casa de Jerusalén, al convertir Jesús el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre. La Eucaristía [“acción de gracias”] es el regalo más grande que Dios nos ha hecho, movido por su deseo de quedarse con nosotros después de la Ascensión. Celebrando la Eucaristía alimentamos nuestra adhesión a Jesús, podemos vivir en contacto con él y reafirmamos nuestra más profunda unidad en la Iglesia.
“Nuestro Salvador, en la última cena, la noche que lo traicionaron, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y de su sangre, con el cual iba a perpetuar el sacrificio de la cruz, por los siglos, hasta su vuelta, y a confiar a su esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y de su resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el que Cristo es tomado como alimento, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera” (SC 47, Conc. Vat. II).
El papa Francisco nos dice que ‟la Eucaristía es el regalo más grande que satisface el alma y el cuerpo. Conocer y saludar a Jesús en nosotros, «pan de vida», le da significado y esperanza al tortuoso camino de la vida. Pero este «pan de vida» es dado a nosotros para que podamos satisfacer nuestra hambre espiritual y material de los hermanos, proclamando el Evangelio por todas partes, incluso en las afueras de la existencia. Mediante el testimonio de nuestra actitud fraternal y solidaria hacia los demás, hacemos a Cristo y su amor presente entre los hombres. ¡Necesitamos tanto de la presencia de Dios en nuestra vida diaria!”.
𝗖𝗲𝗹𝗲𝗯𝗿𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗹𝗮 𝗘𝘂𝗰𝗮𝗿𝗶𝘀𝘁𝗶́𝗮 𝗮𝗹𝗶𝗺𝗲𝗻𝘁𝗮𝗺𝗼𝘀 𝗻𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗮 𝗮𝗱𝗵𝗲𝘀𝗶𝗼́𝗻 𝗮 𝗝𝗲𝘀𝘂́𝘀, 𝘆 𝗽𝗼𝗱𝗲𝗺𝗼𝘀 𝘃𝗶𝘃𝗶𝗿 𝗲𝗻 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗮𝗰𝘁𝗼 𝗰𝗼𝗻 𝗲́𝗹.
Investigación y comentarios: Agustín Coll
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