Evangelio (Lc 3, 15-16. 21-22) correspondiente al Domingo (12/1/2025), festividad de El Bautismo del Señor [C]: 𝗝𝗲𝘀𝘂́𝘀 𝗲𝘀 𝗯𝗮𝘂𝘁𝗶𝘇𝗮𝗱𝗼 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗝𝗼𝗿𝗱𝗮́𝗻

A continuación, podrán leer nuestro comentario al Evangelio (Lc 3, 15-16. 21-22) correspondiente al Domingo (12/1/2025), festividad de El Bautismo del Señor [C]: 𝗝𝗲𝘀𝘂́𝘀 𝗲𝘀 𝗯𝗮𝘂𝘁𝗶𝘇𝗮𝗱𝗼 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗝𝗼𝗿𝗱𝗮́𝗻 

 En aquellos días, ante la tensa expectativa de la gente por la venida de un Mesías que diera respuesta a sus aspiraciones de liberarse de la opresión que ejercían sus enemigos políticos, San Juan Bautista les dice: “Yo, en verdad, los bautizo con agua; pero viene uno que los bautizará con Espíritu Santo y con fuego. Él es más poderoso que yo, que ni siquiera merezco desatarle la correa de sus sandalias”. En tiempos de Jesús era claro que la mayoría esperaba la inminente llegada de un Mesías que restauraría el Reino de Israel, expulsando al invasor. 

Después de tan prolongados momentos de exilio y fracaso, no resultaba extraño que los judíos depositaran su confianza en aquel que vendría a liberarlos. Los tiempos mesiánicos ya habían sido anunciados por diversos profetas, cada uno con su propia visión. Daniel se refería al Hijo del hombre, “a quien le fue dado el poder, la gloria y el reino, y gente de todas las naciones y lenguas le servían. Su poder será siempre el mismo, y su reino jamás será destruido” (Dn 7, 14). Isaías, por su parte, habla de un servidor sufriente a quien “los hombres lo despreciaban y rechazaban. 

Era un hombre lleno de dolor, acostumbrado al sufrimiento. Como alguien que no merece ser visto, lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta. Y sin embargo él estaba cargado con nuestros sufrimientos” (Is 57, 3). Entre esas visiones, el pueblo prefirió la más gloriosa. Los distintos grupos sociales tenían sus propias preferencias, así los fariseos esperaban un gran legislador, los zelotas un guerrero y los esenios un sacerdote de un culto nuevo. La experiencia que Jesús vivió en el Jordán al ser bautizado por San Juan Bautista y habiendo recibido la bendición de Dios marcó para siempre su vida, pues a partir de ese momento comenzó a recorrer los caminos de Galilea anunciando el Reino de Dios. 

Después de treinta años de vivir una vida sencilla, de trabajo, de familia, Jesús emprende el camino y comienza su vida pública.

 Comentarista: Agustín Coll
















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