Evangelio (Mt 2, 1-12) correspondiente a la solemnidad de la Epifanía del Señor a celebrarse el próximo Domingo (5/1/2025) [C]:𝗟𝗼𝘀 𝘀𝗮𝗯𝗶𝗼𝘀 𝗱𝗲𝗹 𝗢𝗿𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲

  Evangelio (Mt 2, 1-12) correspondiente a la solemnidad de la Epifanía del Señor a celebrarse el próximo Domingo (5/1/2025) [C]:


𝗟𝗼𝘀 𝘀𝗮𝗯𝗶𝗼𝘀 𝗱𝗲𝗹 𝗢𝗿𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲

Este domingo celebramos la venida de los llamados reyes magos; aunque el Evangelio sólo nos habla de unos sabios del Oriente que se dedicaban al estudio de los astros y veían en ellos signos del curso de la vida humana. Habían llegado a esa región de Judea para adorar “al rey de los judíos que ha nacido, pues vimos salir su estrella”. El texto no dice cuántos eran, pero la Tradición empezó a hablar de “tres magos”, basándose en el número de regalos que ofrecieron al niño: oro, incienso y mirra. Por su parte, los Padres de la Iglesia vieron simbolizadas en esas riquezas y perfumes provenientes de Arabia: la realeza (oro), la divinidad (incienso) y la Pasión (mirra) de Cristo. No es sino a partir del siglo octavo cuando sus nombres -Melchor, Gaspar y Baltazar- comenzaron a mencionarse. Más tarde aun es cuando se les considera como representantes de los pueblos no judíos o de las tres razas entonces en boga (blanca, amarilla y negra) que reconocerían a Jesús como el Mesías. De alguna manera, la Tradición entendía que el cristianismo estaba llamado a unir a todos los pueblos de la tierra.

Pues bien, estos tres sabios del Oriente llegaron a Jerusalén cuando Herodes el Grande, que era el rey de todo el territorio de Israel dominado por los romanos, gobernaba Judea, Idumea y Samaria. A propósito, la referencia a Herodes permite fijar el nacimiento de Jesús hacia los años 6-5 a.C. pero, por un error de cálculo, el calendario actual colocó el comienzo de la era cristiana varios años más tarde.

Los sabios prosiguen su camino hacia Belén, situado a corta distancia al sur de Jerusalén, sin acercarse a Herodes (el poder político) ni al Templo (el poder religioso), sólo siguiendo la luz que los guiaba hacia el lugar donde pudieron ver a un niño con su madre María, y arrodillándose le rindieron homenaje. Este Dios, escondido en la fragilidad humana, se revela hoy a quienes guiados por pequeñas luces, alejados del poder, las posesiones y el pecado, buscan incansablemente una esperanza para el ser humano.

Comentarista: Agustín Coll

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