Creación Destructiva: Tecnología, habilidades y politica (Gustavo González Urdaneta)
Creación
Destructiva: Tecnología, habilidades y politica
Gustavo
González Urdaneta
Miami
27 abril 2025
El Principio de conservación de
la energía (Ley de Lavoisier) indica que la energía no se crea ni se destruye;
sólo se transforma de unas formas en otras. En estas transformaciones, la
energía total permanece constante; es decir, la energía total es la misma antes
y después de cada transformación. Con el desarrollo de ideas más precisas sobre
los elementos, los compuestos y mezclas, los científicos comenzaron a
investigar cómo y por qué las sustancias reaccionaban entre ellas. El químico
francés Antoine Lavoisier fue quien sentó las bases de la investigación
científica de la materia al describir que las sustancias reaccionan siguiendo
ciertas leyes. Estas leyes se llaman leyes de combinación química. En una
reacción química la suma de la masa de los reactivos es igual a la suma de la
masa de los productos. En una reacción química los átomos no desaparecen,
simplemente se ordenan de otra manera.
Un principio sabio que debemos
tratar de aplicar en los procesos de rehabilitación, recuperación y reinstitucionalización del sector energía
(hidrocarburos, gas y electricidad) en Venezuela. La creación destructiva fue
acuñada como un juego basado en el famoso término «destrucción creativa» de
Joseph Schumpeter, que sugiere que la innovación conduce a cambios productivos
en el crecimiento económico. Por ejemplo, cuando se inventaron las
computadoras, reemplazaron a las máquinas de escribir y aumentaron la eficiencia.
Como resultado, la economía obtuvo ganancias. En otras palabras, esta
innovación no tenía desventajas particulares. Por el contrario, la creatividad
destructiva se produce cuando las innovaciones tienen resultados sociales y
económicos netos negativos, aunque aún puedan beneficiar al creador o a los
usuarios finales de la nueva innovación.
Creación disruptiva o creativa,
es un concepto utilizado para describir una situación en la que la introducción
de nuevas tecnologías, nuevos productos o procesos ocurre de una manera que
causa más daño a las industrias o patrones de consumo existentes que el
beneficio general de la innovación recientemente introducida. Esto puede
ocurrir a través de mecanismos como la obsolescencia prematura de productos
existentes, la interrupción del empleo y la inversión existentes, o
consecuencias negativas no deseadas o imprevistas de la adopción y el uso de
nuevas innovaciones. Esto puede suceder en cualquier industria. En resumen, la destrucción
creativa significa que las nuevas innovaciones destruyen viejas estructuras
económicas y al mismo tiempo crean otras nuevas. La llegada de nuevas
tecnologías a menudo resulta en la sustitución de tecnologías más antiguas, lo
que resulta en la destrucción de industrias, empleos y formas de vida que
dependen de las viejas tecnologías.
La tecnología es una
prueba constante y viviente de ese concepto: las fotografías digitales
destruyeron las películas de acetato donde se grababan por luz las antiguas
fotografías, y se construyó a partir de allí un concepto nuevo, una nueva
industria que llevó a la ruina emporios industriales como Kodak. Spotify y
Apple Music destruyeron el negocio de la industria de la música, basada en
discos físicos o CDs tradicionales, que habían venido evolucionando desde el
disco de pasta y luego de acetato, pasando por los casetes de cinta magnética.
La telefonía celular y las aplicaciones de voz digital dentro de teléfonos móviles
destruyeron el jugoso negocio de la comunicación internacional de las compañías
telefónicas.
En su obra La teoría del
desenvolvimiento económico de 1911 Joseph Schumpeter sugiere que las
innovaciones son perturbaciones necesarias para el desarrollo. Así, se plantea
una diferencia frente a los neoclásicos. Supongamos que una firma introduce un
nuevo proceso más eficiente. En ese caso, el innovador tiene ventaja frente a
los demás ofertantes. Por lo tanto, no hay competencia perfecta. Dicha
condición es necesaria para que el mercado alcance el equilibrio, según la
economía neoclásica. Sin embargo, para Schumpeter, lo importante no es buscar
el equilibrio. Por el contrario, el sistema capitalista requiere choques
tecnológicos que generan alteraciones. Estas innovaciones pueden darse de las
siguientes formas: Introducción de nuevas mercancías; la creación de un método
productivo inédito; la apertura de un nuevo mercado; la obtención de una nueva
fuente de materias primas y la creación de un monopolio (o la destrucción de
uno existente).
Schumpeter formuló su idea a
partir de la obra de Karl Marx y luego la popularizó como una teoría de
innovación y ciclos económicos. El gran aporte de Schumpeter fue refinar la
idea de que el capitalismo es como la guerra, al proponer la teoría de la
destrucción creadora. En Capitalismo, socialismo y democracia de 1942,
Schumpeter se cuestiona la viabilidad del capitalismo hacia el futuro. El
profesor austriaco advierte que, con el progreso económico, el rol de innovar
tiende a perder importancia. Esto, debido a que el empresariado delega sus
funciones a grupos de especialistas. Lo anterior sucede cuando las compañías
crecen y dejan de ser administradas por sus propietarios. En ese caso, se elige
un directorio que toma el mando de la firma. Sin embargo, dichos profesionales
se inclinan por actuar de manera automatizada y predecible. Es decir, según
Schumpeter, los gerentes de grandes organizaciones tienden a no priorizar la
innovación. Esto, en comparación a los pequeños emprendedores que son el motor
del capitalismo. En resumen, Schumpeter prevé que a futuro surgirá una élite
intelectual que concentrará la labor empresarial. Así, irán desapareciendo los
gerentes que propician la innovación.
Schumpeter puso demasiado énfasis
en que la competencia destruye estructuras productivas existentes para
sustituirlas por estructuras innovadoras pero no supo subrayar uno de los
aspectos positivos de la innovación, a saber, que ésta puede surgir sin
necesariamente destruir la capacidad de ganarse la vida de los acostumbrados al
modo antiguo de hacer las cosas, si muestran adaptabilidad al cambio. La era
digital ha revolucionado las industrias, transformado los lugares de trabajo e
introducido tecnologías que requieren un conjunto completamente nuevo de habilidades.
Para mantenerse competitivos y adaptarse a estos cambios rápidos, tanto
individuos como organizaciones deben priorizar la recapacitación y el
perfeccionamiento. La recapacitación consiste en aprender nuevas habilidades
para desempeñar un rol completamente diferente, mientras que el
perfeccionamiento se centra en mejorar habilidades existentes para mejorar el
desempeño en un puesto actual. Ambos son fundamentales para navegar por el
mercado laboral en evolución y aprovechar las oportunidades que brinda la
transformación digital.
En
la creación destructiva, el costo de destruir industrias, empleos y
oportunidades de inversión (más cualquier otra consecuencia no deseada para la
economía, la sociedad o el medio ambiente) parece superar los beneficios del
nuevo producto o tecnología. Los grandes proyectos de inversión a largo plazo
en tecnologías más antiguas pueden fracasar en favor de pequeñas mejoras
incrementales en la funcionalidad. Un gran número de trabajadores calificados
en una industria existente pueden encontrarse desempleados o subempleados en
ocupaciones menos lucrativas. Una nueva tecnología puede causar daños graves a
la salud, al medio ambiente o a la economía, que se conocerán demasiado tarde,
después de haber sido adoptada y reemplazada la tecnología antigua.
Sin
embargo, todo tiene un lado oscuro: el costo social que este proceso produce
sobre las personas afectadas. Si no se abren suficientes alternativas para el cambio, no sólo fracasará la
economía, sino los mercados, las organizaciones y las personas. Hay sólo dos
elecciones: jugar o ser eliminado. Schumpeter concluía que las ventajas
competitivas están siempre en proceso de convertirse en obsoletas a medida que
cambian las tecnologías, los gustos de los consumidores y las condiciones del
entorno. Por eso el proverbio de que no existe el mal tiempo, solo ropa
inapropiada. Una mente adaptativa tiene una mejor capacidad de aprendizaje y la
inteligencia no siempre define la sabiduría, pero la adaptabilidad al cambio
sí.
En el siglo XXI, la teoría de la
destrucción creativa sigue siendo relevante en la economía global. La
innovación tecnológica y la competencia internacional han llevado a una mayor
necesidad de adaptación constante por parte de las empresas y los trabajadores.
Además, la creciente automatización y la inteligencia artificial están cambiando
la forma en que trabajamos y vivimos. La teoría de la destrucción creativa
sigue siendo importante para comprender estos cambios y cómo pueden afectar la
economía y la sociedad. Debemos estar dispuesto a cambiar porque la vida no
será la misma siempre.
Es evidente a nivel mundial que
estamos viviendo tiempos de descrédito hacia la actividad política pero
por otro lado se observa un genuino espíritu de renovación que canaliza
positivamente la desesperanza dentro de un marco institucional, es la lógica de
"destrucción creativa", diría un seguidor de Schumpeter. Son quienes
están dispuestos a refaccionar, remodelar e inclusive derrumbar una casa
partidaria, pero sin necesariamente cambiar su domicilio político. Veamos
algunas tendencias presentadas en la actualidad.
Por la izquierda, probablemente
el referente sea el mundo de los movimientos sociales, el cual muchas veces no
ha encontrado cabida en las configuraciones ortodoxas de la izquierda nacional,
pero que con estos nuevos proyectos, sí podría tener una expresión orgánica: al
respecto, el Frente Amplio uruguayo y los acuerdos del Foro progresista de Sao
Paulo son experiencias celebrada para este mundo, así como también la
inspiración intelectual señalada por analistas políticos, de autores como Antonio
Negri, Pierre Rosenvallon, Ernesto Laclau, Chantal Mouffe y el mismo Antonio
Gramsci, entre otros
Por el lado del mundo del centro
liberal, se busca modelar una alternativa política que concilie la expresión de
las denominadas "libertades públicas" principalmente asociadas a
cuestiones valóricas, con una visión libre de la economía. Y es que mientras
para el mundo de la centro derecha el diálogo liberal-conservador ha sido un
activo político, para esta sensibilidad pasa a ser un pasivo y una suerte de
contradicción. Así como también el énfasis en la dimensión social, de la
economía social de mercado desde una visión fuertemente inspirada en la
tradición de la Doctrina Social de la Iglesia y visiones económicas como las de
Wilhelm Röpke y en la centro derecha surgen los Republicanos.
De este amplio arco programático
surgirán algunas válvulas de oxigenación de nuestro sistema político.
Conocerlos, identificarlos e integrarlos -aun cuando no todos busquen ser
integrados- es el desafío de un establishment político tradicional que ve cómo
a su costado transitan nuevas fuerzas que aunque hoy parecen marginales, en el
futuro, bien podrían relevarlos a ellos, a la condición de marginados. Mal que
mal, en toda destrucción creativa, para que algunos puedan nacer, otros tienen
que morir.
No es la primera vez que
Venezuela parece estar ante un abanico de pocas opciones luego de unos
comicios. Según analistas consultados por CNN, esos escenarios, además, son
nocivos en materia democrática. Tan solo las dos últimas elecciones
presidenciales después de la muerte del presidente Hugo Chávez (las elecciones
de 2013 y los de 2018) terminaron en laberintos similares al actual en el cual
el régimen se niega a reconocer el triunfo de la oposición el pasado 28 de
julio y proclama un triunfo oficialista sin evidencias, con un sistema
electoral cuestionado, descontento popular y efectos migratorios que han dañado
la convivencia nacional. Los chavistas-maduristas en 25 años perfeccionaron la incapacidad
destructora, todo lo que tocan lo echan a perder.
Sin embargo, parece haber un
consenso entre los expertos en relación con una diferencia crucial: ahora el
triunfo de la oposición es más evidente que nunca (incluso en antiguos
bastiones chavistas) y también la recuperación de la libertad nacional y la
vuelta de la democracia de las manos de Edmundo González Urrutia y Maria Corina
Machado. Los acompañaremos hasta el final.
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