Emociones, virtudes y valores (I): Emociones primarias y secundarias (Gustavo González Urdaneta)


 

 

Emociones, virtudes y valores (I): Emociones primarias y secundarias

Gustavo González Urdaneta

Miami 10 julio 2025

 

 

Hay múltiples razones que nos motivan a escribir sobre algunos temas en particular. Entre ellos estan las emociones, virtudes y valores que son los pilares fundamentales en nuestro comportamiento cotidiano. Clarificarlos, entenderlos y dejarnos guiar por ellos con inteligencia, e incluso con valentía, orquestará nuestro bienestar e incluso nuestra felicidad. Es más, no nos equivocamos si señalamos que nos encontramos en un momento en el que es más importante que nunca cuidar de estos pilares básicos. Hablar de salud psicológica pasa también por atender este conjunto de constructos que son únicos en cada persona y que guían su comportamiento. Así, enfoques tan interesantes como la terapia de aceptación y compromiso nos recuerdan que es esencial tener presente nuestros valores en el horizonte porque nos dan significado, coherencia y un camino para guiar nuestras decisiones.

 

 

Las personas somos capaces de expresar multitud de emociones adaptadas a cualquier tipo de situación. Estas nos ayudan a mostrarles a los demás cómo nos sentimos y también nos ayudan a que identifiquemos los distintos tipos de situaciones, las valoremos y actuemos en consecuencia. Tanto las positivas como la alegría y las negativas como la tristeza o el enfado son esenciales para nosotros y forman parte de nuestra integración y supervivencia en el mundo. Diversos autores han estudiado las emociones y se ha llegado un consenso a la hora de clasificarlas en dos grupos: las emociones primarias y las emociones secundarias. Entender todo acerca las emociones es el primer paso para lograr una gran gestión emocional.

 

 

Las emociones primarias surgen como respuesta ante situaciones percibidas como injustas, amenazantes o frustrantes. Se caracterizan por una intensa sensación de rechazo o indignación, que puede manifestarse mediante palabras agresivas, actitudes hostiles o conductas violentas, según la intensidad de la emoción y las características de la persona que la experimenta. A nivel psicológico, generan irritabilidad, impulsividad y dificultad para pensar con claridad, lo que puede llevar a tomar decisiones apresuradas o a tener comportamientos agresivos. Por esta razón, suelen considerarse emociones negativas, vinculada a los impulsos más primitivos del ser humano.

 

Por ejemplo, la rabia cumple una función adaptativa que activa respuestas físicas en el cuerpo que preparan al organismo para enfrentar una amenaza. Entre ellas, se encuentran el aumento del ritmo cardíaco, la elevación de la presión arterial y la liberación de adrenalina, lo que dispone al cuerpo para una reacción de lucha o huida. La palabra “rabia” proviene del latín rabies, término que se usaba para designar una enfermedad viral que afecta a ciertos animales, como perros o murciélagos, y que se manifiesta mediante un comportamiento particularmente agresivo. Con el tiempo, comenzó a emplearse también en sentido figurado para describir estados intensos de enojo en las personas, como sinónimo de ira, furia, furor, irritación, odio, indignación, enfado, rencor, inquina, exasperación, hidrofobia y hasta bronca y culillo.

 

 

En los años 70, el psicólogo Paul Eckman identificó seis emociones básicas que, según él, se experimentan de forma universal en todas las culturas humanas. Estas son: la ira, el miedo, la alegría, la tristeza, el asco y la sorpresa. Cada una de ellas tiene una función, por lo que son necesarias. Estas son consideradas las emociones básicas del ser humano. Según Daniel Goleman, la inteligencia emocional es la capacidad de reconocer las emociones propias y ajenas, además de saber gestionar la respuesta que damos ante estas. Para ello, es fundamental que seamos capaces de que, de manera consciente, hagamos introspección. Mirar hacia dentro y ver cómo nos sentimos no es tarea fácil, pero sí necesaria. Si hablamos de reconocer las emociones de los demás, es necesario tener en cuenta el lenguaje corporal. Este hace referencia a muchos aspectos inconscientes de nuestra personalidad. Hay varias formas de clasificación de las emociones como positivas, neutras o negativas, primarias o secundarias, innatas y sociales.

 

Las emociones primarias o innatas aparecen desde el nacimiento y forman parte del proceso adaptativo de las personas. Se identifican gracias a las expresiones faciales que se pueden ver en los recién nacidos, como, por ejemplo, la sorpresa. La manifestación facial de la sorpresa es igual en todas las culturas, boca abierta en forma de “O”, ojos muy abiertos y cejas arqueadas. Las emociones innatas tienen alta carga genética, aunque se modelan con la experiencia y el aprendizaje con el paso del tiempo. Por ello, podemos decir que las emociones primarias son universales, dado que pueden ser reconocidas por diferentes personas de distintas culturas.

 

 

El problema no son las emociones en sí, sino la manera en cómo las gestionamos. En esencia, toda emoción constituye un impulso que nos moviliza a la acción. La propia raíz etimológica de la palabra da cuenta de ello, pues el latín "movere" significa moverse y el prefijo e denota un objetivo. La emoción significa "movimiento hacia". Un conocimiento práctico y real de las emociones implica permitir que las emociones nos afecten y entender cómo reaccionamos de forma espontánea a cada una de ellas. No podemos controlar una emoción, si para empezar no conocemos qué es en realidad ni sabemos su causa ni como nos afecta. Claramente las emociones primarias son básicas en los seres humanos y forman parte de los múltiples mecanismos de supervivencia que ha ido desarrollando nuestra especie con el pasar de los siglos, por lo que, el enfoque de “eliminarlas” completamente es incorrecto; más bien la clave está en “saber controlarlas”.

 

 

¿Cuáles son las causas y señales de nuestras emociones primarias? La respuesta varía de persona a persona y situación en situación, por lo que de manera general lo que podemos conversar es sobre las causas y consecuencias más comunes que se experimenta cuando las emociones primarias gobiernan en nosotros. La Ira es esa emoción primaria que sufrimos ante situaciones que solemos considerar injustas, que atentan contra la moral o la libertad, ante las cuales se nos acelera la frecuencia cardíaca, hiperventilamos, nos aumenta el flujo de sangre a las manos y predispone a nuestro organismo para la acción. Solemos asociarla con los términos furia, cólera, enojo, hostilidad, entre otros. El Miedo es la emoción innata más adaptativa que se activa al momento, ligada siempre al estímulo que la genera que promueven conductas frente a situaciones peligrosas, pero cuando persiste y es incontrolable, tiende a ser un problema. Algunas señales son la tensión muscular, dolor en la boca del estómago y, otra vez, el aumento de la frecuencia cardíaca.

 

 

La Tristeza se origina por situaciones relacionadas con separación física o psicológica, pérdida o fracaso, cuya intensidad o duración dependen de su origen y de las características personales. Algunas de las señales para identificarla son el nudo de la garganta, aislamiento y pesadez en el cuerpo. La Alegría es una emoción básica que se presenta cuándo algo te gusta o te hace sentir bien. Tiene, como función adaptativa, la repetición de las actividades o conductas que fomenten esta emoción. La Sorpresa se refiere a la reacción provocada por un acontecimiento inesperado, es breve, rápida y con posibilidad de transformarse en otra en cualquier momento. Nos ayuda a orientarnos en la nueva situación que se nos ha presentado. Y el Asco, es una respuesta de rechazo ante un estímulo externo o acontecimiento que nos resulte desagradable, nos aleja de situaciones dañinas o alimentos no salubres, es decir, del estímulo desencadenante. Se puede producir en modo de arcadas, arrugar la nariz o vómitos. La función de las emociones es precisamente protegernos, adaptarnos y favorecer nuestra interacción social.

 

 

¿Cuáles son las consecuencias de nuestras emociones primarias? La repuesta, igual que para las causas. varía de persona a persona y situación en situación, pero las más comunes suelen ser: el deterioro de las relaciones personales, la perdida de oportunidades, la perdida de proyectos  y relaciones personales, asi como del debilitamiento del sistema inmunológico o agraviamiento de enfermedades, e inestabilidad emocional y aumento de agresividad. El permanecer afectado continuamente por nuestras emociones viscerales nos aleja a las personas de nuestro entorno familiar y social; la pérdida de oportunidades puede originarse por tú  actitud altamente impulsiva y agresiva, que hace busquen a otro posible prospecto más estable. Una cosa es agravar conflictos a causa de la ira, y otra es perder completamente algo por consecuencia directa de nuestras emociones primarias. Para muchos, este es el desenlace más trágico y triste que alguien pudiera conseguir. Se ha demostrado en multitud de estudios que gracias al estrés y a las variadas sustancias que suelta nuestro cerebro al estar en un momento de emoción primaria, debilita a las personas, lo que hace que sus cuerpos no estén lo suficientemente fuertes como para resistir el ataque de una bacteria. Y por último esta la inestabilidad emocional y aumento de agresividad con gritos, golpes, amenazas y un desenfreno de furia que saca al sujeto de “sí mismo”

 

 

Existen igualmente las emociones secundarias que aparecen como consecuencia de la socialización tras las emociones básicas. Se nutren de las experiencias basándonos en lo aprendido a lo largo de la vida. La experimentación de estas emociones no tiene por qué darse en edades tardías. Se ha visto que los niños de 2 años ya experimentan emociones secundarias como la culpa o la vergüenza. No obstante, el reconocerlas de forma consciente si atañe a niños a partir de 5 años. Al igual que con las emociones primarias, nos encontramos cinco emociones «universales» secundarias: Vergüenza, culpa, orgullo, placer y celos.

 

 

La Vergüenza es el miedo al rechazo social, provoca sensaciones de malestar ante el juicio de los demás en el plano social. Esto hace que las personas hagan conductas de evitación de conductas o inhibición. La Culpa, esta emoción secundaria es la sensación de haber hecho algo que no deberíamos, se acompaña de pensamientos reflexivos y una evaluación continua del pre y el postdecisión. Puede ocurrir que, incluso, lleguemos a sentirnos merecedores de algún castigo. El Orgullo es una sensación adaptativa que aparece cuando nos sentimos realizados con lo que somos o hacemos, ayuda a la autoestima y la seguridad en uno mismo, pero, en exceso, puede llegar a ocasionar aislamiento social. El Placer, esta emoción secundaria consiste en la sensación producida cuando se cumple alguna necesidad. Si algo nos produce placer, nos motiva a seguir haciéndolo. Los Celos son un sentimiento ligado con la posesión de algo que consideramos propio, ocasiona la aparición de sentimientos de inseguridad y desconfianza en uno mismo y en los demás. 

 

 

Principales diferencias entre emociones primarias y secundarias: Como bien decíamos, las emociones secundarias resultan de la combinación de las primarias pero, además de ello, existen otras muchas diferencias entre las emociones primarias y secundarias. Las emociones primarias son innatas en el ser humano, es decir, las tenemos desde que nacemos y son iguales en todas las personas y forman parte de nuestra genética. Las secundarias se aprenden de las personas del entorno y de su cultura. Si nos damos cuenta, un bebé puede expresar si está feliz o triste, o incluso si tiene miedo o le da asco un alimento. Sin embargo, no tiene la capacidad de sentir vergüenza u orgullo.

 

 

Las emociones secundarias se aprenden con el tiempo y hasta los 2 o 3 años de edad no suelen empezar a expresarse. Aunque algunas sean universales, su expresión puede ser diferente en las distintas culturas, así como la forma en la que se perciben (si son positivas o negativas) e incluso en algunas culturas puede existir una emoción secundaria que en otras no. Por otra parte, las emociones primarias surgen con rapidez y se van con la misma rapidez, mientras que las secundarias pueden perdurar más en el tiempo. Las primarias surgen a raíz de un estímulo concreto, mientras que las secundarias, suelen producirse debido a determinados pensamientos que tenemos cada persona. Además, otra de las diferencias es su utilidad, es decir, mientras que las primarias tienen una función de supervivencia, las secundarias no tienen dicha función. En definitiva, las principales emociones primarias y secundarias son necesarias, adaptativas y nos ayudan en el día a día a: Reconocerlas, asimilarlas, gestionarlas y expresarlas, mejorando nuestro bienestar mental.

 

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