MI PRIMER HURACAN: IRMA Gustavo Gonzalez Urdaneta

MI PRIMER HURACAN: IRMA
Gustavo Gonzalez Urdaneta

Solo llevo 3 años y medio en Miami de forma que me considero un “Aprendiz” tanto de la política como de la  historia del país e “Inexperto” en materia de huracanes. Los 10 peores huracanes en Florida han ocurrido en un periodo de 89 años desde 1928 a 1992, sin incluir a Irma.
El único con Categoría 5 fue el huracán Andrew, agosto 24, 1992 que azotó las Bahamas, Homestead y la zona sur del condado  de Miami-Dade y la región sudoeste de Louisiana. Hubo 15 personas muertas, 90,000 refugiados y ocasionô $34,000 millones en daños. El que produjo más víctimas fue el Huracán de San Felipe-Okeechobee, septiembre 16, 1928 que tocó tierra cerca de Palm Beach y atravesó el Lago Okeechobee, donde las inundaciones destruyeron las tierras cultivables y viviendas aledañas con Categoría 4 y dejo 2,500 personas muertas y $321 millones en daños.  
Todos ellos ocurrieron entre agosto y octubre, que es la temporada oficial de huracanes en Florida, tal como el Irma que se convirtió en mi primera vivencia de huracanes. A principio de este septiembre empezaron las noticias acerca del progreso de Irma desde el Caribe hacia las costas de Florida y es increíble el boom noticiero que se origina. No hay canal de noticias que no tenga una cobertura continua del avance y los pronósticos que se formulan. Las estrellas, lógicamente, son el Weather Channel con el Centro Nacional de Huracanes. Funciona las 24 horas del dia y, aparte de cumplir con su razôn de ser, se les nota el protagonismo pues dudo que disfruten algo similar fuera de esta temporada. Es increíble que, aún bajo las circunstancias más fuertes de vientos y agua, continúen informando con sus sobretodos  y agarrados a los postes para que el viento nos los arrastre. Habîa momentos que ni se justificaba pero allí estaban informando minuto a minuto.
Por mi parte, eso fue uno de los aspectos que más me afectô. Durante 5 días  no tuve más nada que hacer que estar pendiente de las noticias por TV. Queda uno exhausto por la ansiedad que causa la incertidumbre de no saber por dónde pasarâ, ni cuándo ni que velocidad y oleaje de agua tendrá. Esa ansiedad agota, al menos la primera vez. Pero hay algunos detalles previos que vale la pena contar.
En la semana del  4 de septiembre empezamos a enterarnos de la categoría que le daban a las diferentes zonas del Miami-Dade County, de la A a la E de mayor a menor posibilidad de evacuación. El caso fue que Key Biscayne, naturalmente, era zona A y Brickell era zona B. A la hora de ordenar evacuación obligatoria son las dos primeras que las mandan a desalojar. Ante ese riesgo futuro, el A más que el B, fue que mi amigo Eduardo Peña, de KB, me sugirió porque no nos íbamos hacia Orlando. El dejaría su carro en mi edificio dado que empiezan a nivel de primer piso y no de calle y nos iríamos en mi camioneta que además se presta para llevarnos todo lo que pudiéramos necesitar para estar fuera unos días, sin saber cuántos. El alcalde de Miami-Dade, Carlos Giménez, anunció el martes que el condado comenzaría a evacuar a los residentes con necesidades especiales el miércoles y que podrían comenzar a evacuar a los residentes de las zonas A y B el jueves.
Definir la estrategia de evacuación es la primera sorpresa que me llevê. Si no la defines a tiempo no encontrarâs en donde quedarte ni pasajes aéreos si pretendes irte más allá del área de proyección del huracán. Este es otro punto a destacar de Irma. Resulta que tenía un ancho mayor que el Estado de Florida o sea que cubría todo su ancho en su desplazamiento desde Miami hasta su frontera norte. No habia forma de eludirlo. En nuestro caso, conseguimos hotel en Orlando pero solo a partir del viernes 8 y queríamos salir el jueves pues ya el viernes nos parecía muy tarde. Por más esfuerzos que hizo Eduardo, aun siendo propietario de ese centro vacacional, no era posible llegar el jueves pero eso lo vinimos a saber, con certeza, el mismo jueves. Diô la casualidad que otros amigos de Palm Air, Pompano también decidieron irse a Orlando y logrê reservar en su mismo hotel en Orlando para la noche del jueves. Esto fue bien incômodo pues como nos tomó 10 horas ir de Miami a Orlando, llegamos a medianoche y el hotel estaba medio escondido con mucha construcciones a su alrededor.
El viaje se merece unas líneas. Salimos como a las 2 pm, con lo cual esperábamos llegar en 5 horas, a más tardar. Nos tomó el doble. Aparte del volumen de carros, nos fuimos por la Turnpike, no me pregunten porque no elegimos la 95, y allí nos dimos cuenta, un poco tarde, que el tráfico, que en momentos no se movía, era producto de lo mal planificada que están ubicadas las estaciones de servicio. Se forma una tranca tipo embudo en la entrada de las mismas con un cono superior que ocupa todas las vías de la autopista excepto el hombrillo. Esto lo apreciamos tarde, pero a partir de allí nos mudamos para el hombrillo cada vez que nos aproximábamos a una estación de gasolina.
Tampoco entendíamos la falta de previsión de la mayoría de los carros al salir sin llenar el tanque. Tal vez también habia muchas colas en los sitios de dónde venían. Nosotros llegamos con el mismo tanque a Orlando e incluso nos quedaban como 4 galones. Esas trancas nos obligaron a no poder pararnos ni una vez para ir al baño. Lleguê haciendo piruetas al baño en Orlando. Se me olvidó mencionar que la primera hora de viaje fue a velocidad máxima pues no habia nada de tráfico. Las trancas empezaron como a la hora y media de haber salido. Asi y todo, nos tomó 10 horas. El GPS nos informaba continuamente de las trancas y nos proponía desviarnos pero nunca le hicimos caso. Tampoco veíamos ninguna salida para hacerlo. Hubo amigos que si le hicieron caso a sus GPS y tardaron mucho menos. Menos mal que llevábamos unos tostones y papitas para matar el hambre pues se nos olvidó hacer unos sanduches.
Sin contar la primera noche, el resto de los días fueron muy agradables pues el sitio al cual llegamos era excepcional. Un verdadero centro vacacional. Volviendo a los problemas iniciales de encontrar alojamiento, vale la pena mencionar algunos casos de amigos. A una pareja de amigos italianos que estaban pasando unos días en el Four Seasons de Brickell los mandaron a desalojar y tuvieron que regresar a Italia pues no consiguieron donde irse. Otra pareja de amigos, vecinos de Eduardo en KB, le anularon la reservación en el mismo Four Seasons y el vuelo a New York que tenían como plan B. Al final se fueron a Orlando y se quedaron con nosotros. Los amigos llegaron el mismo viernes en que nos mudamos al segundo hotel y tardaron la mitad del tiempo. Eso también ayudo la estadía pues siendo 4 los ratos de permanente ocio eran más entretenidos,  habia muchos chistes y más variedad de temas que hablar y teníamos cualquier cantidad de cosas para cocinar pues todos llevamos algo. También tomamos como cosacos.
Nos empezamos a preocupar por los carros, donde estacionarlos para mayor protección contra la fuerza de los vientos y el volumen de agua que pudiera llegar a los estacionamientos. Resultô que el punto más alto era donde estaba el restaurante The Grill del hotel pero quedaba retirado de la villa que nos tocó e incluso del centro de registro de huéspedes. Al final se acordó ponerlos cerca de la villa pero en un sitio más alto de la entrada a nuestra villa.
Dando vueltas por Orlando apreciamos la cantidad de casas y edificaciones que no aguantarían un huracán con las características que traía Irma. Muchos serían los techos que serían arrancados de cuajo, lucían pegados con ese pegamento Orangután que anuncian en la TV y prácticamente depositadas en el suelo, sin fundaciones. Creo que no iba a Orlando desde que con Claudia llevamos a Adriana a Disney World y eso debió ser hace más de 30 años. Mi hijo Gustavo Enrique aún se queja de que nunca lo llevê. Toda una gran ciudad. Ya anunciaban que todo estaría cerrado para el sábado así que los amigos apenas llegaron se fueron a unos outlets de compra, algo que no me despierta ninguna inquietud y aprovecharon para comprar algunas cosas para los desayunos.
Ocupémonos un rato del huracán Irma.
Fue muy pertinente nuestra decisión de irnos a Orlando antes de que nos mandaran a desalojar pues, al menos, 6,3 millones de personas recibieron la orden de evacuar sus viviendas en todo el estado. El presidente Trump declaró estado de catástrofe natural. Desde el viernes hasta el domingo nuestra mayor distracción fue monitorear el avance del huracán quien, por cierto, nos diô la impresión de que se paró a saludar a Raul Castro o estuvo tomándose un mojito en la Bodeguita de la Esquina, pues se tardó más de un dia en salir de la isla. Tampoco creo que pudiera hacer más daño que el ya causado por  el Castrocomunismo.

A partir de Cuba empezó a dar señales de desviarse un poco hacia el oeste pero las diferencias de los modelos de pronósticos nos mantuvieron en una angustia continua sobre su trayectoria e intensidad al nivel de Orlando y Tampa. De acuerdo a las noticias, resultaba más preciso el modelo del Reino Unido que el del Centro Nacional de Huracanes norteamericano. Vale la pena mencionar que si bien hay como 11 modelos operativos para la predicción de la trayectoria solo hay 5 para las predicciones de la intensidad y solo 2 dan pronósticos de ambas características: trayectoria e intensidad.  Las diferencias eran apreciables, casi un centenar de millas. La realidad es que ese fin de semana fue de una angustia continua reforzada por nuestra creencia de que el ventanal de la sala, que daba hacia una laguna interna de las villas, no tenía las características de los vidrios anti-impactos que tenemos en Miami. Y tampoco nos tranquilizaba que el hotel no tenía previsto ninguna evacuación pues casi nos garantizaba que no habría ningún problema ni por vientos ni por inundación. No les creíamos debido a las noticias del Weather Channel.

En su trayecto, el huracán Irma descargaba el domingo 10  su furia sobre Florida con violentas ráfagas e inundaciones, donde tres personas perdieron la vida y fue declarado el estado de catástrofe natural. El ojo de esta monstruosa tormenta, con vientos máximos sostenidos de 175 km/h, estaba a 10 km al norte de la ciudad de Naples, en el oeste del estado, alrededor de las 21H00 GMT, según el Centro Nacional de Huracanes estadounidense (NHC). Se dirigía al norte a gran velocidad (22km/h). Tal y como fue pronosticado, Irma impactó por la mañana en los Cayos (sur) como huracán de categoría 4 --en una escala de 5--. Por la tarde volvió a tocar tierra en Marco Island (oeste) como categoría 2.  A pesar de haberse degradado, las autoridades advirtieron que los vientos seguían siendo "peligrosos". Como ya citamos, unos 6,3 millones de personas recibieron la orden de evacuar sus viviendas en todo el estado. Cerca de dos millones de abonados estaban sin electricidad el domingo, según la compañía Florida Power and Light.

Las imágenes que recibíamos por TV de los Cayos mostraban los barcos literalmente destrozados, las palmeras en el suelo, las líneas eléctricas caídas y era absolutamente imposible estar afuera en esos momentos. Nadie puede soportar la intensidad de los vientos que anunciaban y que se veían en la pantalla. Como consecuencia del huracán, 12 personas resultaron muertas en la Florida y más de 40 heridas.

Miami fue azotada por intensos vientos y fuertes lluvias. Al menos dos grúas de construcción se derrumbaron el domingo. El distrito de Brickell, a orillas del mar, estaba parcialmente inundado por la marea que pasa sobre los diques y el muelle de madera prácticamente desapareció. La avenida Brickell parecía un rio con una altura que llegaba a la escalera de acceso del JW Marriot y los vientos doblaban los árboles. Las vías de Brickell se vieron invadidas por la corriente que corría por ellas e incluso llegaba a formar olas que golpeaban contra las veredas y paredes de los edificios de la zona, según registraron videos de cámaras de seguridad y de residentes que no evacuaron la zona, pese a las advertencias de las autoridades. El centro financiero de la ciudad fue uno de los primeros en sufrir las inundaciones. Un río de agua atravesaba sus calles, tal como sucedió en Key Biscayne, aunque con mayor violencia aún. Key Biscayne, sufrió la ferocidad del huracán Irma desde antes del mediodía. Las calles anegadas sólo eran recorridas con vehículos todoterreno que conseguían transitar, como lo mostrô un  video pero fue ordenada su evacuación desde el principio de las noticias sobre las predicciones de trayectoria e intensidad de Irma. Entiendo que los puentes de acceso fueron cerrados temporalmente para su inspección. No les pasô nada.

Después de tanta ansiedad, Irma vino pasando por Orlando la noche del domingo cuando ya estábamos cansados de esperar y en el quinto sueño, pero si oímos la intensidad del viento y la lluvia. Milagrosamente, nuestro hotel no sufrió ningún daño y en la mañana del lunes el suelo del estacionamiento no se veía ni húmedo. A los carros no les pasó nada aparte de lucir recién lavados.

A pesar de las noticias que se tenían de Brickell y Key Biscayne, los amigos quisieron regresar ese mismo dia a KB, lo cual hicieron y llegaron sin ningún contratiempo en 4 horas. Según nos contaron, habia varios edificios sin luz en KB pero no el de ellos. Eduardo y yo teníamos la reserva para salir el miêrcoles, ya pagada, así que no le vimos ninguna urgencia al regresar. El edificio de Eduardo no tenía electricidad por lo tanto no funcionaban ni los ascensores ni ningún aparato eléctrico de forma que era más conveniente esperar. En mi caso, al edificio en Brickell no le pasó absolutamente nada, en ningún momento se interrumpieron los servicios pero los accesos a través de Brickell podían estar comprometidos de forma que no habia ninguna razon para correr riesgos. Tampoco nadie nos esperaba a ninguno de los dos, así que aprovechamos para conocer las instalaciones del hotel. Eduardo regresaría en Octubre con la novia a un curso de golf así que aprovechô para hacer todas las reservas del caso. Hasta practicô un poco en el driving range del hotel. The Grill, el restaurante enfrente del campo de golf, muy agradable con un servicio de primera, muy buenas carnes y un bar muy bien surtido.

Siempre he tenido curiosidad de saber el porqué de los nombres de los huracanes  El caso es que los nombres de los huracanes pueden ser de hombre o mujer y no se refieren a nadie en particular pero hacen chistes de que predominan los nombres de mujer porque cuando pasan y se van, se lo llevan todo, te dejan sin nada. La verdad es que están en una lista y solo hay una razón por la que son descartados. Es probable que la decisión de adoptar también nombres de hombres en 1979 haya tenido que ver con que, un año antes, los meteorólogos de Asia decidieron hacer eso con los tifones (que son el equivalente de los huracanes pero en las costas de China y otros países de ese continente). Hoy el nombre de un huracán depende de una lista alfabética, que sigue un sistema que tiene previstos 126 nombres para seis años. O sea, 21 para cada año. Uno por casi todas las letras, pues se excluyen la Q, la U, la X, la Y y la Z porque por ellas comienzan pocos nombres.

Después de Irma, vinieron Josê y Katia que ya pasaron por la Florida, las Antillas Menores y México. Y ya se sabe que los próximos huracanes se llamarán Lee, Maria, Nate, Ophelia y Philippe. O sea un nombre de hombre, uno de mujer. El sistema determina además que cada seis años los nombres se repitan. Por eso, en principio podría haber varios Irmas, varios Joses y varios Katias. Sin embargo, cuando los huracanes son desastrosos, con varias víctimas mortales y regiones devastadas, sus nombres salen de las listas. Por eso, no habrá más Katrinas. Ni más Sandys, ni Ritas, ni Andrews. Ni probablemente más Irmas.

Nuestro regreso transcurrió sin mayor novedad, ya el tráfico fluía con cierta velocidad pero se formaban pequeñas colas en las entradas a las estaciones de gasolina. Como ya dije, la localización de las mismas y sus vías de acceso son pésima, al borde de la autopista lo cual las convierte en un cuello de botella pues no tienen capacidad para darle acceso a tantos vehículos como transitaban en esta ocasión. Algo que nos llamó la atención fue la cantidad de camiones de outsourcing de servicios de todo tipo y de todas partes del país. Hasta de California. Normalmente en estos estados de emergencia se origina una movilización nacional para corregir los daños causados. Habia muchos camiones con plantas de emergencia eléctricas y los camiones cestas que se usan para realizar reparaciones y cambios de equipos.

Las vías de acceso a mi edificio en Brickell estaban limpias  como si no hubiera pasado absolutamente nada. La vigilancia y el personal de seguridad y mantenimiento me confirmaron lo que ya sabía, no se habían afectado los servicios en ningún momento. El apartamento intacto. Pensé que me hubiera podido quedar y ahorrarme el viaje de 10 horas de ida y 5 de regreso pero, estando en un piso 24, es posible que se hubiera sentido fuertemente el movimiento natural por los vientos huracanados. Un amigo en Brickell Key que se quedó y estaba en un piso 16 me contaba que la lámpara del comedor se movía como un muñeco porfiado. En el mío pudo ser más grave y estando solo no me hubiera sentido muy seguro ni a gusto. Muy sabía la decisión de irnos. Después de las 15 horas en carro y una convivencia de 5 días, le dije a Eduardo que íbamos a tener que dejar de vernos un año para tener algo nuevo que contarnos. Ya será hasta el 2018, Dios mediante.

GEGU/20.9.17


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