Chile, sus narrativas en cinco décadas y el 18 de octubre 2019(Gustavo González Urdaneta)
Chile, sus narrativas en cinco décadas y el 18 de
octubre 2019
Gustavo Gonzalez Urdaneta
Miami, 4 noviembre 2019
Dadas las múltiples y variadas narrativas sobre los
acontecimientos actuales en Chile es necesario comprender, primero, la etapa
que involucró a Salvador Allende y Augusto Pinochet, conocer las causas y
consecuencias dentro de un contexto cónsono con la actualidad. Después de 46
años del 11 de septiembre de 1973 debe ser posible comprender y reflexionar
porque Allende y Pinochet, sus legados y sus pensamientos, a pesar de todo son
inseparables en la Historia de Chile, y aprender de los errores, dar vuelta la
página para entender y, posiblemente, tratar de explicar los sucesos recientes
y seguir avanzando en los desafíos que el siglo XXI le planteará a todos los
Chilenos para recuperar un país fraterno y reconciliado.
Una narrativa es un cuento; un cuento que relaciona
hechos y personajes en una misma trama, y que establece secuencias, relaciones
y causalidades entre todos ellos. Este es un dato fundamental de la narrativa;
la causalidad. La importancia de las narrativas es que ese es, por excelencia,
el lenguaje en que nos comunicamos y nos entendemos los seres humanos. Nos dan
la sensación de entender el mundo, de entender lo que ha pasado y de poder
predecir lo que va a pasar. Es una comprensión que adquirimos basada en la
narrativa que creemos y compartimos. Como cualquier cuento, las narrativas
pueden mutar, debilitarse, entrar socialmente en receso sin necesariamente
morir o desaparecer del todo, hasta que nuevos actores o eventos las traigan de
nuevo, tal vez modificadas en algún grado. Aquí analizaremos algunas de las
anteriores y a partir de los eventos del 18 de octubre en Chile.
Chile es un país profundamente dividido. Derecha e
Izquierda viven en pugna, estudiantes y gobierno hacen lo propio. Ni hablar de
una clase política que ya no puede venderle credibilidad a la ciudadanía. Muchos
todavía sostienen que la polarización del país está vinculada a los haceres de un
general político chileno, dictador de dicho país en el período comprendido
entre 1973 y 1990.
Narrativa Salvador Allende
La narrativa de Allende y la Unidad Popular era
transformar a Chile en un régimen socialista, siguiendo un curso distinto al de
otros países, al que se ha llamado «vía chilena al socialismo, con sabor a
empanadas y vino tinto». Esta narrativa al socialismo, por medios pacíficos y
democráticos, tuvo inicialmente el visto bueno de gran parte de la Democracia
Cristiana, que no solo apoyó la elección de Allende en el Congreso en 1970,
sino que también, en su anterior gobierno, ya había sentado las bases para
procesos de cambio históricos como la reforma agraria o la nacionalización del
cobre. El apoyo inicial a éste se fue perdiendo por el deterioro de la situación
económica, la impresión de dinero sin respaldo que produjo un incremento en la
inflación.
Desde que se iniciara el gobierno popular la oposición
orientó el cambio de la narrativa al desprestigio del gobierno, torpedeando
cualquier iniciativa gubernamental que afectara sus intereses, fomentaron y
sostuvieron el desabastecimiento, cerraron centenares de empresas, sacando sus
capitales a bancos en el extranjero. Paralelamente los grupos de choque volaban
instalaciones con explosivos y los más pudientes se quejaban del
desabastecimiento golpeando con fuerzas cacerolas nuevas adquiridas para la
ocasión. Cuando se pudo hacer compras en los almacenes, aparecieron en las
estanterías productos que habían estado desaparecidos por meses e incluso años ¿Quién los acaparó? y ¿Por qué?
Nadie recuerda los logros del periodo de Allende y
posiblemente los consideran negativos pero no son muy distintos a los
realizados en otros países. No se trata de defender a Allende pues mantengo la creencia
de que ‘con Allende y sin Pinochet, Chile hubiera sido la primera Venezuela
poscastrista’ y más cinco décadas después.
En Marzo de 1973 se plantea hacer un cambio en la
narrativa mediante la realización de elecciones parlamentarias en las cuales, los
adversarios políticos de Allende y de la Unidad Popular, a estas alturas
enemigos declarados de su gobierno, daban por hecho que contarían con los
parlamentarios suficientes para destituir al mandatario en el Congreso
Nacional. Contra todo pronóstico de la oposición, contra la desinformación, el
desabastecimiento, el terrorismo y la amenaza, la Unidad Popular obtuvo el 44%
de la votación en las elecciones parlamentarias del 4 Marzo de 1973. Desde ese
momento el golpe era cuestión de tiempo.
Aunque la opción golpista se vió frustrada el 29 de
junio de 1973, en el fallido intento de golpe de estado conocido como el
tanquetazo, fue claro para Salvador Allende que solo un contundente apoyo
popular daría viabilidad a su gobierno. Su idea de convocar a un plebiscito,
sin embargo, nunca llegó a efectuarse, pues el 11 de septiembre de ese año fue
derrocado por las fuerzas armadas encabezadas por el general en jefe del
ejército Augusto Pinochet, hecho que marcó el fin de la Unidad Popular.
Narrativa Augusto Pinochet
Parte importante de la sociedad chilena, de la mayoría
de los dirigentes políticos y sociales y a nivel global, instalaron la
narrativa del éxito económico en casi dos décadas de Dictadura. Por eso, en lo
fundamental se ha seguido con el modelo económico impuesto en tiempos de
Pinochet. Este éxito económico suele presentarse, erróneamente, en forma
independiente de la política y de los derechos humanos durante la Dictadura. En
https://ramm1943.blogspot.com/2019/01/dictaduras-latinoamericanas-ii-1959.html hablé sobre ese aspecto de la influencia de Pinochet
dentro de la región.
La narrativa inicial del éxito económico de la
dictadura de Pinochet fue de represión con las primeras medidas de congelación
de los salarios y la libertad de precios en el mercado de los bienes y
servicios unido a la represión general y en las fábricas. El terrorismo
político y económico de los cuatro meses finales de 1973 -a partir del Golpe de
estado del 11 de septiembre-, logró bajar la participación de los salarios en
el PIB desde 52% en 1972 a 37% en 1973.
Dentro de esa misma narrativa represiva, se cuenta el
hecho de que la Dictadura disminuyó drásticamente los subsidios y en los
primeros años aumentaron los impuestos indirectos- el Impuesto al Valor
Agregado, IVA-, que es un impuesto regresivo que afecta mucho más a los
trabajadores asalariados. Desde 1979 a 1989 la participación de los salarios en
el PIB continúa bajando, en tanto las ganancias aumentan. Al final de la
Dictadura, -1988 y 1989-, la participación de los salarios baja a 31% y 32%
respectivamente y las ganancias suben a 56%.
Este masivo robo de los empresarios a los
trabajadores, que se ha reflejado en tasas de ganancias elevadas, explica por
un lado el crecimiento económico y la opulencia de los ricos y la pobreza y
rebeldía que ha venido creciendo en la sociedad chilena. El crecimiento
empobrecedor explica que Chile figure en los informes internacionales como uno
de los países con las peores distribuciones del ingreso en América Latina y en
el mundo. Es indudable que cuando los trabajadores y las organizaciones
sociales y políticas tomaron conciencia a partir de 1990 de las magnitudes de
esta expropiación, no es de extrañar que los movimientos sociales y políticos
en franca rebeldía popular luchen de nuevo en Chile por grandes
transformaciones.
Narrativas de Aylwin a Piñera
La narrativa inicial de Patricio Aylwin (1990-1994)
fue democrática, de unir al país tras largos años de división; restablecer las
instituciones y la plena vigencia de los derechos humanos; impulsar el
crecimiento económico y la equidad social e integrar a Chile en el mundo. Si las
medidas de la Dictadura habían consolidado la estabilidad económica, implicaron
una fractura social, lo que condujo a Aylwin a incorporar la acción regulatoria
del Estado en áreas sociales. Estas reformas se denominaron "crecimiento
con equidad" y, al final de su periodo, gracias a las medidas tomadas en
inversión, políticas sociales, crecimiento y reactivación económica y la
reforma tributaria, se le dió continuidad al éxito del modelo económico
chileno.
Uno de los fracasos políticos de Aylwin fue su
intento, en agosto de 1993, de promover una ley que agilizara y solucionara
algunos de los problemas pendientes en el ámbito de los derechos humanos. Hubo
dos grupos que reaccionaron indignados. El ejército consideraba que habían
gestado una segunda independencia, liberando a Chile de las garras del
marxismo, y era injusto centrarse en aquello que en esos años se llamaba
pudorosamente “excesos”. Las asociaciones de familiares de detenidos
desaparecidos y de derechos humanos, por otro lado, vieron en la propuesta una
amnistía disfrazada. El secreto, se dijo, serviría para mantener la impunidad
de los criminales. Si era necesario, en el proceso de buscar la justicia, saber
el destino de los detenidos desaparecidos, está claro que la tarea no se logró.
El mandato presidencial de Eduardo Frei Ruiz-Tagle
(1994-2000) tuvo como narrativa la profundización del modelo de
regionalismo abierto y Chile logró ingresar como miembro asociado al Mercosur e
inició negociaciones para la firma de tratados de libre comercio con los
Estados Unidos y China, y economías como la de la Unión Europea (UE) y la de la
Asociación Europea de Libre Comercio (AELC).
Visto desde el punto estrictamente cuantitativo, el
Gobierno de Frei permitió la continuidad de la narrativa del éxito económico
del modelo chileno y expandir la economía, en particular en los cuatro primeros
años de su período, lapso en que el PIB avanzó a tasas promedio de 7,8 %. En
1998 esa situación cambió bruscamente, por cuanto el PIB creció solo un 3,23 y
la caída de las exportaciones como consecuencia de la Crisis Asiática, fue
acentuada por un fuerte proceso de ajuste interno, con altas tasas de interés.
A raíz de este episodio, la economía se contrajo un 0,76 % en 1999.
Un capítulo absolutamente aparte de su Gobierno
requiere el arresto del general Augusto Pinochet en el Reino Unido el 16 de
octubre de 1998. Ese día, el hasta marzo comandante en Jefe del Ejército y a la
sazón senador vitalicio, fue retenido en una clínica londinense por orden del
juez español Baltasar Garzón quien lo perseguía por las muertes de ciudadanos
españoles ocurridas en Chile durante la dictadura.
La narrativa de Ricardo Lagos (2000-2006) fue
la concertación de partidos por la democracia dado su carácter protagónico en
ésta. Como miembro fundador del Partido por la Democracia, Lagos fue una de las
principales figuras opositoras a la dictadura militar de Augusto Pinochet.
Dentro de esa narrativa su mandato presidencial
comenzó con grandes problemas por los efectos económicos de la crisis asiática
y diversos problemas de corrupción. Sin embargo, en la segunda mitad de su
mandato, el crecimiento económico se logró aunado a la firma de tratados de
libre comercio con Estados Unidos, China y la Unión Europea, entre otros, Lagos
que asumió con déficit fiscal, terminó con aumentos del PIB en torno al 6%. De
hecho, Lagos asumió con las arcas públicas con un déficit fiscal equivalente a
0,76% del PIB, que logró revertir en su primer año.
La administración de Lagos estuvo marcada por un
trascendental período de alza en el precio del principal producto de
exportación chileno: el cobre. Ello no sólo elevó las utilidades de las
empresas, sino que también influyó de forma importante en darle continuidad al
éxito del modelo económico chileno.
El primer gobierno de la presidente Michelle
Bachelet (2006-2010) fue la primera mujer en alcanzar la presidencia del
país. La narrativa inicial de Bachelet fue por una patria más justa, más
humana, más solidaria, más igualitaria. El inicio del gobierno de Bachelet
empezó con gran apoyo de la ciudadanía, superior al 60 % de acuerdo con algunos
estudios de opinión. Su periodo de gobierno se caracterizó por una onda
sinusoidal de picos y valles, con un mínimo de 39.1% en agosto 2007 y un
histórico 81% en enero 2010.
Durante los primeros meses de su gestión, el gobierno
de Bachelet se concentró en dar cumplimiento a las "36 medidas para los
primeros 100 días" que había prometido durante su campaña pero para fines
de mayo, ya el gobierno comienza a tener problemas y a enfrentar numerosas
críticas. El mayor problema se originó con la serie de protestas estudiantiles
que comenzaron a producirse a inicios del mismo mes en algunos liceos de
Santiago exigiendo reformas a la Educación chilena que el gobierno ignoró y con
el correr de los días, los paros indefinidos y las tomas de los
establecimientos se extendieron al resto del país.
Tuvo sus bajones al principio por el plan del
Transantiago (el Metro) pero en octubre 2009 alcanzó un 80% de aprobación. En
abril de 2010 se entregan los resultados del Estudio de Opinión Pública de
Ipsos, que arrojó un 88,5 % de aprobación para la labor que Michelle Bachelet
realizó como presidenta de Chile, siendo esta cifra la más alta registrada por
un Jefe de Estado en el país al momento de dejar el cargo.
La agenda del primer gobierno de Sebastián Pinera
(2010-2014) se basó en una narrativa con tendencia a abordar la cuestión de
la competitividad, la inversión y el trabajo, para lo cual contempló una lista
de 100 medidas. Dentro de las reformas para facilitar los negocios sobresalió
la Ley de Empresas En Un Día, que llevó a Chile al puesto 37 a nivel mundial en
el índice de facilidad para hacer negocios al finalizar el gobierno.
Su pico de 63 % de aprobación se produjo en el mes de
octubre, producto del rescate de los mineros atrapados por el derrumbe de la
mina San José alcanzando un mínimo histórico de 25 % de aprobación en agosto de
2011, marcado por la movilización estudiantil en Chile de 2011 y el alza del
precio del gas natural, Finalmente su aprobación al término de su mandato llegó
al 50 %, en tanto que su desaprobación bajó al 36 %.
Durante el gobierno de Sebastián Piñera el país creció
a un ritmo del 5,3 % anual, versus el 3,3 % anual durante el primer gobierno de
Michelle Bachelet. A su vez, se redujo la tasa de desempleo, de un 8,1 %
durante el período 2006-2009, a un 6,9 y la inflación pasó de 4,5 % durante el
período 2006-2009 a un 2,4 % manteniendo la continuidad de la narrativa del
éxito del modelo económico chileno.
El inicio del segundo gobierno de Michelle Bachelet
(2014-2018) tuvo una aprobación de 54% con una narrativa progresista y
reformulista que prometía un "Chile para todos". "Tenemos que
llevar a cabo reformas más profundas si de verdad queremos derrotar la
desigualdad en nuestro país", dijo en su campaña presidencial. Su gobierno
concentró su narrativa en tres ejes: impuestos, educación y Constitución. Y de
alguna manera, en los tres ámbitos Bachelet logró cambios significativos,
aunque ninguno de ellos está libre de sombras.
Sin embargo, a comparación del gobierno anterior de
Piñera, donde el país creció al 5,3% promedio anual, este segundo gobierno de
Bachelet tuvo un mal desempeño económico: crecimientos económicos del orden de
1-2% en el periodo 2014-2017. Principalmente se debe a la falta de un marco de
estabilidad adecuado proeconomía, debido al interés reformulista y poco
acogedor del gobierno, la que habría afectado sensiblemente a la inversión
extranjera directa que registró una caída del 40% de 2016 a 2017, durante el
último año de administración. De hecho, la mandataria terminó su segundo
mandato con una aprobación de poco más del 40%, mucho menor que la que obtuvo
en su primer gobierno que finalizó con cerca de un 80% de
opiniones favorables.
Sus críticos, en todo caso, aseguran que se fue tras
cuatro años de escándalos de corrupción, improvisación y desaceleración
económica. Más allá de esas cifras y críticas, pocos disputan que el segundo
mandato de Bachelet ha sido el más transformador en la historia reciente de
Chile, por sus reformas a un modelo de país que seguía arrastrando la herencia
del régimen militar de los años 80.
Algunos creemos que los gobiernos que sucedieron al
régimen militar de Augusto Pinochet no fueron muy diferentes entre ellos ni
hicieron los cambios que exigía un país que buscaba superar el autoritarismo
del pasado.
A su primer año de gestión, el segundo gobierno de Sebastián
Piñera (2018-presente) se anotó un aumento sobresaliente del crecimiento
económico, al llegar este al 4 %; el cual fue el mayor ritmo de crecimiento
económico en los últimos cinco años, es decir, desde el término de su primer
mandato, donde había logrado, igualmente, un 4 de crecimiento en 2013. Estas
cifras situaron 2018 muy por encima del 1,7% promedio anual obtenido por la
gestión del segundo período de Michelle Bachelet, entre 2014 y 2017. Una de las razones del crecimiento se halla
en el aumento de la inversión.
En abril de 2018 el nivel de aprobación del mandatario
llegó a 58 % y tras la presentación de la nueva política migratoria, llegó a un
60 % y finalizó 2018 con un 37 % de aprobación. En octubre de 2019, en medio de
las protestas que se desarrollaron en el país, Piñera alcanzó el porcentaje de
aprobación más bajo de un presidente desde el retorno a la democracia. Su nivel
de aprobación llegó a 14 %, mientras que su desaprobación a 78 %. Aquí nos
encontramos.
¿Qué pasó el 18 de octubre de 2019?
Todo se inicia con una protesta de colegiales ante el
alza de 30 pesos (0,037 euros) del Metro pero pareciera que las demandas
apuntan a reformas estructurales de uno de los modelos económicos más liberales
del mundo, herencia de la dictadura. No hay duda, por las narrativas
anteriores, de que el modelo económico trajo resultados macroeconómicos
ejemplares pero es palpable que el crecimiento económico no es panacea
para las desigualdades sociales. La brecha entre ricos y pobres ha disminuido, pero
solo marginalmente.
Aparentemente está en el ADN de la izquierda protestar
por cualquier alza de tarifas sin importar la realidad socio-económica del país
que se trate como se ha visto, recientemente, en Chile y Ecuador. Un poco lo anterior se basa en que han sonado
muchos gritos de “Chile despertó” pero son pocos los analistas que se
preocuparon por los números y los mismos tampoco justifican los hechos. Por
ejemplo, Chile es el único país sudamericano en el cual los precios básicos de
los servicios públicos y la canasta básica han tenido incrementos menores,
desde el 2007, que el aumento del salario mínimo. Hoy, el salario mínimo de
Chile es de $408 mensuales, comparados con los $7 mensuales de Venezuela.
El costo de vida en Chile sigue siendo caro con
respecto a los sueldos, eso es verdad casi en los últimos 40 años y, aunque la
desigualdad es de las más altas, nunca en la historia de Chile hubo un menor
porcentaje de pobreza (10%) y Chile está en el promedio de la región en índice
de distribución de riqueza, pero es el país más desigual de los miembros de la
OCDE.
Coincido con muchos que la mayoría de las protestas
callejeras son jóvenes de izquierda, nacidos después de la dictadura que
reclaman mejores servicios y a menores costos, sin endeudarse por la educación,
por la salud y por el transporte; sin descartar tribus y colectivos urbanos en
medio de una minoría de grupos radicalizados y la dura respuesta de una policía
militarizada, también herencia de la dictadura.
De acuerdo con las narrativas revisadas los políticos
no han entendido el problema de la desigualdad y llevan años de espaldas a los
problemas reales del país. En honor a la verdad, los sucesos del 18 de octubre
es una revuelta producto de una creciente clase media que exige beneficiarse
más del éxito económico de su país. Reflejan una crisis de expectativas
incumplidas.
En Chile, la relación gobierno-sociedad no está
funcionando de manera coherente. Hay crisis de gobernanza. Y la seguirá
habiendo mientras los políticos sigan anclados en los viejos e inútiles
paradigmas. Son reacios al cambio. Chile necesita nuevas reglas para sostener
la democracia.
Difícil la situación en Chile y penoso para un país
que ha sido y es ejemplo en muchísimos aspectos para Latinoamérica, Se debe
aprovechar lo que les pasa para sacar lecciones aprendidas. No se debe
descartar que Chile se recupere pronto y que se convierta en un modelo aún más
exitoso para el resto de América Latina.
Muchas gracias Gustavo por la narrativa que nos ofreces de un proceso visto tal vez con cristales coloreados ideologicamente. Has presentado un resumen objetivo que nos ilustra y concluyes con la esperanza de un pais exitoso y modelo para nuestra castigada latinoamerica. Ojala otros paises aprendan de las visicitudes chilenas, donde, como ocurre casi siempre, el ciudadano de a pie termina pagando la ceguera e irresponsabilidad de las clases dirigentes sin distingos politicos simplistas. Creo firmemente que la desigualdad social tan extendida en nuestro continente es caldo de cultivo para los mesias de turno. Desconocer esta realidad es condenarnos a repetir los mismos ciclos pendulares. Y como siempre te digo, Escribe, que algo queda. Y tu lo haces muy bien.
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