El Ser y el Hacer: Profesión, oficio y hobby (Gustavo Gonzalez Urdaneta)
El Ser y el Hacer: Profesión, oficio y hobby
Gustavo Gonzalez Urdaneta
Miami, 12 noviembre2019
En el juego de
la vida, de la infancia a la madurez, debemos lograr pasar de estar dispersos a
estar enfocados, y de estar enfocados a vivir en equilibrio y por último, de
vivir en balance a vivir plenos, siendo felices y dejando huella con nuestro Ser
y Hacer. Por ello es por lo que se considera sano definir y tener un conjunto
específico de actividades encaminadas a darle una trayectoria y sentido a
nuestra vida. Se trata de llenar nuestra fuente física, mental y espiritual.
Todo eso deberíamos irlo aprendiendo a medida que crecemos en esas tres
dimensiones. No es lo mismo vocación que profesión ni oficio; ni intereses, que
gustos y preferencias. Aunque idealmente debieran estar alineados, no siempre
es así.
Desde que
nacemos, hasta la mayoría de edad, solemos depender en nuestro ‘Ser y Hacer’ de
la educación y el entorno familiar y escolar, en gran parte. Desde la religión
que profesamos, el colegio al que asistimos, los amigos del colegio y de la
familia, las profesiones que elegimos y, a veces, hasta la novia que elegimos y
la mujer con que nos casaríamos. No se trata de un norte reclíneo e impuesto
pero si hay mucha incumbencia de nuestro entorno familiar y social en ello. No es
que sea dañino, ni pretendo generalizar, pero suele privar más el hacer que el
ser.
El ‘modo hacer’
se distingue porque no para nunca. Te das cuenta cuando entras en piloto
automático funcionando con actos que te alejan y te desconectan de tus propias
necesidades y deseos. El ‘modo hacer’ busca reconocimiento por sus acciones. El
‘modo ser’, pasa por escuchar lo que necesitas a nivel físico, emocional y
mental. Tiene que ver con hacer caso a tu cuerpo, tus emociones y pensamientos.
Cuando nos conectamos desde el ser, damos espacio a entrar en contacto con
nuestro corazón. En la construcción de ese camino personal solemos, por
ejemplo, practicar los deportes del colegio, identificarnos con lo(s) que vamos
interactuando en ambos entornos, desarrollando las habilidades de lo que
creemos que somos buenos y hasta conque nos entretenemos. Nos vamos
desarrollando en base a lo que decidimos, a lo que hacemos o dejamos de hacer.
Es común desarrollar destrezas particulares con las
cosas que nos van regalando hasta que empezamos a decidir en nuestras compras.
Todos aprendemos a reparar una bicicleta, una moto, un carro, a construir un
papagayo, hacer maquetas, a jugar cartas, dominó, ajedrez, leer, oír música,
tener una mascota y a coleccionar cosas. Seguramente algunos siempre pensaron
en ser ricos como si fuera una profesión. El caso es que, sin darnos cuenta, vamos
delineando lo que al final es la ruta del árbol de la vida, el equilibrio de
nuestra vida o la autorrealización de Maslow. Eso suele suceder cuando
aprendemos a cuidar las tres dimensiones del ser humano: cuerpo, espíritu y
mente.
En cierta forma
desde niños, hasta bien entrada la madurez, tenemos tendencia a ir con el
piloto automático encendido y con las prisas como si fuera la ropa que nos
ponemos al levantarnos por la mañana. En esa manera de funcionar más automática
y alejada de la escucha interior, entran en conflicto el hacer y el ser. ¿Cuál
es la prisa? Una vez nos inscriben en primaria solemos no descansar hasta
realizar especializaciones, maestrías y doctorados. En eso se nos van un poco
de años y en ese trayecto hasta nos casamos y empezamos la familia. Cuando te
das cuenta ya estás en los treinta años. Por ejemplo, cuando terminé ingeniería
trabajé siete años hasta que pensé que necesitaba un posgrado en el área
gerencial y lo hice mientras seguía trabajando, pero, llegó un momento en que
no entendía muchos de los artículos técnicos que me llegaban. Así que aplique
al doctorado. Una vez decidido y admitido, me di cuenta de que la universidad
de Londres no me daría el grado de doctor hasta que cumpliera tres años en ese
menester, como mínimo. Así terminara la tesis mucho antes. Y así fue y, por eso,
el tercer año lo tomé con más calma a disfrutar de Europa con mi esposa e hija
y a revisar la tesis.
Mientras se nos
enseña y aprendemos a ser productivos y a estar ocupados, nos distanciamos de
nuestros verdaderos deseos y necesidades. Esto genera que nos creamos una falsa
máscara que define quienes somos desde lo que hacemos o dejamos de hacer. Puede
ser que en la infancia, fuera la voz de nuestros padres la que nos invitaba a
“hacer”, pero cuando somos adultos responsables y autónomos somos quienes nos
exigimos hacer más para parecer alguien. Como dice Soren Kierkegaard «Nuestra
vida expresa el resultado de nuestros pensamientos dominantes».
Por ejemplo, se suele pensar que ‘después del grado
haré un posgrado y así seré mejor profesional’. Quizá tendrás más conocimientos
pero no serás mejor profesional ni persona por hacer o tener más. Es por eso por
lo que el «modo hacer» tiene trampa, pues nunca termina. El hecho de centrarnos
en lo superficial y en lo material nos distancia de lo importante y sobre todo
de lo que está en nuestras manos, como es nuestro desarrollo personal y
emocional. Además, las acciones son infinitas y nunca serán suficientes para
uno, porque la diferencia está en el Ser, no en el Hacer.
En términos
generales en una profesión se integran de manera más o menos armónica
los intereses y las aptitudes personales. En particular, tiene relacion con el
‘hacer y el saber hacer’, en una actividad que ha supuesto un período de
capacitación en un centro de estudios especializados. Se expresa en un título
profesional y en varios casos en un grado académico. Aborda un aspecto dentro
de la totalidad de las dimensiones constitutivas de la persona. En mi infancia,
las profesiones más comunes entre nosotros mismos eran bombero, deportista,
policía y, después en la pubertad, abogados, ingenieros y médicos, y les
seguían, arquitectura y economía. Al respecto les cuento dos anécdotas
particulares de mi entorno escolar y familiar.
Cuando cursaba
bachillerato con los Jesuitas, había materias a las que le dedicaba más tiempo
como eran Biología y las Químicas, porque me daba ‘pánico’ que me rasparan y
tuviera que pasar todas las vacaciones estudiando para reparación. Eso me aportó
el beneficio de que nunca tuve problemas con ellas. Una vez, en clase de
biología, nuestro querido Dr. Raphael Bredy, pidió que alzaran la mano los que
pensaban estudiar Medicina y expresó públicamente su sorpresa al no levantar mi
mano. No pude decirle la verdad sino, simplemente, que estudiaría ingeniería.
Cuando me gradué
de bachiller en ciencias, vino la inscripción en la universidad y allí hubo
otros sorprendidos. Mis padres, quienes, muy acertadamente, eligieron a los
jesuitas para mi formación escolar, pusieron los ojos en blanco cuando les
manifesté que quería seguir mis estudios de ingeniería en la UCV. Después de
primaria y bachillerato les parecía lo más lógico y natural que continuara en
la UCAB. La verdad es quería compartir un ambiente universitario y no la
continuidad del régimen colegial jesuita. Mi principal excusa era que eléctrica
no la había en la Católica y mi padre insistió pues sabía que los dos primeros
años eran comunes a todas las ingenierías. Y eso, a mis 17 años, tuvo cierto
peso en mi para insistir en eléctrica, aparte del desajuste emocional que me
imaginaba iba a tener pidiendo transferencia a la UCV, después de estar dos
años en la UCAB con mis amigos de toda la vida.
Hoy en día, si
miramos retrospectivamente nos daremos cuenta de que difícilmente somos las
mismas personas; claramente hemos experimentado -y seguiremos experimentando-
cambios en nuestros valores, creencias, hábitos, preferencias, gustos y/o en
los vínculos que establecemos con las personas o las cosas; y apenas notamos
estas variaciones por el simple hecho de que pasan “invisibles” ante nuestro
nivel de consciencia. Pensemos hoy hacia el futuro de nuestros nietos.
Hace unos años
los niños soñaban con ser astronautas, futbolistas, policías… Pero ahora todo
ha cambiado. Las ambiciones profesionales son cada vez más marcadas por las
pantallas, ya sean del televisor o de Internet; un cambio en gran parte debido
a los nuevos métodos de comunicación y al aumento en juegos de consola u
on-line. Si bien esta cultura centrada en la “notoriedad” traída por YouTube
constituye un problema o al menos un fenómeno en el que hay que pensar, es
necesario reconocer que estas nuevas tipologías de trabajo existen y son cada
vez más frecuentes.
Hoy en día, mis
queridos amigos, nuestros nietos pueden tener una visión muy diferente en
cuanto a esta triada: profesión, oficio y hobbie. De acuerdo con un estudio en
niños españoles, estos acceden a internet a los 7 años, y a los 8 ya tienen
móvil; el 64 por ciento de los niños entre 2 y 8 años tiene su propia ‘Tablet’
o 'Smartphone', de los cuales el 52 por ciento lo utiliza a diario. El 43 por
ciento hace uso de ello durante 6 horas a la semana, y el 32 por ciento entre 4
y 6 horas semanales. En cuanto a los contenidos, el 29 por ciento de padres
afirma que YouTube es la actividad principal de sus hijos cuando se conectan a
Internet, seguido de las películas y los dibujos animados con un 23 por ciento,
las aplicaciones educativas con un 21 por ciento, los videojuegos también con
un 21 por ciento, y las redes sociales con un 6 por ciento. Ustedes, abuelos, averigüen
con sus nietos para ver en qué y cómo usan su tiempo y ver si pueden ayudarlos.
Les cuento. La
profesión de ‘youtuber’ o ‘influencer’ se ha colado entre las cinco preferidas
para los niños españoles de entre 2 y 8 años, según una encuesta realizada por
Lingokids, una plataforma digital especializada en el aprendizaje del inglés.
El 16 por ciento de ellos escoge esta opción, que por primera vez aparece entre
las preferencias de los más pequeños aunque, eso sí, lo hace en quinto
lugar. Por delante se encuentran aún
otras ocupaciones que tradicionalmente han llamado la atención de los niños,
como deportista, que escogen un 26 por ciento, médico, un 22, o las actividades
artísticas por las que se decanta un 18 por ciento. Me luce que puede haber
cierta relacion entre profesión, notoriedad e ingresos, en esas preferencias.
Lo sorprendente
es que esta tendencia es la misma que describen encuestas similares hechas
analizando los deseos de los niños de otros países cercanos. Aunque con
pequeñas diferencias, la distribución de los porcentajes es prácticamente
igual.
El estudio más
completo se ha llevado a cabo en el Reino Unido, promovido por el University
College de Londres. La investigación analizó las respuestas de más de 13.000
niños británicos de entre siete y once años a quienes se les había preguntado
acerca de sus aspiraciones profesionales. En cuarto lugar, los niños indicaron
desear tener una carrera profesional vinculada a “redes sociales y videojuegos
“. Otras profesiones que hasta hace pocos años encabezaban este especial
ranking han quedado relegadas a puestos minoritarios. El sueño de convertirse
en cantante o músico en el noveno lugar, mientras que el ser actor alcanza solo
la decimotercera posición. Pero en realidad las profesiones de nuestros nietos
tienen que responder a las ofertas de empleo a futuro acorde con el desarrollo
de la tecnología, digamos, en quince años, así que mejor conversar con ellos
antes, por precaución.
Por eso, les
sigo contando. Un informe de Thomas Frey, máximo responsable del DaVinci
Institute y 'oráculo' de Google, advierte que miles de empleos
"convencionales" hasta la fecha desaparecerán en 2030. Frey se suma a
las predicciones de especialistas "de vanguardia" como Bill Gates,
que en un artículo en The Economist ha afirmado que "al menos una docena
de tipos de trabajo serán asumidas por los robots y la automatización en las
próximas dos décadas".
Ante este
escenario, la pregunta lógica es ¿Van a quedarse sin trabajo la próxima
generación, nuestros nietos? Por supuesto que no. Pero la clave radica en que
nuestros nietos, deberán tener trabajos remunerados que coincidan con las
labores que habrá que ‘hacer’, con el desarrollo de las habilidades necesarias
para los trabajos con la tecnología del futuro y poderlo ‘hacer bien’ sin
perder el ‘ser”, su equilibrio físico, mental y emocional.
Aunque algunas
suenen a ciencia ficción, el informe de Frey ha clasificado las profesiones del
futuro en 16 áreas y los empleos más sorprendentes, para profesiones que aún no
existen, van desde optimizadores en el tráfico de drones, banqueros, abogados y
reguladores de criptomonedas, arquitectos e ingenieros de tráfico automatizado,
científicos de ADN, gastrónomos moleculares, diseñadores de sistema de energía
en el espacio hasta cirujanos de la amnesia (médicos que serán expertos en la
eliminación de malos recuerdos o comportamiento destructivo).
Los oficios,
por su parte, hacen referencia al desempeño de una actividad complementaria que
puede no ser remunerada y ser resultado de una adquisición por gusto
particular, experiencia práctica, por tradición familiar e incluso, por
circunstancias fortuitas de la existencia. No es requisito indispensable
disponer de una capacitación teórica rigurosa pero suele ser fiel reflejo de
las propias capacidades e intereses. En su mayoría requieren cierta habilidad
manual.
En general los
oficios han ido avanzando con la tecnología pero no han variado tanto a lo
largo de la historia. Desde la época de El Quijote, además de los oficios,
servicios, trabajos y actividades más conocidos y tradicionales relacionados
con la Iglesia-la Santa Hermandad incluida- el ejército, la política o la
justicia (curas, capitanes, soldados, jueces, escribanos…) a lo largo de toda
la obra se mencionan o aluden con distinta precisión y descripción -normalmente
traídos solo a colación en el contexto del relato- muchos de los que aún
permanecen.
El oficio suele
ser una actividad que requiere el dominio de una habilidad específica y por eso
se lo asocia con actividades físicas (artesanía, carpintería, mecánica), pero
existen oficios que no implican un trabajo físico (consultoría, dibujo, peluquería).
Un oficio no requiere necesariamente estudios formales, ya que su aprendizaje
se da en la práctica. La única forma de que aprendas un oficio es haciéndolo.
No importa cuánta teoría estudies sobre cómo cocinar, si no practicas no vas a
dominar esa habilidad. Sin embargo, algunos necesitan una licencia para poder
ejercerlo, como por ejemplo, un notario.
Algunos oficios se
originan con el tiempo, a medida que se adquiere mayor formación y experiencia,
se convierten en una nueva dedicación. Por ejemplo, no hay una profesión que
habilite a alguien para ser consultor sino que se deriva del conocimiento que
se adquiere en la práctica y ejercicio profesional. En la práctica, casi todos
los profesionales retirados terminan como consultores de oficio en sus círculos
familiares, amistades o como oficio remunerado. Nunca tuve ningun oficio
permanente hasta que ingresé al campo gerencial y terminé en consultor, pero sí,
múltiples hobbies.
Los hobbies
suelen ser un pasatiempo o actividad lúdico-recreativa que expresa intereses,
habilidades y gustos personales. A diferencia de la profesión y el oficio, ésta
necesidad no designa explícitamente una relación con una actividad laboral
remunerada. Por lo general, más bien, denota un pasatiempo que se desarrolla en
amplios márgenes de gratuidad. Sin embargo, externamente, no significa que se
realice en forma sistemática e informal. Muchas veces, tanto los oficios como
los hobbies ocupan tiempo y recursos significativos de las personas que los
desarrollan. Existen hobbies, como los deportes, que llegan al nivel
profesional, al igual que muchos oficios terminan convirtiéndose en segundas
profesiones y ambos llegan a representar aportes significativos en los ingresos
personales o familiares.
Aquí les tengo
otra anécdota familiar. Mi papá como administrador, adquirió experiencia en
todos los trabajos que desempeñó en diferentes áreas y se le convirtió en
oficio, la gerencia empresarial; pero le dió por adoptar la carpintería como
hobby. Eso me ensenó que hay hobbies caros y equivocados. Jamás vi una silla ni
una mesa hecha por él pero tenía el garaje convertido en carpintería y con
todas las herramientas soñadas por un carpintero profesional.
No toda vocación
debe transformarse en profesión u oficio, sino que puede canalizarse como una
afición (hobby) si encuentras satisfacción en su realización,
independientemente de lo que obtengas a cambio.
En realidad vamos incorporando un poco de todo. Una misma actividad
puede ser una profesión o una afición, por ejemplo jugar al futbol. Lo que
diferencia de un amateur a un profesional es que su motivación es el amor o la
pasión por una cierta actividad y no el fin de ganar dinero por realizarla,
aunque se ame aquello por lo cual le pagan. Sin embargo, un amateur puede ser
tan hábil como un profesional. Toda profesión tiene algo de oficio, en tanto
ejercer esa profesión implica un aprender en la práctica. Todo oficio puede ser
realizado de una manera profesional, si se lo realiza con calidad. Todo oficio
puede ser una afición si nos entretiene y divierte.
¿Cuál es la necesidad
de tener una profesión, un oficio y una afición (hobby)?
De acuerdo con
los especialistas en coaching, la felicidad y plenitud se pueden encontrar al
satisfacer seis necesidades, estas se encuentran en el núcleo de la psicología
humana. Todos los seres humanos buscamos satisfacer estas necesidades, lo que
hacemos, lo que cambiamos, la fuerza detrás de cada acción o comportamiento
está motivado por intentar llenar estas necesidades: certidumbre y comodidad,
variedad, significado, conexión y realización, crecer y contribuir.
La necesidad de certidumbre
y comodidad, esa ilusión de controlar nuestro entorno familiar y social nos
lleva a elegir una profesión que en cierta forma es un mecanismo de
sobrevivencia y cubierta esta necesidad viene nuestra tolerancia al riesgo. El
logro de este alto nivel de certidumbre y comodidad vuelve a veces rutinario
y/o aburrida la vida profesional. Debe tratarse de evitarlo. Por eso
necesitamos una dosis de variedad y comenzamos a buscar cambio de
rutinas (oficios), una dosis de distracciones (hobbies), de sana incertidumbre.
En esa búsqueda de oficios y hobbies, existen vehículos para satisfacer
nuestras necesidades, algunos son buenos vehículos, pero otros son vehículos
que aportan satisfacción efímera que no es profunda ni duradera pues lo
importante es encontrar significado en ellas, que sean durables y que te
den certidumbre y que satisfagan la necesidad natural de conexión y relacion
del ser humano. Ahora bien, la vida no se trata de ti. Todo un cliché pero es
verdad. La vida se trata de NOSOTROS, de los demás, de dar y contribuir. La vida se trata de crear significado. Esta
es solo una apreciación particular, y hay una gran variedad a elegir en esa
triada de profesión-oficio-afición; así que cada uno puede escribir la suya.
Hoy en día, me preocupan los niños pues la tecnología
les tiene absorbida la mente y el concepto de familia se está perdiendo por
razones propias o por dispersión geográfica. Habitualmente, como ya lo citara,
construimos nuestra vida en el surco que dejaron nuestros mayores. El carácter,
la profesión, las creencias y los valores nuestros dependen en buena medida de
la forma en que nuestros padres nos criaron.
Otras veces dedicamos nuestra vida a intentar salir de ese surco, lo que
también es una forma de influencia.
Pero más allá de este legado ancestral que recae sobre
toda la familia, la influencia de los abuelos puede sentirse en la vida
cotidiana, y especialmente en el rol que desempeñan en la crianza de los
nietos. Para muchos, de forma directa, porque se tiene la oportunidad –y
habitualmente la suerte– de tenerlos. Es hermoso poder hacer algo juntos, las
tres generaciones, y no limitarse a pasarse a los niños de unos a otros. Los
más pequeños pueden hallar un cómplice con quien aprender grandes lecciones
sobre la vida. Quien tiene un abuelo tiene un tesoro. El rol que los mayores
juegan en la crianza puede ser una fuente de valores y sabiduría. Mis queridos
amigos abuelos, no desaprovechen esa oportunidad de dar y contribuir; añadir
significado en sus vidas.
Biblografia
1.Miguel
Labrador, “Ser es Hacer”, Atesora Group, Destacados, Revista Talento,
noviembre-
diciembre 2019
2.Eli Bravo,
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3.Marta
Segrelles, “La diferencia entre el modo ser y hacer”, Psicoemocionat.
5.Dora Gil, “Del
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6.Lingokids,
“Youtubers o Influencers, la nueva profesión favorita de los niños”, junio 2019
7.Anthony
Robbins, “Las 6 necesidades humanas”, Integra++ Blog Personas, YouTube video,
octubre 2017
8.Carlos
Gonzalez, “El papel de los abuelos en la educación de los niños”,
Sabervivirtv.com,
agosto 2019
9.Nikol Petkova,
“Influencers’: de hobby a profesión”. medium.com, agosto 2018.
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