Adolfo Hitler a 75 años de su muerte (I): Infancia, Juventud y Führer
Adolfo Hitler a 75 años de su muerte (I): Infancia, Juventud
y Führer
Gustavo Gonzalez Urdaneta
El próximo mes
de abril se cumplen 75 años de la muerte de Adolfo Hitler, uno de los
personajes en la historia más estudiado no sólo por historiadores sino también
por médicos, psicólogos, artistas, sociólogos e incluso arquitectos. Este
artículo es el primero de una trilogía de esos 75 años que, aparte de destacar
algunos hitos sobre un dictador que tiene el carácter de un paradigma del siglo
XX, comenta algunas interrogantes y sombras planteadas sobre el mismo.
Hitler no había
dado mucho de qué hablar en sus primeros días y durante décadas hubo
incertidumbres sobre su familia y su infancia. Algunos de sus biógrafos más
importantes, como Joachim Fest, han atribuido su celo obsesivo de borrar su
pasado a la mente de un hábil propagandista. Adolfo Hitler es un personaje que
aún hoy en día, despierta los sentimientos de repulsión, resentimiento e
incluso fanatismo pero que también tuvo una infancia y una juventud, un padre y
una madre. Sobre sus antecedentes lo único que se puede afirmar con absoluta
certeza es que Adolf Hitler nació el 20 de abril de 1889 en Braunau am Inn,
pueblo fronterizo de la Alta Austria y murió el 30 de abril de 1945 en Berlín.
Se supone que su
abuelo paterno fue Johann-Georg Hiedler, molinero de la Baja Austria que en
1842 se casó con una campesina, María Anna Schicklgruber, quien ya tenía un
hijo natural de cinco años, Alois, cuyo padre no era otro, al parecer, que el
propio Hiedler, aunque no le dio su apellido. Casi cuarenta años más tarde, en
1876, Johann-Nepomuk Hiedler, hermano del anterior, se presentó con Alois ante
el párroco de Dóllersheim y le pidió que borrase del registro la palabra
«ilegítimo» y lo inscribiera como Alois Hiedler por deseo expreso del padre.
Johann-Georg Hiedler llevaba veinte años enterrado y la madre treinta, pero el
cura accedió. Al año siguiente de su legitimación, Alois cambió su apellido
Hiedler, de origen checo, por el de Hitler, de grafía similar a su fonética.
Alois Hitler
había ingresado a los dieciocho años en el Servicio Imperial de Aduanas y hasta
1895 trabajó como oficial en distintos pueblos de la frontera austrobávara.
Había contraído matrimonio en 1864 con Anna Glass, mujer mucho mayor que él que
murió sin haberle dado descendencia en 1883. Un mes después, Alois Hitler se
casaba con Franziska Matzelberger, quien ya le había dado un hijo, Alois, y
tres meses después de la boda le dio una hija, Angela, la única con quien Adolfo
Hitler había de mantener relación durante toda su vida, y de cuya hija Geli
Raubal llegó a enamorarse. Esta segunda esposa fallecería también poco más
tarde de una tuberculosis.
Hitler fue el
cuarto hijo del matrimonio formado por el inspector de aduanas Alois Hitler y
su tercera esposa, Klara Pólzl quienes tenían una relacion de sangre en segundo
grado y se casaron bajo dispensa de la iglesia local. Tuvieron seis hijos sin
mucho éxito pues los tres primeros murieron en su infancia. En 1898 la familia
tenía cinco miembros: sus padres, Adolfo de nueve años, Edmundo de cuatro y
Paula de dos. Pero Edmundo murió de seis años de sarampión en marzo de 1890. En
1903 murió el padre por una hemorragia pulmonar repentina. Hitler lloró por su
padre aunque no se llevaban bien por la disciplina de hierro en el hogar. Su
madre murió en 1907 de cáncer de mama y Hitler estaba destrozado ahora huérfano
de padre y madre.
La infancia de
Hitler transcurrió en Linz y su juventud en Viena, razón por la que Linz fue
considerada la «ciudad natal del Führer» y se convirtió en centro de
peregrinación nazi. La formación de Adolfo Hitler fue escasa y autodidacta,
pues apenas recibió educación. En el verano de 1905, el joven Adolfo abandonó
la enseñanza secundaria (Realschule) sin pena ni gloria: su mediocre
rendimiento en la Realschule le había valido la expulsión antes de conseguir
título alguno. Cuando su madre murió en 1907, se trasladó a Viena con el dinero
de la herencia. Dibujaba por afición y esperaba convertirse en un pintor
académico. Se inscribió para las pruebas de acceso en la Academia de Artes
Plásticas, pero fracasó en el examen de ingreso. Al año siguiente reunió sus
dibujos y volvió a presentarse en la Academia, pero esta vez la institución,
tras observarlos, ni siquiera lo admitió a examen.
En Viena
(1907-13) malvivió como vagabundo y vio crecer sus prejuicios racistas ante el
espectáculo de una ciudad cosmopolita, cuya vitalidad intelectual y
multicultural le era por completo incomprensible. Una de las figuras cuyo
trabajo y personalidad le impactó profundamente fue Richard Wagner, conocido
por su interés en el glorioso pasado germánico. En aquellos días en Viena,
inspirado por las sagas de los grandes guerreros y la música de Wagner, fue
cuando el joven Adolfo comenzó su camino de transformación de bohemio alienado
a un monstruoso hombre de estado y, según el biógrafo Fest, anticipó la puesta
en escena del nazismo, con su gusto por los efectos masivos, por la pomposidad,
por la abrumadora belleza. De esa época data su conversión al nacionalismo
germánico y al antisemitismo. Aunque es posible vislumbrar algunos indicios en
Viena era imposible prever que solo en tres décadas originaría lo que pasó.
Fue entonces, a
finales del año 1908, aparentemente, cuando Adolfo Hitler entró en contacto con
el antisemitismo a través de las teorías de Jörg Lanz von Liebenfels. En los
textos de este monje austriaco se vislumbra ya el germen de su ideología
posterior: Liebenfels llamaba “héroes arios” a la raza rubia de los señores, y
los enfrentaba a los seres inferiores, los “simiescos”, para concluir que la
necesidad de diezmar a estos últimos estaba biológicamente justificada, pues
acabaría con el engendro del mestizaje. Los historiadores suelen coincidir en
que el virulento antisemitismo de Hitler se dió durante los años en Viena o al
final de la Primera Guerra Mundial (GMI). El emperador Franz Joseph reinaba
sobre varias etnias y grupos nacionalistas entre los cuales había
resentimiento, angustia separatista y sospecha. Los alemanes se sentían una
minoría, extraños en su propia tierra y los judíos causaban una envidia
particular en el imperio austro-húngaro. En esa época, Viena surgió como la
primera capital antisemita de Europa. La ciudad natal adoptiva del joven
Hitler. Durante todo el año siguiente Hitler consumió una gran cantidad de esos
panfletos racistas. Ya entonces vivía miserablemente, había agotado su herencia
y no trabajaba; se alojaba en una residencia para indigentes y pasaba hambre en
sus vagabundeos por Viena.
La paulatina
gestación de su ideario había llevado al joven Hitler a sentir un profundo
desprecio por el ejército de su Austria natal, al que juzgaba débil e
irrelevante en la Europa de aquel tiempo; admiraba, en cambio, el vigor y
pujanza de las guarniciones alemanas. Durante su estadía en Viena, desatendió
los reiterados llamamientos para cumplir el servicio militar, y a los
veinticuatro años (edad en la que cesaba la obligación de ingresar a filas),
cruzó la frontera alemana, instalándose en Múnich.
Ese mismo año
(1913) las autoridades austriacas averiguaron su paradero y lo obligaron a
comparecer primero en su consulado en Múnich y luego ante la comisión de
reclutamiento de Salzburgo. Allí, dado su débil estado físico, fue declarado no
apto e inútil para la milicia. Por ello no debe sorprender que, tras haber
eludido durante tres años el servicio militar austriaco, se enrolase
voluntariamente en el ejército alemán el 16 de agosto de 1914, al poco de
iniciarse la GMI. La derrota le hizo pasar a la política, enarbolando un
ideario de reacción nacionalista, marcado por el rechazo al nuevo régimen
democrático de la República de Weimar, a cuyos políticos acusaba de haber
traicionado a Alemania aceptando las humillantes condiciones de paz del Tratado
de Versalles (1919) https://ramm1943.blogspot.com/2019/07/centenario-del-tratado-de-versalles.html
En Munich
esperaba un trato más benévolo para sus esfuerzos artísticos y no hay duda de
que fue un artista prolífico. Hay autores que señalan 723 obras producidas
desde su infancia hasta momentos antes de la Segunda Guerra Mundial (GMII),
incluidos paisajes urbanos, animales, naturalezas muertas y personas. Su
biógrafo Ian Kershaw señala que los críticos afirmaban que eran “precisas pero
sin inspiración, más bien sin alma”. El mismo Hitler calificó su trabajo como
“ordinario”.
En Munich, en la
plaza Odeonsplatz, el 2 de agosto de 1914, se congrega una gran multitud y un
soldado lee la declaración de guerra a Rusia y los presentes animan el comienzo
de la GMI sin saber que algún día llevaría ese nombre. La imagen capturada por Heinrich
Hoffmann, fotógrafo de Munich, y amplificada varias veces, muestra a Adolfo
Hitler mezclado en la multitud con un abrigo negro, un sombrero obscuro y una
expresión de éxtasis. Esa foto emergió
dieciocho años más tarde, en 1932, en el German Illustrated Observer. Para
Hitler, en 1932, fue una especie de segundo nacimiento. Al día siguiente Hitler
solicita permiso a Luis III rey de Baviera, para servir en el regimiento
bávaro, es decir, para el Imperio alemán. Él era austriaco. En Mein Kampf, Hitler
afirma que recibió una respuesta al día siguiente. En agosto de 1914 Hitler fue
admitido en el Regimiento de Infantería de Baviera, tenía veinticinco años y
representaba el promedio del regimiento. Según algunos autores, es posible que
la llegada de la guerra fue una solución a sus problemas: sin futuro, no tenía
estudios, carecía de carrera y estaba en bancarrota, era un Don Nadie. Esta
admisión le dio por primera vez, una dirección y una meta clara en la vida.
En realidad, en
la GMI, Hitler no estaba en las trincheras, era un mensajero de despacho, su
misión era llevar comunicaciones y órdenes del puesto de mando al frente, a
veces corriendo a veces en bicicleta. Algo que omitió citar en Mein Kampf. En
esa época tenía el bigote largo de la época. El bigote de cepillo de dientes
que lo distinguió apareció más tarde en la GMI cuando debido a los ataques con
gas mostaza de los británicos, les ordenaron que se cortaran los bigotes largos
al estilo del cepillo de dientes para que las máscaras les ajustaran mejor.
A finales de
1916, Hitler resultó gravemente herido y trasladado al hospital de la Cruz Roja
en Berlín. Regresó a la guerra en marzo de 1917. En agosto de 1918 cuando era
evidente para Alemania que la casa estaba perdida, le otorgaron la Cruz de
Hierro, Primera Clase, por “su valentía al entregar un reparto importante”.
Hitler se enteró de la rendición de Alemania en el hospital y estaba convencido
de que la capitulación había sido una traición perpetrada por “judíos,
marxistas y bolcheviques culturales”. La GMI finalizó el 11 de noviembre de
1918, cuando Alemania aceptó las condiciones del armisticio y Hitler tenía
veintinueve años. Al final de la guerra pidió al ejército que lo mantuviera y
pudo permanecer en servicio durante dos años más hasta 1920 realizando tareas
de custodia de campamentos de prisioneros y espiando las actividades de grupos
políticos recién fundados. Hitler consideraba que la guerra se había perdido
por causa de los traidores y en particular por los judíos y los bolcheviques.
Un día recibió
órdenes de averiguar qué había detrás de una organización aparentemente
política bajo el nombre de Partido Obrero Alemán (POA). El POA, fundado por
Antón Dexler, era una del centenar de asociaciones políticas surgidas en el
caos de la era de la posguerra, llenas de descontento y esperando un cambio
radical para el país.
Un pequeño
partido ultraderechista, que se declaraba nacionalista, antisemita,
anticomunista, antiliberal, antidemócrata, antipacifista y anticapitalista,
aunque este último componente revolucionario de carácter social quedaría pronto
en el olvido; tal abigarrado conglomerado ideológico, fundamentalmente
negativo, se alimentaba de los temores de las clases medias alemanas ante las
incertidumbres del mundo moderno. Influido por el fascismo de Mussolini, este
movimiento, adverso tanto a lo existente como a toda tendencia de progreso,
representaba la respuesta reaccionaria a la crisis del Estado liberal que la
guerra había acelerado.
Dexler quedó
impresionado con las habilidades retóricas de Hitler y lo invitó a unírseles.
Dexler pronto se dió cuenta de que Hitler era superior a él en todos los
sentidos: carisma, oratoria y fanatismo. El ascenso de Hitler fue rápido y en
1920 era jefe de propaganda. Como jefe de propaganda hizo un cambio histórico
al nombre del POA a “Partido Nacional Socialista de los Trabajadores” (PNST) y
el de sus miembros a nazis. En 1921, Dexler, incapaz de controlar a Hitler,
entregó la presidencia y Hitler se convirtió en el único líder. En la reunión
del 29 de julio de 1921, Hitler fue presentado como el “Führer” por primera
vez.
El presidente de Alemania, el general Paul von Hindenburg, fue quien nombró Canciller a Hilter.
ReplyDeleteMe parece muy bueno el relato breve que nos has presentado, porque es una historia muy compleja.
Conviene dar a los jóvenes información de la historia.
Hasta ahora me tienes atrapado en la lectura..siempre me he preguntado como un pueblo tan inteligente y avanzado, haya caído a los pies de una figura tan oscura y con tantas taras mentales...seguiré leyendo los próximos capítulos.
ReplyDeleteNO HAY DUDA QUE HASTA LOS PUEBLOS MAS CULTOS, INTELIGENTES Y PREPARADOS MUCHAS VECES SE DEJAN SEDUCIR POR LÍDERES (que hasta pueden ser unos patanes asesinos)
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