Adolfo Hitler a 75 años de su muerte (II): El Mein Kampf e inicio del rearme alemán
Adolfo Hitler a
75 años de su muerte (II): El Mein Kampf e inicio del rearme alemán
Gustavo Gonzalez
Urdaneta
Una vez, Hitler, líder del partido nazi y proclamado
Führer en 1921, en tres años lo llamaban el Mussolini de Alemania y lo
comparaban con Napoleón. Parece que una personalidad como Hitler, furioso y
agudo, era lo que necesitaban las masas humilladas y resentidas de Munich,
luego fue toda la nación. Para los alemanes y para el mundo la tragedia fue que
Hitler se encontrara en esa ciudad tras la guerra, sin lo cual su giro hacia el
nacionalsocialismo podría nunca haber tenido lugar. En esa época Hitler expuso
los principios del Partido: la restauración del gran Reich alemán, la necesidad
de más espacio vital para los alemanes y la necesidad de un líder fuerte a
quien deberían jurarle obediencia absoluta. Lo más urgente era terminar el
Tratado de Versalles que había dejado a Alemania de rodillas. En esa época se
intensificó su aversión a los judíos y adoptó la antigua esvástica como el
símbolo del Partido Nazi.
A finales de
1923, el Partido Nazi era la organización política más importante del país, se
oían rumores de revoluciones y decidió que la mejor ruta era dar el primer golpe.
El 8 de noviembre, los rebeldes de Hitler tomaron la sede de la policía y
algunos edificios del gobierno pero ni el ejército ni la policía se unieron a
la revuelta conocida como el “Putsch de la Cervecería”. Las intenciones de
Hitler se vieron influidas por la Marcha sobre Roma, encabezada por Benito
Mussolini en 1922. Hitler planeó utilizar Múnich como base de su lucha contra
el gobierno de la República de Weimar y proclamar un estado rebelde en Baviera,
iniciando una guerra contra la República para avanzar hasta Berlín. Hitler
calculó mal, al no controlar los teléfonos, las autoridades contraatacaron y
todas las estaciones de radio en Alemania informaban sobre el golpe fallido y
al avanzar al Ministerio de Defensa fueron repelidos por los soldados. Hitler
fue arrestado y recibió una sentencia de cinco años pero bajo condiciones
benévolas. Fue enviado a la prisión de Landsberg pero solo estuvo nueve meses.
En ese periodo escribió el libro llamado Mein Kampf (Mi lucha).
El Mein Kampf es
en parte autobiografía, parte ideología y programa político con un estilo muy
hitleriano, efectivo y emocional. Es una larga diatriba racista y una expansión
del programa que ya había formulado para el Partido Nacional Socialista. Según
algunas opiniones, todas las ideas del libro terminan cuando formula su odio
racial contra los judíos. Algunos historiadores han sostenido que una amplia
lectura del libro podría haber alertado acerca de los propósitos de Hitler,
pero solo se publicó una versión abreviada en inglés poco antes de la Segunda
Guerra Mundial. Aun así, el editor de la edición en inglés eliminó algunas de
las afirmaciones antisemitas y militaristas. En un pasaje de Mein Kampf,
escribió que el sacrificio de los soldados alemanes en el frente de la Gran
Guerra (GMI) no hubiese sido necesario si «doce o quince mil de estos judíos
corruptores del pueblo hubiesen sido sometidos a los gases tóxicos».
Hitler comenzó a
escribir el libro en la prisión de Landsberg, en mayo de 1924, después de haber
sido condenado a cinco años de prisión por haber planificado y ejecutado el
fallido golpe de Múnich. A pesar de su condena, Hitler contaba con trato
preferencial y recibía visitas de admiradores y regalos. Sobre el proceso de
escritura, la opinión más difundida es que Hitler habría comenzado dictando el
texto a su chófer, Emil Maurice, quien pronto sería sustituido por el que sería
su secretario personal, Rudolf Hess. No obstante, Ilse Pröhl, la amante de
Hess, que entonces colaboraba con él revisando las galeradas del libro, afirmó
que en la prisión era el mismo Hitler quien se encargaba de la mecanografía,
versión respaldada por el hallazgo en 2006 de cinco páginas del texto original
y dieciocho hojas de borradores con correcciones manuscritas de Hitler.
El libro perfila
las ideas principales que el régimen alemán llevaría a término durante su
gobierno. Especialmente prominente es el amor al pueblo alemán de Adolfo
Hitler, aceptando entre otras teorías “Los protocolos de los sabios de Sion”.
Hitler empleaba las tesis principales del «peligro judío», que hablaba de una
conspiración judía para ganar el liderazgo mundial. Aun así explica muchos
detalles de la niñez de Hitler del proceso por el que se volvió cada vez más
antisemita y militarista, especialmente durante sus años en Viena.
Por lo que se
refiere a las teorías políticas, Adolfo Hitler describe su aversión a los que
cree son los males gemelos del mundo: el comunismo y el judaísmo, y manifestaba
que su propósito era erradicarlos de la Tierra. También anunció que Alemania
necesitaba obtener nuevo territorio: Lebensraum (Espacio Vital). Se estipuló
que Alemania requería un Lebensraum necesario para su supervivencia y que la
mayoría de las poblaciones indígenas de Europa Central y Oriental tendrían que
ser eliminadas permanentemente (ya sea por deportación masiva a Siberia,
exterminio o esclavitud), incluidos polacos, ucranianos, rusos, checos y otras
naciones eslavas consideradas no arias. El gobierno nazi tuvo como objetivo
repoblar estas tierras con colonos germánicos en nombre de Lebensraum durante
la Segunda Guerra Mundial y posteriormente. Poblaciones indígenas enteras
fueron diezmadas por el hambre, permitiendo su propio excedente agrícola para
alimentar a Alemania.
La pregunta que muchos
se hacen es ¿Hay suficientes pistas en Mein Kampf para sospechar lo que Hitler
haría una vez en el poder? Se pueden deducir objetivos como la preservación de
la raza alemana lo cual justificaría todo y que la misma estaba amenazada por
los judíos pero aún no revelaba cual sería la solución aunque había dado
algunas pistas al final de la GMI. El libro apareció en julio de 1925 pero fue
sólo cuando llegó al poder que tuvo su mayor difusión.
En 1933, año en
que Hitler subió al poder, las ventas se dispararon y del libro se vendió un
millón de ejemplares, ritmo que conservó hasta la caída de la Alemania Nazi,
siendo el libro más vendido en este período, después de la Biblia. Debido a
que la principal fuente de ingresos de Hitler era la venta de este libro, en
1933 se volvió millonario y se convirtió en el autor alemán más próspero.
Unos días antes
de ser liberado decidió que jugando según las reglas y llegar al poder por la
ruta electoral sería más lento pero, si lo lograba, nadie lo detendría. El Führer había regresado. Contrató a
Heinrich Hoffmann como fotógrafo oficial, quien se convirtió en el arquitecto y
estratega de la imagen de Hitler. Fue en esa oportunidad que descubrieron la
foto en la Odeonsplatz de la GMI. En la recepción de Hoffmann conoció a una
chica de diecisiete años llamada Eva Braun quien lo impresionó notablemente. Era tan secretista que el pueblo alemán no supo de la existencia de Eva
Braun hasta que el Tercer Reich no había quedado reducido a cenizas.
En 1932 fue
nacionalizado en Alemania y se inscribió como candidato a la presidencia de la
Alemania hambrienta y arruinada durante la gran depresión de 1929. Hizo una
campaña con un mensaje antidemocrático, hablando de la perversión del sistema
democrático y la supremacía de la raza blanca alemana que tenía el derecho de
reclamar espacio vital para su expansión y ponía de ejemplo la conquista de la
India por Inglaterra sin tomar en cuenta a los nativos y cuando era necesario
de forma brutal. Además de la retórica inflamada, racista y ultranacionalista,
hostigó a judíos, eslavos, romaníes y cualquier grupo que consideraran
indeseable. Aunque perdió la presidencia en 1932 ante Paul von Hindenburg, los
nazis se convirtieron en la segunda fuerza política y obtuvieron gran popularidad.
Hindenburg se
oponía a las ideas del nazismo y fue una de las figuras políticas esenciales de
la inestable política alemana de la república de Weimar que acabó llevando al
poder a Hitler. Finalmente consintió nombrar, bajo presión, a Hitler como canciller
de Alemania en 1933. Hindenburg falleció en 1934 de cáncer de pulmón. Tras la
muerte de Hindenburg, Hitler se proclamó Führer o «caudillo» de Alemania y
sometió al ejército a un juramento de fidelidad. El peor problema que tuvo fue
la batalla contra la depresión y el desempleo. La sangrienta represión contra
los disidentes culminó en la purga de las propias filas nazis durante la «Noche
de los Cuchillos Largos» (1934) y la instauración de un control policial total
de la sociedad, mientras que la persecución contra los judíos, iniciada con las
racistas Leyes de Núremberg (1935) y con el pogromo conocido como la «Noche de
los Cristales Rotos» (1938), conduciría al exterminio sistemático de los judíos
europeos a partir de 1939 (la «Solución Final).
Bajo la finta
del culto al deber y la jerga prusiana, el nuevo régimen reflejaba los rasgos
de su creador: desordenado pero eficaz, enérgico y centralizado. Hitler fue
fiel a sus costumbres vienesas: se levantaba a las doce, y amparado por un gran
número de secretarios privados con rango ministerial que filtraban a sus
visitantes, recibía únicamente a quien le apetecía y sólo por un par de
minutos. Su vitalidad aparecía durante la noche, cuando su terror a la soledad
le conducía a mantener extensos monólogos hasta la madrugada.
No existían
reuniones de gobierno. Las leyes se promulgaban mediante sus escuetas órdenes,
y más tarde bastaría sólo con una observación caprichosa. Sus incondicionales
anotaban todas sus ocurrencias espontáneas y las transmitían a la nación como
órdenes del Führer. Existe una anécdota a este respecto que, fundada o no,
resulta sin duda ilustrativa: frente a la iglesia de San Mateo de Múnich,
Hitler advirtió a sus acompañantes que la próxima vez no quería ver «esa pila
de piedras». El Führer se refería a un montón de adoquines que estaban apilados
cerca de la entrada, pero su observación se interpretó como una alusión a la
iglesia, que fue demolida sin más al día siguiente.
La política
internacional de Hitler fue la clave de su prometida reconstitución de
Alemania, basada en desviar la atención de los conflictos internos hacia una
acción exterior agresiva. Se alineó con la dictadura fascista italiana, con la
que intervino en auxilio de Franco en la Guerra Civil española (1936-39), ensayo
general para la posterior contienda mundial; y completó sus alianzas con la
incorporación del Japón en una alianza antisoviética (Pacto Antikomintern,
1936) hasta formar el Eje Berlín-Roma-Tokyo (1937).
Militarista
convencido, Hitler empezó por rearmar al país para hacer respetar sus demandas
por la fuerza (restauración del servicio militar obligatorio en 1935,
remilitarización de Renania en 1936); con ello reactivó la industria alemana,
redujo el paro y prácticamente superó la depresión económica que le había
llevado al poder.
Luego,
apoyándose en el ideal pangermanista, reclamó la unión de todos los territorios
de habla alemana: primero se retiró de la Sociedad de Naciones, rechazando sus
métodos de arbitraje pacífico (1933). Seguro de la adhesión del Duce, en marzo
de 1938 se apoderó de Austria. Sólo
México protestó en la Liga de las Naciones por el acto arbitrario con la
bendición de Mussolini y la aprobación tácita del resto del continente que
guardó silencio frente al primer acto de expansionismo nazi. A continuación
reivindicó la región checa de los Sudetes y, tras engañar a la diplomacia
occidental prometiendo no tener más ambiciones (Conferencia de Múnich, 1938),
ocupó el resto de Checoslovaquia, la dividió en dos y la sometió a un
protectorado.
Hasta ese
momento el Führer insistía que solo tenía la intención de incorporar a Alemania
lo que era su legítima posesión. En marzo del año siguiente, el Führer regresó
a Checoslovaquia y avanzó a Praga, la capital. Desde la ventana del castillo de
Praga, Hitler proclamó el protectorado alemán de Bohemia y Moravia. Aún se
permitió arrebatar a Lituania el territorio de Memel (193 y a partir de abril reclamó los distritos alemanes de Polonia.
El Führer
regreso a Berlín y sólo entonces el pueblo alemán y el resto del mundo se
dieron cuenta del verdadero alcance del programa de rearme de los últimos años.
El desfile militar de cincuenta mil soldados, mil por cada año de Hitler, fue
el más grande en la historia de Alemania. Alemania ya no sería el hazmerreír de
Europa ni vulnerable a las ambiciones de franceses y británicos. Pero Hitler no
pensaba en su defensa, sino en el ataque.
Antes de
realizar su movimiento, el Führer se propuso fortalecer sus alianzas
internacionales para aislar a Polonia. Durante la primavera y verano, firmó
pactos de no agresión con Eslovaquia, Lituania, Letonia y Estonia, y un acuerdo
económico y garantías de amistad con Rumania, Hungría, Bulgaria y Yugoslavia. El
1 de septiembre de 1939, Hitler ordenó la invasión de Polonia, desencadenando
la Segunda Guerra Mundial (GMII).
Quiero hacer una aclaratoria sobre algo citado en el artículo que me lo destacó un gran amigo y en ese sentido les comento el error. Para fines de 1923, el Partido Nazi era la organización política más importante de Baviera y no del país como cita el artículo. En 1923, el partido nazi era ya el principal de Baviera, no por número de seguidores, sino por su naturaleza y potencial, su papel de catalizador y su capacidad de radicalización. Era el partido más dinámico y el mejor organizado para movilizar a la población. De hecho en las elecciones de 1924, el partido nazi solo obtuvo el 3% de los votos. Los hechos ocurridos ese año fueron los siguientes.
ReplyDeleteLa marcha sobre Roma de Benito Mussolini del 28 de octubre de 1922 convenció a Hitler de poder hacer lo mismo en Alemania en 1923. La ocupación franco-belga de Renania y del Ruhr debida al retraso en el pago de las indemnizaciones bélicas impuestas al país en el Tratado de Versalles reforzó esta convicción: la ocupación había desatado una ola nacionalista en el país, un movimiento de resistencia pasiva favorecido por el Gobierno de Wilhelm Cuno, Canciller de Alemania. La ocupación del Ruhr permitió al partido nazi crecer en treinta y cinco mil afiliados entre febrero y noviembre de 1923; en este último mes la formación contaba con cincuenta y cinco mil miembros y comenzó a suscitar sospechas de maquinar un golpe de Estado.
En mayo 1923, Hitler se encontró con el general Erich Ludendorf quien sería parte importante de su carrera política y caería en desgracia. Ludendorf era un nacionalista furioso como Hitler, un héroe de la GMI y a ojos de muchos uno de los principales promotores de la teoria de la “puñalada en la espalda”, en la que Hitler creía profundamente, según la cual la GMI se había perdido por culpa de traidores en el gobierno, especialmente judíos y bolcheviques. En noviembre, el momento era propicio para dar el primer golpe en Baviera pues la economía alemana estaba en ruinas, la inflación incontrolable y el cambio era de un dólar por un billón de marcos. Presionado por el partido Hitler decidió que lo mejor era dar lo que se conoció como el “Pusch (golpe) de la Cervecería” del 8 de noviembre. Hitler tomo la Cervecería y de inmediato se declaró un gobierno provisional en la misma cuya sería organizar la marcha sobre Berlín para derrocar al federal. El golpe resultó fallido, como se cuenta en el articulo, y por él que fueron procesados y condenados a prisión Adolf Hitler y Rudolf Hess, entre otros dirigentes nazis.