La Trilogía Rusa (I): La Dinastía Romanov y la Revolución de 1905
La Trilogía Rusa
(I): La Dinastía Romanov y la Revolución de 1905
Gustavo Gonzalez
Urdaneta
Miami, 27 mayo
2020
El último zar de Rusia fue Nicolás II que gobernó
desde la muerte de su padre Alejandro III, el 20 de octubre de 1894 hasta el 2
de marzo de 1918, de acuerdo con el calendario juliano (CJ). Con él acaba la
dinastía Romanov, una dinastía rusa establecida en Moscú desde el siglo XVII y
que rigió el país hasta que la Revolución de Febrero de 1917 obligó al zar
Nicolás II a abdicar. La dinastía llegó a su final 304 años después, cuando
Nicolás II y su familia fueron asesinados por los revolucionarios bolcheviques
durante la revolución rusa y la guerra civil.
Un poco de historia para hacernos un breve perfil de
uno de los protagonistas. Uno, sino el principal problema de Nicolás II, es que
tenía una personalidad débil y no estaba preparado para su futuro puesto como
zar. Este hombre, quien solamente le inspiraba su tranquila vida familiar, se
convirtió en la cabeza de un enorme estado lleno de cambios después de la
muerte de su padre y no tenía anticipado tal cambio en Rusia y siempre
reaccionaba bajo presión de los eventos, demasiado tarde, o torpemente. Además,
era consciente del principio santo de su misión y que siempre defendería la
monarquía cuando las concesiones fueran inevitables.
La esposa de Nicolás II era nieta de la reina Victoria
de Inglaterra, la princesa Alix von Hessen-Darmstadt, quien se convirtió en
Alejandra cuando se unió a la Iglesia ortodoxa rusa en preparación para su
boda. El reinado de Nicolás II comenzó con varias notas siniestras: Cuando la
futura zarina Alejandra apareció oficialmente por primera vez, en Rusia,
durante el funeral de Alejandro III, la gente dijo: «Ella llega detrás de un
ataúd, traerá mala suerte». Una señal para marcar la coronación de un nuevo zar
era la tradición rusa de ofrecer comida y bebida a la gente.
Cuando Nicolás llegó oficialmente al trono, 14 mayo (CJ) 1896, en la catedral de la Dormición de Moscú, en el Kremlin, cerca de 700.000 personas estuvieron reunidas en el campo de Jodynka para celebrarlo el 18 mayo (CJ), pero ocurrió una estampida (histeria colectiva) en la cual 1389 personas fueron pisoteadas hasta la muerte y unas 1300 terminaron heridas. Se conoce como la Tragedia de Jodynka.
Cuando Nicolás llegó oficialmente al trono, 14 mayo (CJ) 1896, en la catedral de la Dormición de Moscú, en el Kremlin, cerca de 700.000 personas estuvieron reunidas en el campo de Jodynka para celebrarlo el 18 mayo (CJ), pero ocurrió una estampida (histeria colectiva) en la cual 1389 personas fueron pisoteadas hasta la muerte y unas 1300 terminaron heridas. Se conoce como la Tragedia de Jodynka.
Entre 1891 y 1905, el Gran Duque Sergio Romanov, tio y
cuñado de Nicolás II, fue gobernador general de Moscú. Era un conservador
radical, por lo que su política lo convirtió en una figura polarizante. En
1892, como gobernador de Moscú, ejecutó la orden de expulsión de gran parte de
la población judía de la ciudad. La tragedia de Jodynka, en 1896, ha empañado
su reputación. Por estos motivos fue el blanco de los revolucionarios, siendo
asesinado el 17 de febrero 1917 por la bomba terrorista del militante del
Partido Social-Revolucionario Iván Kaliáiev en el Kremlin de Moscú. Fue el
primero de los Romanov en morir asesinado pero no el ultimo.
La elección de los campos de Jodynka, en las afueras
de Moscú, es cuestionable, ya que era un terreno utilizado para el
entrenamiento militar y estaba atravesado por zanjas. A pesar de que se
esperaba una multitud de casi medio millón de todas partes de Rusia, sólo un
escuadrón de cosacos y un pequeño destacamento de policía fueron enviados a
mantener el orden.
Desde muy temprano, en la mañana del 18 de mayo de
1896, la población comenzó a reunirse fuera de la frágil valla de madera que
protegía el campo, viendo los carros cargados, unos con cerveza y otros de
regalos. Alrededor de las 6 de la mañana, abrieron y la gente entró en masa atropellada
hacia los quioscos. Muchos se cayeron o resbalaron en los surcos del terreno y
eran aplastados y pisoteados.
Otros se asfixiaron en mitad del caos. La policía, muy poca en número, fue incapaz de hacer mucho, e incluso los cosacos cuando llegaron no pudieron detener la catástrofe. Mil trescientas personas, muchos irreconocibles y horriblemente mutiladas, murieron y un número similar resultó herido gravemente. Como gobernador de Moscú, el Gran Duque Sergio era responsable y, además, fue muy criticado por no acudir al lugar de los hechos y por no presentar ningún tipo de pésame a los familiares de las víctimas en los funerales.
Otros se asfixiaron en mitad del caos. La policía, muy poca en número, fue incapaz de hacer mucho, e incluso los cosacos cuando llegaron no pudieron detener la catástrofe. Mil trescientas personas, muchos irreconocibles y horriblemente mutiladas, murieron y un número similar resultó herido gravemente. Como gobernador de Moscú, el Gran Duque Sergio era responsable y, además, fue muy criticado por no acudir al lugar de los hechos y por no presentar ningún tipo de pésame a los familiares de las víctimas en los funerales.
Los soldados imperiales reforzaron esa impresión de
mala suerte años después, 9 enero (CJ) 1905, cuando abrieron fuego sobre un
grupo de trabajadores que había marchado hacia el Palacio de Invierno a
protestar por las condiciones laborales. Murieron miles de personas tiroteadas
en esa masacre; por eso se le llama Domingo Rojo o “Domingo Sangriento”.
Como resultado, Nicolás II introdujo una constitución
y creó un parlamento, La Duma, para dar a la gente una voz, pero
las medidas fueron demasiado tímidas y muy tardías. Los disturbios continuaban
en Rusia; un eco de desorden sobre la escena del mundo en el cual estaba a
punto de brotar la Primera Guerra Mundial (PGM). Al principio,
los rusos vieron su participación en la batalla contra Alemania como heroica,
pero mientras el número de víctimas se elevaba, la opinión pública se puso en
contra de la continua participación en el conflicto y en contra de la esposa de
Nicolás II, Alejandra.
Al final de la revolución rusa de 1917, el gobierno
provisional de Alejandro Kérensky inicialmente retuvo a la familia imperial
bajo arresto domiciliario en su palacio. Sus primeras intenciones eran
mandarlos en exilio a Inglaterra, pero el gobierno no podría seguir haciéndole
frente al crecimiento de poder de los bolcheviques. Para el invierno de 1917,
los bolcheviques habían prevalecido sobre los mayores grupos revolucionarios y
tenían bajo su control Moscú y San Petersburgo. Muy pronto establecieron su
gobierno.
La Revolución de Febrero de 1917 puso fin al
reinado de Nicolas II cuando, intentando volver del cuartel general de la PGM a
la capital, su tren fue detenido en Dno, gobernación de Pskov, y fue obligado a
abdicar. El zar Nicolas II es forzado a abdicar (2 de marzo CJ) tras los
desastres en la primera guerra mundial y la presión de los revolucionarios de
febrero y los soviets. Fase final de la revolución llamada «de Febrero» por los
trece días de diferencia entre el calendario ruso (Juliano) y el occidental
(Gregoriano). Doscientos mil trabajadores se declaran en huelga en Petrogrado
(San Petersburgo), la guarnición se subleva y la Duma crea un Gobierno Provisional,
presidido por el príncipe Giorgi Lvov.
El zar Nicolas II renuncia al trono -el 2 de marzo- en favor de su
hermano Miguel II.
Miguel II (IV de Rusia) designado zar el día anterior,
renuncia al trono pocas horas después, debido a la presión de Kérensky y otros
revolucionarios y al no sentirse respaldado por el pueblo. Al mismo tiempo, la
Duma organiza el gobierno provisional. Sin embargo, los políticos que desde
hace años hablan de una revolución, se muestran vacilantes, y el gobierno
provisional se convierte en el máximo poder en Rusia tras la abdicación del
zar.
Después de la Revolución de Octubre, los bolcheviques destierran al emperador Miguel II a la ciudad de Perm, en cuyas vecindades es asesinado la madrugada del 12 al 13 de junio de 1918, en compañía de su secretario Nikolai Johnson. Nunca se encontrarán sus restos. Su viuda y su único hijo, el Príncipe Jorge Brassov, logran salir de Rusia y trasladarse a Francia. Miguel II fue el segundo de los Romanov en morir a manos de los bolcheviques pero no el último.
Después de la Revolución de Octubre, los bolcheviques destierran al emperador Miguel II a la ciudad de Perm, en cuyas vecindades es asesinado la madrugada del 12 al 13 de junio de 1918, en compañía de su secretario Nikolai Johnson. Nunca se encontrarán sus restos. Su viuda y su único hijo, el Príncipe Jorge Brassov, logran salir de Rusia y trasladarse a Francia. Miguel II fue el segundo de los Romanov en morir a manos de los bolcheviques pero no el último.
A partir de marzo 1917, el zar y su familia fueron
apresados, primero en el palacio de Alejandro, en Tsárskoye Seló, después en la
casa del gobernador de Tobolsk y finalmente en la Casa Ipátiev, en
Ekaterimburgo (Urales). Nicolás II, junto a su esposa, su hijo, sus cuatro
hijas, el médico de la familia imperial, un criado personal, la camarera de la
emperatriz y el cocinero de la familia fueron ejecutados en el sótano de la
casa por los bolcheviques en la madrugada del 16 al 17 de julio de 1918.
Algunos historiadores atribuyen la orden al gobierno de Moscú, específicamente
a Sverdlov y Lenin, quienes deseaban impedir el rescate de la familia imperial
por la Legión Checoslovaca que se aproximaba (luchando con el Ejército Blanco
contra los bolcheviques) durante la Guerra Civil Rusa. El encubrimiento
soviético de los asesinatos alimentó los rumores de supervivientes, lo que llevó
a la aparición de impostores Romanov que atrajeron la atención de los medios de
la Rusia soviética. Posteriormente, Nicolás II, su mujer y sus hijos fueron
canonizados como mártires por la Iglesia ortodoxa rusa fuera de Rusia.
Después del asesinato de Nicolás II y su hijo Alexis
Nikoláievich en 1918 se inicia un gran conflicto familiar por establecer a
quien corresponden los derechos de sucesión al trono de Rusia. El primo de
Nicolás II, el Gran Duque Cirilo Vladímirovich (1876-1938), se convirtió en el
varón de la dinastía y pretendiente al trono. En 1924, en el exilio, se
proclamó Zar de toda Rusia. Su único hijo varón, el príncipe Vladimiro
Kirílovich de Rusia, murió en Miami en 1991. La hija de este, María
Vladímirovna Románova, retomó sus derechos. Los demás descendientes varones de
la dinastía están congregados en una Asociación de la Familia Romanov, cuyo
jefe es el Príncipe Nicolás Románovich, nacido en 1922 y fallecido el 15 de
septiembre de 2014.
La Asociación aceptó que la monarquía rusa terminó
legalmente el 3 de marzo (CJ) de 1917 con el decreto del emperador Miguel II de
Rusia (Mijaíl II) y su renuncia al trono, reconociendo así al Gobierno
Provisional Ruso. Los miembros de la Asociación están también de acuerdo en que
cualquier forma de gobierno en Rusia debe de cumplirse de acuerdo con la
voluntad del pueblo ruso.
Al parecer, los verdugos tenían instrucciones de
mutilar y esconder los cuerpos para que no pudieran ser reconocidos y durante
años se especuló que Anastasia, una de las hijas de Nicolás, había sobrevivido
a la revolución. Incluso una mujer llamada Anna Anderson alegaba que ella era
Anastasia, lo cual fue desmentido posteriormente.
Para asegurarse de que los restos son efectivamente de
la familia imperial rusa, los investigadores han cotejado el ADN mitocondrial
de la zarina y sus hijos con los del duque de Edimburgo —consorte de la reina
Isabel de Inglaterra— y han confirmado que coinciden. Han cotejado el cromosoma
Y del zar y el zarévich con el de un descendiente vivo de la familia y han
confirmado que también coinciden. Y han cotejado el ADN del zar con el de una
mancha de sangre que quedó en la camisa que llevaba cuando fue atacado en Japón
en 1891 y que fue conservada como reliquia: la coincidencia es total. Misterio
resuelto, según los investigadores, ningún miembro de la familia sobrevivió a
la ejecución en la madrugada del 17 de julio de 1918
Conexo con el reinado del zar Nicolas II y el final de
la dinastía Romanov hubo una serie de eventos como las citadas Tragedia de Jodynka
y el Domingo Sangriento, la Revolución de 1905, los pogromos antisemitas
y la guerra con Japón que se produjeron durante su reinado. Como jefe de
Estado, aprobó la movilización de agosto de 1914, que marcó el inicio de la
Primera Guerra Mundial, el papel de Rasputín y la revolución rusa de 1917, que
es, en realidad el principal tema del artículo.
Una revolución, del latín revolutio, "una
vuelta", es un cambio social fundamental en la estructura de poder o la
organización que toma lugar en un periodo relativamente corto o largo
dependiendo de la estructura de esta. Sus orígenes pueden tener motivos de
diversa índole y pueden ser pacíficas aunque en general implican violencia. En
la actualidad las revoluciones son consideradas los puntos de inflexión de la
historia, de los que parten la mayoría de los sistemas políticos y sociales
actuales.
Ahora bien, la sociedad no suele modificar sus
instituciones a medida que las necesita, por el contrario, acepta prácticamente
como definitivas a las que se encuentra sometida. La obra critica de la
oposición no suele representar más allá de una válvula de seguridad que permite
darle salida al descontento de las masas y, al mismo tiempo, brinda una
condición que garantiza la estabilidad del régimen social dominante. Han de
sobrevenir condiciones realmente excepcionales para llevar a las masas a la
insurrección. Las masas no suelen ir a la revolución con un plan preconcebido
de nueva sociedad sino con un sentimiento claro de no poder seguir soportando
la sociedad contra la cual se rebelan.
Revoluciones decisivas en la historia mundial serían
la Revolución de las Trece Colonias, la Revolución Francesa, las revoluciones
independentistas de Latinoamérica o la Revolución de Octubre. La historia de
las revoluciones es para nosotros, por encima de todo, la historia de la
irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos.
La Revolución Rusa de 1905 fue una ola de agitación política de masas a lo largo de grandes zonas
del Imperio ruso ocurrida a lo largo del año 1905. Algunos de los altercados
estaban dirigidos contra el gobierno, otros simplemente carecían de objeto más
allá de reclamos muy puntuales de la clase obrera o del campesinado.
El 9 de enero (CJ), día conocido como «Domingo
Sangriento», hubo una marcha pacífica de protesta de obreros en San
Petersburgo cuyo objetivo era entregar al zar una petición de mejoras
laborales, la cual fue salvajemente aplastada por soldados de infantería y
tropas cosacas, apostados enfrente del Palacio de Invierno; los periódicos del
momento hablaron de al menos 2000 muertos, entre hombres, mujeres, y niños, más
un número impreciso de heridos. Esto supuso el punto de no retorno entre los
rusos y el zar. Nicolás II dió una prueba de estupidez al declarar solemnemente
“les perdono por haberse rebelado contra mí”. El vínculo entre el zar y el
pueblo estaba definitivamente roto. Como apreció Trotsky, “un día había hecho
más en el desarrollo de la conciencia proletaria en Rusia que un siglo entero
de humillaciones y abusos indiscriminados”.
La noche anterior al domingo sangriento había nevado y
San Petersburgo se hallaba cubierto de nieve que dificultaba el tránsito. A
pesar del tiempo, unas doscientas mil personas se sumaron a la convocatoria en
dirección al Palacio de Invierno portando iconos con imágenes de Cristo, de la
virgen, de santos rusos, así como grandes retratos del zar. Doce mil soldados
habían sido desplegados aquella noche para defender al zar de los
manifestantes. Inopinadamente, la caballería cargó contra la muchedumbre y eso
fue un último aviso. Por dos veces los militares dispararon al aire en un
último y vacío intento de dispersarlos. La siguiente tanda fue directamente
contra la muchedumbre, disparando sin discernir a menores de adultos, quedando
un montón de cadáveres tirados sobre la nieve roja, frente al palacio de un zar
que nunca tuvo la más mínima intención de recibir a los manifestantes,
habiéndose trasladado la víspera al palacio deTsarkoie Selo, fuera de la
ciudad.
El medio de resistencia de los obreros era la huelga.
Se produjeron huelgas masivas en San Petersburgo inmediatamente después del Domingo Sangriento y más de 400 000 trabajadores se habían unido a una huelga general en la capital rusa a finales de enero de 1905. El 14 de junio se dio el famoso motín ocurrido a bordo del Acorazado Potemkin en las aguas del mar Negro, inmortalizado en 1925 por Sergei Eisenstein en su película El acorazado Potemkin, cuya escena de la escalera es también un fantástico símil de la caída de la Rusia de los zares. El primer acorazado revolucionario de la historia.
Se produjeron huelgas masivas en San Petersburgo inmediatamente después del Domingo Sangriento y más de 400 000 trabajadores se habían unido a una huelga general en la capital rusa a finales de enero de 1905. El 14 de junio se dio el famoso motín ocurrido a bordo del Acorazado Potemkin en las aguas del mar Negro, inmortalizado en 1925 por Sergei Eisenstein en su película El acorazado Potemkin, cuya escena de la escalera es también un fantástico símil de la caída de la Rusia de los zares. El primer acorazado revolucionario de la historia.
En octubre un grupo menchevique liderado entonces por
Trotski, organizó la huelga de 200 fábricas, la «Gran Huelga de Octubre»,
paralizando la capital rusa por días y para el 13 de octubre (CJ) estalló una
huelga general de los ferrocarriles: no habría ningún tren en activo en todo el
Imperio ruso. Algunos nacionalistas, a su vez, llevaron a cabo acciones antisemitas
(pogromos), posiblemente con ayuda del gobierno, deseoso de derivar la furia de
las masas contra una minoría étnica muy impopular como los judíos.
Nicolas II se preocupaba de cuestiones tan importantes
como consultar las previsiones meteorológicas, escoger las municiones adecuadas
para su día de caza y elaborar la lista de invitados a una pequeña merienda
campestre a celebrar la próxima semana. La frivolidad del zar llegaba a cotas
tan inauditas que prefería ocupar sus pensamientos en este tipo de asuntos
antes que cubrirlos en aquellas cuestiones políticas con las que le asaltaban
de vez en cuando sus ministros.
El primer ministro Sergei Witte le dió un baño de
realidad al zar, o se practicaban reformas o el sistema y con él el propio zar,
estaban condenados a la extinción. Así se gestó el edicto imperial que se
conoce en la Historia como el Manifiesto de Octubre que tuvo la
virtud de lograr la desconvocatoria de la huelga general. Fue firmado por zar
con fecha 17 de octubre (CJ), sancionaba derechos como el de las libertades
individuales, o los de reunión y asociación, y previa la configuración de una
Duma o asamblea representativa elegida por sufragio. Preveía también la
condonación de las deudas pendientes de los campesinos, lo cual los convertía
en dueños legales de las parcelas que trabajaban. Se decretaron una amplia
amnistía y una ley de prensa relativamente permisiva. Nicolas II aseguraba
sentirse fatigado por tamaña claudicación. De allí nace la denominación de Octubristas
a los liberales conservadores que apoyaron el Manifiesto y fueron un
apoyo constante del zarismo.
Los Soviets o consejos obreros que se
multiplicaron por toda Rusia durante la huelga general fueron la piedra angular
de la coordinación que demostró el proletariado entre sus diferentes
expresiones geográficas y sectoriales, actuando como un auténtico poder obrero.
Los consejos obreros rechazaron de plano el Manifiesto de octubre por
considerarlo vacío y sus intenciones de derrocar el sistema eran más que
notoria. De esta manera, los soviets, que habrían surgido como simples comités
de huelga, extendían su influencia y se mantenían vivos incluso después de la
desconvocatoria de esta, mostrando su vocación de permanencia como la voz
oficial de los obreros frente al régimen.
El soviet de San Petersburgo fue el más activo y nació
el 14 de octubre (CJ) pero tan solo duro cincuenta días, antes de que las
autoridades se encargaran de clausurarlo y encausar a sus líderes, entre los
que se encontraba un joven intelectual judío de nombre Lev Davidovich
Bronstein, pero que ya empezaba a ser conocido como Trotsky, seudónimo
con el que firmaba sus articulos.
Con la sangrienta Guerra Ruso-Japonesa (febrero
1904- septiembre 1905), un rosario de derrotas para Rusia en un conflicto
surgido por las ambiciones imperialistas rivales del Imperio ruso y el Imperio
del Japón en Manchuria y Corea, se hizo más difícil para el gobierno contar con
la lealtad de los reclutas. En mayo de 1905 capituló la guarnición de Port
Arthur tras meses de asedio y la "Flota del Báltico" sufrió pérdidas
irreparables en la batalla de Tsushima, donde fue derrotada por la flota
japonesa y se emprendieron rápidamente las negociaciones de paz con Japón,
firmando el 5 de septiembre el bochornoso Tratado de Portsmouth con
mediación de Estados Unidos y donde el Imperio Ruso se reconocía derrotado.
Los disturbios acabaron en diciembre con un repunte
final en Moscú. Entre el 5 y el 7 de diciembre (C.J.), un comité bolchevique
forzó una huelga general y el Gobierno envió tropas desde el día 7 y el 18 de
diciembre los bolcheviques se rendirían, dejando tras de sí un saldo de mil
muertos y zonas enteras de la ciudad en ruinas. De las posteriores represalias
se desconoce el número de heridos o muertos.
En esencia el país permaneció inalterado, el poder
político continuó perteneciendo al zar en exclusiva, con la riqueza y la tierra
en manos de la nobleza. La creación de la Duma y la represión, sin embargo,
desestabilizó los grupos revolucionarios. Sus líderes fueron encarcelados como Stalin
o huyeron al exilio como Lenin, mientras que las organizaciones se debatían en
disputas internas: ¿debían presentarse a la Duma o continuar al margen? Las
subsiguientes escisiones mantuvieron a los radicales desorganizados hasta el
nuevo impulso de la Primera Guerra Mundial.
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