Los políticos son como los pañales, deben ser cambiados con frecuencia y por la misma razón

 

Los políticos son como los pañales, deben ser cambiados con frecuencia y por la misma razón

Gustavo Gonzalez Urdaneta

24 Agosto 2020

 

Hay dos razones que me motivaron a escribir estas reflexiones, una son dos citas de Sir George Bernard Shaw, que expresan satíricamente la razón por la cual los ocupantes de cargos políticos –a cualquier nivel- deben tener un tiempo limitado en su gestión de gobierno y porque eligieron esa profesión: Los políticos son como los pañales, deben ser cambiados con frecuencia y por la misma razón y “La política es el paraíso de los charlatanes”. La otra fue la recién convocatoria de Juan Guaidó a todos políticos para recuperar la unidad y motivar una movilización general.

 

Las reglas de la diplomacia y la corrección se inventaron para que las personas pudiéramos tener una guía acerca de cuál es la forma correcta de comportarse en ámbitos determinados, o en circunstancias o situaciones determinadas, llámese como quiera …La cuestión es que me he saltado un poco esas reglas poniendo ese título a estas reflexiones que vienen a continuación, aunque creo que esto más que reflexiones va a ser un "desfogue" a la venezolana.

 

Los pañales aparecieron hacia los años 40-50 y este escritor falleció en noviembre de 1950. No debía saber mucho de este popular recogecacas que inició su andadura en Suecia siguiéndole EE. UU. Pero "sè non e vero è ben trovato (si no es verdad, está buena la ocurrencia). Se podrían añadir muchas más profesiones y muy especialmente a banqueros de alto copete. Ambos, políticos y banqueros, corruptos y confesos, han sido capaces de hundir una nación que, lamentablemente, aún no se da cuenta de que sólo cuenta con sus propios ciudadanos. Al país le sobran asambleas y políticos que todo lo prometen y nada cumplen. Con los políticos suele suceder lo que dijo Milán Kundera en referencia a Hitler “Delante hay una mentira comprensible, y detrás, una verdad incomprensible”.

 

El teatro televisivo en que se ha convertido el parlamento en las últimas dos décadas es algo que desprestigia la credibilidad de las clases políticas, que como decía Shaw "la política es el paraíso de los charlatanes", y ya sabemos cuál es el fin de éstos, hablar, hablar sin decir nada. Pueden tirarse horas y horas, incluso días, hablando para finalmente sacar la conclusión de que en realidad no han dicho nada. Eso sí, su dialéctica es pomposa, llena de palabras desconocidas, y revestida de frases que suelen sonar a música celestial de cuerda que hasta el espectador se las llega a creer. Pero en esta ocasión, la charlatanería es muy peligrosa, porque se ha convertido en un concurso para ver quien la dice más gorda, sin pensar en las consecuencias, ¿o sí? Mientras los sabios piensan, los necios gobiernan. ¿Y estos son los que cuidan de nuestro presente y diseñan nuestro futuro? ¡Que Dios no coja confesados! En manos de quienes está este país, o quizás, ¿tenemos los ciudadanos el gobierno, el parlamento y los políticos que nos merecemos? Todo es posible, ya no lo dudo.

 

La idea de no perpetuarse en el poder, tradicionalmente, ha sido asociada con evitar que ello ocurra en las presidencias de países; no obstante, debería ser un criterio de aplicación universal para todas las posiciones políticas electas de gobierno. Los mandatos o períodos de gobierno en los diferentes niveles políticos de gobierno fluctúan -regularmente- entre dos y seis años. Y la lógica indicaría que el límite debería ser un máximo de dos períodos continuos para todo tipo de cargo político de gobierno. Personalmente, me inclino porque el período debería ser de cuatro años en todas las posiciones, para que ello dé tiempo al candidato elegido para concretar proyectos sin deteriorar su contribución al logro.

 

Como decía Claudio Nazoa “En Venezuela, todos los días pasa algo, pero al final, nunca ocurre nada”. Sin querer se exhaustivo recordemos el diálogo inútil entre empresarios y gobierno en 2002, el grupo Boston, las protestas de 2014, la eleccion del 4 de diciembre de la asamblea nacional del 2015, las marchas pacíficas a partir del 26 de octubre de 2016, la consulta nacional de Venezuela el 16 de julio de 2017, también llamado como plebiscito nacional de Venezuela de 2017, las protestas de septiembre 2017, el 23 de enero de 2019 cuando Juan Guaidó se juramenta como presidente encargado de Venezuela y el 30 de abril de 2019 anunciando “hoy comienza el cese definitivo de la usurpación” y asegurando un alzamiento militar hacia el Palacio Miraflores …. y como estamos ahorita. Guaido propone ahora el desarrollo de una ruta de lucha común que tenga el total respaldo unitario y convoca a la movilización general. Siempre lo he apoyados así que le deseo éxito.  A nuestros políticos les convendría tener presente la frase de Churchill “No basta decir que lo vamos a hacer bien, debes tener éxito haciendo lo que es necesario”.

Reflexionemos un poco sobre la mentira y el engaño. Sobre la mentira pende una intensa mala reputación. ¿Cuántas veces nos dijeron, “no se dicen mentiras”? Sin embargo, reflexionando sobre esto, creemos que nuestra sociedad no está preparada para la sinceridad absoluta. Mentimos continuamente, a nosotros mismos y a los demás. El engaño y la mentira son elementos de interacción social absolutamente extendidos en el funcionar de las sociedades, forman parte de la naturaleza humana y están presentes tanto en la esfera personal como en la vida social.

Mentir es un arte, y para ser creíble la mentira debe parecer aceptable y organizarse de una manera racional. En la historia del engaño, contamos con numerosos embusteros célebres que se han labrado un prestigio gracias a sus técnicas, secretos y manipulaciones. Pinocho, Odiseo (Ulises), Yago (Otelo), o el Conde de Montecristo, son algunos ejemplos en el ámbito de la mentira. Mentir a los demás y a uno mismo, es algo inevitable. Partiendo de que nuestras percepciones, influidas por factores internos y externos a nuestro organismo, falsean la realidad, hacen que mentirse a sí mismo sea natural e ineludible. Mentimos todos, a los demás y a nosotros mismos. Decía Hemingway que vivimos esta vida como si llevásemos otra en la maleta: un puro autoengaño para pasar de puntillas por la misma sin importarnos demasiado si la vivimos o la desperdiciamos

Esto que ocurre habitualmente en nuestras vidas privadas, se plasma de manera análoga a escala social. Las comunidades somos la suma de muchos individuos -quienes incluso cuando las realidades internas, las experiencias y los sentimientos nos conduzcan a otro lugar- preferimos defender nuestras creencias engañadas y alejadas de nuestro ser esencial. Es automático. Por lo tanto, entre todos organizamos comunidades fáciles de engañar. Sostenemos ejércitos de personas aferradas a cualquier creencia dicha por alguien en quien delegamos poder y a quien no estamos dispuestos a contrariar. Como los políticos.

Como ciudadanos debemos tomar conciencia acerca del importante rol de todas las instancias de los políticos y la influencia, impacto y efecto que cada uno de ellos posee. Es indispensable dejar a un lado solidaridades automáticas con algún partido o líder político, para evitar que votemos todo el tiempo por un determinado partido o cada vez que sea posible votar por un mismo candidato, sin considerar otros candidatos, planes ni propuestas de gobierno. La experiencia nos ha demostrado que algunas veces un presidente competente es -literalmente- maniatado por un congreso de oposición o viceversa, cuando un incompetente es apoyado -sin límites- por un congreso con mayoría de su misma tendencia política o, como Maduro, que sin congreso a favor hace de todas maneras lo que le da la gana.

Si bien es cierto que algunas relaciones y cosas se fortalecen con el tiempo, también en cierto que, a otras, el paso del tiempo las deteriora, y el liderazgo político parece ser una de estas últimas. No son raros los líderes políticos cuya primera gestión en cualquier cargo de gobierno fue exitosa, lo cual le permitió ser reelegido para un segundo período, cuyos resultados fueron opacos y sin el brillo del primero. Es fácil observar cómo cantidad de políticos han estado -literalmente- enquistados ocupando cargos políticos de gobierno por décadas. Impidiendo acceso a nuevas generaciones de individuos y conservando el statu quo en muchos temas que los tiempos han exigido cambios, pero que nunca llegaron ni llegarán de la mano de estos individuos. Esos políticos enquistados, con el excesivo tiempo en posiciones políticas, se han llenado de innumerables relaciones y compromisos que ponen en duda la claridad de su gestión y disminuyen a su mínima expresión la posibilidad de cambios. Me preocupan los políticos enquistados que leí en la convocatoria de Juan Guaidó. Ojala a su convocatoria asistan nuevas generaciones que realmente pudieran tener el ímpetu y estímulo para reconquistar el país.

Tenemos la política como la actividad humana que tiende a gobernar o dirigir al Estado en beneficio de la sociedad, pero en estos tiempos y sobre todo en los jóvenes, la política es vista como un elemento corrupto embriagado por la ambición y el poder o simplemente un tema muy aburrido, cuando no debería ser así. La política no son los señores que prometen de todo, no cumplen, nos mienten y engañan y se envilecen con tal de ganar voto, es mucho más profunda que las propuestas, que la guerra sucia y los carteles, la política es un ideal y una forma de vida. En nuestro país y en consecuencia en nuestros pueblos que yo recuerde, pocos conocen y han podido ver el verdadero mundo de la política. Respecto del sistema político, solemos estar enterados de los acontecimientos que conciernen a la maquinaria estatal, a su administración, y muy especialmente a uno de los mecanismos básicos del funcionamiento de la democracia: los procesos electorales, lugar en que se construye el vínculo entre el ciudadano y la ciudad. Poco sabemos de los planes y estrategias que diseña tanto el régimen como la oposición. Hoy día ya estamos cansados de estos políticos demagogos y de los dirigentes charlatanes, que solo hacen daño en la vida institucional de los pueblos, desde la traición pasando por la ambición, la manipulación y hasta las buenas intenciones que no siempre resultan ser recibidas y aprovechadas por el pueblo.

Un gobierno no tiene que hacer intentos ni promesas. Tiene que conseguir proyectos para beneficio de sus ciudadanos y el país. Es hora de que los políticos se dejen de tanta palabrería y busquen soluciones reales para la sociedad. Cobran para eso. Quizás lo que habría que imponer sería la retribución variable en el salario de los políticos. Que cobraran por objetivos, como hacen las grandes empresas o los bancos. Quien realice proyectos para el país que cobre más. Si no, un salario base, discreto, sin estridencias.

Se suponía que la política nació para hacernos la vida más fácil, no para complicarnos más la existencia. Pero la realidad es que la política resulta cada vez un camino más intransitable, donde el riesgo de ser atropellado por egos y miserias ajenos es constante. La gente en nuestro país empieza a percibir a la clase política como una amenaza, antes que como una oportunidad para mejorar colectivamente. Bertrand Russell escribió que un político para triunfar en democracia requiere la actitud del científico, que considera que la verdad no es nunca totalmente alcanzable, pero eso no le impide luchar por ella. Esta capacidad de moverse entre la realidad y la utopía sin caer en el dogmatismo o en la fantasía es lo que hace al verdadero político. Margaret Hefferman, profesora en la Universidad de Bath School of Management en el Reino Unido, nos dice que la principal lección de la pandemia de covid-19 es que nos recuerda que la vida es incierta y que si esperamos a la certidumbre siempre llegaremos demasiado tarde…no podemos esperar al plan perfecto. 

Nadie piensa en los políticos como prestidigitadores capaces de buscar soluciones mágicas a los problemas colectivos, pero tampoco como patanes que entorpecen el día a día hasta crearnos ansiedad o angustia. Tras años en que la política en Venezuela permanece encallada, en que no parece haber margen para un acuerdo y en que el régimen tiránico nos está invitando a los ciudadanos a votar en un fraude electoral inequívoco, resulta evidente el fracaso del sistema. Fracaso que nadie asume, señalando todos a su opositor como responsable.

En año y medio hemos pasado de asistir a un retorno de la ilusión por la política a reconocer la decepción en la democracia por esta incapacidad de encontrar una salida. El peligro de este momento es que las nuevas generaciones, que recuperaron la fe para cambiar las cosas con la irrupción de nuevas sensibilidades sociales, piensen que los políticos no entienden nada o que la política no sirve para transformar la realidad. Con frecuencia, cuando un político hace algo que no resulta, siempre dice que cumple con su deber. Nunca se avergüenza. El escritor George Bernard Shaw escribió que los políticos son como los pañales, que conviene cambiarlos a menudo porque se ensucian con frecuencia. Pero le faltaba vivir en estos tiempos en que aún no podemos cambiar de políticos pues siguen siendo los mismos a través de los años revolviéndose en la misma caca.

Magnífica y acertada afirmación del dramaturgo irlandés que, muchos políticos venezolanos parecen ignorar porque, cogido el sillón y el chollo, se resisten a irse como si les fuera en ello la vida. Y les va. Para oír a uno decir que deja la política hay que pillarlo mil veces en renuncios, en tropelías, en falsedades flagrantes y con las manos en la masa. De lo contrario, no hay manera. Niegan lo evidente y se quedan tan tranquilos. El mundo sigue como si nada. no es sano para la nación. La realidad social cambia y el individuo, por mucha capacidad de adaptación que tenga, tiende a volverse anticuado. Cada sociedad se beneficia de la renovación de las actitudes e ideas de sus líderes y gobernantes. O espabilan los actuales dirigentes de la oposición venezolana o los electores acabarán aplicando la receta de Shaw.

Lo que ocurre cuando no se cambian los lideres se refleja en la obra de George Orwell “Rebelión en la Granja”. En esta novela, los animales que gobernaban como dictadores de la granja modificaron sus propias leyes para justificar sus acciones. Por ejemplo, la ley que establece que “Ningún animal beberá alcohol” fue cambiada a “Ningún animal beberá alcohol en exceso”, después de que ellos mismos fueron encontrados realizando este acto. Adicionalmente, adoptaron una ley para apartarse de la igualdad que, inicialmente, fue proclamada entre los animales: “Todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros…” Desafortunadamente, esto es lo que se observa en muchos países latinoamericanos: un abuso del poder, por el cual gobernantes corruptos dictan leyes que excusan sus actos ilegales y que los favorecen exclusivamente. Como bien señalaba el historiador inglés Lord Acton, “el poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente.”

Woody Allen parecía pensar en los políticos, aunque siempre hubo, hay y habrá honrosas excepciones, cuando dijo aquello de: “hay que trabajar ocho horas y dormir ocho horas, pero no las mismas”. Lo que sí dedicó expresamente a ellos fue este párrafo: “El mago hizo un gesto y desapareció el hambre, hizo otro gesto y desapareció la injusticia, hizo otro gesto y desapareció la guerra. El político hizo un gesto y desapareció el mago”. El gran Forges también ha escrito mucho sobre los políticos y esa “libertad” que nos han ido construyendo a lo largo de estos años de democracia. Dice “Blasillo”, uno de los más entrañables personajes “Forgianos”: “Soy libre, puedo elegir el banco que me exprima, puedo elegir la petrolera que me esquilme, la comida que me envenene, la red de telefonía que me time, el informador que me desinforme, la opción política que me desilusione, pero insisto, soy libre”.

En el maravilloso cuento "Alicia en el país de las maravillas", la reina invita a la niña a jugar al croquet. Cuando ésta le pregunta cuáles son las reglas, la reina le responde que no existen y que ahí se juega sin ellas. "Ah, entonces no juego, porque si es así, usted ya ganó", fue la réplica de Alicia. Un claro mensaje para nuestras democracias, con el agregado ideológico de que se puede ser progresista y transformar la realidad hacia formas de vida más justas sin que por ello se tenga que sacrificar las instituciones.


Me imagino que desde el punto de vista de unos pocos, la receta de Shaw refleja un absoluto desprecio por la clase política, cosa que no comparto del todo, a pesar de todas las cacas en las que unos pocos o muchos de los políticos se hallen metidos hasta las cejas.  Y aún con el riesgo de caer en el desprecio a todos por culpa de unos cuantos, me animo a continuar con la broma de Shaw y les pregunto: ¿Cambiarias el pañal por otro ya usado? Supongo que ya conocemos la respuesta…Decir que la Verdad está de tu parte, será tu primera mentira.

Por definición propia soy optimista, pues no le veo ninguna razón de ser al pesimismo, pero ahora solo cabe esperar, sin sorpresas, la votación de diciembre para terminar el año. Si todo el 2020 ha sido de reclusión, pandemia y penalidades de infarto, prepárense porque el 2021 puede ser de suicidio. Mil disculpas a todos los que siguen fieles al blog, mis buenos amigos, perdonadme el rollo político que os he metido, prometo no volver con estas cosas al menos hasta que tengamos cambio de régimen o igual más, quien sabe …. rezad para que no sea mucho más.

 

 

 

 

Comments

  1. De: Henrique Benedetti
    Para: FACTOTUM IGNACIANOS-Gustavo Gonzalez

    Buen día Gustavo. Lo mejor de lo mejor. 90% de acuerdo.
    Te comento el 10% donde no estoy de acuerdo.
    1) Para mí no es un tema de desprecio a los políticos. Es un tema de lo anacrónico que es la configuración actual de la democracia. Hay que actualizarla. No es posible que en esta nueva era donde ya no hacen falta secretarias, el ciudadano dependa de un delegado (Político) con poderes especiales por muchos años, que seleccione fiscal, procurador, presidente del banco central, corte suprema, cne, etc, etc. Para mi esta clarísimo que todos estos entes hoy dependen del partido mayoritario. Es decir, estan parcializados.
    Llego la hora de usar la tecnología actual para que el ciudadano mediante su voto directo los seleccione.
    2) La decisión de la masa puede estar errada. Y eso no tiene nada de malo, es parte del toma y dame del día a día. El problema es que la democracia actual, carece de mecanismos que permitan una respuesta rápida.
    Nosotros los ingenieros basamos los sistemas de control en el error. El error es medido y en base a él se aplican acciones para minimizarlo. Medidas como distancia, velocidad, temperatura, etc. Nos indican cuán lejos estamos del valor esperado (Error) y luego abrimos la flama, subimos el voltaje, aceleramos, frenamos, etc.
    La democracia HOY no posee esa función. Esos "Check & Balance " que tanto se mencionan son ejecutados por personas afines de partidos que hasta pueden recibir lobbie.
    Problemas como el cambio climático, no se podrán resolver a tiempo si la humanidad depende de esas guacharacas que hacen ruido y más nada.
    3) Yo apoye a Guaido. Nunca estuve de acuerdo con su ruta ya que era un contrato abierto sin tiempo definido. Mas bien pensé que era una figura mediocre para mantener en el poder por cinco años al combo AD, PJ y Lopez.
    Para mi estaba muy claro. El único contrato es la constitución que dice: DEBE llamar a elecciones en 30 días.
    Luego el país a punta de puñetazos iba a esa eleccion.
    Como no fue su plan, se perdió la oportunidad y el tiempo lo desgasto.
    Si yo fuese un asesor político. Recomendaría quitar a Guaido, cerrar la MUD y reinventar un nuevo grupo. Tal como paso con la Coordinadora Democrática.
    Desafortunadamente, no veo en Guaido ese magnetismo de un Rómulo Betancourt o del gran héroe de las elecciones Venezolanas, Carlos Delgado Chapellin , capaces de poner de acuerdo a varias tendencias políticas.

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  2. Cuando niños, donde la consciencia que tenemos de la política es nula, atravesamos por ende una ignorancia política. Al crecer es que vamos aclarando dudas y empezamos a integrar una forma personal de percibir la realidad política. Una vez que logramos trascender con esfuerzo dicha ignorancia y puede que empecemos, como dijo el dramaturgo Shaw que «los políticos y los pañales deben cambiarse a menudo, y por los mismos motivos». Tanto de lo mismo agota y perjudica.
    Al ir adquiriendo mayor agudeza en nuestras reflexiones es que terminamos viendo que algunos pañales ya están sucios antes de ponerlos y hablando de políticos, suelen venir acompañados de un cambio en sus discursos… ¿a quién no le cae bien un discurso alegre y convincente que habla de cambio en una época donde todo lo que se quiere es cambiar pero sin saber qué cambiar? Sin necesidad de ser demasiado profundos, terminamos dándonos cuenta de que continuar en ese estado de pañales, nunca maduraremos ni creceremos como sociedad, difícilmente aprendamos a caminar.
    Si, aprender a caminar como un niño que tiene el valor de servirse de sí mismo. Tal como dice Immanuel Kant en su escrito respuesta a la pregunta “¿Qué es la Ilustración?” (1784), donde, define la Ilustración como la salida del hombre de la minoría de edad de la que él mismo es culpable. Con minoría de edad se refiere a “la incapacidad de servirse de su propio entendimiento, sin la guía de otro”. Ese “otro” es el tutor, y dada la pereza y falta de valor que tienen la mayoría de las personas para salir de esa minoría de edad, constantemente buscan tutores, alguien que piense por nosotros, que mastique nuestra comida y nos de la papilla en la boca.
    Es otra forma de expresar que algo estamos haciendo mal y no lo estamos viendo. Algo está generando que como sociedad cometamos los errores del pasado que nos impiden progresar, y tal vez el problema seamos nosotros mismos. Algo que nos hace decir “qué mal está la sociedad”, sin que nosotros nos sintamos parte -y responsables- de esa sociedad. Los pañales pueden servir para contener, son por momentos un sostén, pero son también muestra de inmadurez, y tenemos que aprender a prescindir de ellos. De los políticos también. ¡Sapere aude!
    Nota: Sapere aude es una locución latina que significa «atrévete a saber»; también suele interpretarse como «ten el valor de usar tu propia razón». Su divulgación se debe al filósofo Immanuel Kant en su ensayo ¿Qué es la Ilustración?, aunque su uso original se da en la Epístola II de Horacio del Epistularum liber primus: Dimidium facti, qui coepit, habet: sapere aude, / incipe ("Quien ha comenzado, ya ha hecho la mitad: atrévete a saber, empieza").
    La frase fue acuñada por Horacio en el siglo I a. C. y se encuentra en una epístola a su amigo Lolius. Tiene muchas traducciones, pero en el contexto de la carta en la cual trata sobre los múltiples procedimientos que Ulises usó en su regreso de Troya para superar las pruebas a las que se enfrentó, se puede entender como «tener el valor de usar tu habilidad para pensar». Otros la traducen como «atreverse a pensar».

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  3. La Politica es el arte de lo posible y la Gobernanza una empresa muy dificil.
    Y cuando menospreciamos a los politicos nos olvidamos que pocos de nosotros
    nos interesa serlo y que el vacio de poder siempre alguien lo trata de llenar.
    Tal vez deberiamos reflexionar sobre los mecanismos de gobernanza actuales y
    preguntarnos si estan a la altura de los retos presentes y futuros.

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