EL CIRCULO IGNACIANO DE LECTORES
EL CIRCULO
IGNACIANO DE LECTORES
Gustavo Gonzalez
Urdaneta y Roberto A. Martin Montilla
Miami 27 mayo
2021
La idea inicial
al crear el blog Factótum Ignacianos (FI) fue precisamente tener un espacio
para escribir. Existe una cierta inercia natural a escribir, primero empezamos
con la lectura. El mejor hábito que podemos incorporar en nuestra vida para
mejorar nuestra capacidad expresiva y comunicativa es la lectura.
Un buen libro es
aquel que tras leerlo uno siente ganas de conocer al autor, de invitarlo a un
café, una copa y un buen puro. Ustedes que, como yo, probablemente han leído
algo más de lo que es obligatorio y algo menos de lo que es necesario, habrán
experimentado repetidamente esa sensación.
Pero, como le he
contado a mis hijos, no basta con leer; también es necesario que pongan
atención en aquello que leen, que realmente entiendan y desarrollen una
conciencia crítica que les permita decidir lo que les sirve y lo que deben
desechar, aunque sea de momento.
Una de las maneras
de lograrlo es que escribamos sobre cualquiera sea el tema que leamos pues al
escribir logramos organizar nuestros pensamientos y si escribimos de forma
clara, ordenada e inteligible, significa que nuestra mente está dispuesta de la
misma manera: tenemos claridad, orden y conexiones de ideas que somos capaces
de comprender y de transmitir para que otros las comprendan. Me temo que, con
el habla, sucede lo mismo. Cuanto más claramente nos expresamos, más ordenado
tendemos nuestro cerebro y, por tanto, más dispuestos estamos a entendernos y a
hacernos entender.
El deseo de
escribir de forma creativa es algo que le viene dado casi a cualquier persona
que antes ha disfrutado al leer literatura.
Ahí nace, pues, para empezar, escribir es una forma de leer. Escribir es
leerse a sí mismo. Lees tu mundo interior, tus fantasmas, tus monstruos, tus
deseos, tus sueños, tu memoria, tus pensamientos... Dispuestos con mayor o
menor acierto y así se va haciendo el escritor o lo que resulte. Y se hace poco
a poco. Lentamente. Porque este es un viaje para personas de paso lento y nada
seguro. Uno nunca sabe qué puede suceder después de haber escrito la primera
palabra de una frase.
A la fecha en el
blog FI tenemos un poco más de 250 articulos en 13 secciones: Anécdotas, Cartas
Publicas, Economía, Energia, Entrevistas, Historia, Opinión, Poemas, Politica,
Personajes, Reflexiones, Religión y Salud. Conversando con Roberto Martin se
nos ocurrió incorporar una sección en la cual los lectores frecuentes puedan
contarnos sus ideas e impresiones de los libros que le dan claridad a sus
pensamientos. Es como la versión virtual escrita de los llamados círculos de
lectores, en principio, no se reúnen a comentar una obra en particular sino que
cada uno comunica por escrito sus ideas del libro que ha leído y, a través de
la sección de comentarios del artículo, se desarrolla la crítica constructiva
que favorezca la atención a las ideas de otros, el objetivo es interactuar,
compartir e intercambiar ideas, experiencias y opiniones del libro leído.
Como toda nueva
actividad habrá una inercia natural al empezar a hacerla. Te pregunto ¿Te gusta
tomar notas en los libros que lees, o eres de esas personas a las que se les
eriza la piel cuando alguien raya un libro?
El hábito de
escribir en libros, conocido como “marginalia”, es, pues, una forma de no leer
pasivamente, sino un ejercicio creativo en términos de igualdad con el autor:
George Steiner definía a un intelectual como “aquella persona que lee un libro
con un lápiz en su mano»”. Leer de manera activa exige pensar, comprender,
hacerse preguntas, y el hábito de tomar notas sobre estas ideas e interrogantes
no es más que una forma de registrarlas, evitar que se pierdan en el olvido.
El término
«marginalia» fue acuñado por Samuel Taylor Coleridge (1772-1834), un poeta,
crítico y filósofo británico que acumuló tal volumen de anotaciones al margen
de los libros que leía durante toda su vida, que hasta ahora han sido
publicados cinco libros únicamente para compilar y reunir su marginalia. Sin
embargo, la práctica en sí misma es mucho anterior a Coleridge: anteriormente,
las notas breves insertadas en los márgenes de un libro eran denominadas “escolios”,
y éstos datan, al menos, desde el siglo I a.C. Ya para esa época y hasta el
siglo XV d. C, las compilaciones de escolios eran de uso común y generaban
mucho interés entre investigadores y lectores.
Para algunos
lectores, subrayar, anotar, apuntar o garabatear cualquier cosa sobre la página
impresa tiene algo de maleducado y mucho de intrusivo, porque a lo mejor al
autor no le hace tanta gracia que uno deje constancia en los márgenes lo que
opina sobre su obra. Pero, al mismo tiempo, dentro del comportamiento aberrante
que supone ensuciar la obra ajena existe una maravillosa paradoja: ¿qué ocurre
cuando la marginalia (aquellas anotaciones al margen) sucede por culpa de la
pluma de otro escritor de talento reconocido?
Twain llegó a
acumular más de tres mil quinientos volúmenes distintos en su biblioteca, una
colección que destacaba sobre la de cualquier otro bibliófilo por un hecho
extraordinario: pertenecía a Mark Twain. Un dato muy importante teniendo en
cuenta que el escritor afrontaba sus lecturas armado con un lápiz y la
costumbre de rellenar los márgenes con notas, correcciones, divagaciones,
apuntes o pullas graciosas para regocijo propio.
Por ejemplo, Mark
Twain agarró la pluma para destrozar el libro Saratoga en 1901 de
Melville De Lancey Landon. Comenzó retitulándolo como Saratoga en 1891 o
los babeos de un idiota y rellenó muchos de sus márgenes con
opiniones muy particulares sobre Lancey Landon: cosas como «este hombre es corto de
entendederas», «estos son los gemiditos de un idiota», «esto lo ha robado de
otro» o un «evidentemente a este canalla lo han echado a patadas del Hotel
Claredon en algún momento» en una página donde se hacía mención a unas jóvenes
aristocráticas de Claredon. Twain remataba el repaso haciendo una observación
sobre una editorial que ninguneó a Lancey Landon: «Evidentemente existe gente
con suficiente cerebro como para valorar este feto en la medida que le
corresponde».
Al enriquecer el
proceso de lectura con nuestras propias anotaciones y contribuciones al texto,
estamos también construyendo el cuerpo propio de citas, ideas y direcciones en
las cuales podemos continuar nuestra investigación, nuestros intereses y
nuestras futuras lecturas. Transferir estas notas desarrolladas a un artículo
en el cual lo analiza y comenta es de gran utilidad para permitirnos ver y
analizar de forma cohesiva y con mayor claridad cuáles son los temas que nos
interesan de manera continua, y por supuesto, para poder referenciarlos en el
futuro con mayor facilidad.
Las notas de una
determinada persona pueden añadir o restar valor a un libro desde un punto de
vista objetivo, pero la colección de marginalia de una persona determinada es
invaluable para sí misma: comprende su conversación, dinámica y en evolución,
con los libros que ha leído y con la persona que era en el momento en que los
leyó, y constituye una adición inestimable, un apéndice necesario a la
biblioteca, literal o metafórica, de cualquier lector.
A tales fines
hemos incorporado una nueva sección al blog Factótum Ignacianos que hemos
denominado “Circulo Ignaciano de Lectores”. Anímate a editar tu marginalia y la
publicamo en el blog para fomentar el intercambio de las ideas y opiniones de
lo que leemos, entre todos. El blog está abierto a todos los ignacianos, a sus
familiares y amigos.
Al final del
articulo debemos agregar el enlace al libro en versión digital y/o la
información completa del mismo para beneficio de quienes prefieren leer en
libros de papel.
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