Conversaciones sobre esto, aquello y un poco de lo otro (IV) (Gustavo Gonzalez Urdaneta)

 

Conversaciones sobre esto, aquello y un poco de lo otro (IV)

Gustavo Gonzalez Urdaneta

Miami 21 marzo 2022

 

Desde la aparición de la escritura, ver ha primado sobre oír para fijar y adquirir conocimiento. Sin embargo, a raíz de este hecho, han existido dos visiones diferentes y casi antagónicas sobre la forma de adquirir y transmitir conocimiento: la visión de la imagen y la visión del texto. Fijar los pensamientos en imágenes y fijar los pensamientos en palabras son dos formas de representación que han estado históricamente en pugna.

 

La dialéctica entre imagen y texto, palabras y pinceladas, comenzó ya en el inicio de las religiones. Se habla, no en vano, de las religiones "del libro". El Pentateuco, el Deuteronomio y el Levítico, tres de los libros de la Biblia, prohíben las imágenes. La propia denominación de Biblia procedente del griego biblos, libro, confirma la importancia que se le da a la escritura como forma de sacralizar la religión.  Durante los largos siglos de la Edad Media, la mayor parte de la población era analfabeta, y se imparte doctrina religiosa a través de la pintura, la escultura, los retablos, la orfebrería, las catedrales y toda la imaginería sacra.

 

No se trata aquí de analizar la evolución histórica ni las relaciones que se crean entre la pintura y la escritura, que son dos formas expresivas de las que se sirve el artista, sea escritor y/o pintor, pues siguiendo la máxima horaciana, hay artistas que se presentan como "un pintor que escribe, un escritor que pinta” y le otorgan a la palabra y a la imagen la misma función, la narrativa. Las dos disciplinas artísticas mantienen una relación analógica en la que los paralelismos son más que evidentes pero, sin embargo, las diferencias se acentúan cuando se analizan los fundamentos que originan cada una de ellas: la pintura obedece a la fantasía y el pensamiento del autor y la literatura es resultado de un riguroso estudio crítico. Las fronteras entre las diferentes artes son a menudo una imposición social y cultural. El arte es una experiencia completa, y hay muchos artistas que quizás no destacan con la misma genialidad en varios campos artísticos pero que sí los disfrutan y los cultivan como necesidad de expresión personal.

 

En Occidente han sido más frecuentes las incursiones de los escritores en la pintura que la de los pintores en la escritura, pero también se ha producido la síntesis perfecta, como fue el caso de William Blake, famoso tanto por su obra poética y mística, -ente ellas Las bodas del cielo y del infierno que incluso influenció a los beatniks-, como su obra pictórica, -en la que también destacó no solo por sus logros visuales sino por las innovaciones técnicas en el grabado. Suele ponerse a Blake como ejemplo del artista total, ya que considerar los logros de su poesía o de sus pinturas o grabados por separado no nos permitiría entender su obra. Según el periódico The Guardian, «William Blake es, con gran margen, el mayor artista que Gran Bretaña ha producido»

 

Durante veinte años, Vincent van Gogh escribió asiduamente a su hermano Theo misivas en las que dio cuenta tanto de su autobiografía y sus pensamientos como de sus ideas estéticas; la última de esas cartas no llegó a enviarse, se encontró en su ropa al morir y todo apunta a que Van Gogh era consciente de su valía en las letras. Existe una recopilación de textos de Edvard Munch en la que el pintor noruego se propuso plasmar, desde una perspectiva universalista, todos los aspectos de la vida humana prestando especial atención a lo que tiene que ver con la muerte y con el amor.

Dicen que en arte, aquello que se puede decir con palabras no cuenta. Henry Matisse nos dejó algunas. No resumió en textos completos su noción del arte ni los motivos por los que, decía Derain, para él pintar un cuadro era como jugarse la vida, pero sí dejó caer algunas ideas en cartas personales, conversaciones o en varios discursos, como el que pronunció durante la inauguración de su museo en Cateau, la ciudad donde había nacido.

 

En la historia de la literatura hay bastantes ejemplos de escritores que amaban también la pintura. Rafael Alberti quería ser pintor y a esto dedicó sus esfuerzos de juventud, aunque acabó siendo un referente de la poesía. Los dibujos de Federico García Lorca iluminan algunos de los símbolos y metáforas del Lorca poeta, del mismo modo que ocurre con los pequeños dibujos de Franz Kafka, los cuales muestran una personalidad propia y han sido utilizados hasta la saciedad como portada de sus libros. La primera edición de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carrol estuvo ilustrada por él mismo. Henry Miller dedicó gran parte de sus energías, en su vejez, a sus acuarelas. Ya en la actualidad emerge otro fenómeno, el de la llamada novela gráfica, entre los que destaca la obra de Eddie Campbell o el famoso Persépolis de la iraní Marjane Satrapi.

 

En un artículo anterior de esta misma saga nos paseamos por las diferentes fuentes de inspiración y el estilo de algunos escritores y destacamos las grandes diferencias entre Zola, Stevenson y Twain. Por una parte está lo metódico del estilo de Ėmile Zola, cuyos escritos presentan una descripción realista de los vicios humanos y las condiciones sociales e impresionan por el detalle que ofrece de sus personajes. Stevenson se caracterizó por una serie de novelas de aventura y tenía el hábito de idearlas tanto mientras dormía como cuando estaba despierto y que, en ocasiones, era en forma de pesadillas. Por su parte Twain escribió novelas ambientadas en la cuenca del Mississippi basadas en los muchachos que había conocido y buena parte de la vida en el Mississippi es un tanto autobiográfica.

 

En la pintura suele darse la evolución del artista a través de diferentes estilos a los que Pablo Picasso llama sus periodos de desarrollo los cuales reflejan acertadamente las contradicciones de aquellos tiempos turbulentos, pero que se limitaba a eso, no pintar nada capaz de realzar nuestra comprensión de la época. Sólo en la primera década del siglo XX atravesó los periodos azul, rosa y precubista antes de embarcarse en el cubismo, movimiento que rechazaba las formas tradicionales de representación basadas en la perspectiva. Durante los treinta pintó uno de sus cuadros más famosos, Guernica (1937). Diversos artistas y críticos que se pasan la vida poniendo etiquetas a la gente le identificaron con una amplia variedad de escuelas -surrealismo, clasicismo, abstracción, exhibicionismo e incluso contorsionismo. Pero detrás de ese montón de cultas estupideces, no lograron nunca explicar a Picasso. Nunca ha dejado de ser un enigma.

 

Su trabajo siempre me ha interesado pero también confundido. Con él sucede que la interpretación que puedas darle a cualquier cuadro casi nunca coincide con el significado que quiso darle. Dada su afiliación al comunismo muchos ven en ellos significados políticos y eso, la mayoría de las veces, no fue su pretensión. Hay un cuadro El Marino que uno piensa que era un autorretrato-el traje, la red, la mariposa roja-buscando un mundo mejor…resulta que, sí es él, pero nunca pretendió darle el menor significado político ni siquiera por la mariposa roja y el traje es porque siempre llevaba una camiseta de marinero.

 

Por ejemplo, en el Guernica uno asocia todos los símbolos con el tema de la Guerra Civil española, y estamos en lo cierto que el toro representa la brutalidad y el caballo el pueblo, y que recurrió al simbolismo, pero no en los otros cuadros. Una vez explicó que el Guernica era una alegoría que busca la expresión y solución de un problema y ese era el motivo para emplear el simbolismo. En esa oportunidad igual aclaró que nunca había sido surrealista, que nunca ha estado fuera de la realidad. Mencionó, que para expresar la guerra, unos usarían un arco y una flecha pues es elegante y estéticamente atractivo pero el emplearía una ametralladora. Confieso que muchas de sus obras no las entendiendo en absoluto.

 

Siempre me he preguntado ¿Por qué pinta de un modo tan difícil de comprender para la gente? La respuesta que una vez le leí tal vez se los aclare. Según Picasso, pinta así porque su pintura es fruto de su pensamiento. “He trabajado durante años para obtener ese resultado y si diese un paso atrás sería una ofensa para el público porque lo que hago es coherente con mi pensamiento”. Ėl se expresa a través de la pintura y no se considera capaz de hacerlo mediante palabras y le resultaba divertido que la gente descubra en sus pinturas cosas que no ponía en ellas. Creo que a esto los españoles lo llaman hacer encaje de bolillos pero, no importa, pues lo que cada uno pueda haber visto está allí en el cuadro y cada quien le atribuye un significado en función de lo que ve en él. Á plus tard Monsieur Picasso.

 

Lo que Picasso ha representado para mí en la interpretación de sus pinturas recae en Franz Kafka y Samuel Beckett entre los grandes escritores. Kafka es uno de los más grandes autores de todos los tiempos - y uno de los más desconcertantes. Estudiosos de la literatura se han centrado toda su carrera en la interpretación de Kafka. Al igual que James Joyce o T.S. Eliot, el significado de Kafka es deliberadamente evasivo. Tan es así que para tratar de entenderlo- dentro de las limitaciones que incluso los lectores más conocedores enfrentan- recomiendan seguir una especie de instrucciones matemáticas recomendadas por los especialistas en su obra.

 

Para empezar, hay que leer sus escritos cuidadosamente - y leer tanto de él como sea posible y observar los patrones, sobre todo en la experiencia de la lectura de sus obras. Sentir el atrapamiento en "La Metamorfosis " y la frustración en "El Proceso" de Kafka son reacciones que se deben esperar. En todo momento hay que recordar el papel en su vida de inmigrante judío alemán que creció en Praga, la posible influencia de los campos de concentración y de sus enfermedades y problemas de salud mentales y sus posibles conexiones con su escritura. Hay que tener presente las influencias políticas y filosóficas sobre la escritura de Kafka, en particular, el existencialismo y el anarquismo y que Freud y Marx tenían un efecto importante en su obra. Observar cómo su escritura se ajusta al realismo mágico y aceptar que, por más que puedas aprender sobre él, jamás podrás entenderlo en la forma que entiendes un poema sencillo o un cuento de la moralidad. El carácter esquivo de Kafka es una parte importante de la lectura de su obra.

 

Samuel Beckett (1906-1989) es un novelista y dramaturgo que nació y se educó en Irlanda que escribió sus dos primeras novelas en inglés pero en 1932 se tomó la decisión de instalarse en Francia. A partir de ese momento escribiría en francés su trilogía Molly (1951(), Malone muere (1951) y El Innombrable (1953) así como sus obras de teatro más conocidas Esperando a Godot (1956) y El juego final (1957). Estas piezas teatrales fueron encuadradas dentro del teatro del absurdo.

 

Se le ha comparado con Kafka pero él ve más diferencias que similitudes. En una entrevista dijo, al respecto, que sólo lo había leído en serio en aleman, excepto algunas cosas en francés e inglés. Reconoció que le había resultado difícil llegar al final. Consideraba que el héroe kafkiano es coherente en sus propósitos, se siente perdido pero no es espiritualmente inestable, no se viene abajo hecho pedazos. En cambio los de él parecen desmoronarse. Consideraba que en Kafka la forma es clásica, avanza como una aplanadora…, es casi serena. Parece amenazada ininterrumpidamente, pero la turbación está en la forma. En él hay turbación detrás de la forma, no en ella.

 

En cuanto a James Joyce, del cual Beckett fue asistente y discípulo, él consideraba que la diferencia es que Joyce era un soberbio manipulador del material con el que trabajaba, tal vez el más grande. Hacía que las palabras trabajaran al máximo y en sus obras no había ni una silaba superflua. En cambio, en su caso, él no era dueño del material con el que trabaja. Consideraba que Joyce tendía a la omnisciencia y la omnipotencia, en cambio él trabajaba con la impotencia, con la ignorancia. Consideraba que la impotencia nunca había sido explicada en el pasado y que parecía que la expresión era un logro, debía ser un logro. Su exploración era en lo incompatible con el arte. Consideraba la experiencia de un artista como la de un no-conocedor, un impotente y el artista armonioso y equilibrado le era absolutamente ajeno. A Beckett la expresión abstracta, serena de Paul Valéry, le parece completamente espúrea y le resulta algo inconcebible.  

 

Samuel Beckett tenía muchos motivos que no resultan atractivos: su insociabilidad, su modo de ser hirsuto, agrio y abrupto, el distanciamiento de todo mundo social urbanizado o solidario. Él vivió siempre por su cuenta y riesgo, apartado en su alcantarilla, bien segregada. Al parecer, nada en esta criatura resulta simpático, sin embargo, se le considera el alfa y omega del siglo XX del teatro.

 

“La escritura es la pintura de la voz” Voltaire

Yo nunca busco temas, dejo que los temas me busquen y yo los eludo, pero si el tema insiste, yo me resigno y escribo” Jorge Luis Borges

“El primer principio para escribir es pensar bien. Borra a menudo si quieres escribir cosas que sean dignas de ser leídas” Horacio

 

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