Evangelio (Jn 1, 1-18) correspondiente a la solemnidad de la Natividad del Señor: (AGUSTÍN COLL)
A continuación podrán leer nuestro comentario al Evangelio (Jn 1, 1-18) correspondiente a la solemnidad de la Natividad del Señor:
𝗘𝗹 𝗱𝗲𝘀𝗮𝗳𝗶́𝗼 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗡𝗮𝘃𝗶𝗱𝗮𝗱
En ocasión de la festividad de la Navidad del Señor, es oportuno recordar el contexto histórico en el cual ocurrieron los hechos. En aquellos tiempos, el emperador Augusto ordenó que se hiciera un censo o empadronamiento en todo el imperio romano, el cual serviría de base para la recaudación de impuestos. Este mandato imperial ordenaba que todos los habitantes de los inmensos territorios bajo la jurisdicción romana debían ir a inscribirse en sus propios pueblos.
Por esta razón José salió con María de Nazaret, un pequeño poblado en las montañas de la Baja Galilea, y se dirigió hacia el sur hasta llegar a Belén de Judea, donde habia nacido su ascendiente: el rey David. Estando allí, como narra el evangelista San Lucas: “le llegó a María el tiempo de dar a luz. Y allí nació su hijo primogénito y lo envolvió en pañales y lo acostó en el establo, porque no habia alojamiento para ellos en el mesón”.
El papa Francisco, en su homilía de nochebuena del pasado año, destacó el contraste que pone de manifiesto el Evangelio entre la grandeza del emperador y la pequeñez del niño Dios: “Narra el
nacimiento de Jesús a partir de César Augusto, que ordenó realizar un censo del [imperio romano] mundo entero. Muestra al primer emperador en su grandeza. Pero, inmediatamente después, nos lleva a Belén, donde no hay nada grande, sólo un niño pobre envuelto en pañales, con unos pastores a su alrededor. Y allí está Dios, en la pequeñez. Y este es el mensaje: Dios no cabalga en la grandeza, sino que desciende en la pequeñez. La pequeñez es el camino que eligió para llegar a nosotros, para tocarnos el corazón, para salvarnos y reconducirnos hacia lo que es realmente importante."
“Y nosotros, preguntémonos, ¿sabemos acoger este camino de Dios? Es el desafío de Navidad: Dios se revela, pero los hombres no lo entienden. Él se hace pequeño a los ojos del mundo y nosotros seguimos buscando la grandeza según el mundo, quizá incluso en nombre suyo. Dios se abaja y nosotros queremos subir al pedestal. El Altísimo indica la humildad y nosotros pretendemos brillar. 𝗗𝗶𝗼𝘀 𝘃𝗮 𝗲𝗻 𝗯𝘂𝘀𝗰𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗽𝗮𝘀𝘁𝗼𝗿𝗲𝘀, 𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗶𝗻𝘃𝗶𝘀𝗶𝗯𝗹𝗲𝘀; 𝗻𝗼𝘀𝗼𝘁𝗿𝗼𝘀 𝗯𝘂𝘀𝗰𝗮𝗺𝗼𝘀 𝘃𝗶𝘀𝗶𝗯𝗶𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱, hacernos notar. Jesús nace para servir y nosotros pasamos los años persiguiendo el éxito. Dios no busca fuerza y poder, pide ternura y pequeñez interior.”
Investigación y comentarios: Agustín Coll
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