La falta de comunicación entre padre e hijos (Gustavo González Urdaneta)

 La falta de comunicación entre padre e hijos

Gustavo González Urdaneta

Miami 1 febrero 2024

 

Mas temprano que tarde, los hijos se van distanciando de sus padres por razones naturales en el tránsito entre la educación escolar y la universitaria por el contacto y la influencia de las nuevas amistades e intercambio entre pares de nuevas convivencias y experiencias. En esos años muchos padres sienten preocupación al ver que sus hijos no tienen la confianza de contarles sus inquietudes o problemas; sin embargo, ellos mismos tampoco se comunican todo lo que deberían con estos. Por ejemplo, nunca tuve ni una conversación con mis padres acerca de educación sexual, era un tema que creo consideraban casi sacrílego mencionarlo. Tampoco te lo enseñaban en el colegio, así que fuimos casi autodidactas en esos temas gracias a los hermanos, primos y amigos. Ya volveremos sobre este tema más adelante.

 

En la adolescencia, los hijos pensaban que los padres no los entendíamos; por una parte les producía ansiedad el empeño de los padres por conocer sus cosas y para ellos era como una intrusión en su intimidad, provocando así todavía menos comunicación. Por otra, pensaban que no éramos capaces de ponernos en su lugar cuando estaban pasando por una fase tan difícil de su vida que ni ellos mismos eran capaces de comprenderse a sí mismo, y necesitaban reforzar esa idea achacándosela a los demás. El pudor, la falta de confianza, el temor a ser juzgado…suelen ser causa de falta de comunicación. El miedo al castigo o a las represalias es causa también de la falta de comunicación de los hijos. Por eso, muchos jóvenes prefieren no contar ciertos asuntos y evitar posibles enfados y también por la falta de discreción de los padres con terceros. En definitiva, los problemas de falta de comunicación entre padres e hijos son muy comunes, además de recíprocos.

 

Uno de los varios errores de los padres es no contarles sus travesuras de pequeños o adolescentes pues temen perder la autoridad sobre ellos si se enteran de sus debilidades o errores del pasado. Ni pendientes, pues todos nos vamos a defraudar en algo y no debemos privarlos de ellos pues les ayuda a encontrar su propio camino. Como dijo el poeta, …, no hay camino, se hace camino al andar…. Y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Si los padres acostumbraran a compartir detalles de su infancia, situaciones complicadas, antiguos noviazgos, etc.… probablemente la relación con los hijos mejoraría, pues habría más espacio para la confianza.

 

Sí recuerdo mis conversaciones con mi padre sobre la importancia de la formación profesional y, posteriormente, de los problemas laborales o económicos o, incluso, de los errores que cometió en sus inicios. Una experiencia similar la tuve con mi hijo pero a la inversa, al comienzo de sus experiencias laborales, me contaba los detalles de sus relaciones con sus jefes, sus decepciones con las expectativas de sus cargos, los cambios de trabajo y un montón de detalles que con el tiempo fueron desvaneciéndose y hoy es poco lo que me cuenta, también por razones simples de ubicación y ocupación, son poco los tiempos compartidos presencialmente y más frecuentes los virtuales pero sin exagerar. Tal vez es algo natural a medida que van adquiriendo más confianza y experiencia en lo que hacen.

 

Muchas son las razones que existen para que los padres, a menudo, dejen de conversar con sus hijos, en muchos casos es para evitar no sentirse vulnerables, no querer reconocer que los mayores también se equivocan o mostrar problemas que puedan hacerles sufrir, como puede ser el desempleo. Quizá los padres deberían comenzar a expresar sus sentimientos, a ser más sinceros con sus hijos, a plantearles sus miedos, sus dudas…Dando así un primer paso que facilite después el de sus hijos. Aunque cada hijo y cada entorno familiar es diferente, lo habitual es gestionar la comunicación familiar desde la preocupación que suscita en los padres y madres la aparición de la intimidad en los hijos, o la falta de transparencia a medida que crecen y entran en la adolescencia.

 

Si hay algo importante para mantener activa la comunicación con los hijos son los ratos compartidos, Siempre recuerdo como buen maracucho, las vacaciones con mis padres en los pueblos de los Andes y en Paraguaná, vivencias que jamás las olvida un niño  A mi hija, como primogénita, la disfruté mucho hasta su adolescencia, convivió mis años de postgrado en Londres, aprendió ingles perfecto y nos acompañó en los viajes a Europa. Con mi hijo, en su infancia disfrutamos las vacaciones escolares y en su juventud compartimos cruceros y viajes por distintas razones en que me acompañaba y yo encantado. Hace solo cuatro años, hicimos un road trip por Florida durante dos semanas y esa es una vivencia que les recomiendo a todos los padres. Esa si es una experiencia única y también difícil de repetir en el tiempo, pero inolvidable. Nunca me perdi las graduaciones de ambos, tanto en pregrado como en sus maestrías. Los visité a ambos en Bogotá donde vivieron con su mamá después del divorcio, los acompañe en sus estudios profesionales y, ya ambos casados, pasé con cada uno diferentes temporadas en Tenerife con la hembra y en Madrid con el varón. El divorcio no nos separó, siempre hemos estado unidos.

Para nuestros hijos es muy positivo saber si sus padres también tuvieron problemas con los amigos en la adolescencia, suspendieron algún examen, tuvieron un desengaño amoroso…Ya que esto hará que los hijos estén más conectados con sus padres, sientan que hay empatía y que sus padres se pueden poner en su lugar e, incluso, dotará al adulto de más autoridad, ya que partimos de las mismas experiencias y, gracias a eso, podemos aconsejarles a ellos lo mejor. Personalmente, compartí muchos años con mis dos hijos en sus etapas universitarias, pues con ambos convivimos en mi casa por desavenencias normales con su mamá, creo que era muy estricta con jóvenes en plena juventud.  Tuve muchas oportunidades para conversar a menudo con ellos y les fui contando poco a poco toda mi vida, la cual convivieron en gran parte.

Uno de los grandes tabú de los padres son las relaciones sexuales. Muchos creen que sus hijos van a iniciarse precozmente en el sexo si tratan este tema con naturalidad, sin embargo, es un error nuevamente evitar el tema con ese fin. Los hijos con quienes se evita esta conversación la tendrán con otros círculos: amigos, conocidos…o tenderán a buscar por internet. De este modo, encontrarán información inadecuada o puede que acaben por confundir la pornografía con las relaciones íntimas. Si los padres acostumbraran a compartir detalles de su infancia, situaciones complicadas, antiguos noviazgos, etc.… probablemente la relación con los hijos mejoraría, pues habría más espacio para la confianza. Los padres suelen temer perder la autoridad sobre ellos si se enteran de sus debilidades o errores del pasado.    

 

Otro tema que evitan los padres con sus hijos es la situacion económica familiar pues no desean preocuparlos, o mostrar situaciones críticas que no ensalcen la figura ejemplar y protectora que hemos sido para ellos. Igualmente evitan sus miedos, dudas o preocupaciones, sobre enfermedad…Suele ser por no preocuparles. Pero también sucede que para los padres no es fácil hablar de sentimientos con sus hijos. La mayoría de las referencias en la literatura trata sobre la falta de comunicación de los hijos pero en realidad, se trata de una situación más global de lo que pensamos.

 

Las discusiones entre usted y sus hijos son inevitables en la vida familiar. Si su familia nunca discute, probablemente significa que están evitando los problemas. Para que se conviertan en adultos productivos, los niños necesitan tener la capacidad de expresar sus opiniones; aún si no están de acuerdo con la suya y sentir que se les toma en serio. Eso sí, hay que ser selectivo con los problemas sobre los que discute y cuando surge la posibilidad de un problema, decida si realmente vale la pena o no. Elija sus batallas cuidadosamente. Permita que su hijo adolescente sepa que valora su punto de vista y que a través de la comunicación se pueden resolver los conflictos y que algunas veces puede ganar. Mientras las discusiones permanezcan dentro de ciertos límites, son una forma aceptable y productiva de comunicación. Pueden continuar mientras que estén bajo control, sean respetuosas y lleven a una solución. No olvidemos que nuestros hijos aprenden a manejar los desacuerdos al ver el ejemplo de sus padres.

 

Las nuevas tecnologías traen consigo muchos beneficios, pero a la vez, pueden generan nuevos retos y dificultades. No solo los hijos cuentan con aparatos tecnológicos de última generación, sino también los padres, por lo que muchos de estos problemas se presentan en el contexto familiar. Sin embargo, la tecnología por sí sola no fomenta la desunión, de hecho, nos ofrece diversos beneficios. En realidad, todo depende del tipo de uso y de la regulación que se tenga en casa. Es importante explicar por qué se ponen determinadas reglas de uso y enseñar a distinguir los momentos.

 

En un artículo reciente les informaba sobre la adicción tecnológica y el acoso virtual y quedó claro que la tecnología separa a las familias porque las personas se hacen dependientes de estos aparatos, lo cual altera la comunicación familiar. Muchos miembros de la familia prefieren revisar sus correos en vez de propiciar un acercamiento entre ellos poniendo los dispositivos digitales por encima de cualquier relacion familiar. Un distanciamiento tecnológico similar se produjo en los  años 80 con un fuerte crecimiento en el sector del videojuego alentado por la popularidad de los salones de máquinas recreativas y de las primeras videoconsolas aparecidas durante la década de los 70. A los padres nos tocó aprender a usarlas y acostumbrarnos a que los infantes  nos ganaran cada vez con más facilidad. Ahora, muchos abuelos aprenden a usar muchas tecnologías porque sus nietos se las enseñan y eso produce un mayor acercamiento entre ellos.

 

Los padres son quienes influyen mayormente en el interés de los hijos por aprender y practicar nuevos deportes o distintas actividades físicas. Son generalmente, quienes los incitan desde pequeños a ser activos y más disciplinados. Muchos son los padres de grandes atletas (Floyd Mayweather Jr., Serena Williams, Stephen Curry o los hermanos Manning), que además de ser parte de su desarrollo, también han sido sus propios mentores y una parte de sus victorias es gracias a ellos. Esa participación requiere una sincronización de calendarios y en lo económico. Los costos pueden llegar a ser sustanciales, especialmente considerando que son costos extracurriculares.

El papel que los padres y madres decidan tomar en el deporte de sus hijos e hijas será fundamental para su posterior desarrollo en el mismo, de ahí la importancia de evaluar y valorar la implicación de los jóvenes con su deporte. Si deciden ser coparticipes  con sus hijos deben fomentar la práctica de este y contribuir al buen funcionamiento psicológico y mental del deportista convirtiendo el deporte en un lazo en común que proponga nuevas metas y aficiones conjuntas, que respete la autonomía del niño/niña y que consiga progresivamente el desarrollo integral del deportista a través de una unión paterno filiar estable y duradera. Debe haber coherencia y cooperación entre padres y entrenadores y cumplir con las premisas fundamentales del deporte: Disfrutar del deporte, aprender con él y mejorar gracias a él.

 

Hay un aspecto, poco encontrado en la literatura, y que he ido notando con los años; se refiere al comportamiento tan distinto que los hijos (y las personas en general) despliegan frente a terceros y ante a sus familiares. No son pocos los casos de personas introvertidos en sus relaciones familiares pero que frente a terceros se muestran, no solamente como grandes conversadores, sino con rasgos de personalidad nada que ver con los que la familia los tiene caracterizados. No se trata de dobles personalidades sino más bien de una simbiosis entre dos extremos: introvertidos y extro o extravertidos, como solían llamarlos al principio. Estas personas se denominan ambivertidas. Las personas ambivertidas pueden sentirse cómodos en grupos de iguales, así como en las interacciones sociales, pero a su vez saben valorar el tiempo a solas. Pueden presentar características de estos dos rasgos de la personalidad en función de su estado de ánimo, contexto y objetivos.

“El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día.” Leon Battista Alberti

 

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