Vivencias en una década en EE UU (II): Atención sanitaria, grupos de presión y otros (Gustavo González Urdaneta)
Vivencias en una década en EE UU (II):
Atención sanitaria, grupos de presión y otros
Gustavo González
Urdaneta
Miami 11 mayo
2024
Si hay una prioridad para el residente norteamericano es
el seguro médico. La atención sanitaria en Estados Unidos es muy cara,
pero el gasto en atención sanitaria no se corresponde con sus resultados. El
gasto sanitario en Estados Unidos aumentó un 2,7% en 2021, hasta 4,3 billones
de dólares o 12.914 dólares per cápita. Per cápita, Estados Unidos gasta casi
el doble del promedio de países igualmente ricos. Sin embargo, los resultados
de salud generalmente no son mejores que los de otros países y, en algunos
casos, son peores, incluso en áreas como la esperanza de vida, la mortalidad
infantil y la diabetes.
El deficiente sistema de salud carece de algunos de los
factores que impulsan la innovación en otras industrias y países. Los
consumidores no han sido sensibles a los costos porque carecen de la
información necesaria para evaluar la calidad y el costo. Los proveedores
generalmente operan bajo un modelo de pago por servicio en el que se les
compensa en función del volumen de sus servicios, en lugar del valor de la
atención que brindan. Las mejoras en la tecnología a menudo encarecen la
atención sanitaria.
El resultado es un sistema en el que, sin reforma, los
costos seguirán aumentando . Se prevé que los costos totales de atención
médica, incluido todo el gasto público y privado, aumentarán de $4,7 billones
en 2023 a $7,2 billones en 2031, con un crecimiento promedio del 5,5 por ciento
anual, según los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid . Se proyecta que
el gasto en atención médica crecerá más rápido que la economía, pasando del 18
por ciento del producto interno bruto (PIB) en 2023 al 20 por ciento del PIB en
2031.
Lamentablemente,
en el sector de salud tan fragmentado, hay tal gran cantidad de personas
involucradas que no hay incentivos ni interés para reducir los costos:
Hospitales, equipos médicos, médicos, drogas, lobistas y seguros. El último
eslabón en la cadena del negocio que es el cliente no tiene arte ni parte en el
costo de estos. Carece totalmente de información para poder reducir sus costos.
Estados Unidos es el país por
excelencia de los grupos de presión. El poder de influencia de estos
grupos es notorio en la toma de decisiones políticas. El tema del lobby en EEUU
es muy interesante. En el sistema político estadounidense los grupos de presión
o lobbies se encuentran legalmente organizados, con acceso a la formulación en
la toma de decisiones, influencia en las campañas electorales, el Congreso y la
Casa Blanca. Las vías de influencia de estos grupos varían entre sí en
diversidad, amplitud y efectividad.
El sistema político
estadounidense es particularmente vulnerable a las presiones y/o influencias de
los grupos de presión por varias razones. La primera de ellas es el carácter
legal de los grupos de presión. Estos grupos no operan en secreto, salvo algún
acto de soborno o incumplimiento de las normas legales que regulan su
actuación, sino que actúan libremente en los pasillos del Congreso, en citas o
eventos con el Presidente, en los medios de comunicación y en intercambios con
el público en general.
Según los lobistas ellos proporcionan
información a los parlamentarios y a los políticos que rodean al presidente y
que toman las decisiones. “Somos un servicio vital para la democracia, porque
hacemos que se tomen mejores decisiones, más informadas”. ¿Y qué pasa con la
gente que no puede permitirse pagar a los lobistas para defender sus intereses
en los centros de poder? “En EE UU todo el mundo tiene un lobista. Las
enfermeras, los maestros, la gente pobre”. Pero tener más recursos sin duda
permite un lobby más intenso y efectivo… “Es demasiado simplista pensar que
siempre ganan los más ricos, pero desde luego es mejor ser rico que pobre. Los
ricos tienen más lobbies”.
Otra de las razones se refiere a
las costosas campañas electorales que en Estados Unidos exigen de amplias y
diversas fuentes de financiamiento, cuestión ésta que aprovechan los grupos de
presión para influir en los candidatos. También habría que agregar la limitada
representación de los partidos políticos para encausar los diversos intereses
sociales, cuestión que los grupos de presión saben aprovechar.
Para lograr influir en los
diversos centros de decisiones políticas, los grupos utilizan el cabildeo:
lobbying como vía de acceso a las decisiones políticas. El término cabildeo a
menudo contiene una carga peyorativa y, con frecuencia, es asociado con
acciones ilegales, actos corruptos y resquebrajamiento de valores morales en
los políticos y administrativos. Esta animadversión hacia la actividad del
cabildeo no es infundada, pues en la historia de los grupos de presión y su
relación con el poder político, no son pocos los casos en que los políticos han
sido influidos por estos grupos mediante métodos ilegítimos.
Según versados en la materia, las
dos principales características del sistema político norteamericano que
condicionan la organización y las actividades de los grupos son indeseablemente
el federalismo y la separación de poderes. En consecuencia los grupos de
presión en los EE. UU. concentran sus esfuerzos en los poderes legislativos,
ejecutivos y en la Suprema Corte de Justicia.
El Congreso es lugar clave en la
influencia de los grupos, allí se toman muchas de las decisiones políticas que
les conciernen a sus intereses. Aunque la presentación de los proyectos de
leyes (bills) concierne solo a los Senadores y Representantes, los grupos de
presión intervienen en su redacción y, muchas veces, brindan información
detallada sobre el tema a tratar que no poseen los legisladores. Cuando esto
sucede no puede hablarse de presión política por parte de los grupos, sino, más
bien, de una confluencia de intereses. Hoy en día Washington D.C. tiene más de
17.000 lobistas federales que luchan para influenciar a los legisladores, para
sostener o rechazar legislaciones y, en algunos casos, hasta para proponer
nuevas leyes.
Los millones de dólares que
gastan los lobistas cada año para influenciar a los legisladores han sido
dirigidos de otra forma pero no eliminados. Se han disfrazado como fondos
recaudados, actividades caritativas y seminarios subvencionados para la
industria; todos estos actos sirven para canalizar el dinero desde el interés
privado que representan los lobistas a los fondos de los oficiales electos. El
poder ejecutivo, y dentro de este el Presidente, constituyen fuente de acceso
clave de los grupos de presión por varios motivos. El Presidente posee
iniciativa legislativa, dirige la burocracia de la Casa Blanca, ejerce su
prerrogativa presidencial de nombramiento y juega un papel fundamental en la
formación de la opinión pública nacional.
Los grupos
de presión no son elegidos
por la ciudadanía
y, sin embargo,
poseen un poder político incuestionable. Por ello, como
añadidura, su existencia hace cuestionar aún más la democracia liberal,
en tanto no
cumple tan siquiera
con los grados
de representación política. Los
niveles de influencia en la elaboración de las políticas públicas de los grupos
de presión no
estarán determinados, en
lo fundamental, por
su vínculo con
el interés general; sino por su
capacidad de organización, financiamiento, vínculos con los decisores
políticos, participación en
las campañas electorales, entre otros.
Si esto es
así, entonces la calidad de la
democracia, incluso en los
marcos de la
democracia liberal quedan cuestionados.
Comparto la opinión, de varios
amigos norteamericanos y extranjeros, de que el lobby es uno de los sistemas
más perversos de la gobernanza norteamericana que arroja mucha sombra sobre su
democracia. Me cuentan los locales que se han hecho muchos intentos para abolir
esa práctica, pero la resistencia de congresistas, lobistas y grupos de interés
lo ha impedido. Coincido con ellos de que eso no cambiara y podría esperarse
que nunca. Uno de los aspectos más importantes, el financiamiento de las
campañas electorales deriva fundamentalmente del perverso sistema de lobby,
ahora agravado por el anonimato de los donantes, que permite a grupos de poder
adelantar sus particulares agendas. Veo muy difícil que ese sistema cambie, al
menos en el corto plazo, y mucho menos en las elecciones de Noviembre próximo.
Conversando con un amigo opinaba
que, en general, la gobernanza en los EEUU presenta serios problemas no solo en
cuanto al accionar de grupos de presión que adelantan su particular agenda y
particularmente de aquellos con sobrados recursos financieros que les permiten
condicionar la politica federal y estatal, aquella incluso a nivel de politica
internacional. Los ejemplos abundan y son harto conocidos. Además la votación
presidencial indirecta (colegios electorales) y la escasa representatividad
de los elegidos, Presidente, Senadores, Representantes, debido a la forma como
la población de los estados y los votos electorales para la Presidencia estan
estructurados. El próximo articulo detalla un poco este tema.
Otro problema de marcada
importancia lo constituye la Corte Suprema de Justicia, cuyos miembros
son elegidos de por vida y que, paradójicamente sus orientaciones se han
partidizado. El Presidente propone su candidato y las Cámaras de Senadores y
Representantes deciden su nominación. La última selección de un miembro a este
cuerpo fue en los últimos días de la Administración Trump y su aprobación se
hizo con una premura muy distinta a la que se le aplicó a un nominado en la
Administración Obama. La actual nominada por la Administración Biden está
siendo interpelada en el Congreso y algunas de las preguntas que se le han
hecho revelan no una búsqueda de capacidad jurídica sino un sesgo partidista.
Se ha considerado la necesidad de
establecer un código de ética para dicho cuerpo judicial.
“La
corrupción y la hipocresía no deberían ser productos inevitables de la
democracia, como sin duda lo son hoy” Mahatma Ghandi
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