Dictaduras latinoamericanas (I): 1930-1957 Gustavo Gonzalez Urdaneta
Dictaduras
latinoamericanas (I): 1930-1957
Gustavo
Gonzalez Urdaneta
Miami, 6
Enero 2018
En todo
lo que fue estructura social y sistemas políticos, América Latina enfrentó
significativos fenómenos vinculados directamente a la Crisis de 1929. Las
graves consecuencias económicas en cuanto a niveles de pobreza, desempleo, bajo
nivel adquisitivo y condiciones de vida fue originando (en las clases más
afectadas) un repudio hacia el evidente imperialismo estadounidense sobre
Latinoamérica, el cual a medida que fue avanzando el siglo XX se fue
manifestando en corrientes de tipo socialistas.
En esta primera
mitad de siglo las tendencias conservadoras por parte de las clases dirigentes
y de mayor nivel económico junto a las fuerzas militares se orientaron a
promover y a implantar regímenes dictatoriales que aplacaran el creciente
malestar social y fueron las que dominaron el continente presentándose como
única alternativa a las ya fuertes corrientes de corte comunista que se
encontraban latentes en todo el mundo y a las cuales tanto les temía EE. UU.
Pero al mismo tiempo se dieron reacciones contrarias, más bien de tipo
conservador (mayormente en las clases dirigentes) las cuales condujeron a
algunas naciones a relaciones de tendencias sumisas con los EE. UU. nuevamente.
La
historia de los países latinoamericanos, al menos desde 1930, tiene un común
denominador: la presencia de regímenes dictatoriales que en pos de libertad
asumieron la dirección política de sus países. En algunos de ellos el poder
recayó en una sola figura durante un lapso determinado, en otros la dictadura
se vivió como un proceso discontinuo, con cortos periodos democráticos
ficticios, que tuvo momentos álgidos de violencia, en donde se agudizaron las
prácticas de represión.
De los
veinte países que conforman Latinoamérica, dieciséis han experimentado
dictaduras, la mayoría militares impuestas tras golpes de Estado. La mayoría de
estos personajes murieron y nunca pagaron por los crímenes que cometieron
mientras estuvieron en el poder ni sus países han podido recuperar las fortunas
que se robaron. Un poco de eso trata el presente ensayo -crímenes-corrupción e
impunidad -, su semblanza y diferencias con la Venezuela desde 1999 que el
lector irá identificando.
La corrupción constituye un fenómeno
insidioso, amplio, variado y global que comprende actividades tanto públicas
como privadas. No se trata únicamente del tosco saqueo del patrimonio del
Estado. La corruptela comprende el ofrecimiento y la recepción de sobornos; la
malversación y mala asignación de fondos y gastos públicos; los escándalos
financieros y políticos; el fraude electoral, el tráfico de influencias y otras
transgresiones administrativas como el financiamiento ilegal de partidos políticos
en busca de favores indebidos. A pesar de sus efectos recurrentes y cíclicos ha
sido poco lo que sabe acerca de los costos económicos e institucionales de la
corrupción en los países y las fortunas saqueadas al erario.
Esta primera mitad del siglo XX tiene
fuertes exponentes que van desde Rafael “Chapita” Trujillo en República
Dominicana hasta François “Papa Doc” Duvalier en Haití. Este 16 de Enero se
cumplen 116 años del nacimiento de Fulgencio Batista y revisaremos 10 de los
dictadores que tuvo la región latinoamericana.
En República Dominicana (1930), el
Gobierno de Rafael Trujillo fue el responsable de la muerte de más de 50.000
personas, incluyendo los miles asesinados en la tristemente célebre Masacre del
Perejil. Los estimados totales sobre el número de muertos en la masacre varían
desde 5000 hasta 25 000. El personal militar recibió generosa paga y beneficios
bajo su gobierno, el ejército se amplió numéricamente y se incrementaron los
inventarios de equipos. Trujillo mantuvo el control del cuerpo de oficiales a
través del miedo, el clientelismo y la frecuente «rotación de tareas».
Los
exiliados dominicanos conformaron el llamado «Frente Unido de la Liberación
Dominicana» y desde 1947 a 1959 se realizaron varios intentos fallidos por varios
movimientos contra los cuales el régimen de Trujillo se ensañó y se encargó de
perseguir, encarcelar y torturar a sus miembros.
Con el
intento de asesinato contra Rómulo Betancourt, llevado a cabo el 24 de junio de
1960, los miembros de la OEA y los EE. UU. rompieron relaciones diplomáticas de
manera irreconciliables. Cuando John F. Kennedy tomó posesión como presidente
de los Estados Unidos el 20 de enero de 1961, ya los planes de la CIA para
derrocar a Trujillo estaban en marcha y EE. UU. envió varios emisarios cuyos
planteamientos de renuncia fueron ignorados por el dictador. Algunos analistas
mencionan que el interés de Estados Unidos en acabar con Trujillo se debió a
que la represión de su gobierno podría desembocar en una revolución filocomunista
en República Dominicana, similar a la Revolución cubana, que fue una
consecuencia del rechazo del pueblo cubano al dictador Fulgencio Batista.
El
martes 30 de mayo de 1961, a las 9:45 de la noche, el auto en el que viajaba
Trujillo fue ametrallado en una emboscada en la cual el vehículo recibió más de
60 impactos de bala de diversos calibres, de los cuales siete impactaron el
cuerpo del dictador causándole la muerte. Trujillo y su familia amasaron una
fortuna personal estimada en unos 800 millones de dólares, lo cual lo colocó
entre los hombres más ricos del mundo. En el momento de su muerte, en el país
había más de 111 empresas de su propiedad. Nunca de aclaro el destino de la
fortuna de Trujillo.
Personaje
bien carismático que fué conocido popularmente como "El Jefe" o
"El Benefactor", pero también con apodos menos "elegantes"
como "Chapita", por su fascinación por las medallas. Recibió 55
condecoraciones, 7 dominicanas y 48 internacionales. Los niños dominicanos lo
emulaban construyendo medallas de juguete con tapas de botella. También fue
conocido como "El Chivo", sobrenombre que en República Dominicana
refiere directamente al desempeño sexual masculino, y que puede ser interpretado
como un sinónimo de “macho cabrío”.
En Guatemala
(1931), el período histórico de la República que comprende del 15 de
febrero de 1931 al 1 de julio de 1944, corresponde a la presidencia del general
Jorge Ubico Castañeda, quien asumió poderes autoritarios, mantuvo una asamblea
legislativa fiel a sus órdenes y mantuvo y aumentó las concesiones a la
trasnacional estadounidense United Fruit Company (UFCO). Su administración fue
útil para el monopolio bananero de la UFCO, que se benefició con la política
estadounidense para América Central durante la Segunda Guerra Mundial y había
apoyado el ascenso de Ubico al poder.
El
gobierno de Ubico se caracterizó por el uso de métodos típicos de regímenes
autoritarios: reprimió duramente a la oposición de cualquier índole
(especialmente la de tinte comunista o democrático), envió al paredón de
fusilamiento a los opositores internos de su partido e impuso censura a la
prensa, de modo que toda noticia debía ser autorizada previamente por él un día
antes de su publicación. Además, hizo cambios en la Constitución para prolongar
su permanencia en la presidencia. También utilizó la denominada «ley de fuga»,
por medio de la cual los acusados de delitos políticos eran ejecutados
extrajudicialmente.
El
régimen obtuvo un golpe muy duro el día que el General Ubico recibió una carta
denominada el memorial de los 311, en la cual 311 personajes importantes de la
sociedad guatemalteca le piden su renuncia, entre ellos varios amigos
personales y termina su mandato el 1 de julio 1944. Tras la Revolución del 20
de octubre de 1944 que derrocó al presidente Ponce Vaides, Ubico Castañeda y su
esposa se embarcaron hacia Nueva Orleans, Estados Unidos —sede de la UFCO—.
Ubico murió en el exilio el 14 de junio de 1946 por cáncer de pulmón. El 31 de mayo de 1946, el Congreso de la
República emitió un decreto por medio del cual “ se cancelan los grados de
general de brigada y de división al ciudadano Jorge Ubico”.
En El Salvador (1931), Maximiliano
Hernández fue un militar, dictador y Presidente de El Salvador entre 1931 y
1944, cargo al que accedió tras un golpe de Estado. El levantamiento
campesino de 1932 fue una insurrección que acabó en la muerte de
aproximadamente 25.000 indígenas. Las causas fueron diversas, entre ellas el
fuerte descontento de los campesinos ante las políticas del gobierno del
General Hernández Martínez. En poco tiempo, bajo las órdenes presidenciales,
el ejército salvadoreño sofocó la revuelta y se instauró un estado de sitio.
Una vez sofocada la insurrección, el presidente se negó a recibir ayuda militar
extranjera, refiriendo un telegrama al almirante de los buques de guerra que
Estados Unidos y Gran Bretaña habían enviado.
El
gobierno de Hernández ha sido ampliamente criticado por diversos sectores,
enfocándose principalmente en sus prácticas teosóficas y las repercusiones de
estas en sus acciones como gobernante entregándole el control a las fuerzas
armadas. Tuvo un estricto control de los medios masivos de comunicación,
alineándolos a favor de su régimen o simplemente cerrándolos ante la
resistencia ocasional. Además, se le critica el exilio de los más importantes
pensadores y artistas de la época que no comulgaban con su gobierno. La
principal crítica que se le hace a su gobierno es el uso excesivo de la fuerza.
Se valió de métodos represivos poco ortodoxos y caracterizados por la violencia
y el irrespeto a la integridad del individuo.
Dado que
Hernández Martínez tenía pretensiones de extender su mandato más allá de 1944
fue obligado a renunciar por una rebelión cívico-militar y tras su renuncia a
la primera magistratura se trasladó a Honduras donde fué asesinado por su
chofer, quien le asestó 17 puñaladas en el comedor de su residencia el 15 de
mayo de 1966. Tras la muerte del dictador, se le dio su nombre a una brigada de
exterminio anticomunista, que funcionó como escuadrón de la muerte. Con su
mandato, se iniciaron más de cinco décadas de gobiernos militares que
desembocarían, entre otras cosas, en una guerra civil.
En Honduras (1933), la
administración de Tiburcio Carias Andino fue conocida como una de las
dictaduras militares más temidas que hubo en Honduras. Siendo Presidente
Constitucional de la República desde el 1 de febrero de 1933 hasta 1 de febrero
de 1936, reelecto por la Asamblea Nacional Constituyente desde el 1 de febrero
de 1936 al 1 de enero de 1949 gobernó en forma de régimen dictatorial. En 1949,
Carías Andino fue obligado a dejar el poder bajo presión de los Estados Unidos
de América.
Probablemente
uno de los actos vandálicos más crueles y sangrientos perpetrados en Honduras
sea la masacre ordenada por Carías, que tuvo lugar en la ciudad de San Pedro
Sula el día 6 de julio de 1944
Ese 6 de
julio las calles de San Pedro Sula fueron anegadas con la sangre de decenas de
cientos de hombres y sobre todo mujeres dignas que se atrevieron a desafiar el
terror implantado por el caudillo servil de las bananeras Tiburcio Carías
Andino.
Carías
impuso la política del encierro, el entierro y el destierro. Eliminó a todos
los que se opusieran a sus decisiones. Los comandantes de armas distribuidos en
diferentes departamentos eran terriblemente severos con el delincuente menor,
pero ellos y sus allegados robaban y mataban con total impunidad. La dictadura
caristia destruyó todos los esfuerzos organizativos de los trabajadores. Hizo
causa común con las dictaduras de Anastasio Somoza en Nicaragua, Maximiliano
Hernández en El Salvador y Jorge Ubico en Guatemala, todos ellos mantenidos en
el poder a costa del asesinato de miles de hombres y mujeres que deseaban la
instauración de gobiernos democráticos verdaderos.
Comenzó
como un gobierno democrático hasta 1936, donde se declaró dictador, la larga
administración de Carías Andino desde 1936 hasta 1949, está plagada de
contrapuntos y acciones corruptas a la vista de su amigo los Estados Unidos de
América y las compañías bananeras. En
algún momento las exportaciones de bananos eran como el 89% de todas las
exportaciones de Honduras. Su muerte, el 23 de diciembre de 1969, a los 93
años, despertó una lluvia de homenajes. Políticos de todos los colores
asistieron a su funeral, pero es interesante que no apareciera ningún oficial
militar. Esta institución nunca lo consideró un padrino entusiasta. Incluso hoy
en día,
En Nicaragua (1936), la dinastía de
los Somoza gobernaría los designios del país desde 1936 hasta 1979, acusada de
promover miles de delitos y crímenes contra el pueblo de Nicaragua. La
dictadura de los Somoza se extendió por más de 40 años y se caracterizó por un
período de tiranía y represión. En 1956, Antonio Somoza García fue asesinado
por el poeta Rigoberto López Pérez. La transición del poder a sus hijos, Luis
Somoza (quien fallecería a los pocos años de un ataque al corazón) y Anastasio
Somoza Debayle, fue sangrienta, quienes extenderían el período de tiranía por
más de 30 años en el país y serían responsables de actos de tortura, represión
y fallecimientos de figuras ilustres como el líder Augusto Cesar Sandino
(1934-Somoza Garcia era Director de la Guardia Nacional) y el periodista
nicaragüense Pedro Joaquín Chamorro (1978 por orden de Somoza Debayle).
Mantuvo
el poder por más de 20 años. Durante su mandato, a Somoza García se le acusó de
convertir a la Guardia Nacional en un cuerpo a su servicio personal y,
posteriormente a su servicio familiar. Desde su Gobierno, enfrentó la creciente
oposición de obreros, campesinos, estudiantes y hasta de algunos de grupos
propietarios. Para evitarlo, llevó adelante una fuerte represión, a través de
un impresionante incremento de los miembros las fuerzas policiales y militares,
la creación de numerosas cárceles, la persecución, los secuestros y la
aplicación de torturas por parte de la Guardia Nacional.
En marzo
de 1979 las facciones sandinistas se unieron y llamaron al pueblo a una
ofensiva final, dando inicio a la Revolución Sandinista; Somoza Debayle, con el
enfrentamiento perdido, abandonó el país el 17 de julio de 1979. Fue asesinado
cerca de su hogar en el exilio el 17 de septiembre del año 1980 a los 54 años,
en Asunción, Paraguay. Fue enterrado en Miami en la cripta Somoza
Portocarrero.
Son
muchas las voces que destacan que muchos de los crímenes cometidos permanecen
impunes. En marzo de 1990 fue aprobada una ley de amnistía total que protegía a
todos “los nicaragüenses militares y civiles que hubiesen cometido delitos en
la persecución e investigación de hechos delictivos” contra “la seguridad
interior y exterior del Estado y comunes conexos con éstos”. Se especula que la
fortuna de Somoza ascendía a 1000 millones de dólares estadounidenses y durante
los años 1980, el Gobierno sandinista fracasó en demostrar que en Suiza se
encontrara una supuesta fortuna perteneciente a Anastasio Somoza.
En Cuba (1952), a su regreso tras
ocho años de un gobierno constitucional bajo las presidencias de Ramón Grau San
Martín y Carlos Prío Socarrás, durante el cual Fulgencio Batista vivió en EE.
UU., se presentó como candidato a las elecciones de 1952 pero ante la
perspectiva de una derrota segura, dio un golpe de Estado apoyado por parte del
ejército nacional meses antes de las elecciones.
En un
intento por sofocar el creciente descontento de su pueblo, que se manifestó en
numerosas ocasiones a través de huelgas y disturbios de estudiantes, Batista
estrechó la censura sobre los medios de comunicación y recrudeció la represión
de los comunistas a través de violencia indiscriminada, torturas y ejecuciones
que costaron la vida a unas 20.000 personas. Durante la década de 1950, el
régimen de Batista recibió soporte financiero, logístico y militar de Estados
Unidos, bajo los gobiernos de Harry S. Truman y de Dwight Eisenhower.
Durante
dos años, desde 1956 a 1958, el Movimiento 26 de Julio de ideología nacionalista
y democrática, encabezado por Fidel Castro, lideró la resistencia contra la
represión de Batista a través de una guerra de guerrillas urbanas y rurales que
culminó en la derrota definitiva del régimen dictatorial a manos de los
rebeldes dirigidos por Che Guevara en la batalla de Santa Clara, librada el día
de Año Nuevo de 1959.
Batista
huyó del país con una fortuna próxima a los US$ 100 millones, exiliándose
primero en la República Dominicana, gobernada por su aliado Rafael Trujillo,
luego en la isla de Madeira en el Portugal del dictador Oliveira Salazar y por
último en la España de Francisco Franco, aun cuando Batista se había referido
al dictador como «fascista» en diciembre de 1942. Batista permaneció en España
hasta su muerte en 1973 a causa de un infarto en la localidad de Marbella. Está
enterrado en el cementerio de San Isidro, en Madrid.
En Venezuela (1952), Marcos Pérez
Jiménez (MPJ) fue un dictador y militar venezolano. Alcanzó el grado de General
de División del Ejército de Venezuela; y designado presidente de facto de
Venezuela de manera provisional por la «Junta de Gobierno» sustituyendo a
Germán Suárez Flamerich desde el 2 de diciembre de 1952 hasta el 19 de abril de
1953. En esta fecha la Asamblea Nacional Constituyente lo proclama Presidente
Constitucional para el período 1953-1958.
Durante
su mandato se realizaron y construyeron numerosos proyectos, siendo el
presidente que más obras de infraestructura ha dejado para el país. Hoy en día
muchas de ellas se encuentran vigentes, las cuales en su época eran de las más
avanzadas y ambiciosas que podían existir en el mundo.
La
dictadura de MPJ se caracterizó por su excesiva represión a la disidencia y
tortura contra los detenidos. En las sedes de la Seguridad Nacional (SN) de
todo el país los presos políticos fueron sometidos a los diferentes métodos de
tortura, como la cámara de hielo, ring, golpes con bolas de acero, cintillos eléctricos,
planazos, tortoles y otras formas de maltrato físico. Cada uno era torturado de
forma personalizada. Las principales muertes que se le acusan a la SN son las
de Cástor Nieves Ríos, Leonardo Ruiz Pineda, Alberto Carnevali, Antonio Pinto
Salinas y Luis Hurtado Higuera, el resto que suman unas 20 personas no pudieron
ser probadas en los juicios posteriores.
Pérez
Jiménez fue depuesto en un golpe de Estado por sectores descontentos dentro de
las Fuerzas Armadas de Venezuela el 23 de enero de 1958. MPJ se exilió en
República Dominicana y Estados Unidos desde donde fue extraditado de la ciudad
de Miami y se le siguió un prolongado juicio, que terminó con la sentencia
condenatoria por un período menor que el que llevaba detenido, por lo que salió
en libertad y voló a Madrid. Donde vivió cómodamente con los 250 millones de
dólares (que se calculaban habían sido extraídos de la tesorería del Estado,
detalle que nunca pudo ser comprobado legalmente) y siendo protegido por el
gobierno de Francisco Franco.
Marcos
Pérez Jiménez, falleció el 20 de septiembre de 2001 en Alcobendas, España tras
un ataque al corazón y el haber perdido la consciencia en sus últimas semanas.
Su cuerpo fue incinerado el viernes 21 de septiembre.
En Colombia (1953), Gustavo Rojas
Pinilla fue un militar, ingeniero civil, político y dictador colombiano quien,
tras el golpe de Estado que le dio al presidente Laureano Gómez, ocupó la
presidencia de Colombia del 13 de junio de 1953 al 10 de mayo de 1957.
La
dictadura militar de Rojas Pinilla se caracterizó por mantener un continuo
enfrentamiento con la prensa, con la expedición de normas legales que
pretendían proteger a funcionarios de posibles injurias y calumnias.
Igualmente, el régimen fomentó la creación de una prensa estatal y paraestatal
subsidiada por el gobierno y el hostigamiento legal, tributario y comercial de
los periódicos de oposición. El 6 de marzo de 1954, se ordenó por decreto
"que todos los periódicos del país debían ceñirse al relato de los hechos
y evitar la interpretación". El 15 de marzo, el gobierno cerró la Unidad,
un semanario editado en Bogotá y dirigido por Belisario Betancur, por publicar
un manifiesto en contra del gobierno. Al mes siguiente se dictó un decreto que
establecía pena de prisión, de dos a cinco años, para quien difamara al
gobierno militar.
El 31 de
septiembre de 1955, Rojas Pinilla instaura la censura, y posterior clausura de
los diarios de oposición El Tiempo, El Espectador, el Diario Gráfico y El Siglo
mediante el decreto 2535 titulándolo "una prensa libre pero
responsable", aunque los dos primeros los deja funcionando posteriormente
respectivamente bajo los nombres de Intermedio y El Independiente que funciona
efímeramente en 1955. Igualmente, varios
periódicos son multados y les fue aplicada la censura previa. En 1956 se
prepara el camino a lo que se llamaría el Frente Nacional y el 20 de marzo de
1957 se oponen firmemente a la reelección de Rojas para el periodo siguiente y
apoyan las elecciones libres; y en la llamada declaración de Sitges, los dos
partidos (Conservador y Liberal) confirman que compartirían el poder en partes
iguales durante 16 años y la presidencia se alternaría cada cuatro años entre
los dos partidos.
La
reelección de Rojas no se llevó acabo ya que hubo un paro nacional desde el 6
de mayo en contra de su reelección y en la madrugada del 10 de mayo de 1957
Rojas aceptó retirarse y partió al exilio ese mismo día a España. Una Junta
militar tomó posesión el mes siguiente y disolvió la Asamblea y la ciudadanía
celebró con júbilo la caída de Rojas.
En 1958
el primer gobierno del Frente Nacional, presidido por Alberto Lleras Camargo,
le hizo un juicio político a Rojas Pinilla por lo cual el general regresó al
país el 11 de octubre de 1958 y el 16 de octubre fue obligado a presentarse
ante el Senado para defenderse de las acusaciones en su contra. El veredicto
del Congreso Nacional, del 18 de marzo de 1959, fue condenatorio contra el
general Rojas; sin embargo, el Tribunal Superior de Cundinamarca le devolvió
sus derechos políticos el 20 de diciembre de 1966 y la Corte Suprema de
Justicia confirmó este acto judicial, el 18 de octubre de 1967. Rojas Pinilla
continuo su actividad política con poco éxito y murió el 17 de enero de 1975 en
su finca a orillas del río Sumapaz en Melgar a consecuencia de una complicación
cardio-renal que le produjo un infarto.
En Paraguay (1954), Alfredo
Stroessner fue un militar y dictador paraguayo que entre el 15 de agosto de
1954 y 3 de febrero de 1989 ejerció una dictadura de 35 años. Su régimen fue
anticomunista y favoreció los intereses estadounidenses. Su amistad con los
Estados Unidos continuó durante muchos años, hasta que el gobierno de Ronald
Reagan comenzó a boicotear al régimen y al país, debido al fin de la Guerra
Fría. No es fácil determinar cuándo fue mayor la corrupción, si bajo Stroessner
o después de él, pero cantidad de stronistas y el propio Stroessner se hicieron
de grandes fortunas. La fortuna dejada por el dictador alcanza los US$ 500
millones.
Según
cifras de la Comisión de Verdad y Justicia, durante la dictadura de Stroessner
fueron detenidas 19 mil 862 personas, 18 mil 772 torturadas, 236 menores
privados de libertad, 17 niños nacieron en prisión y 20 mil 814 se convirtieron
en exiliados políticos. Además, se reportaron 459 desapariciones forzadas y un
total de 128 mil 76 víctimas directas e indirectas. Los crímenes cometidos
durante la dictadura aparecen reseñados en los llamados "Archivos del
Terror" que demostraban que Stroessner había participado en la Operación
Cóndor, un acuerdo militar anticomunista para la persecución de exiliados, con
apoyo de las dictaduras militares de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Ecuador
y Uruguay, que propició la tortura, secuestro y asesinato de miles de
paraguayos y ciudadanos de los países mencionados.
Durante
los años 1980, Brasil, Argentina y Uruguay regresaron a la democracia y el
pueblo paraguayo aprovechó ese clima político para salir a las calles a
manifestarse. En la madrugada del viernes 3 de febrero de 1989 le dieron un golpe
militar y Stroessner fue aprehendido por unos días hasta que fue enviado al
exilio a Brasilia donde murió de neumonía el 16 de agosto de 2006 pese a las
reiteradas peticiones de extradición por crímenes contra la humanidad durante
su mandato. Gustavo Stroessner Mora, hijo mayor del dictador, es el hombre que
amasó una fortuna sin que jamás sea juzgado el origen de esta y, al respecto,
actualmente, no necesita dar explicaciones a nadie. Hubo denuncias en su
contra, sobre corrupción, y se abrió un proceso judicial que luego de más de 20
años fue archivado por prescripción.
El libro
"Dossier Paraguay: Los dueños de grandes fortunas", escrito por
Aníbal Miranda, dice que cuando disfrutaban de las mieles del poder sus activos
a 1989 eran aproximadamente de US$ 850 millones y los ingresos acumulados en su
carrera comercial rondaban los US$ 1.550 millones, según el texto.
En Haití (1957) el poder del Estado
fue transferido de manera dinástica a los Duvalier. François Duvalier, conocido
con el sobrenombre de Papa Doc, fue un médico y político haitiano, presidente
constitucional de su país a partir de 1957 y posteriormente, desde 1964 y hasta
su muerte en 1971, dictador de Haití en calidad de presidente vitalicio. En
1959, inspirado por las camisas negras del fascismo italiano, creó una milicia
que pasaron a ser conocidos posteriormente como los Tontons-Macoutes, y se
convirtieron en las tropas de choque del gobierno. Los Tontons-Macoutes
asesinaron e hicieron desaparecer a 150.000 personas.
François
Duvalier fue glorificado por sus seguidores casi como una divinidad y a su
muerte en 1971, derivada de la diabetes mellitus que sufría, según su voluntad
y la Constitución que él mismo había diseñado, le sucedió su hijo, Jean-Claude
Duvalier, Baby Doc, que pasó también a ser presidente vitalicio contando solo
con 19 años. Se calcula que Baby Doc Duvalier robó unos ochocientos millones de
dólares al erario.
Más de
100.000 haitianos fueron obligados al exilio en esos 29 años de dictadura entre
padre e hijo. Baby Doc Duvalier fue derrocado por una revuelta popular en 1986,
tras 15 años de presidencia, y el cuerpo de François Duvalier fue desenterrado
y apaleado ritualmente. Jean-Claude Duvalier se exilió junto a su familia en
Francia, donde él y su familia se entregaron a todo tipo de lujos y gastos suntuarios.
En 2011 regresó a Haití y murió de un ataque al corazón en octubre de 2014. Haití
continúa esperando el dinero saqueado por los Duvalier.
El 1 de
enero de 1959 las fuerzas del Ejército Rebelde encabezadas por Fidel Castro
ingresan victoriosas la ciudad de Santiago de Cuba marcando el triunfo de la
Revolución Cubana. El proceso revolucionario cubano fue el hecho político más
poderoso y que mayor impacto causó en América Latina, a lo largo de la segunda
mitad del siglo 20, porque sus líderes supieron expresar las contradicciones no
resueltas entre los Estados Unidos y los demás países de la región.
Los
invito a leer la segunda parte de esta trilogía, “Dictadores Latinoamericanos:
1959-1999”, que va desde el inicio de Fidel Castro en 1959 hasta 1999 e incluye
a dictadores tan calificados como Augusto Pinochet de Chile y Alberto Fujimori
de Perú. Ojalá podamos terminar pronto la tercera parte que sería un especial
dedicado a Chávez Frías y Maduro Moros de Venezuela desde 1999 hasta el regreso
de la democracia al país.
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