Actitud, optimismo, confianza y resiliencia ante la Venezuela actual (GGU)
Actitud,
optimismo, confianza y resiliencia ante la Venezuela actual
Gustavo
Gonzalez Urdaneta
Los términos actitud y aptitud generan ciertas confusiones debido a su gran
similitud al momento de ser pronunciadas y escritas, pero es de gran relevancia
tener conocimiento de que ambos poseen diferentes definiciones.
Aptitud de origen latín ‘aptus’, que significa 'capaz para', es la
idoneidad que posee un individuo para ejercer un empleo o cargo y, la capacidad
o disposición para el buen desempeño de un negocio o industria. En cambio,
actitud es la voluntad o disposición que posee un individuo para realizar una
determinada actividad.
Winston Churchill decía que “La actitud es una pequeña cosa que hace una
gran diferencia”. Según la psicología, la actitud es el comportamiento habitual
que se produce en diferentes circunstancias y que determinan la vida anímica de
cada individuo. Las actitudes quedan patentadas por las reacciones repetidas de
una persona.
La actitud es la manifestación o el ánimo con el que frecuentamos una
determinada situación, puede ser a través de una actitud positiva o actitud
negativa. La actitud positiva permite afrontar una situación enfocando al
individuo únicamente en los beneficios de la situación en la cual atraviesa y,
enfrentar la realidad de una forma sana, positiva y efectiva. A su vez, la
actitud negativa no permite al individuo sacar ningún provecho de la situación
que está viviendo lo cual suele llevarlo a sentimientos de frustración,
resultados desfavorables que no permiten el alcance de los objetivos trazados.
El pueblo venezolano se ha mantenido alerta y movilizado, dispuesto a hacer
todo lo necesario para lograr su Libertad. Debe sobreponerse y evitar en lo
posible los efectos perversos de desmotivación, paralización y depresión que
persigue el régimen actual. El monstruo esta herido de muerte, estamos en la
etapa final de nuestras noches a obscuras. Churchill tenía razon y
parafraseándolo, es nuestro momento de sangre, sudor y lágrimas, pero con el objetivo
claro.
Me animé un poco a reflexionar sobre estos “significados” a raíz de una
conversa con un gran amigo sobre Venezuela en la cual, después de múltiples
análisis y comparaciones, me dijo “lo que si estoy absolutamente claro es que el
pobre país que tenemos no se lo debemos solamente a los chavistas”. Sentí como
excusa lo que dijo a continuación “tengo el pesimismo en una hipernota”. Esa
aclaratoria, al momento, me imagino era porque en un almuerzo reciente me habia
confesado que él era pesimista por naturaleza. Eso ya lo sabía, pero hay algo
que no termino de entender pues, por naturaleza, también es un gran critico y
defensor a ultranza de la filosofía y su enseñanza desde la primaria.
Dado que la filosofía es el camino del que ama la sabiduría, una actitud
filosófica significa no aceptar algo que se considera como la verdad absoluta
sin antes pensar sobre esa determinada "supuesta verdad". Es tener un
pensamiento crítico y no basarse en el sentido común, que a menudo puede
llevarte al engaño.
La actitud crítica analiza lo verdadero de lo falso para encontrar los
posibles errores, esta no permite aceptar ningún otro conocimiento que
previamente no sea analizado para asegurarse que los conocimientos adquiridos
sean puramente válidos. Algunos expertos de la filosofía consideran la actitud
crítica como una posición intermedia entre el dogmatismo y el escepticismo,
como defensa de que la verdad existe, sometiendo a examen o crítica a todas las
ideas que pretenden ser consideradas verdaderas.
Vivimos en tiempos pesimistas, aunque haya muchas razones para el
optimismo. El ánimo pesimista circula por los titulares de prensa y las redes
sociales furibundas. Recientemente lei un artículo que sugería que la prensa
cubriera también las noticias positivas como hacen algunos medios con
“periodismo de soluciones” y varios comunicadores lo criticaron diciendo que
eso no era parte de su oficio, como si hubiera sugerido que fueran ellos mismos
quienes resolvieran los problemas.
Sin embargo, en muchos sentidos, vivimos en una buena época. Nunca había
habido un porcentaje más bajo de personas que viven en la pobreza; la
mortalidad infantil es la mitad de lo que era en 1990; a pesar de retrocesos en
varios países, la democracia nunca había sido la forma de gobierno de tantos
Estados. Hay muchas otras cifras para el optimismo, pero prefiero concentrarme
en otras razones, más de otro tipo psicológico.
El llamado “sesgo de negatividad” ayudó a los humanos a sobrevivir como
especie, pero hoy nos hace desmedidamente pesimistas. Se le suele dar mucha más
atención a un comentario negativo que a muchos positivos sobre la misma cosa.
“Las malas impresiones y los estereotipos negativos se forman más rápidamente y
son más duraderos que los buenos”, concluyó el psicólogo Roy Baumeister en un
estudio clásico. En algunas profesiones relacionadas con la ingeniería y la
tecnología o que tengan que ver con la seguridad, es imprescindible aplicar
esta línea de pensamiento al desarrollar ideas o productos, el famoso peor
caso. En definitiva, el sesgo de negatividad es necesario para sobrevivir, pero
¿Qué ocurre cuando queremos pasar la pantalla y vivir en lugar de sobrevivir?
Nos toca asumir riesgos y darle apertura a nuestro carácter exploratorio.
Quizá por eso en la academia hay más críticos demoledores que
constructivos. Un rasgo similar se nota en otras profesiones, que requieren una
dosis alta de escepticismo, que termina mutando en pesimismo. Tal vez ese sea
el perfil de mi amigo.
Otros términos que tienden a
confundirse son conciencia y consciencia, a veces son intercambiables, pero no
siempre. Con el sentido general de ‘percepción o conocimiento’, se usan ambas formas.
Pero, conciencia es el conocimiento de lo que nos rodea, en base a los órganos
de los sentidos. En sentido moral, como ‘capacidad de distinguir entre el bien
y el mal, sólo se usa la forma conciencia. Fue Vincent Van Gogh quien dijo que
“la conciencia es la brújula del hombre”. En cambio, consciencia es el conocimiento de
sí mismo. La consciencia define al ser. Se es consciente de sí mismo y de lo
que nos rodea en base a lo que uno Es. Parece que, si apagamos la conciencia,
no estamos en el aquí y en el ahora, difícilmente llegaremos a elevar la
consciencia.
Si no soy consciente considero que mis límites son fronteras inexpugnables,
acumulo límites. En cambio, un ser consciente conoce sus límites y sin embargo
aspira a la totalidad, quiere ir más allá de los mismos. Para liberarte de los
prejuicios y traumas solo tienes la consciencia. Es la consciencia la que te
puede liberar. Siempre serás esclavo de las cosas de las que no eres
consciente. Cuando construimos una
opinión sobre la realidad de lo que sucede y se vive, por ejemplo, en
Venezuela, estamos realizando una toma de consciencia. Ahora bien, una toma de
conciencia que no es seguida de un acto resulta completamente estéril. Un acto
vale más que mil palabras.
Si hay virtudes, creencias y capacidades que necesitamos practicar los
venezolanos en estos tiempos son la paciencia y la confianza con Guaidó y su
equipo y la resiliencia en nosotros mismos.
Según el filósofo y científico, Aristóteles, la paciencia es aquella que
permite al individuo sobreponerse a las emociones fuertes generada por las
desgracias o aflicciones. Con la palabra paciencia existen dos expresiones
coloquiales; “perder la paciencia” es utilizado cuando la tolerancia y la
perseverancia se agotan en el individuo o cuando este ya no soporta seguir
esperando por algo o por una situación. También existe la expresión,” la
paciencia tiene un límite” que quiere decir que el individuo, por más paciente
que sea, tiene un límite de espera o tolerancia. No podemos darnos el lujo de
perder la paciencia ni ponerle límites.
No es fácil desarrollar la paciencia en las actuales circunstancias que
vive el pueblo venezolano ante todas las carencias producto de la crisis
inducida y explotada por el régimen actual y el hostigamiento más el estrés
diario producto del caos económico, político y social, entre otras causas. Por
ello, es de suma importancia que el venezolano desarrolle la paciencia como la
capacidad que posee el individuo para enfrentar las adversidades con tenacidad
y sin lamentaciones. Fue Immanuel Kant quien dijo que” la paciencia es la
fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte”. Y Plutarco “La
paciencia tiene mas poder que la fuerza”.
Para la psicología social y la sociología, la confianza es una hipótesis
que se realiza sobre la conducta futura del prójimo. Se trata de una creencia
que estima que una persona será capaz de actuar de una cierta manera frente a
una determina situación. En este sentido, la confianza puede reforzarse o debilitarse
de acuerdo con las acciones de la otra persona.
La confianza supone una suspensión, al menos temporal, de la
incertidumbre respecto a las acciones de los demás. Cuando alguien confía en el
otro, cree que puede predecir sus acciones y comportamientos. La confianza, por
lo tanto, simplifica las relaciones sociales. Nos guste o no, Juan Guaido es el
líder y si él cae, nos caemos todos. Por eso debemos mantenernos unidos y no
permitir caer en confrontamientos inútiles. Recientemente nos dijo que esto era
algo de todos, no sólo de él. Asi que después no le echemos la culpa pues la
culpa será de todos y sobre todo de los agoreros y de los que viven
cuestionando.
La resiliencia en el ámbito de la psicología se entiende como la capacidad
que posee la persona para hacer frente a sus propios problemas, superar los
obstáculos y no ceder a la presión, independientemente de la situación. Es la
capacidad de un individuo para sobreponerse a períodos de dolor emocional y
traumas. Se corresponde aproximadamente con el término "entereza".
La teoría dice que la resiliencia es la capacidad del individuo de ser
asertivo y tomar una decisión cuando se tiene la oportunidad de tomar una
actitud correcta, a pesar de tener miedo de lo que eso puede causar. Por
consiguiente, ese sentimiento se origina cuando la persona demuestra si sabe o
no hacer frente a una situación de presión. Lo opuesto a la resiliencia es la negatividad.
De acuerdo con un artículo de marzo del 2016 de mi ahijada psicóloga,
Claudia Cabanzo, recién reeditado en nuestro blog, el venezolano es resiliente
por naturaleza. Nos decía ella que “los venezolanos hemos aprendido a ver lo
positivo de alguna situación, a afrontar la vida con una cierta dosis de humor,
a usar la creatividad para resolver problemas cotidianos, a no agachar la
cabeza frente a las humillaciones de quienes ostentan el poder político y
económico”. Comparto totalmente su reflexión y otra que registraba, asignada a
Martin Luther King, según la cual “la mejor forma de medir a un hombre no es
por lo que hace en momentos de comodidad y conveniencia, sino por lo que hace
en momentos de desafío y controversia”.
Tenemos que dejar de pensar que otros nos van a arreglar las cosas, y decir
que, si el gobierno actual destruyo nuestra Venezuela, aquí estamos nosotros
para rehacerla. Si hay un Plan País, estamos para ayudarlo. Si hay una
Operación Libertad, aquí estamos para cumplirla. La oposición finalmente tiene
un nuevo rostro que es valiente, con ideas refrescantes y habilidades de
liderazgo que ha ayudado a revivirla. Es parte de la nueva generación política
que surgió tras las protestas estudiantiles del 2007. Así nos apoderamos del
país y de nosotros mismos, haremos lo que queramos con plena consciencia y con
plena responsabilidad. Quien no quiera hacer nada, que pese sobre su conciencia
y que se joda. Si cada uno no pone un granito de arena, no se logrará la
victoria. Los que estamos en el exterior hemos encontrado la forma de hacerlo a
través, entre otros, de nuestros sectores profesionales y las ONG.
En este nivel de consciencia se encuentra el puente entre pesimismo y
optimismo. Fué Confucio el que dijo que “Darse cuenta de lo que hay que hacer,
y no hacerlo, es cobardía”. Si contamos con ayuda internacional, es bueno, pero
la iniciativa será nuestra como el 11 de abril del 2002. Los primeros en poner
el pecho serán los venezolanos. El que entendió, entendió.
Si queremos cambiar nuestro país, primero debemos cambiar nuestra manera de
verlo. Si nos hacemos conscientes de nuestros traumas, estaremos en condiciones
de poder desactivarlos. Que en el pasado este cambio de consciencia sólo
sucedió a un número muy reducido de personas, sin embargo, en la actualidad el
cambio de consciencia se da a una escala mucho mayor. El 90% de los venezolanos
quieren sacar al Usurpador, un gobierno de transición y convocar a nuevas
elecciones libres y democráticas. Debemos mantenernos unidos y no permitir caer
en cuestionamientos inútiles ni mucho menos en pensamientos pesimistas.
Hay que mantener las protestas por todos los medios y recalcar a diario las
escaseces que sufre el país. Tenemos que estar claros que nuestra lucha no es
contra políticos sino contra una banda de delincuentes asesinos que manejan a
la perfección la mentira, la propaganda y la manipulación de masas y mantener
elevado nuestro animo pues el monstruo está herido de muerte. Es obligatoria la
protesta activa, no descansar y no perder la esperanza y la fe.
A la par de preocuparnos, encontrar soluciones y tomar en serio los riesgos
existenciales que vivimos, como el cambio climático, la sobrepoblación y el
deshielo antártico, entre otros, hay que contrarrestar los sesgos pesimistas y
los profesionales del pesimismo, que reciben atención y crédito desmedidos. Y
que alimentan la sensación de crisis que galopa por el país y por el resto del
mundo, de la que beben los liderazgos mesiánicos aquí y allá. Debemos
prepararnos para días más duros.
Agradecido por presentar estas ideas que permanecían en el sopor de la derrota. Todos los seres humanos somos optimistas y pesimistas de acuerdo con el vaivén de las circunstancias.
ReplyDeleteEn Venezuela se hace más complejo y difícil vencer ese conflicto espiritual entre ambas emociones: La negativa y la positiva. Puede resolverse sin tenemos fe en nosotros mismos y contamos con el apoyo del amigo o de Dios.
Confiemos en que saldremos de este laberinto, aunque la sombra del Bolivar y su último escepticismo esté en el camino.
Un abrazo.