Multi y pluralismo cultural y la libertad de expresión Gustavo Gonzalez Urdaneta


Multi y pluralismo cultural y la libertad de expresión
Gustavo Gonzalez Urdaneta
Miami, 11 febrero 2020

Las sociedades actuales tienden a ser cada vez más abiertas, plurales y multiculturales como consecuencia de un mundo globalizado que afecta de distintas maneras los estilos de vida de individuos y comunidades. Pero junto a la idea de aldea global aparecen también reacciones locales, personales y grupales que reivindican los sentimientos nacionalistas, las creencias, los lazos culturales y las identidades colectivas, generando situaciones de conflicto, intolerancia y no aceptación de las diferencias y, desde hace un tiempo no muy lejano, hasta han empezado a coactar la libertad de expresión.  

A través de las palabras de algunos pensadores, parece claro que multiculturalismo ha sido usado para referirse a tres cuestiones diferentes: la existencia de múltiples culturas, la ideología de respeto y convivencia de múltiples culturas, y una política implementada por los gobiernos, principalmente de Europa y Norte América, sobre todo en relación con los inmigrantes. Aunque las dos primeras acepciones de multiculturalismo antes mencionadas son utilizadas como sinónimos de pluralismo cultural, éste es un concepto más usual en la antropología latinoamericana que intenta dar un lugar específico y diferencial a los pueblos originarios en los contextos de diversidad cultural.

Tanto pluralismo cultural como multiculturalismo hacen referencia también a la ideología y la política de respeto a la diversidad cultural. A diferencia del multiculturalismo, el pluralismo cultural tiene menos carga histórica e ideológica, y tiene por objeto preservar la identidad de los grupos culturalmente diferentes, otorgándoles gran libertad en la administración de sus asuntos y tomando la forma del sistema de autonomía local, conciliada con la integración nacional. El pluralismo trata de unir a diferentes grupos etnoculturales en una relación de interdependencia, igualdad y respeto mutuo, al tiempo que cada uno desarrolla su propio modo de vida y cultura.

Hay diferencias visibles en este entender. El pluralismo presupone tolerancia, es decir, pluralismo intolerante es un falso pluralismo. La diferencia está en que la tolerancia respeta valores ajenos, mientras que el pluralismo afirma un valor propio. El pluralismo estriba no sólo en afirmar que hay diversas maneras de pensar acerca de las cosas, sino además en sostener que entre ellas hay maneras mejores y peores, y que mediante el contraste con la experiencia y el diálogo racional los seres humanos somos capaces de reconocer la superioridad de un parecer sobre otro. Las teorías, como los artefactos que fabricamos, las construimos nosotros, pero ello no significa que sean arbitrarias o que no puedan ser mejores o peores. Al contrario, el que nuestras teorías sean creaciones humanas significa que se pueden - ¡deben! - reemplazar, corregir y mejorar conforme descubramos versiones mejores o más refinadas.

Históricamente, el apoyo al multiculturalismo moderno proviene de los cambios en las sociedades occidentales después de la Segunda Guerra Mundial, en lo que Susanne Wessendorf llama la "revolución de los derechos humanos", en la que los horrores del racismo institucionalizado y la limpieza étnica se volvieron casi imposibles de ignorar a raíz del Holocausto; con el colapso del sistema colonial europeo, cuando las naciones colonizadas en África y Asia lucharon con éxito por su independencia y señalaron los fundamentos discriminatorios del sistema colonial; y, en los Estados Unidos en particular, con el surgimiento del Movimiento por los Derechos Civiles,

Como muestra esta historia, se vió que el multiculturalismo en los países occidentales combatía el racismo, protegía a las comunidades minoritarias de todo tipo y deshacía las políticas que impedían que las minorías tuvieran pleno acceso a las oportunidades de libertad e igualdad prometidas por el liberalismo que ha sido sello distintivo de las sociedades occidentales desde la Era de la Ilustración. La realdad es que el mundo es complicado y no hay una sola verdad, especialmente en una base de conocimiento que supuestamente sirve a muchas culturas.    

El gobierno canadiense a menudo se ha descrito como el instigador de la ideología multicultural debido a su énfasis público en la importancia social de la inmigración. El multiculturalismo en Canadá se considera a menudo como origen de la conciencia política moderna del multiculturalismo, uno de los logros significativos de Canadá y un elemento distintivo clave de la identidad canadiense. En los países occidentales de habla inglesa, el multiculturalismo como política nacional oficial comenzó en Canadá en 1971, seguido por Australia en 1973 donde se mantiene hoy. Rápidamente fue adoptado como política oficial por la mayoría de los estados miembros de la Unión Europea. Recientemente, los gobiernos de derecha de varios estados europeos, por ejemplo los Países Bajos y Dinamarca, han revertido la política nacional y han vuelto a un monoculturalismo oficial.

Una reversión similar es el tema de debate en el Reino Unido, entre otros, debido a la evidencia de una incipiente segregación y ansiedades sobre el terrorismo. Varios jefes de estado o jefes de gobierno han expresado dudas sobre el éxito de las políticas multiculturales: el ex primer ministro del Reino Unido David Cameron, la canciller alemana Angela Merkel, el ex primer ministro de Australia John Howard, el ex primer ministro español José María Aznar y el expresidente francés Nicolas Sarkozy han expresado su preocupación por la efectividad de sus políticas multiculturales para la integración de los inmigrantes.

Los críticos del multiculturalismo a menudo debaten si el ideal multicultural de coexistencia benigna de culturas que se interrelacionan e influyen entre sí, y aun así se mantienen distintas, es sostenible, paradójico o incluso deseable. Sostienen que los Estados-nación, que previamente hubieran sido sinónimo de una identidad cultural distintiva propia, pierden ante el multiculturalismo forzado y que esto erosiona en última instancia la cultura distintiva de las naciones anfitrionas. El multiculturalismo se ha convertido en un tema particular de debate en ciertas naciones europeas que están asociadas con la idea de una sola nación dentro de su país. Los críticos del multiculturalismo pueden argumentar, en contra, la falta de integración cultural de diferentes grupos étnicos y culturales a las leyes y valores existentes en un mismo país. En su lugar, los críticos, a favor, pudieran abogar por la asimilación de diferentes grupos étnicos y culturales a una sola identidad nacional.

La atención hacia el hecho multicultural surge cuando una sociedad determinada empieza a percibir su realidad multicultural como generadora de conflictos que reclaman una solución para mantener la cohesión social. Además, la reciente preocupación por el multiculturalismo tiene raíces en el aumento de los procesos migratorios durante el siglo XX, impulsados por una ampliación de la comunicación entre todos los puntos del planeta, posibilitada, a su vez, por grandes avances técnicos, y el aumento de las desigualdades económicas y sociales a escala mundial. En esta oportunidad y, cónsono con el título del artículo, quiero referirme al origen de algunos conflictos de interés público en contra de la libertad de expresión por el pluralismo islámico.

El primer evento se refiere a Salman Rushdie en 1988 por su novela “Los versos satánicos” que se desarrolla en Londres y toca el problema del racismo del cual el autor sufrió sus consecuencias cuando estudió en el Rugby School. La novela habla de una religión de la “Sumisión” con su profeta Muhammad, el arcángel Gibreel y otras similitudes con la historia del islam. Estos paralelismos se asumieron como blasfemia contra el islam y Mahoma, lo cual trajo consecuencias políticas y culturales sobre la obra y su autor. La publicación de “Los versos satánicos” en 1988, provocó una polémica inmediata en el mundo musulmán debido a la supuesta irreverencia con que se trata a la figura del profeta Mahoma. India prohibió el libro el 5 de octubre, y Sudáfrica el 24 de noviembre. Al cabo de varias semanas, Pakistán, Arabia Saudita, Egipto, Somalia, Bangladés, Sudán, Malasia, Indonesia y Qatar también habían prohibido la novela.

El 14 de febrero de 1989, un edicto religioso, o fatwa, instando a su ejecución fue leído en Radio Teherán por el ayatolá Ruhollah Jomeiní, líder religioso de Irán. El edicto acusaba al libro de "blasfemo contra el Islam". Además, Jomeiní acusó a Rushdie del pecado de "apostasía", el abandono de la fe islámica que según los ahadiz, o tradiciones del profeta, debe castigarse con la muerte. A pesar de que Irán ya no busca la ejecución de la fatwa, esta solo podría haber sido revocada por la persona que la emitió, Jomeiní, fallecido en 1989. Por ello, aún hoy en día algunos grupos fundamentalistas consideran que sigue siendo válida independientemente de la postura del gobierno iraní.

El segundo evento fue un filósofo francés, Robert Redeker, quien en 2006 publicó una opinión extremadamente crítica del Islam en Le Figaro. Después de esto, Redeker, que era maestro en una escuela secundaria pública en Toulouse, comenzó a recibir amenazas de muerte por teléfono, correo electrónico y a través de Al Hesbah, un foro protegido por contraseña con vínculos con Al Qaeda. "No puedo trabajar, no puedo ir y venir y estoy obligado a esconderme", dijo Redeker desde un lugar no revelado. "Entonces, de alguna manera, los islamistas han logrado castigarme en el territorio de la república como si fuera culpable de un crimen de opinión". Esa fue la "fatwa en el país de Voltaire". Quince años después, los siguientes casos muestran el gran éxito que han tenido los islamistas.

El tercer evento tiene que ver con Charlie Hebdo, un semanario satírico francés, fundado en 1969, que publica viñetas, reportajes y chistes, mostrándose muy crítica hacia la extrema derecha, el catolicismo, el islam, el judaísmo, etc. El 3 de noviembre de 2011, la publicación lanzó un número especial que en lugar de llevar Charlie Hebdo como cabecera, mostraba el nombre de Charia Hebdo. El nombre del editor habitual pasó a denominarse Muhammad. La portada mostraba un dibujo en el que aparecía un hombre que llevaba un turbante, el profeta Mahoma, diciendo «100 latigazos si no te mueres de risa». En la madrugada del 2 de noviembre, incluso antes de que este número saliera a la calle, debido a que fue presentado de forma anticipada en las redes sociales, la sede del periódico en el XX distrito parisino fue atacada y su sitio web, hackeado.

El cuarto evento ocurre el 7 de enero de 2015 es lo que se conoce como la masacre de Hebdo. A media mañana, dos hombres vestidos de negro, con la cara cubierta y armados con fusiles de asalto entraron en el número seis de la calle Nicolas-Appert, en el XI distrito de la capital francesa, no muy lejos de la plaza de la Bastilla y al sur de la plaza de la República. Al entrar se toparon entonces con la dibujante «Coco» (Corinne Rey), a la que tomaron como rehén para facilitarles el acceso al recinto. Acto seguido se dirigieron a la sala de reuniones donde se encontraba el grueso de la redacción trabajando y preguntaron por «Charb», su principal objetivo. En el atentado, fallecieron doce personas: once en el interior de la sede del semanario y un policía en el exterior. Después de la masacre de Charlie Hebdo, el Papa Francisco dijo: "Maldice a mi madre, espera un golpe", y culpó a los dibujantes por su propio asesinato.

Este año, la publicación Charlie Hebdo publicó otra portada, comentando el impacto duradero de conmemorar el ataque y el costo continuo de la libertad de expresión. De alguna manera, la revista en sí se ha convertido en un símbolo, y cada uno de sus aniversarios cubre un nuevo hilo tejido en la nueva identidad francesa. En 2015, las flores y las notas no fueron lo único que quedó en la estatua en el centro de la Place de la République. También fue garabateado con grafiti que condena el terrorismo y el extremismo en todas sus formas. Del mismo modo, el mural afuera de las oficinas de Charlie Hebdo, que representa a las víctimas del ataque, fue recientemente desfigurado con bigotes de Hitler, una protesta, tal vez, contra el estatus de héroe recién descubierto de las víctimas.

El quinto evento sucede en Francia en 2020 apenas saliendo del quinto aniversario de la masacre en su revista satírica Charlie Hebdo cuando se produce un caso similar. El 18 de enero, Mila O., una chica francesa de 16 años, hizo comentarios insultantes sobre el Islam durante una transmisión en vivo de Instagram. Lo que dijo podría considerarse un poco crudo, pero ¿tiene derecho a decirlo? Después de todo, los judíos son llamados descendientes de cerdos y simios sin que la policía tenga un derrame cerebral.

Después de sus declaraciones, Mila fue atacada en las redes sociales, donde el video fue ampliamente compartido; recibió numerosas amenazas de muerte, y su nombre, dirección y el nombre de su escuela se hicieron públicos. Mila se vio obligada a abandonar la escuela por su propia seguridad. Ahora bajo protección policial, Mila corre tanto peligro que ninguna escuela francesa puede, por el momento, acomodarla. "Ya no puedo poner un pie en mi escuela secundaria y ni siquiera puedo cambiar de escuela porque toda Francia está tratando de atraparme", dijo. Por no haber entendido lo que está claro para todos, que el Islam es una "religión de paz", está amenazada de muerte, violación y corte de garganta. El islamismo se está generalizando entre los musulmanes franceses y lo triste es que como Francia no ha luchado, su control sobre Francia solo puede aumentar.

En la República Islámica de Pakistán, un país que castiga la blasfemia con la muerte, los jueces condenaron a muerte a Asia Bibi, una mujer cristiana, por ese “crimen” en el 2010, a morir en la horca, pero luego la absolvieron en 2018 por falta de evidencias. En 2019 se residenció en Canadá con su familia.  Sin embargo, hoy en día, en países como Francia, que siempre santificó la libertad de expresión y el derecho a criticar la religión y las ideologías, reintroducen de manera silenciosa y de facto el crimen de blasfemia. "El asunto Mila: ¿pretendemos crear un crimen de blasfemia en la ley francesa?" solicitó una apelación publicada por Le Figaro. ¿Tendrán que asesinar a Mila, de 16 años, para unificar a la gente lo suficiente como para que los cobardes puedan decir "Je suis Mila" durante 24 horas? La prohibición de la blasfemia en Francia fue abolida cuando la Revolución Francesa desarrolló los conceptos de libertad de religión y libertad de prensa.
Existe la creencia que para vivir en ambientes multiculturales y plurales es más beneficioso educar a las nuevas generaciones en “el respeto por el otro” y “lo otro distinto a mí”, a intentar extirpar los prejuicios, la violencia y la marginación que resultan de formas de pensar intolerantes y excluyentes. Evitar la "estigmatización de los musulmanes" se ha convertido en la excusa oficial utilizada por los políticos para justificar el abandono de las víctimas de violentas amenazas islamistas, como Mila. Los islamistas están ganando la batalla ideológica y nos estamos comportando como cobardes.

Todas las culturas, creencias y costumbres deben tener cabida en una sociedad abierta, pero sin afectar los derechos humanos y principios de tolerancia y libertad que son la esencia de la democracia. Desde una perspectiva liberal, no puede haber la menor duda, pero el tema debe verse en el marco de las instituciones que garantizan el Estado de derecho, el pluralismo y la libertad. El primer requisito irrevocable de una sociedad democrática es el carácter laico del Estado, cuando la religión y el Estado se confunden tiende a desaparecer la libertad, por el contrario, cuando se mantienen separados, la religión tiende a democratizarse. En una sociedad, como el Islam, donde la ley sea la Sharía, la libertad y los derechos individuales se eclipsan, al igual que en la Inquisición.

En el mundo musulmán rige la Declaración de El Cairo sobre la Libertad de Expresión, que se aplica a todos los musulmanes alrededor del mundo, incluso los que viven en países no musulmanes. La misma dice “Cada individuo tendrá el derecho a expresar su opinión libremente siempre y cuando no sea contraria a los principios de la sharía”. De este modo, la libertad de expresión es siempre interpretada y limitada por la sharía.   

Como ocurrió con el cristianismo, el islamismo debe renunciar a los maximalismos de su doctrina-el monopolio, la exclusión del otro y prácticas discriminatorias y lesivas a los derechos humanos, hasta la ablación de la mujer - para ganar el derecho de ciudadano en una sociedad abierta.

Está claro que la inmigración es indispensable, en particular en las economías de los países de demografía estancada o decreciente, para mantener su calidad de vida, pero esa premisa es válida siempre que la cultura democrática no se vea mellada. Bajo este orden de ideas, es obvio que son los inmigrantes, en particular los islamitas, quienes tienen que adaptarse a las instituciones de la libertad y no al contrario.   


Comments

  1. Se ha entendido por cultura varias acepciones que le dan esencia y forma en el sentido de organización artística y espiritual. Lo cultural es la actividad propiamente humana, y lo aleja del medio natural primigenio y le da sentido a su existencia. Desde ese punto de vista, prácticamente todo lo que genere el ser humano, sea para su superación vital o su ensimismamiento, es cultura.

    ALTA CULTURA
    Werner Jaeger ha tratado en su libro “Paideia”, la estructuración de la civilización de la Grecia clásica, cuando ya existía una conciencia cultural divisoria desde los primeros momentos en que se establecieron las Polis de dicha región; siendo la dedicada a los aristócratas, “Los Mejores”, la preferible. Señala que, necesariamente, siempre existirá una alta cultura y una clase alta.
    Lo que entiendo por multicultura no cambia los conceptos anteriores. En cada comunidad social existe una cultura propia, adquirida por tradición por siglos. Ocurre que al pensar en la idea de cultura, lo hacemos en presencia de los hábitos y el sentimiento religioso que en el ser humano está presente, en mayor o menor grado. La idea de Dios es inalcanzable.

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