5 de Julio 2020: La tarea de construir un país libre no puede darse por terminada


5 de Julio 2020: La tarea de construir un país libre no puede darse por terminada
Gustavo Gonzalez Urdaneta
Miami 1 julio 2020

Este próximo 5 de julio, se cumplen 209 años, que el territorio venezolano se declaraba independiente de España y de toda otra dominación extranjera. Sin embargo, pronto quedó claro que la tarea de construir un país libre y soberano recién comenzaba, y que demandaría mucho más esfuerzo, más tiempo y más contiendas que aquella manifiesta declaración de principios.

Como cada año, en esta fecha repasamos los hechos, releemos la historia para comprenderla mejor. La independencia de Venezuela fue el proceso jurídico-político desarrollado entre 1810 y 1830 con el fin de romper los lazos que existían entre la Capitanía General de Venezuela y el Imperio español. También implicó el reemplazo de la monarquía absoluta por la república como forma de gobierno en Venezuela. La independencia de Venezuela produjo el conflicto armado conocido como Guerra de Independencia de Venezuela entre los ejércitos independentista y realista.

El 5 de julio de 1811 se firma el acta de la independencia, ese día es celebrado en Venezuela como su día nacional. En esa fecha formalmente a través del documento "Acta de declaración de la independencia", Venezuela se separa de España. La sociedad patriótica integrada por Simón Bolívar y Francisco de Miranda fue la pionera en el impulso de la separación de Venezuela de la corona española.

La independencia se declara en 1811, sin embargo, la independencia de Venezuela fue finalmente reconocida por España el 30 de marzo de 1845 (34 años después), mediante un tratado de paz y amistad hecho entre los gobiernos de la reina Isabel II de España y del presidente venezolano Carlos Soublette. Hasta 1999 la historiografía de Venezuela ha reflejado, seguramente, los hechos reales. Y a partir de ahí hemos aprendido como la historia oficial, ha ido aumentando su opacidad para esconder matices y datos que revelan otros puntos de vista.

La historia de lo sucedido aquel 5 de Julio histórico ha continuado siendo analizada con más datos y reflexión por nuestros historiadores pero quise compartir con ustedes el concepto de País Libre en este próximo bicentenario + para invitarlos a pensar que la tarea de hacer un país, como la de contar su historia, nunca es sencilla y posiblemente, tampoco sea una tarea que alguna vez se pueda dar por concluida.

Desde aquel 5 de Julio, el país osciló entre distintos grados de autonomía y dependencia de los centros de poder mundial, respondiendo también a los intereses propios de los poderes locales. Y a pesar de tanto, el ruido de las viejas cadenas se sigue oyendo en la Venezuela de hoy, especialmente desde 1999, porque la tarea de romper con las dependencias no ha concluido.

¿Qué significan hoy palabras como soberanía o independencia? Después de más de 200 años de aquellos hechos que hoy recordamos, la independencia de nuestra patria, como la de cualquier otra nación del mundo, está poco menos que cuestionada por los poderes globales, que deciden más allá de cualquier frontera.

¿Qué podemos hacer? La tarea de construir un país libre y soberano –que se mire a sí mismo, que priorice los intereses de su pueblo, se reconozca en su cultura, en sus valores locales- no puede darse por terminada. En el presente, somos nosotros quienes tenemos la responsabilidad de luchar por una patria independiente y esa oportunidad se nos presenta todos los días.

Tal vez hoy nos cueste definir qué nos hace venezolanos. En qué nos parecemos los venezolanos del oeste, a los del sur, a los del noreste. Más allá del himno y la bandera, de los próceres compartidos, qué es lo propio venezolano es una definición por lo menos difícil. Sin embargo, a pesar de las diferencias, hay un sentimiento que recorre las venas de los que nacimos y crecimos acá, en estas tierras. Un sentimiento que puede servirnos de guía para salir de la neblina cuando los problemas y las discusiones generadas por los intereses encontrados nos agobian, nos enfrentan, nos enojan.

Hay una canción que dice que la historia la escriben los que ganan y que eso quiere decir, no sólo que hay otra historia, sino que hay que actuar.  “La historia la escriben los vencedores”, una frase muy conocida y que tiene mucho de sentido común y de razón, es la que pronunció el escritor George Orwell, autor de la magnífica novela política de ficción distópica ”1984”, escrita entre 1947 y 1948 y publicada el 8 de junio de 1949.

Winston Churchill tenía claro que lo que decía Orwell era cierto, aunque desconozco si conocía la frase, pero en cualquier caso estaba de acuerdo con la moraleja. Tanto es así, que de su boca salió lo siguiente, indicativo del carácter del primer ministro británico y de la opinión que tenía de sí mismo: “La historia será generosa conmigo, puesto que tengo la intención de escribirla”. No hay que olvidar que en el año 1953 Churchill recibió el premio Nobel de literatura y que escribió, entre otras cosas, su propia visión de la Segunda Guerra Mundial.

Aprovecho, hablando de las curistorias (curiosidades y anecdotas de la historia), aunque John Aubrey, no las llamara así, anticuario y escritor inglés del siglo XVII, es famoso por ser autor de breves relatos biográficos, con relación a los cuáles pronunció lo siguiente, casi definiendo el objetivo de los blogs: “Lo fácilmente que se olvidarían estas curiosidades si no las escribieran tipos ociosos como yo”.

Los invito a pensar sobre lo que nos pasa como venezolanos, sobre nuestras grandezas y miserias, con autocrítica, sin aturdirnos en los gritos de los que gritan más fuerte, siendo tolerantes con los que piensan distinto, y generosos como lo fueron muchos de aquellos hombres, que murieron pobres pero dignos en su camino de hacer la patria.

Se estableció en la Constitución Federal de 1811 la igualdad de los ciudadanos ante la ley. Fueron eliminados los títulos nobiliarios y los fueros personales. Se revocaron las leyes que degradaban civilmente a los pardos. También se reconoció el derecho a la propiedad y a la seguridad. Estas disposiciones han permanecido en las demás constituciones aprobadas a lo largo del tiempo en Venezuela. No obstante, la desigualdad entre los estratos sociales continuó, aunque ahora basado en la posesión de riqueza, en vez del origen étnico. ¡Difícil de lograr!

La Constitución Federal de 1811 ratificó la prohibición, dada el 14 de agosto de 1810 por la Junta Suprema de Caracas, de introducir esclavos negros al país. Sin embargo, la figura de la esclavitud se mantuvo hasta 1854 cuando el presidente José Gregorio Monagas la eliminó. ¡Cuarenta y tres años después! Entre 1821 y 1823 se ordenó la expulsión de los españoles del territorio venezolano. Quedaron exceptuados aquellos que tuvieron parte en el movimiento independiente y los ancianos de más de 80 años. Como ya se indicó, la independencia se firma en 1811 y 34 años mas tarde es que España la reconoce. La Historia nos ha enseñado que no somos buenos negociadores.

Las opiniones sobre el carácter del proceso independentista no son unánimes. Algunos afirman que la independencia fue una revolución eminentemente política, ya que muchos de sus principales promotores eran de la aristocracia local, quienes no estarían interesados en cambiar radicalmente las condiciones de desigualdad social existentes, para no poner en peligro la hegemonía a la que ellos aspiraban. Otros piensan que el rechazo inicial que tuvo el proceso independentista en buena parte de los otros grupos sociales (pardos, indios y negros) le otorgó una naturaleza de revolución social, ya que estos sectores querían una transformación de la estructura social y económica que diera origen a una sociedad más igualitaria.

Decía Voltaire, “No juzgues a una persona por sus respuestas, sino por sus preguntas”. Así que considerando el resumen y los planteamientos anteriores y, en vista de la situacion actual de nuestro país, en este nuevo aniversario de nuestra independencia, empezaría por una pregunta: ¿Qué se entiende por Libertad y País Libre?  

Todos los derechos inician con el más fundamental: La libertad. Ése es el que nos hace realmente humanos. La libertad de utilizar nuestro libre albedrío, que es lo que nos distingue de los demás seres vivos. Pensar y actuar a voluntad propia.

Pero la libertad no significa anarquía, ni caos, ni egoísmo. De acuerdo con el doctor Ulrich Wacker, experimentado director en Jerusalén de la fundación liberal Friedrich Naumann, ese derecho del hombre termina donde inicia el del prójimo. Ésa es la primera de sus siete tesis. La libertad, dice, respeta las pertenencias, requiere de Estado de derecho, promueve la formación de las personas, hace posible una mejor sociedad, es la base del bienestar y une al mundo.

En la estructura social en que vivimos, el acuerdo y el desacuerdo, el poder y la gobernanza, la búsqueda de una mejor calidad de vida, son parte de la libertad. Un punto de arranque es la Economía. En el caso venezolano, hay que darle apertura al sector privado, prácticamente, en todos los sectores por la sencilla razón de que somos un Estado Fallido. Si hay con qué, se puede ir, se puede hacer, se puede realizar, se puede ser libre. El Usurpador nicolas maduro parece no haber identificado aún ése como uno de los grandes pendientes: hay que recuperar el crecimiento.

Nos lo advirtió Bolívar hace más de doscientos años: “La América [hispana] es ingobernable. Los que han servido a la revolución han arado en el mar […]. Estos países caerán infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada para después pasar a las de tiranuelos imperceptibles, de todos colores y razas. Devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad…”. “En tanto que nuestros compatriotas no adquieran los talentos y virtudes políticas que distinguen a nuestros hermanos del norte [refiriéndose a los Estados Unidos], los sistemas enteramente populares, lejos de sernos favorables, temo mucho que vengan a ser nuestra ruina… Estamos dominados de los vicios que se contraen bajo la dirección de una nación como la española, que sólo ha sobresalido en fiereza, ambición, venganza y envidia…”.

Por nuestra incapacidad de gobernarnos a nosotros mismos, los venezolanos hemos llevado al país al borde del abismo. Seguramente estamos de acuerdo en que debemos enfrentar la corrupción desde múltiples frentes y sin duda sancionar a quienes resulten responsables es una medida obligada a iniciar a partir del gobierno de la transición. Lo que aquí se expone es que los venezolanos estamos fallando en entender que para ser viable la democracia exige virtudes cívicas que los venezolanos hemos ido perdiendo virtudes que podríamos llegar a readquirir mediante el uso de una herramienta que para ese fin otros países han utilizado desde muy temprano en su formación: La Educación.

Un análisis riguroso de los síntomas arroja realidades fuertes y penosas que como país debemos saber reconocer, realidades que de no ser deliberadamente alteradas seguiremos arrastrando como lo hemos hecho a lo largo de nuestra historia, especialmente en las dos últimas décadas. A diferencia de lo que el común de los venezolanos cree, los problemas de corrupción desmedida y la bien tejida estructura de impunidad que hoy desenmascaran al régimen y a nuestra clase política no son características de comportamiento presentes sólo en el gobierno de las últimas décadas, ni están restringidas sólo a nuestros círculos políticos o de gobierno. Han penetrado todos los estratos de la sociedad civil y militar.

Vivimos en una sociedad carente de valores sociales. Una cultura en la que, más allá del entorno inmediato (como la familia o los amigos), el individuo no tiene suficiente aprecio por el derecho del prójimo. Cometemos y toleramos el abuso en proporciones descomunales. Quien está en posibilidad de abusar, abusa. No tenemos idea de lo que es el bien común: no creemos en el beneficio mutuo que se obtiene al servir, trabajar o defender el bien de la comunidad y el país. Los venezolanos no hemos aprendido de los preceptos y conductas que hacen posible el éxito de la democracia y la libertad.

¿Y cómo es que llegamos hasta aquí? En principio, por naturaleza humana. Las conductas que hacen parte y fortalecen la democracia no nacen del comportamiento natural de la humanidad. Todo lo contrario. Nuestro instinto de supervivencia nos dice que para sobrevivir debemos dominar al resto, que debemos formar grupos para dominar a otros grupos (tribalismo). Para dominar se vale el uso de la conquista, la esclavitud, la traición, la mentira, faltar a la palabra dada, formar mafias, “interpretar” las leyes… vale todo. Ese es nuestro comportamiento natural. Todos los pueblos, todas las etnias, todas las sociedades, en todos los tiempos son susceptibles de esos comportamientos que de no ser controlados terminan dando lugar a sociedades caóticas.

¿En que se ha convertido Venezuela? En un país que no se ha preocupado de mantener y cultivar valores sociales, un país que no educa en sus habitantes como controlar sus instintos naturales de supervivencia y dominación, un país que para empeorar las cosas heredó de la colonia una estructura social diseñada para favorecer a unos pocos oprimiendo al resto. Tenemos una población que acepta la corrupción y en general el abuso como actos normales en su vida diaria. Un país donde la gente aspira a llegar al poder sólo para buscar el beneficio personal tal como lo hicieron sus antecesores.
 
Las ambiciones personales, salvo en contadas excepciones, han motivado a la gente a pertenecer y continuar en sus partidos políticos para alcanzar el poder y manejarlos como a su propia finca, y a muchos otros que se unen a la pandilla para sin ningún rubor tener participación en la distribución del botín.

Un país con partidos políticos cuyos miembros le son leales al partido sin tener siquiera la capacidad de pensar en lo que es mejor para el país, que piensan en defender la unidad del partido como su primera obligación. Un país cuyos ciudadanos ven “normal” tener dictadores, el elegir y reelegir candidatos y partidos corruptos, “que roben pero que hagan obra”. Ese país no es un País Libre porque, aunque tenga elecciones y cambios de gobiernos, siempre dominará una mentalidad hecha para beneficiar a los que están en el poder sin importar el perjuicio al resto. Ese país es el nuestro y, lamentablemente, la mayoría de Latinoamérica.     

Después de dos décadas del actual régimen chavista-madurista y partiendo de las tesis del doctor Wacker, ¿Qué falta para que recuperemos un régimen pleno de libertades? Lo primero, queda claro, un Estado de Derecho. Poder andar en las calles sin peligro, tener a salvo a nuestras familias en casa, enviar a nuestros hijos a la escuela sin la presencia de drogas y otros peligros.

Que los jóvenes puedan emprender un negocio sin extorsiones, corrupción, ni miedo a un Estado represor. Un país que les garantice libertad para generar riqueza lícita, oportunidades de educación y también de especialización. Apostar a la investigación científica y tecnológica para innovar. Que sea común estar de acuerdo o no, en un ambiente de tolerancia y respeto.

Si la libertad hace posible una mejor sociedad y es la base del bienestar, el Trabajo en Equipo es lo indicado. Desde el inicio del gobierno de transición debe haber una reducción del gasto del gobierno como parte de la Política de Austeridad para que el gasto público se enfoque en la gente. El Sector Privado, con sus garantías reestablecidas, debe hacer su parte comprometiendo inversiones importantes para la construcción de obras de infraestructura y reactivación de la economía. Debatir si los partidos políticos y el árbitro electoral nos cuestan excesivamente caros, es parte de una nueva forma de hacer las cosas.

Los desacuerdos sobre las prioridades son discusiones naturales e incluso necesarias en una sociedad plural. Sabemos el qué y discutir el cómo o el dónde de muchos temas no era algo común. Es un cambio de tiempo. No dejemos dejar escapar la oportunidad.

País libre es un “concepto de puntos político e ideológico que hace referencia a la existencia en un país de libertades políticas, sociales y económicas y unas instituciones democráticas (forma de gobierno, régimen político o sistema político) que las garanticen en la práctica (gobierno representativo, elecciones, pluralismo de partidos políticos y asociaciones de todo tipo, existencia de oposición política, separación de poderes, seguridad jurídica, medios de comunicación independientes); y eviten o dificulten la existencia de la represión política, la tortura, la censura u otras formas de negación de la libertad”.

La lista de esas libertades o instituciones puede ser cuestionada, pues según se opte por una ideología más a la izquierda o la derecha en el espectro político, se insistirá o no en considerar decisivos los derechos sociales o la libertad económica. Así se incluirán cuestiones como la libertad sindical, o el derecho de huelga, por un lado; o la propiedad privada y la libre iniciativa, iniciativa privada o libertad de empresa, por otro.

En determinadas coyunturas históricas, como fueron la Segunda Guerra Mundial o la Guerra Fría, países libres se utilizaba como una expresión identificativa del bando de los aliados occidentales (inicialmente el Reino Unido y Francia), frente a las potencias del Eje (inicialmente la Alemania nazi y la Italia fascista) en el primer caso, o a los aliados de los Estados Unidos frente a los de la Unión Soviética (los países comunistas del Este de Europa y Extremo Oriente) en el segundo. En ambos casos, el alineamiento con un bando no garantizaba la pureza democrática, pero no impedía utilizar la expresión con efectos propagandísticos muy útiles; aunque en la práctica quedara reducida a significar libres de la ocupación del bando considerado esclavizador, mientras que el bando liberador, cuando invadía un territorio, lo liberaba.

Creo que está claro que este nuevo aniversario de la independencia, que nos han quitado, para volver ser un país libre, está totalmente justificado el ejercicio de un derecho o la capacidad de emprender una acción directa hasta ahora cuestionada, a pesar de contar con el apoyo de más de cincuenta países que no reconocen al actual régimen. Hay quienes promueven la negociación pues no le ven salida a la situacion actual. Recuerden que desde el mismo momento en que se decide la disolución de la Gran Colombia y Venezuela se constituye en República independiente, el país ha perdido la quinta parte de su territorio, a favor de los países fronterizos, como bien lo señalara en 1941 el escritor Andrés Eloy Blanco. Nunca hemos sido buenos negociadores y mucho menos con grandes potencias. ¿Qué estamos esperando? Parafraseando a un presidente nuestro ¡Manos a la obra!

Tenemos un país exquisito, que no nos quepa la menor duda. Con muchas riquezas naturales, con un inmenso y rico mar, con costa, sierra, llanos y selva, con un clima benevolente todo el año, con una riqueza cultural que muchísimos países quisieran tener, con gente de gran capacidad para el trabajo. No nos falta nada.

No esperemos que algún presidente llegue al poder y nos salve, pues hemos esperado doscientos años, no va a suceder. Son las masas, una vez sacado el Usurpador y todos sus adláteres, las que tienen que crear el mensaje, lanzar campañas y ganar elecciones locales y nacionales con candidatos honestos y comprometidos lo que finalmente mejorará nuestro país.

Necesitamos recuperar una cultura que aprenda a valorar y recompensar el esfuerzo, la honestidad, el bien común, el trabajo para construir país. Los niños deben aprender que una sociedad en la que para alcanzar logros se vale más el uso del abuso y la corrupción que el trabajo honesto es una sociedad sentenciada al caos y al estancamiento económico en la que a la corta o a la larga todos pierden.

Para que la formación moral sea efectiva se requiere la participación de todos (personal de la escuela, padres, estudiantes y miembros de la comunidad) y se debe impartir todos los días, en todos los grados. Debe ser integrada a la Curricula y a la cultura de las escuelas mediante la implementación de estrategias de intervención que enseñen, fomenten y promuevan valores y conductas fundamentales: Honestidad y justicia, empatía, autodisciplina, respeto por los demás, autoestima, coraje, responsabilidad, ciudadania y patriotismo, pensamiento crítico, el bien común y capital social.

Utilicemos la educación para pintar la Venezuela tricolor. Es necesaria una educación para cambiar el futuro y que los cambios sean irreversibles. ¡Sí se puede! Será una lucha larga, pero de lograrlo habremos roto las ominosas cadenas de nuestra propia opresión: El futuro será nuestro.

Cuando la heroína Luisa Cáceres de Arismendi fue tomada prisionera y el jefe realista exigiera la rendición a su esposo quien dijera “Sin patria no quiero esposa” ella respondió “Que mi marido cumpla con su deber que yo sabré cumplir con el mío".  
Pablo Morillo cuenta en sus memorias que, cuando llegó a España, después del abrazo con Simón Bolívar y la firma del Tratado Armisticio de Santa Ana, el Rey de España le reclama y lo llama a presencia y le dice:
"Explíqueme cómo es que usted, que triunfó contra los franceses, contra las tropas de Napoleón Bonaparte, llega aquí derrotado por unos salvajes"
A la cual el General respondió:
"Su Majestad, si usted me da un Páez y 100 000 llaneros de Apure a esos a los que usted llama Salvajes, le pongo toda Europa a sus pies".


¡Feliz aniversario de nuestra Independencia!

Comments

  1. Jose Rafael Pocaterra se adelantó a su tiempo. Las Memorias de un venezolano de la decadencia las escribiremos cada uno de nosotros, los venezolanos del siglo XXI. Recientemente tuve la oportunidad de leer un artículo que planteaba la siguiente pregunta: ¿Depende nuestro razonamiento de la pertenencia a un colectivo?
    En él se concluye que nuestra estructura cognitiva nos permite analizar y criticar, de manera más o menos certera, las debilidades ajenas y, al tiempo, tiende a ignorar las propias, como sabiamente advierte el refranero “es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el nuestro”. Y daba un ejemplo analizando el comportamiento de nosotros como votantes y nuestra relación con los partidos políticos que corrobora lo dicho sobre la actitud paralela de los líderes políticos.
    La mayor parte de los votantes de un partido político mantiene una distancia emocional con el mismo que les permite detectar las inconsistencias en las que a menudo incurren sus dirigentes. Esto, sin embargo, no suele ser suficiente para cambiar el sentido del voto, ya que muchas veces se vota al partido, o al líder, que genera menos rechazo y todos cometen errores que sirven para confirmar nuestras preferencias.
    Es hora de hacernos responsables de nuestra mayoría de edad, no hay liderazgo ni mando, por demás, sin una población que siga y obedezca. Es aquí donde toman sentido las denuncias de Pocaterra quien, más que apuntar a la persona concreta del dictador, señaló como responsable de la decadencia a la sociedad corrompida por un espíritu conformista y debemos agregar la actitud de los políticos de anteponer su partido al País. Este tiempo es imprescindible que se documente para que lo sepan las nuevas generaciones una vez que logremos recuperar el país y la libertad y volvamos a la democracia porque un factor que no mencione es la fama que tenemos de memoria corta y por eso hemos tropezado varias veces con la misma piedra.

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